domingo, diciembre 07, 2014

ACONTECIMIENTO ESCATOLÓGICO-APOCALIPTICO DE CIELO NUEVO Y TIERRA NUEVA- AP 21,1: B. LA ESPERANZA EN LOS CIELOS NUEVOS Y EN LA TIERRA NUEVA NOVEDAD ESCATOLOGICA (IS 65,17;66,22; 2P 31,13)

 
Quien tenga conciencia de su deuda y de la sentencia apostólica que dice: no debáis nada a nadie, a no ser el amor recíproco, debe urgirse él mismo a saldarla. En verdad, por grande que sea el pánico que los acreedores infunden a los deudores, mucho más inflexible es la caridad. Esta elimina el peso del temor al requerimiento de pago pero impone el más gravoso del deshonor (si no se paga). Recuerdo haber prometido a vuestra caridad que no os faltaría por mi medio, en cuanto el Señor se digne concedérmelo, una respuesta a las necias, dañinas y falsas acusaciones con que los maniqueos atentan contra el Antiguo Testamento. (San Agustín. Serm 1,1). 

Las comunidades cristianas de los Evangelios reflexionaron los signos de la resurrección como el cumplimiento de las palabras de Dios en el Viejo Testamento (Cfr. Is 42,1-9; 49,1-13; 50,4-11; 52,12-53,12) y de Jesús en el Nuevo Testamento, porque hasta el momento no habían comprendido las escrituras (Cfr. Jn 20,9): “El hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; lo matarán, más a los tres días de haber muerto resucitará” (Mc 9,31) La comunidad ahora es testigo de este acontecimiento pascual: que el Resucitado-Es quien murió en la Cruz-. Y está vivo. 

En el hecho mismo de la resurrección se ha realizado todo lo que Él dijo sobre su muerte y resurrección, se ha cumplido la promesa y los discípulos han testimoniado con su vida y lo escribieron porque es necesario que lo que ellos recibieron e hicieron memorial otros lo experimentaran e hicieran memoria y no quedaran condenados a la desesperanzas sin tener oportunidades de salvación: “Y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra” (GARCÍA Márquez Gabriel. Cien años de soledad).  

El pesimismo y la soledad que vivió la comunidad después de la muerte de Jesús fue superado con la resurrección, porque aunque siga la soledad por la increencia, muchas cosas de Jesús “Quedan escritas para que crean que Él es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de Él” (Jn 20,31)  Jesús es el fermento de la comunidad desesperanzada sin segundas oportunidades, Él es el camino que se traza en la nueva mesa del pan partido que se comparte en el hoy de la comunidad del resucitado y se compartirá en el futuro de esta comunidad porque en Cristo todo es nuevo:  

¿No saben que un poco de levadura fermenta toda la masa? Barran la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que son panes ázimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así, pues, celebramos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y de maldad), sino con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad” (1Cor 5,6b-8).
 
Jesús es levadura nueva en la masa-comunidad-que celebra el memorial eucarístico bajado del cielo; en la fracción del pan la comunidad terrestre se une a la comunidad celestial hasta su encuentro definitivo, dándose a plenitud la glorificación pascual de Jesucristo vivo, allí se une la mesa terrenal con la mesa del pan vivo, la mesa de la pascua eterna: En cada celebración eucarística el encuentro con el Resucitado se realiza mediante la participación en la doble mesa de la Palabra y del Pan de vida”[1].  En este acontecimiento la comunidad reconoce que el profeta de Nazaret, quien murió en la Cruz ha resucitado y los signos del resucitado son Palabra y Cuerpo (Cfr. Jn 6, 31.49) estos signos escatológicos los ha asumido el nuevo pueblo de Dios en su peregrinar hacia la celebración pascual definitiva (Cfr. Ap 2,17):

Este pan que ven sobre el altar, santificado por la palabra de Dios, es el cuerpo de Cristo. Este cáliz, o mejor, lo que contiene el cáliz, santificado por la palabra de Dios, es la sangre de Cristo. Por medio de estas cosas quiso el Señor dejarnos su cuerpo y su sangre, que derramó para la remisión de nuestros pecados. Si lo han recibido dignamente, ustedes son eso mismo que han recibido[2].

Jesús es el pan de vida, el pan eucarístico, el nuevo maná bajado del cielo (Jn 6,49-51) Jesús es el nuevo maná bajado del cielo que sacia al pueblo (Sab 16,20-22; Sal 68,10-11; 111,5) Él toma la iniciativa hace que se recuesten en la hierba para reposar (Jn 6,10): “Yahvé es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace reposar. Me conduce a fuentes tranquilas, allí reparó mis fuerzas” (Sal 23,1-3) Y alimenta a su pueblo: “con flor de trigo”, y “Los saciará con miel silvestre” (Sal 80,17).
 
La novedad del alimento dado por el nuevo maná, que nos conduce a la vida eterna, es la fe que nos da el Espíritu Santo: “Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo” (Jn 6,33) Esta nueva visión, es lo que nos hace presenciar que Dios se ha revelado. Ha tomado un rostro, Jesús de Nazaret. Dios se ha hecho visible, no solo en este rostro, sino en el pan y en el vino, esto es lo que nos lleva a pedir: “Señor, danos siempre de este pan” (Jn 6,34).

Esta petición es la revelación, que es la nueva mirada al misterio que se nos da en el Pan de Vida, es la mirada de la libertad, no de esclavitud, es la mirada del encuentro con el Padre, es la mirada que vive la pascua eterna, como salvación que nos da Dios. Y los creyentes son sujetos de esta salvación como hombres y mujeres libres, que al final de los tiempos serán creaturas nuevas que vivirán en la Pascua del Pan de Vida que libera y salva: “Yo soy el pan de vida. El que venga a mí no tendrá hambre, el que cree en mí no tendrá nunca sed” (Jn 6,35)[3]. 

El pan que recibimos en la mesa terrenal, es el pan que  trasciende, al Pan de vida eterna. Porque el que cree dice el Señor: “Yo lo resucitaré el último día” (Jn 6,44) Se abre el camino hacia la vida eterna (Cfr. Ap 21-22) [4],  cerrado por el pecado de la humanidad (Cfr. Gn 3,1-11,32) Para esto  ha sido enviado el Pan bajado del cielo, para dar la vida, colocando “su morada entre nosotros” (Jn 1,14) La vida eterna es la esperanza que llega a su plenitud en la resurrección (Jn 20,19-29).
El camino de la vida eterna es la pedagogía que propone Jesús para el que cree: “En verdad, en verdad les digo que el que cree, tiene vida eterna” (Jn 6,47) Esta vida consiste en una experiencia salvífica del creyente  que va creciendo pedagógicamente desde: 1) El PECADO-MUERTE: “Yo soy el pan de vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron” (Jn 6,48); 2) La PASCUA: “Este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera” (Jn 6,50);                    3) La SALVACION-RESURRECCION: “Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar es mi carne, para vida del mundo” (Jn 6,51)[5]. 

Creer en el Hijo es una opción personal, pero es una opción dada por el Padre: “Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envía no lo atrae” (Jn 6,44) para darle la vida eterna y esta vida, solo puede darla el que ha bajado del cielo a “todo el que escucha al Padre y aprende” (Jn 6,45) Esto es fundamental al momento de asimilar lo que Jesús nos da: “En verdad, en verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del hombre, y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna” (Jn 6,53-54).

Esto es la pascualización del creyente, comprender que Jesús es la nueva pascua, es quien cristifica al que cree. Alternativa en la que desaparece todo tipo de enemistad, de discriminación: Por razas, religiones, grupismos de religiosidad. De adeptos, pero no seguidores. De grupos, pero no de  Iglesia de Jesucristo; esto es lo que divide al género humano desde la caída (Gen 3,1-11,33) Ahora por la unión con Cristo volveremos a la unidad en la fe: “Pues Cristo es todo y está en todos” (Col 3,11).

Jesús nos invita a creer en el Padre, nos recrea pedagógicamente esta vida en el Padre como vida eterna (Jn 17,3-4): “Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí” (Jn 6,57)  Este alimento es lo que nos hace vivir en la vida eterna, porque este es el conocimiento del Padre y del Hijo, enviado para dar la vida por medio de su sacrificio en la cruz (Jn 3,16-17) Él es el nuevo cordero sacrificado, ya no es el cordero del antiguo pueblo (Ex 11-12), ahora es el cordero hecho carne, que da su carne como comida para la vida eterna.

Este es el hoy del pan bajado del cielo, es el hoy en que entrega y envía al Espíritu Santo (Jn 19,20.20, 22) Este es el Hoy del pan de la salvación[6] (Jn 6,57; Cfr. Jn 5,26; 14,20-21; 17,21-23):

Cuando se come a Cristo se come la vida. No es que se lo mata para luego comerlo, sino que él da la vida a los muertos. Cuando se lo come da fuerzas, sin él debilitarse. No tengamos miedo de comer este pan pensando en que tal vez se pueda terminar y después no encontremos qué tomar. ¡Qué Cristo sea comido; cuando es comido vive, puesto que muerto resucitó! No se lo parte en trozos cuando lo comemos. Así acontece en el sacramento, los fieles ya saben cómo comen la carne de Cristo: cada uno recibe su parte (…). Se la come en porciones, pero permanece todo entero; en el sacramento se lo come en porciones, y permanece todo entero en el cielo, todo entero en tu corazón. (…) Comamos tranquilos el cuerpo de Cristo que no desaparece lo que comemos; comámoslo para no desaparecer nosotros. ¿En qué consiste comer a Cristo? No consiste solamente en comer su cuerpo en el sacramento; muchos lo reciben indignamente y a ellos dice el Apóstol: Quien come el pan y bebe el cáliz del Señor indignamente, come y bebe su condenación. Pero ¿cómo ha de ser comido Cristo? Como él mismo lo indica: Quien come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Entonces, si él permanece en mí y yo en él, es entonces cuando me come y bebe; quien, en cambio, no permanece en mí ni yo en él, aunque reciba el sacramento, lo que consigue es un gran tormento[7].
Esta es la pedagogía Kerygmático–Pascual-,  es el encuentro mesiánico dentro de la comunidad eclesial que ha pascualizado su praxis. Las Escrituras y el Pan Eucarístico son las fuentes y el alimento con lo que la comunidad vive el acontecimiento Jesús Resucitado. Son la fuerza creadora en la nueva creación formada en la Cruz por el espíritu del Resucitado (Cfr. Lc 24,27).
Los que viven la realidad pascual del pan eucarístico están unidos al Señor Resucitados: “Así como de muchos granos reunidos, y en cierto modo mezclados entre sí mediante el agua, se hace un solo pan, de idéntica manera, mediante la concordia de la caridad, se crea el único cuerpo de Cristo. Lo que se ha dicho de los granos respecto del cuerpo de Cristo, ha de decirse de los racimos respecto a la sangre, pues también el vino fluye del lagar, y lo que estaba en muchas uvas por separado, confluye en la unidad y se convierte en vino. Así, por tanto, lo mismo en el pan que en el vino se encuentra el misterio de la unidad”[8].
Atended, pues, y advertid las coyundas con que ata la serpiente y, retirando de ellas vuestra cerviz, sometedla al jugo de Cristo. En efecto, a los incautos osan tenderles, ya de entrada, trampas como la de afirmar que los escritos del Antiguo y los del Nuevo Testamento se oponen entre sí de modo que resulta imposible aceptar el uno y el otro sin cambiar de fe. Y en su empeño por convencer de que existe un desacuerdo entre el comienzo del libro del Génesis y el del evangelio según san Juan, los contraponen como si estuviesen enfrentados.  (San  Agustín. Serm 1,1).


[1] Juan Pablo II. Dies Domini, 39. 40; cfr. Sacrosanctum Concilium, 7.
[2] San Agustín Sermón 227
[3] Cfr. P. REALI Nicola. 1) Fenomenología de la Eucaristía – 2) Iniciación cristiana y Eucaristía. Conferencias en el Congreso Internacional de liturgia y pastoral. Medellín. Julio 31 de 2012.
[4] Con su enseñanza, Cristo-Sabiduría nos da acceso de nuevo al árbol de la vida del que Adán había sido, privado (Prov. 3,18)  Ya nunca más seremos arrojados del paraíso (Jn 6,37); Cfr. (Gn 3,23). DDB. Biblia de Jerusalén, edición 2008. Comentario (a) de Jn 6,51.
[5] Este texto recuerda a 1Cor 11,24. Este es mi cuerpo que se da por ustedes (Lc 22,19) Alusión a la pasión. Pero Juan sustituye el termino cuerpo por carne, que designaba al hombre en su condición de debilidad y de mortalidad (Jn 1,14) En el judaísmo la expresión “la carne y la sangre” significaban lo mismo (Mt 16,17; 1Cor 15,50; Ef 6,12; Jn 6,56-57). DDB. Biblia de Jerusalén. Edición 2008. Comentario (b) de Jn 6,51.
[6] EL hoy de Dios: Como el tiempo de la visita de Yavéh, o el día de la salvación. La hora viene con Jesús: La hora del anuncio del reino. Sobre todo la hora de la pasión y de su gloria, que lleva a remate el desarrollo del plan salvador de Dios: “He aquí que ha llegado la hora” (Mt 26,45). Es la hora del amor llevado hasta el extremo (Jn 13,1) (X. León Defour. Vocabulario de teología Bíblico. La hora. P. 398.
[7] San Agustín. Sermón 229, 1
[8] San Agustín  Sermón 229, 2.

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