Mt
14,13-21[1]
Los invitados a la cena, residentes en la
ciudad, simbolizan a quienes creyeron provenientes del mismo pueblo judío; se
trata de personas debilitadas por los pecados y desposeídas del orgullo de una
pseudo-justicia; falsa justicia que mantiene a sus jefes alejados de la gracia.
El que, al haber todavía sitio en el banquete, mandase llevar a otros
localizados en cercas y caminos, es una referencia a los gentiles, habida
cuenta de sus diversos caminos -las sectas- y las zarzas de sus pecados (San
Agustín. Cuestiones sobre los evangelios. 30).
El discurso parabólico en Mateo instruye sobre la
irrupción del reino de Dios, realidad presente en Jesús de Nazaret el
Resucitado. Las siete parábolas del reino son el centro de la predicación de
Jesús. El reino en Él ya es una realidad presente realizada y a la vez es una
realidad presente realizándose:
A-
Realidad presente realizada, es la
realización del plan de Dios en la comunidad pascual, es el “YA” en la
comunidad:
1) Jesús es la nueva Alianza en el pueblo de Dios
liberado, que huye a Egipto y retorna a la tierra prometida, su casa (Mt 1,1-2,23).
2) Es quien ha sido anunciado por los profetas para
restaurar las tribus de Israel (Mt 3,1-12).
3) Jesús asume la condición de siervo y se somete a las vicisitudes
humanas- Bautismo-tentación (Mt 3,13-4,11).
4) Es protagonista de su propio destino (Mt 4,
12-17.23-25).
5) Crea su propia comunidad recreando las tribus de
Israel (Mt 4,18-22).
6)
Proclama y realiza su proyecto en la nueva comunidad (Mt 5,1-7,29):
a) Las
bienaventuranzas.
b) Su comunidad ha de ser un modelo de paz, de respeto,
de culto purificado, de rechazo a la violencia, al culto a Dios ha de ser
perfecto, en ayuno, oración y limosna. Se vivirá desde la imprevisibilidad del
Padre- En el reino de Dios y su justicia-; Se trataran entre ellos en perfecto
orden de respeto y amor: “Traten a los demás como quieren que los
traten a ustedes”; (Mt 5,13-7,29).
c) Y así
serán perfectos como es Perfecto el Padre celestial (Mt 5,48).
7) Les
da a la nueva comunidad prueba del amor de Dios y los instruye para que ejerzan
su ministerio en medio del corazón del pueblo (Mt 8,1-12, 50).
B-
Realidad presente realizándose: Es la
realidad que se sigue gestando en el quehacer de la comunidad pos-pascual, allí
se concretiza el proyecto que Jesús propuso
a la comunidad de discípulos peregrinantes hacia el reinado pascualizado en la
presencia del Padre. Es el “Todavía no” de la comunidad:
1) Esta realidad sería el crecimiento del
reinado de Dios por medio de la Palabra en la comunidad de comunidades
pos-pascual, se concretiza en acciones de Jesús con la gente: “Y Él, acogiéndolas, les hablaba acerca del
reino de Dios y curaba a los que tenían necesidad de ser curados” (Lc 9,11)
La Palabra, se realiza en obras: “¿De qué
sirve, hermanos míos, que alguien diga: tengo fe, si no tiene obras? ¿Acaso
podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del
sustento diario, y alguno de ustedes le dice: vayan en paz abríguense y coman
todo lo que quieran, pero no le dan lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?
Así también la fe, no tiene obras, está realmente muerta” (St 2,14-17).
De la misma manera la Palabra debe llevarse al
campo de la solidaridad en la acción: Realización del Reino. Si el reinado de
Dios no se concretiza en obras carece de sentido, como lo explica la carta de
Santiago y los hechos de los Apóstoles (Cfr. Hec 2,44-47) Jesús lleva a acciones su Palabra:
Siente “compasión de la gente” (Mt 14,14;
Cfr. 15,32) porque “parecen como
ovejas sin pastor” (Mc 6,34; Cfr. Mc 8,2) e invita a los discípulos que
sean solidarios con ellos y que les den de comer: “Él les dijo: denle ustedes de comer” (Lc 9,13; Cfr. Mc 6,37; Mt
14,16).
Esta invitación a compartir el pan es el camino que
se caracteriza con la solidaridad, llevándonos a vivenciar el reino de Dios en
nuestra vida de fe. La solidaridad, es ante todo, enseñar a compartir, a vivir en paz, a caminar en Dios,
a dar de lo poco que tenemos o de lo mucho que tenemos: “Comparte tu pan con el hambriento y tu ropa con el harapiento. Si te
sobra algo, dalo de limosna. Cuando des limosna, no seas tacaño. Reparte tu pan
en las tumbas de los justos, pero no en la de los pecadores[2]”
(Tob 4,16-17; Tob 7,11; Ecle 4,1-10).
2) En Mt 14,13-21, No hay un simple llamado a la
solidaridad como actos aislados de caridad: Mercaditos, ropa de segunda,
visitas a obras de beneficencias, sancochitos, comedores comunitarios y otras
actividades por el estilo, los cuales carecen de fundamentos reflexivos desde
la tradición bíblica, como quienes esperan un milagro: “No esperes un milagro Hazlo”.
Toda acción en la Iglesia debe partir de un plan de
pastoral o de un programa de vida, como lo hizo Jesús, hoy debe partir de una reflexión seria,
alimentada por la tradición bíblica (Cfr. 2R 4,1-7.42-44; Ex 16; Nm 11) Acogiéndonos
a las enseñanzas de Jesús, se da un llamado a compartir el pan con el hambriento:
“En que compartas tu pan con el
hambriento, y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no
tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes” (Is 58,7). Esto es
precisamente, lo que nosotros como cristianos no hemos querido hacer, por
distraernos en otras actividades. Compartir es la propuesta que Jesús nos hace;
Jesús da de comer a una multitud, nuestro deber es incrementar esta práctica en
la Iglesia como camino de reflexión y justicia, vividos desde el reino.
3) En el Evangelio de Mateo este relato,
conocido como la multiplicación de los panes, mejor sería llamarlo: Jesús da
comer a una multitud, invitándola a compartir. Se presenta en dos relatos que
conservan el mismo sentido:
Mt 14,13-21
-
Este relato se da
después de la noticia de la muerte de Juan (V 13).
-
Sucedió al caer la
tarde “Como ya se hacía de noche” (V 15).
-
Les dice a los
discípulos que les den de comer a la gente (V 16).
-
Les presentan cinco
panes y dos pescados (V 17).
-
Lo que sobró se
depositó en doce canastos (V 20).
-
Los que comieron
fueron cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños (V 21).
Mt 15,32-39
-
No se determina el
lugar (V 32).
-
La gente tenía tres
días de estar allí con Él (V 32).
-
No tenían nada que
comer (V 32).
-
Le presentan siete
panes y unos pocos pescaditos (V 34).
-
Con lo que sobró se
llenaron siete canastos (V 37).
-
Los que comieron
eran cuatro mil, sin contar a las mujeres y a los niños (V 38).
4) Estos textos es de relevancias en Mateo; la
reflexión que suscita es la invitación que hace Jesús a los discípulos de
compartir lo que se tiene, sin apegarse a las cosas materiales: “El
hecho es no poseer cosas, sino no dejarnos poseer de las cosas”. El
milagro es aprender a compartir y que cuando se comparte, se puede vivir mejor presencializando
el reino de Dios y su realización, creando en la comunidad conciencia de
solidaridad. El reino de Dios se hace realidad en la comunidad, cuando se
comparte el pan con el hambriento (Cfr. Ecle 4,1-10), cuando se viste al
desnudo, cuando se paga el salario justo (Cfr. Tob 4,14-15; Pio XI. QA 71.74)[3]
Cuando los cristianos-católicos practiquemos esto, estaremos anticipando
realidad presente y futura del reino.
A modo de conclusión:
¿Crees en los milagros? ¿O piensas que sólo se
pudieron dar en el tiempo de Jesús?
Reflexionemos juntos en esta historia de la
multiplicación de los panes, en dos actos.
Primer acto: año 32 de nuestra era, a orillas del
mar de Galilea
Una muchedumbre seguía a Jesús y al
caer la tarde los discípulos le dicen a Jesús: "Maestro, ya es tarde, ¿por qué no despides a la gente para que vaya
a buscar que comer? Deben estar hambrientos." Pero Jesús, como de
costumbre, sorprende a sus discípulos: "Denles
ustedes de comer".
Podemos imaginarnos la cara de los
discípulos y lo que pasó por su mente: "Imposible comprar comida para
todos (eran más de cinco mil), sería mejor despedirlos y mandarlos a que cada
uno buscara qué comer". Pero Jesús
les dice: "¿Cuánta comida traen
ustedes?" Ellos le contestan: "Cinco panes y dos peces..." cantidad claramente
insuficiente para poder dar al menos unas migajas a toda la muchedumbre.
Jesús les pide a todos que se sienten,
y después de dar gracias a Dios, empezó a partir y repartir... ¡Todos comieron
hasta saciarse! Y sobraron doce canastos... ¿quién iba a pensar?.
Definitivamente un milagro.
Segundo acto: En cualquier lugar del mundo
Hay muchos hombres y niños que sufren:
hambrientos, enfermos, abandonados... tirados en la calle, sin esperanza. ¿De
dónde sacar pan, medicinas, tiempo para todos ellos? "Denles ustedes de comer". Se repiten las palabras de
Jesús. Pero, son mis pocos ahorros, mi pobre despensa, mi tiempo, mi persona
llena de debilidades y limitaciones, para 'alimentar' a esa muchedumbre. "Denles ustedes de comer".
Jesús te dice: "Dales tú de comer, ¿qué es lo que tienes? ¿Con cuántos cuentas? Eso
poco que tienes yo te lo di, y no para ti solo... sino para que,
agradeciéndome, lo pongas a disposición de esa multitud... ¿No alcanzará? ¿No
remediará nada? ¿Acaso no confías en mí? No alimenté yo a cinco mil personas
con sólo cinco panes y dos peces? Tú dámelos. Dame tu persona, tu tiempo, tus
capacidades, comparte lo que tienes. Yo me encargo de hacer el milagro."
Sí, todavía
pueden darse los milagros. Es más, se están dando a nuestro alrededor.
Hay muchos que al compartir su pan, su tiempo, su persona en una obra buena, en
un apostolado, en un servicio a los más necesitados, están colaborando a que
muchos milagros se realicen hoy. Verdaderamente Dios "multiplica"
energías, bienes, tiempo, personas. Hay muchos que podemos dar testimonio de
ello.
Dijo Jesús que el Reino de Dios al
principio tiene la apariencia modesta de un pequeño grano de mostaza, pero que
esta semilla es capaz de germinar y terminar en un frondoso árbol, bajo cuya
sombra muchos puedan descansar.
Con sus milagros Jesús dio testimonio
de que el reinado de Dios había comenzado”.
Si lográramos canalizar la cadena de la
solidaridad, la cadena del Reino de Dios, podríamos combatir la pobreza, porque
seriamos más de cuarenta millones de colombianos colocando lo poco o lo mucho que tenemos: “Hijo mío, no te burles del que vive en la
aflicción, ni desprecies al que sufre amargamente. No dejes sufrir al que esté
necesitado, ni te escondas del que esté abatido. No hagas sufrir al que tiene
el corazón afligido, ni le niegues ayuda al pobre” (Eclo 4,1-3) Si
actuamos así seríamos la tierra de los bienaventurados (Mt 5,1-12) seríamos el
lugar donde se concretizaría el reinado de Dios: “Aquí está el lugar donde Dios vive con los hombres. Vivirá con ellos,
y ellos serán sus pueblos, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Secará
todas las lágrimas de ellos, y ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni
dolor; porque todo lo que antes existía ha dejado de existir” (Ap 21,3-4)[5]
Ofrezcan a la comunidad lo que quieran; ofrezcan
según su benevolencia. Los bienes comunes se distribuirán a cada uno según la
necesidad (San Agustín Sermón 356, 13).
[1]
Mateo y Marcos presentan este relato dos veces en sus estructuras redaccional
(Mt 14,13-21; 15,32-39; Mc 6,30-44; 8,1-10) En cambio Lucas y Jun una sola vez
(Lc 9,10-17; Jn 6,1-13) Este texto es considerado de tradición cuádruple.
[2]
Se hace alusión en este texto a los banquetes funerarios celebrados para
consolar a los parientes del difunto (Cfr. Jr 16,7).
[3] Compendio de doctrina
social de la Iglesia: http://www.eje.catholic.net/archivos/compendiodsi.pdf.
[4] http://www.feliceslosninos.org/es/donaciones/multipanes.html
[5] Texto elaborado el 31 de
Julio de 2011 y modificado el 3 de Agosto de 2014- Domingo 18 del T.O
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