sábado, noviembre 15, 2014

REINO DE DIOS X: "YA QUE FUISTE FIEL EN LO POCO TE PONDRÉ A CARGO DE MUCHO MÁS"

Mt 25,14-30[1] 

“Esto es lo que en tu sabiduría infinita estudias con nosotros, Dios nuestro, en tu libro, que es tu firmamento, para que podamos aprender a distinguirlo todo en una visión maravillosa, aunque solo sea por el presente a través de signos, tiempos, días y años” (San Agustín. Conf. L XIII, 18,23). 

El capítulo 25 del evangelio de Mateo es parábola escatológica del reino, centrado en la presencia de Dios y del Reino presente y futuro como realización de la plenitud del amor de Dios a los hombres y de los hombres a Dios y al prójimo (Cfr. Mt 22,37-39) La humanidad aparece juzgada según  los criterios de pobreza evangélica y de servicios interhumanos. Este Juicio es dado en el hoy de Dios y en la segunda venida de Jesús.  

Es el “Ya” pero el “Todavía No”: “Vi el cielo abierto; y apareció un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba fiel y verdadero, porque con rectitud gobernaba (…) Y tenía un nombre escrito que solamente él conocía. Iba vestido con ropa teñida de sangre, y su nombre era: Palabra de Dios” (Ap 19,11.12-13; Cfr. Ez 1,1; Ap 3,14: jn 1,17; Sal 96,13; Is 9,6-7(5-6); 11,1-5; Ap 1,14;2,18; Dn 10,6; Is 63,1-6). La comunidad de creyente debe estar siempre vigilante, expectante a la espera de su Señor (Mt 25,1-13), con las lámparas (Fe) llenas, alimentadas y sostenida con la Palabra de Dios (Aceite) para ser luz-fuego vivo de Jesús resplandeciendo (Cfr Ap 19,12) e iluminando el testimonio y así se difunda en la Iglesia presente y futura el mensaje de salvación para las naciones del reino.

Este  capítulo al presentar las tres parábolas del reino en clave escatológica, propone la esperanza en la vida futura siempre y cuando nuestras relaciones interhumanas hayan sido según el parecer de Dios, de los contrario, seremos juzgados por el Señor al igual que las vírgenes necias (Mt 25,12) y los que han sido llamados a producir los frutos del reino a tiempo, pero no lo han hecho (Mt 25,24-30)  como los que no han tenido misericordia con sus hermanos-prójimos- (Mt 25, 41-46) Seremos juzgados por las obras que hagamos o por las que dejemos de hacer y sobre todo por haber guardado egoístamente los dones entregados por el Señor en el reino y por haber ocultado  la fe, la Palabra y por haber  dejado de hacer la misericordia, privando a los demás de la gracia santificante del Señor.

Este es el horizonte de esta parábola en el capítulo 25 de Mateo, que tradicionalmente se le ha dado el título “Parábola de los Talentos”. Pero bien se podría llamar “Parábola de la Fidelidad”: Ella nos invita a ser fieles en lo poco para recibir mucho. Porque al que es infiel se le quitará incluso lo que tiene: “Al que tiene le darán y le sobrará; al que no tiene le quitarán aun lo que tiene” (Mt 13,12; 25, 29; Cfr Mc 4,25; LC 8,18). Entendamos de la siguiente manera esta sentencia: Si le arrebatamos la oportunidad a los demás de tener fe en Jesucristo y de creer en Él, en su Palabra y en el Reino faltando a la caridad, estamos siendo infieles, por lo tanto, se nos quitará lo que hemos despreciado y se le dará al que ha sido fiel y la fidelidad o infidelidad implica: 
1.      La fidelidad al proyecto de Dios es el camino espiritual del cristiano seguidor testigo de la fe en el Resucitado y su reino: Sin embargo no se ha sido fiel se ha despreciado la justicia de Dios  (Cfr Mt 21,32) y no se ha creído en Él y su reino (Jn 6,29-30).
2.      Por no creer en el Hijo y su reino se juzgará a los hombres con la presencia del  Espíritu Santo: “Cuando él venga, convencerá al mundo de un pecado, de una injusticia, y de una sentencia: El pecado que no han creído en mí; la justicia que voy al Padre y no me verán más: la sentencia, que el príncipe de este mundo ya ha sido condenado” (Jn 16,7-11).
3.      Jesús es el Señor que se va y regresa-Parusía (Ap 22,20); los talentos  es la Palabra dada y la misericordia; lo producido es el talante con que se ha anunciado la Palabra de Dios que debe suscitar conversiones (Cfr. He 2,37; Jn 6,28).
4.      Esconder los talentos es ser parte de los siervos inútiles, que solo se han contentado con prácticas de piedad espiritualistas, escondiendo los talentos recibidos: “Tu eres un empleado malo y perezoso, pues si sabías que yo cosecho donde no sembré y que recojo donde no esparcí, deberías haber llevado mi dinero al banco, y yo, al volver, habría recibido mi dinero más los intereses” (Mt 25,26-27).
5.      De esta manera:
-  Los talentos nos hacen personas realizadas que prestan un servicio a la sociedad y al reino de Dios. Los talentos brindan calidad de vida y progreso a la sociedad como un mundo de diversas interacciones sociales.
-  Dios se agrada de que su Creación progrese, mejore y sirva cada día a quienes lo necesitan.
-  El crecimiento y la madurez personal se logran con una vida productiva, disciplinada y llena de metas y desafíos: Existen consecuencias positivas o negativas, dependiendo de si utilizamos nuestros talentos y habilidades, o nos desentendemos de los mismos. Esto nos lleva a caminar hacia la esperanza de salvación en el futuro o estancarnos aquí pensando en el juicio y la  condena.
A modo de conclusión: San Agustín, Serm 351,4

Comprenda que todo ello le ha sido dado, que no procede de él. Pues ¿qué tiene que no haya recibido? Y si lo ha recibido, ¿por qué se gloría como si no lo hubiera recibido? Dé, pues, el dinero del Señor; mire por el prójimo, de modo idéntico a como experimenta que han mirado por él mismo. No piense que basta con conservar íntegro lo que recibió, no sea que le digan: Siervo malvado y perezoso, debías haber entregado mi dinero, para que yo, al volver, lo recobrara con los intereses; no sea que se le quite lo que había recibido y sea arrojado a las tinieblas exteriores. Si los que pueden conservar íntegro todo lo que se les ha dado deben temer pena tan dura, ¿qué esperanza les queda a quienes lo malgastan de forma impía y pecaminosa?

Ese tal, en medio de las cosas del mundo, se aplicará a adquirir bienes, no carnales, sino espirituales; sin sentirse atado por negocios seculares, pero, dado que milita al servicio de Dios, sin verse entorpecido ni envilecido por la ociosidad y desidia. Si tiene posibilidad, dé sus limosnas con alegría, tanto si ofrece algo para las necesidades corporales de los pobres como si, en cuanto dispensador del pan celeste, levanta campamentos inexpugnables en los corazones de los fieles contra el diablo. Pues Dios ama al que da con alegría”. 

“Con sus propias manos hace hilados y tejidos. Siempre le tiende la mano a los pobres y necesitados” (Prov. 31,19-20).


[1] Texto elaborado el día 13 de Nov de 2014. Dom. 33 del T.O. Y revisado el 16 de Nov. De 2014. Dom 33 del T.O.

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