viernes, febrero 10, 2017

XX. APOCALIPSIS


LA NUEVA CREACIÓN (Ap 21-22) I 

Miren, Yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; de lo pasada no quedará recuerdo ni se le traerá a la memoria (Is 65,17).
Y el que estaba sentado en el trono dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas. Y escribe que estas palabras mías son verdaderas y digna de fe” (Ap 21,5).
Καὶ εἶπεν ὁ καθήμενος ἐπὶ τῷ θρόνῳ, Ἰδού, πάντα καινὰ ποιῶ. Καὶ λέγει μοι, Γράψον· ὅτι οὗτοι οἱ λόγοι ἀληθινοὶ καὶ πιστοί εἰσιν (Rev  21,5).

Después de la presentación del libros y una introducción en la que detalla quien escribe y quien manda a escribir - Jesús el Testigo fiel- El vidente se llama así mismo Juan y se presenta como hermanos en la tribulación, junto con los que sufren como él que ha sido desterrado por el anuncio del mensaje de salvación (Ap 1,1-20) En primer lugar este mensaje va dirigido a la asamblea litúrgica de las siete Iglesias: Efeso, Esmirna, Pergamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia, Laodicea (Ap 2,1-3,22) llamadas a perseverar en la fe y alejarse de la idolatría.
Estas cartas dirigidas a las comunidades mencionadas van dirigida a sus ángeles y la comunidad como en general, para que se mantengan files al mensaje de Cristo que es dibujado como Señor y Juez de las iglesias; las cartas son un llamado a la conversión de sus miembros para que no se dejen seducir de los profetas de la idolatría, ni de las insinuaciones de los adversarios a Dios. Estas comunidades deben prepararse para resistir al mal y salir triunfantes frente al mal, porque tienen como escudo la fuerza del Gran viviente y de los santos que han blanqueado sus vestiduras con la sangre del Cordero y se dirigen al Trono donde está sentado el que era, el que es y el que ha de venir, allí reinaran al salir vencedores del mal dando culto a Dios porque ellos son los que han permanecidos fieles en el anuncio del reino de Dios – La nueva Alianza-.
El Cordero tiene la responsabilidad de abrir los sellos como advertencia a los fieles de no caer en la idolatría y para que asuman su responsabilidad frente a la comunidad alejándose de los que están al acecho para hacer caer a los fieles, este es el sentido de la apertura de los sellos, desgracia para los perseguidores de los seguidores del Cordero y advertencia a los fieles creyentes (Ap 4,1-8,1) Y unidas estas advertencias al sonar de las trompetas (Ap 8,2-11,18) recreando las plagas de Egipto advirtiendo al pueblo que perseguía a los cristianos que si no dejan  de atacar al pueblo de Dios tendrán la misma suerte del pueblo que se resistió de dejar salir a su pueblo santo.
El autor en su narración sigue presentando imágenes puestas una sobre otras imágenes, recordando que muchas imágenes son cuadros tomados de los textos del Antiguo Testamento e insertados en el apocalipsis como imágenes pinceladas por el apocalipsis; así aparece una de las imágenes más llamativa del libro, la Bestia que representa a los antagonistas del pueblo de Dios, son los enemigos de Dios y de su pueblo. La imagen del Dragón- la antigua serpiente- y dos monstruos que recrean a los reyes de la gran ciudad que persiguen al niño nacido de la mujer del cielo.
La mujer revestida de sol aparece como un gran signo porque es portadora en su seno de la criatura perseguida (Cfr. Mt 2,13-15; Os 11,1; Ex 4,2) pero será protegido y llevado al cielo, mientras que la mujer es cuidada y alimentada en el desierto; con este signo empieza el camino preparatorio para empezar la gran batalla en la que la Bestia, al Dragón- la antigua serpiente- será derrotado y los reyes de la gran ciudad que se había prostituido con la idolatría serán destruidos (Ap 11,19-15,1) al igual que muchos seguidores del Cordero que siguieron sus maldades arropándose con su inmundicia bebiendo el vino de la prostitución- idolatría –.
Seguidamente se empieza a narrar con imágenes los preanuncios de la gran batalla (Cfr. Ap 15,2-16,21): Imágenes de las siete copas y las imágenes de los siete ángeles que traen calamidades, recreando las diez plagas de Egipto al derramar cada una de las copas como prefiguración del juicio a las naciones que persiguieron a los Santos del Señor. Con estas imágenes se empieza a preparar el juicio definitivo de Dios por medio de una serie de visiones (Ap 17, 1,21-1).
Esta etapa final es el triunfo del bien sobre el mal, allí todo lo pasado quedará en el olvido, todo será nuevo se abre la esperanza en un “Cielo nuevo y en una Tierra nueva” (Ap 21,2-22,5) y en el surgimiento de la gran ciudad de Jerusalén que contrasta con la ciudad prostituta que ha sido destruida por sus múltiples pecados, en cambio, la nueva Jerusalén será la nueva creación donde residerará el nuevo pueblo de Dios, el pueblo de la Nueva Alianza. Allí no hay lugar, no hay tiempo todo será nuevo porque se dará a plenitud la esperanza, prometida por Dios y realizada por el Cordero, esta es la Jerusalén celeste, la Iglesia plenificada del Cordero porque todo se hará nuevo (Cfr. Ap 21,5; Is 65,17; 66,22¸2P 3,13; Gn 1,1).
Por la trascendencia que hoy nos plantea la situación religiosa, política, cultural y social de Colombia, es pertinente que las comunidades cristianas dentro de la Iglesia católica, asuman su responsabilidad con seriedad a la luz de la tradición apostólica como ellos lo hicieron en el primer siglo de nuestra era, que leyeron su realidad desde el corazón de Dios, lejos de todo pietismo y fetichismo enfermizo de fin del mundo y brindaron un panorama esperanzador a las nuevas generaciones a pesar del sufrimiento.
La tarea nuestra es ofrecer un mundo cristiano mejor, acogedor con relaciones nuevas, desde el corazón y la mirada de Dios; no se puede seguir traduciendo y predicando la imagen de Dios como un Dios inquisidor preparado para condenar a los pecadores y llevarlo al lugar de fuego. Tampoco podemos seguir presentando una iglesia que se ampara en este Dios para ser juez de la humanidad con potestad de administrar los destinos humanos en los novísimos. 
La responsabilidad de hacer un anuncio coherente y performativo es urgente, debemos crecer mostrando paradigmas de esperanzas que recreen la tradición apostólica, siempre y cuando guardemos las proporciones históricas, reflexionando como fue la transición oral y escrita entre la desesperanza por la muerte y resurrección de Jesús y la posterior persecución de los cristianos hasta alcanzar a desarrollar un mensaje de esperanza entre los Acontecimientos- Contexto-; los Textos y el Pretexto que consolidaron una arrasadora utopía del reino en la muerte y Resurrección de Jesús-el Cristo y la esperanza en un futuro más realizable donde se vivirá a plenitud la esperanza en el reino prometido para los que resuciten con Jesús después de la primera muerte. Esta esperanza escatológica que surge de la Cruz es memorial de la Muerte y Resurrección del Hijo de Dios.
Las comunidades cristianas lo vivieron- contexto-; lo percibieron como memoria y lo redactaron – Texto- y lo testimoniaron- anuncio Kerygmático –Pretexto-, esta es la vivencia del memorial que ellos Palparon – Realidad-contexto- lo que escribieron- redacción - Texto- y lo hicieron testimoniaron- Pretexto- Así es presentado el memorial de la comunidad cristiana: 
Les escribimos a ustedes acerca de aquello que ya existía desde el principio, de lo que hemos oído y de lo que hemos visto con nuestros propios ojos. Porque lo hemos visto y lo hemos tocado con nuestras manos. Se trata de la palabra de vida. Esta vida se manifestó: nosotros lo vimos y damos testimonio de ella, y les anunciamos a ustedes esta vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos ha manifestado. Les anunciamos, pues, lo que hemos visto y oído, para que ustedes estén unidos con nosotros, como nosotros estamos unidos con Dios el Padre y con su Hijo Jesucristo. Escribimos estas cosas para que nuestra alegría sea completa (1Jn 1,1-4).   
Esta es la tradición recibida que debemos transmitir para que nuestra alegría sea completa, ésta es la fuente de donde hemos bebido para dar testimonio e iluminar la realidad que alcanzaremos, dando luces de esperanzas al pueblo en el Padre misericordioso, El Padre de Jesús, el Dios en el que creyeron y el que anunciaron en la tradición apostólica como el Dios misericordioso (Cfr. Lc 15) que anima a sus hijos a que construyan la utopía del reino a pesar de los sufrimientos manteniéndose fieles a la tradición para poder crear nuevos caminos de esperanzas y no caminos de oscuridad por el anuncio descontextualizado de lo que hemos recibido como herencia en el memorial de Jesús muerto y Resucitado.
De esta manera, desde la luz de la tradición apostólica es que debemos abordar el contexto del libro del apocalipsis o libro de la esperanza, esperanza, no es creer en lo que no vemos cercano o realizable inmediatamente, esperanza es creer en lo que se realizará mediatamente- se va haciendo- se va realizando realizándose-, esperanza es construir un camino en lo que creemos, aunque haya que levantar muchas piedras, y hacerlo viable; esperanza es la sutil creatividad del alfarero, que toma el barro, lo moldea con sus manos una y otra vez hasta ver la imagen pensada en su creatividad, pero sabiendo que muchas veces tendrá que desbaratar lo empezado sin desfallecer hasta ver culminada su obra y la mira y piensa ´todavía falta para ser perfecta´; esperanza es lograr los muchos intentos que hacemos, los niños aprendiendo a caminar se caen muchas veces, pero por eso no deja de intentarlo: "Dios no toma en consideración tus talentos sino tu disponibilidad. Sabe que has hecho lo que has podido, aunque hayas fracasado en el intento, y contabiliza en tu favor lo que tratas de hacer y no has podido, como si lo hubieras hecho de verdad" (San Agustín. Serm.18,5).
Esperanza no es forzar el futuro, esperanza propiciar los intentos para lograr su realización, aunque fracasemos muchas veces, esperanza es fracasar en el intento hasta lograr lo realizable; el fracaso no es una derrota, el fracaso es el triunfo del que hace de la vida una posibilidad; esperanza es construir aunque se derrumbe la pared; esperanza es morir en el fracaso, para levantarse de la tumba, Jesús murió fracasado, la cruz es el fracaso del siervo de Dios:
Es justamente en el fracaso del pecado- el pecado es un fracaso-, en el fracaso de la ambición humana, que podemos ver el triunfo de la Cruz, ahí está la gratuidad del amor. En el fracaso de la Cruz se ve el amor, este amor que es gratuito, que nos da Jesús. Hablar de potencia y de fuerza, para el cristiano, significa hacer referencia a la potencia de la Cruz y a la fuerza del amor de Jesús: Un amor que permanece firme e íntegro, incluso ante el rechazo, y que se presenta como el cumplimiento de una vida donada en la total entrega de si en favor de la humanidad, En el Calvario, los presentes y los jefes se burlan de Jesús clavado en la cruz y le lanzan el desafío: ‘¡Sálvate a ti mismo bajando de la cruz!’ (Mc 15,30). ‘¡Sálvate a ti mismo!’.
Pero paradójicamente la verdad de Jesús es aquella que en forma de ironía le lanzan sus adversarios: ‘¡No puede salvarse a sí mismo!’. “si Jesús hubiese bajado de la cruz, habría cedido a las tentaciones del príncipe de este mundo; en cambio Él no puede salvarse a sí mismo justamente para poder salvar a los demás porque ha dado su vida por nosotros, por cada uno de nosotros. Esto, ¿quién lo entendió? Lo entendió bien uno de los dos ladrones crucificados con Él, llamado el ‘buen ladrón’, que le suplica: ‘Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino’ (Lc 23,42). Pero este era un malhechor, era un corrupto y estaba ahí condenado a muerte por todas las maldades que había hecho en su vida, pero ha visto en la actitud de Jesús, en la humildad de Jesús el amor.
Y esta es la fuerza del reino de Cristo: el amor. Cuando Jesús se presenta ante Pilatos como rey de un reino que no es de este mundo, esto no significa que Cristo sea rey de otro mundo, sino que es rey de otro modo, pero es rey en este mundo. Se trata de una contraposición entre dos lógicas: la lógica mundana que se apoya en la ambición, en la competencia, en el combate con las armas del miedo, del chantaje y la manipulación de las conciencias. La lógica del Evangelio, es decir la lógica de Jesús, en cambio se expresa en la humildad y en la gratuidad, se afirma silenciosa pero eficazmente con la fuerza de la verdad (Papa Francisco VATICANO, 22 Nov. 2015).
Esperanza es estar abiertos al fracaso, es morir para levantarse de la tumba, esperanza es una luz aunque todo quede oscuro, esperanza es romper con la lógica de este mundo pecador, es romper con todo tipo de esquema que nos lleven al hundimiento total; esperanza es dejar el anquilosamiento en el que vivimos para vivir en la espontaneidad del reino, es reflexionar en medio de lo extenuante del sufrimiento, del dolor, esperanza es vivir en resiliencia, la resiliencia es mantener la calma para superar el dolor-sufrimiento, es tener la certeza de ser fortalecidos a pesar de sentir que todo se ha perdido: “Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar. Jesús le contestó: _Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso (Lc 23,42-43).
Esto es Apocalipsis, este es el apocalipsis de Juan, una esperanza en medio de la desesperanza, una arrasadora utopía de la esperanza en el reino de Dios; una luz entre la oscuridad del pecado; es la construcción de un nuevo mundo aunque se haya fracasado y caído en el primer intento; es construir y construir, caminar y caminar aunque se vuelva a caer; es levantarse y emprender nuevos caminos; es llegar a la meta sabiendo que aún nos falta mucho trecho por recorrer: “En esto consiste la perfección, será así como atravesarás algunas etapas, lanzándote hacia atrás. Haz atravesado algunas, pero te queda algo que debes atravesar, después de haberlas pasado todas. Esta es la fe segura. Y todo el que cree haber ya llegado, se coloca en lo alto y cae” (San Agustín. In ps 38,14).
Construir los caminos de la esperanza es haber superado muchas etapas para lograr este fin. Como cristianos nuestra base de construcción son las Sagradas Escrituras, sin ellas solo tendremos un cristianismo de piedad, vacío y sin bases como lo vivimos hoy. El cristianismo es esperanza y misericordia, desde esa perspectiva, tenemos que leer el apocalipsis y así reflexionarlo con la gente: En su contexto, en el texto y en el pretexto; es necesario construir la esperanza y devolver la misericordia al pueblo, hay que darle a beber de las fuentes para emprender un camino de fe.
Nuestra tarea es hacer una lectura desde la tradición apostólica: mirar el ayer, en el hoy para el mañana, esa es la utopía de la esperanza del reino de Dios que comienza “Ya” en el hoy de la comunidad cristiana de los creyentes. Este es cuadro que nos presentan los capítulos 21 y 22 del apocalipsis de Juan, son el cumplimiento de las promesas que se realizarán realizándose.
Dios ha actuado en favor de su pueblo, Dios actúa en favor de su pueblo, Dios actuará en favor de su pueblo, el pueblo ha sido favorecido con la victoria de Cristo sobre la muerte, con la Sangre del Cordero derramada en la Cruz para la salvación. Del fracaso de la muerte Dios levanta al caído y lo hace vencedor.
Este es el cuadro que se ha pintado a lo largo del libro del Apocalipsis con la Sangre del Cordero, este cuadro se ha ido revelando ante nosotros en el paisaje de la Cruz, Trono en el que está sentado el Cordero junto a Dios. El Cordero recibe a los elegidos que van a rendirle culto; este es el culto de los santos del Señor que nace de la mesa del sacrificio –Altar- en la tierra y se eleva al Trono- Altar- de Dios y del Cordero que ha sido sacrificado y reina ahora y para siempre, porque ha sido glorificado glorificando a su pueblo santo de Dios.
La promesa Apocalíptica se hace realidad el clamor de los Santos ha sido escuchado (Cfr Ap 6,10), el Cordero empieza a reinar, ha sido vencido el pecado, la muerte ya no tiene dominio sobre ellos. Dios es vencedor, ha creado todo nuevo: “El que estaba sentado en el trono dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21,5), ya no hay dominio del maligno porque la tierra es nueva y el cielo es nuevo, se levanta la ciudad santa, el reino de Dios es el cumplimiento de las promesas hechas en la antigüedad y que ahora, en el Kayrós de Dios se hace realidad, la esperanza empieza a realizarse, los esperanzados van peregrinos al reino porque este ha sido preparado para los que han perseverado hasta el final: “El que persevere hasta el final se salvará” (Mt 24,13):
Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de haber de ver después. La creación espera con gran impaciencia el momento en que se manifieste claramente que somos hijos de Dios. Porque la creación perdió su verdadera finalidad, no por su propia voluntad, sino porque Dios así lo había dispuesto; pero le quedaba siempre la esperanza de ser liberada de la esclavitud y la destrucción, para alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que hasta ahora la creación entera se queja y sufre como una mujer con dolores de parto. Y no solo ella sufre, sino también nosotros, que ya tenemos el Espíritu como anticipo de lo que vamos a recibir… Con esa esperanza hemos sido salvados (Rm 8,18-21).

No hay comentarios: