domingo, agosto 17, 2014

"¡MUJER, QUÉ GRANDE ES TU FE!"


 
Mateo 15,21-28

“Nadie te ha dicho que seas menos de lo que eres, sino que te reconozcas como eres. Reconócete como débil, como hombre, como pecador. Al aceptar y confesar tus miserias, entras en el camino de la salvación” (San Agustí, Serm. 137, 4,4).
La presencia de Jesús ha marcado el caminar de la comunidad de discípulos escogidos por Él, su acción es la historia de la comunidad que vive y dinamiza la fe con sus palabras, la fe en Jesucristo se hizo proceso de caminada por el anuncio Kerygmático-pascual que los discípulos llevaron al corazón de hombres y mujeres en las regiones circundante  a Israel.
Este anuncio abre la realidad histórica del reinado de Dios como praxis de crecimiento en la comunidad, con hechos concretos: Respeto a los otros, viviendo a la manera de Jesús como nos los plantea en el Sermón del monte (Mt 5,1-7,29)  Aprendiendo a partir el pan con los pobres, curar a los enfermos (Mt 14, 34-36; Cfr. Mc 6,53-56) Y muchos otros signos que encontramos en los evangelios.
Ahora bien, la realidad del reino se vive desde la fe. Fe  es colocar la esperanza en Dios, es caminar en su misma dirección, es crear los espacios para que el Dios de la vida se recree en nosotros: “En hebreo la palabra fe (הנומא) tiene  la misma raíz que el verbo apoyarse (ךומת) o aquello que es firme. En griego la palabra fe (πίστη) que designa tanto la confianza que se podía tener en un deudor como la garantía que él había entregado. En Heb 11,1 tenemos una definición dinámica de la fe: aferrarse a lo que uno espera”[1].
Desde una conciencia clara y coherente de ser cristianos la Fe es dinámica, está en constante espera, se manifiesta como expresión del Dios de la vida en la realidad histórica del Resucitado revelando su amor, su sabiduría. La fe es fortalecer nuestra esperanza en la confianza y en la obediencia a Dios (Cfr. Sal 116,10; Is 7,8-9; Mt 8,19;9,2.22; 15,28; 21,22; Lc 7,48-50; Hec 26,18; Rm 1,16; 3,21-26; 4,6;9,32 1Tes 1,3 St 1,6-8; 2,14-26;  Gal 2,16; 3.8-9)[2].
Desde esta realidad se desarrolla la pedagogía de la fe en Jesús Resucitado: que es entender que la fe es entrega inalienable a Jesucristo, de lo contrario, caeríamos en el sin sentido que vive el cristiano hoy dentro de la Iglesia, porque hacemos del anuncio Kerygmático pascual  algo  casual o circunstancial, es decir reducido a la concepción pastoral de fe en los escritorios de donde salen hermosos documentos de pastoral.
La praxis de Jesús es realizable, no se  queda en simple discurso, la reflexión de Mt 15,21-28 abre alternativa de salvación a los débiles, a los marginados.  En el texto se resalta la pedagogía de la fe mostrándole a la comunidad que ésta se da en todo aquél que tenga la firme intención de creer: “-¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija tiene un demonio que le hace sufrir mucho! (Mt 15,22).
La fe es la actitud del que cree, del que espera del que se aferra al Cristo de Dios.  En el texto el silencio de Jesús es  desconcertante frente a la actitud de la Mujer (Mt, 15,23) Lo mismo que la  respuesta dada al llamado de los discípulos: “Dios me ha enviado  solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel” (Mt 15,24; Cfr. Mt 10,5-6).
La perícopa Mt 15,21-28, en reflexión deja la siguiente enseñanza que se puede aproximar en tres momentos relacionado en la praxis de Jesús, como un llamado que plantea a los fariseos y a los discípulos que no han cumplido con la misión encomendada. La misión ahora tiene un nuevo horizonte, ya no solo es para las ovejas de Israel, hay cambio de perspectiva, la salvación es para todos aquellos que tienen fe, Jesús los acoge y los invita a demostrar la fe:
1.    Enseñanza a los fariseos en Mt 15,1-20.
2.    La misión de Jesús: “Dios me ha enviado solamente  las ovejas de Israel”.
3.    La fe de la mujer sorprende a Jesús.
1.  Enseñanza a los fariseos en Mt 15,1-20: En la perícopa anterior Jesús quiere hacerle entender  a  los fariseos que ellos no pueden seguir apegados a la tradición olvidando el espíritu de la palabra: “Ustedes han anulado la Palabra de Dios para seguir sus propias tradiciones” (Mt 15,6; Cfr. Mc 7,11; Is 15,8-9; 29,13) De igual manera nosotros los cristianos hacemos de fariseos modernos dentro de la Iglesia, hemos dejado a un lado la palabra de Dios apegándonos a tradiciones sin trascendencia, que no inciden en la formación de la comunidad porque el culto se da desde los labios y no desde el corazón: “Este pueblo me honra con la boca, pero su corazón está lejos de mí. De nada sirve que me rindan culto; sus enseñanzas son mandatos de hombres” (Cfr. Is 15,8-9).
2. La misión de Jesús: “Dios me ha enviado solamente a las ovejas de Israel”: Esta propuesta de venir solo, al pueblo de Israel corresponde a la mentalidad farisaica de sentirse elegido por Dios con exclusividad; en tiempos de Jesús se mantenía esta tradición por lo tanto, era impensable el roce con personas de otros pueblos no judíos, los cuales no tenían derecho a participar de los bienes dados por Dios a su pueblo. Romper con esa mentalidad era difícil, se coloca por encima la tradición o mandatos humanos frente a la voluntad de Dios. Jesús rompe con esta concepción abriéndose a otras posibilidades en la evangelización (Cfr. MT 8,5-13; Lc 7,1-10; Jn 4,43-54) y los discípulos así lo comprendieron: “Atiende a esa mujer” (Mt 14,23).
3. La fe de la mujer sorprende a Jesús: Puede ser  contradictorio, pero al leer el texto, se nota que la lección o enseñanza fue para Jesús quien discrimina a la mujer por su nacionalidad[3]: “-No está bien quitarle el pan a los hijos y dárselo a los perros” (Mt 15,26), pero la mujer movida por su amor de Madre y por su deseo de verse aliviada de las molestias ocasionadas por la posesión de su hija, responde con valentía: “-Sí, Señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos” (Mt 15,27) Respuesta certera para hacer cambiar de parecer a Jesús y a la comunidad frente a la concepción tradicional de ver a los extranjeros. Y así comprender que la fe debe trascender fronteras: “_ ¡Mujer, qué grande es tu fe! Hágase como quieres” (Mt 15,28).
De esta manera, la pedagogía de la fe y la Palabra conducen a la comunidad a la adhesión a Jesucristo,  dejando a un lado las tradiciones intrascendentes. La fe en Jesús es para toda la humanidad creyente o no creyente, dentro o fuera de la Iglesia. El anuncio Kerygmático pascual debe seguirse extendiendo desde la pedagogía de la fe que es el dinamismo procreativo de Jesucristo en la comunidad y no una fe desde  el letargo silencioso de los cristianos que viven fabricando fantasmas en sus creencias[4].
A modo de conclusión: San Agustín. Serm 154A
·         Ya se ha producido la lucha en el hombre. Venzan las dos a quien está sola: venzan las dos, la ley y la mente, a la carne que opone resistencia. Pero considerad lo que dijo la misma mente: Veo otra ley en mis miembros que se opone a la ley de mi mente y me lleva cautivo en la ley del pecado, que reside en mis miembros. Así, pues, es la mente la vencida por la carne. Invoque el auxilio del Salvador y se evadirá del lazo del engañador. Ved, pues, lo que dijo el Apóstol. ¡Cómo era el Apóstol; cuán grande y fuerte atleta de Dios era! A pesar de todo, hubiera sido llevado cautivo si no le hubiera socorrido el Crucificado.
·         Gran combate, pero quien te contempla cuando luchas puede ayudarte si te encuentras en peligro. Si, por ejemplo, mantuvieses una pelea de pancracio con otro hombre en la que él te hiriera a ti y tú a él, habría un hombre de espectador para ver quién de vosotros ganaba. Quienquiera que venciese, recibiría un premio. Tal hombre no te diría otra cosa sino: «Quien gane de los dos, recibirá esto.» Estaba allí dispuesto a coronar al vencedor, pero ¿podría acaso ayudar al que se encontrase en apuros? Ahora, en cambio, es Cristo quien te observa; cuando te encuentres en dificultad, llámale para vencer, pues es para su mal el esfuerzo de la carne por salir ganadora. En efecto, si luchaseis dos hombres al pancracio, venza quien venza ese será coronado. En cambio, en esta lucha, si vence la mente obtiene la liberación para el alma y la carne; y si vence la carne, ambas son enviadas al fuego. Por lo tanto, es para su mal el esfuerzo y la voluntad de vencer de la carne. El apoyo a la carne es para que sea vencida y evite el castigo del fuego eterno.
·         … En efecto, si vencemos y no consentimos a los malos deseos de nuestra carne, resucitará después la misma carne, y entonces no hallas malos deseos contra los que luchar. De hecho, ahora los encuentras y se te dice: «Vence y serás coronado.» ¿Y en qué consiste para ti y ahora el vencer? En no consentir a los malos deseos. ¿Acaso puedes carecer de ellos? Pero vencer consiste en... (no) consentir. En cambio, cuando en el día de la resurrección recobremos la carne, ella misma se transformará y se hará inmortal, y no encontrarás ya deseos contra los que luchar... en que seas coronado. Y una vez que estés arriba con tu carne, ¿por ventura vas a gritar desde lo hondo donde mantenías la lucha contra ella?
·         También aquella mujer cananea que iba gritando tras el Señor, ¡cómo gritó! Su hija sufría un demonio; estaba poseída por el diablo, pues la carne no está de acuerdo con la mente. Si ella gritó tan intensamente por su hija, ¡cuál debe ser nuestro grito en favor de nuestra carne y nuestra alma! Pues veis lo que consiguió con su gritar. En un primer momento fue despreciada, pues era cananea, un pueblo malo que adoraba los ídolos. El Señor Jesucristo, en cambio, caminaba por Judea, tierra de los patriarcas y de la Virgen María, que dio a luz a Cristo: era el único pueblo que adoraba al verdadero Dios y no a los ídolos. Así, pues, cuando le interpeló no sé qué mujer cananea, no quiso escucharla. No le hacía caso precisamente porque sabía lo que le tenía reservado: no para negarle el beneficio, sino para que lo consiguiera ella con su perseverancia. Le dijeron, pues, sus discípulos: «Señor, despáchala ya, dale una respuesta; estás viendo que viene gritando detrás de nosotros y nos está cansando».
·         Y él replicó a sus discípulos: No he sido enviado más que a las ovejas de la casa de Israel que se han perdido. He sido enviado al pueblo judío para buscar las ovejas que se habían extraviado. Había otras ovejas en otros pueblos, pero Cristo no había venido para ellas, porque no creyeron por la presencia de Cristo, sino que creyeron a su Evangelio. Por eso dijo: No he sido enviado más que a las ovejas; por eso también eligió personalmente a los apóstoles. De esas mismas ovejas era Natanael, de quien dijo: He aquí un israelita en quien no hay engaño. De esas mismas ovejas procedía la gran muchedumbre que llevaba ramos delante del asno que llevaba al Señor y decía: Bendito el que viene en el nombre del Señor.
·         Aquellas ovejas de la casa de Israel se habían extraviado y habían reconocido al pastor que estaba presente y habían creído en Cristo a quien veían. Por lo tanto, cuando no atendía a aquella mujer, la dejaba para más tarde como oveja de la gentilidad. A pesar de haber oído lo que el Señor dijo a sus discípulos, ella perseveró gritando, y no se alejó. Y el Señor, dirigiéndose a ella, le dice: No está bien quitar el pan a los hijos y echárselo a los perros. La hizo perro, ¿por qué? Porque pertenecía a los gentiles, quienes adoraban los ídolos; pues los perros lamen las piedras. No está bien quitar el pan a los hijos y echárselo a los perros. Pero ella no dijo: «Señor, no me hagas perro, porque no lo soy», sino más bien: «Dices la verdad, Señor, soy un perro.» Mereció el beneficio por reconocer la verdad del insulto: pues donde se halló en dificultad la iniquidad, allí fue coronada la humildad. Así es, Señor, dices la verdad; pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus señores. Y entonces el Señor: ¡Oh mujer!, grande es tu fe; hágase según tú deseas. Poco hay perro, ahora mujer; ladrando se ha transformado. Deseaba las migajas que caían de la mesa, e inmediatamente se encontró sentada a la mesa. En efecto, cuando le dice: Grande es tu fe, ya la había contado entre aquellos cuyo pan no quería echar a los perros.
·       ¿Qué nos enseñan todas estas cosas sino que, cuando lo que pedimos a Dios es cosa buena, perseveremos en la oración, deseándola y suspirando por ella, hasta que la recibamos? Pues Dios difiere el dar a quienes le piden algo para ejercitar mientras lo desean. Pero la vida eterna debemos pedirla con grandes gemidos: para aquí una vida santa y para después la vida eterna, pues también debes pedir la vida santa a Dios: que él ayude tu voluntad. Si no la ayuda, permaneces vencido: comenzarás a ser conducido prisionero si no te socorre lo dicho por el Apóstol: ¡Desdichado de mí!, ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte? La gracia de Dios por Jesucristo nuestro Señor.
·       Así, pues, pidamos con seguridad dos cosas: en este mundo, una vida santa; para el mundo futuro, la vida eterna. Desconocemos si las restantes cosas nos serán útiles o no. Un hombre pide a Dios poder casarse; ¿cómo sabe si será para su bien? Otro pide a Dios adquirir riquezas; ¿cómo sabe si una vez hecho rico soñará con ladrones mientras que cuando era pobre dormía tranquilo? No sabe, pues, qué cosa de todas las que tiene este mundo le será útil. Sin temor de ninguna clase pida la vida santa y la vida eterna; la primera para merecer a Dios aquí, y la segunda, para ser coronado por él allí.
·       Pero ¿en qué consiste la vida santa? En amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, y amar al hermano como a ti mismo. Amemos, por tanto, a nuestro Dios; amémonos en la unidad del mismo Dios, tengamos paz en él y amor entre nosotros, para que, cuando venga el mismo Cristo, nuestro Señor, podamos...: «Señor, con tu ayuda hicimos lo que nos mandaste; por tu misericordia danos lo que nos prometiste». 

“Un corazón desorientado es una fábrica de fantasma” (San Agustín, In ps. 80,14).


[1] http://www.sobicain.org/shell.asp. Biblia Latinoamérica. Comentario a Heb 11,1.
[2] Cfr. La Biblia de estudio. Dios habla hoy. Índice temático: FE.
[3] Los judíos llamaban  ´perros´ a los no judíos, la mujer era cananea, de la provincia romana de Siria (Mc 7,26) Mateo empleaba el nombre que en el Antiguo testamento se daba a Palestina y a sus habitantes paganos.
[4] Texto elaborado el 14 de Agosto de 2014.  20 del T.O y reelaborado el 17 de Agosto 2014.  20 del T.O.

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