lunes, julio 21, 2014

EL REINO DE DIOS II: LOS JUSTOS BRILLARÁN COMO EL SOL EN EL REINO DEL PADRE

Mt. 13,24-43

Se suele también preguntar cuál es la diferencia entre cismáticos y herejes. Y ésta es la respuesta: los cismáticos llegan a serlo no porque profesen una fe distinta, sino por romper la unidad de la comunión. Lo que sí podemos dudar es si los consideramos como cizaña o no. Más bien se los podría asemejar a las espigas contaminadas, según lo que está escrito: El mal hijo quedará corrompido por el viento, o también a las aristas rotas de las espigas, o arrancadas y separadas de la mies: cuanto más altas [las aristas], es decir, más soberbias, tanto más frágiles y fútiles son (San Agustín. 17 cuestiones sobre el Evangelio de Mateo).

Es preocupante cuando la comunidad cristiana en vez de pascualizarse sigue confundiendo la espiritualidad del cristianismo con prácticas externas y sobre todo que no haya identificación con Cristo. La liturgia sacramental es práctica muerta en la comunidad eclesial, es decir, no hay pertenencia ni al cristianismo, ni a la Iglesia. Por otra parte, se alimenta que nosotros somos más católicos que cristianos, esto crea confusión en la gente, ya que se recalca mucho el cumplimiento de preceptos católicos pero no cristianos:

Tenemos propiamente como malos católicos sólo a aquellos que creen todo lo que pertenece a la doctrina de la fe, e incluso cuando algo no saben, se sienten obligados a indagar, discutiendo con piadoso respeto, sin prejuicio alguno contra la verdad; a los buenos, o a quienes ellos tienen por buenos, los aman y honran como mejor pueden; sin embargo su conducta es desviada y delictiva, contraria a las convicciones que su fe les dicta” (San Agustín 17 cuestiones sobre el evangelio de Mateo).

En el acontecer de la Iglesia, se reafirma mucho en las prácticas rigurosistas y a la institución se le considera como la religión, aunque sabemos que somos religiosamente seguidores de Jesús resucitado y como tales debemos interpretar nuestro actuar en la vida, confundimos el cristianismo con la institución. La institución es el ente que debe llevarnos a vivir la espiritualidad cristiana, al colocar la institución por encima de la religión perdemos el horizonte y reafirmamos a la institución como centro de vida y esto da clara muestra que no tenemos sentido de pertenencia en el cristianismo dentro de la comunidad eclesial: 
 
“No estamos aislados y no somos cristianos a título individual, cada uno por su cuenta, no, nuestra identidad cristiana es pertenencia. Somos cristianos porque pertenecemos a la Iglesia. Es como un apellido: si el nombre es «soy cristiano», el apellido es «pertenezco a la Iglesia». Es muy hermoso notar cómo esta pertenencia se expresa también en el nombre que Dios se atribuye a sí mismo. Al responder a Moisés, en el episodio estupendo de la «zarza ardiente» (cf. Ex 3, 15), se define, en efecto, como el Dios de los padres. No dice: Yo soy el Omnipotente, no: Yo soy el Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob. De este modo Él se manifiesta como el Dios que estableció una alianza con nuestros padres y permanece siempre fiel a su pacto, y nos llama a entrar en esta relación que nos precede. Esta relación de Dios con su pueblo nos precede a todos, viene de ese tiempo” (Papa Francisco. Audiencia Genera. Miércoles 25 de Junio 2014. Plaza San Pedro. Roma).

Cambiar esta concepción implicaría replantear el comportamiento que hemos tenido dentro de la Iglesia de Jesucristo hasta el momento, sería tener sentido de pertenencia, que nos haría justos bondadosos, coherentes entre los que profesamos y lo que practicamos, esta ha de ser la enseñanza del cristiano que cree en Cristo: “Actuando así, enseñaste a tu pueblo que el hombre justo debe ser bondadoso; y llenaste a tus hijos de una bella esperanza, a darle la oportunidad de arrepentirse de sus pecados” (Sab 12,19).

La palabra de Dios cuestiona y llama por medio del Espíritu para que la reflexionemos en oración, como no sabemos hacerlo, es el Espíritu que lo hace frente a Dios por nosotros. Según San Pablo, este clamor, el Espíritu lo hace como un gemido que no puede expresarse con palabras humanas (Cfr. Rom 8,26-27) Algunos han querido reforzar que el mensaje se manifiesta en  lenguas extrañas y es necesario un intérprete, pero Pablo plantea que el mensaje se comprende con la presencia del Espíritu Santo (1Cor 14,14-19; Cfr. Gal 4,6). 

El Espíritu Santo hace entendible la verdad revelada que llega a la mente, al corazón y a los labios del creyente, es el mensaje comprendido que la comunidad comunica: “En adelante el Espíritu Santo, el intérprete que el Padre  les va a enviar en mi nombre, les enseñará todas la cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho” (Jn 14,26) De tal manera, quien vive en el Espíritu Santo no necesita mediador para que el mensaje le llegue a sus oídos comprendiéndolo porque Dios lo ha revelado todo por el Hijo y el Espíritu nos lo hace memoria en el corazón de la comunidad. 

La palabra de Dios orada y reflexionada es la que germina en la memoria de la comunidad dando los frutos necesarios (Cfr. Mt. 13,8-9) así lo manifiesta Jesús en las parábolas siguientes: 1- La mala hierba entre el trigo (Mt 13,24-30.36-43); 2- Semilla de mostaza (Mt 13,31-32; Cfr. Mc 4,30-32; Lc 13,18-19);  3- La levadura (Lc 13,20-21) Estas parábolas están a continuación a la del Sembrador, ellas plantean la irrupción del Reinado de Dios. 

Estas parábolas del reino responde al cumplimiento de lo anunciado por el profeta que solo al pueblo se le hablaría en Parábolas “Para que se cumpliera lo que había dicho el profeta: -Hablaré por medio de parábolas; diré cosas que han estado en secreto desde que Dios hizo el mundo” (Mt 13,35; Cfr. Sal 78,2). 

Jesús es la presencia del reino y Él lo hace presente, en este sentido, hacemos un breve comentario sobre el significado de estas parábolas en el Evangelio de Mateo:

1.      La mala hierba entre el Trigo (Cizaña), El que esparce la semilla es el Hijo del hombre, el campo aparece como el mundo, la buena semilla son los que creen en Jesús Resucitado y son del reino, los que no son del reino crecen como la hierba mala, se inclinan al mal, no reconocen a Jesús Resucitado. La cosecha representa el juicio del mundo (Cfr. Is 17,5; Jl 3,12-13;- 4,12-13-; Mt, 3,12; 25; Ap 14,14-20) Por esta razón, los que no creen, ya están condenados (Cfr. Jn 3,18; 5,24; 12,44-50) Son juzgados por la misma Palabra (Jn 12,44-50) Son los que se niegan ser del Reino. No se han convertido, viven alejados de Dios. En cambio, los que son del reino crecen como el trigo al lado de la mala hierba; reciben la Palabra, se convierten y nacen de nuevo en el Espíritu (Cfr. Jn 3,5-7, 4,23-24) son asociados al reino, dando testimonio de él en la comunidad eclesial pos-pascual:
Porque la mejor forma de probar el peso del trigo es agitar la paja. Y si tales agitaciones no es posible dominarlas con la defensa de la verdad, deben tolerarse para conservar la unidad. Aunque en realidad el Señor, al concluir la explicación de esta parábola, dio a entender con el nombre de cizaña no a algunos, sino a todos los escándalos y a los que obran la iniquidad ((San Agustín 17 cuestiones sobre el evangelio de Mateo).
2.      Semilla de mostaza, El reino de Dios se da en el silencioso crecimiento de la semilla, de la misma manera, la Palabra se da en la sensibilidad de Dios al pasar (1R 19,12-13) Así en el silencio de la Palabra va creciendo el reino de Dios. El campo es la Iglesia-comunidad y el árbol que crece más que las otras plantas del huerto, es la misma comunidad en crecimiento. Las demás plantas  del huerto, son los que pertenecen a la Iglesia, pero no se comprometen con Jesús Resucitado.
Las ramas son las comunidades creyentes, dentro de la Iglesia comunidad pos-pascual, que darán los frutos requeridos (Cfr. Ez 17,23; Dn 4,12 {9}.20-21 {17-18}) Y allí, anidarán los hijos de Dios que pertenecen al reino. Los que no son del reino, salen de la red y son como la cizaña, buscan su nido en otro lugar, se empecinan en proclamar las oraciones del mal, se refugian en imágenes del adversario para intimar y justificar su poco compromiso en la Iglesia.  
3.      La levadura, La masa es la Iglesia pos-pascual, la Palabra dada por Jesús Resucitado es la levadura que fermenta las comunidades de creyentes, que por medio de la reflexión orante de esta Palabra, hace crecer nuevas comunidades dentro de la Iglesia. Ella se convierte en comunidad de comunidades, propiciando los espacios en los que Dios se manifiesta como quien se da a conocer en la comunidad, porque el reinado de Dios comienza “YA” en la comunidad allí el trigo que llega en grano se muele y la masa es fermentada y crece en pequeñas comunidades eclesiales con sentido de pertenencia. 

El camino está por recorrer, la parábola del Sembrador, junto a estas tres parábolas comentadas, enfatizan que por medio de la conversión, a través de la Palabra de Dios orada y reflexionada, hacemos posible el reinado de Dios; pero que, sin la conversión pedida por Jesús (Mc 3,15) y sin creer en Él (Jn 1,10-11; Cfr. Jn 3,16; 7,7; 12,31; 14,17; 16,8.11; 17,9.14) y sin el vínculo de la palabra orada, reflexionada, y sin hacer la voluntad de Dios (Mc 3,31-35) no se puede presencializar y vivenciar el reinado de Dios y sin esta convicción solo seremos cristianos católicos cumplidores de doctrinas y leyes pero no evangelizadores. 
 
Por lo tanto, para ser comunidad, es necesario creer en Jesús Resucitado (Jn 1,12) esta sería “la respuesta de la humanidad que se da con la mente, con el corazón, con toda la persona, a la acción salvadora de Dios por medio de Jesucristo. Cuando se cree, la comunidad recibe la vida eterna  (Cfr. Jn 3,14-16; 6,40; 11,25-26; 20,31)”[1]. Porque “El amor y la verdad se darán cita, la paz y la justicia se besarán” (Sal 85, 10). 

A modo de conclusión: San Agustín  Cuestión 11. Mt 13,25-30.36-43.

1.      Mientras los hombres dormían, vino su enemigo, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando los responsables de la Iglesia obraban con negligencia, o también cuando les llegó la hora de la muerte a los Apóstoles, vino el diablo y sembró aquella clase de hombres que el Señor llama malos hijos. Pero con razón nos podemos preguntar si se trata de herejes o de católicos de mala vida. Porque podemos llamar malos hijos también a los herejes, ya que han nacido de la misma semilla del Evangelio y del nombre de Cristo, si bien después, por opiniones erradas, se adhieren a falsos dogmas. Pero el hecho de decir que están sembrados en medio del trigo, parecería significar a los que son de una misma comunión. Sin embargo el Señor por campo no quiere significar sólo la Iglesia, sino todo este mundo.
2.      …Los que profesan la misma fe católica pero viven mal, con más propiedad son paja que cizaña: la paja comparte con el trigo la misma raíz y el tallo. Por eso no me parece equivocada la interpretación de que a propósito de la red que contiene peces buenos y malos, en éstos se vean representados a los malos católicos. Una cosa es el mar, que más bien significa este mundo, y otra la red, que parece evidentemente simbolizar la comunión en la única fe y en la única Iglesia. Entre los herejes y los malos católicos hay esta diferencia: los herejes creen doctrinas falsas, y los otros, aunque creen en la verdadera, su vida contradice su fe.
3.      …Pero no se sigue de aquí que todo hereje o cismático esté corporalmente separado de la Iglesia. Supongamos que uno tiene falsas creencias sobre Dios, o sobre alguna otra parte doctrinal que pertenece al entramado fundamental de la fe, y que no se modera, como quien está en búsqueda, sino que disiente rotundamente con una opinión errada, sin tener en absoluto conocimientos de lo que se trata. Éste es un hereje que está fuera en espíritu, aunque parezca estar dentro corporalmente. Muchos como éstos tiene la Iglesia en su seno, porque no defienden sus doctrinas erróneas pretendiendo ganar adeptos. Si obraran así, serían expulsados. Hay además quienes odian a los buenos, buscando cualquier ocasión para rechazarlos o degradarlos. Otros están dispuestos a defender sus personales delitos, hasta el punto de que si son delatados o descubiertos, están dispuestos a formar grupos sectarios, o a suscitar alborotos contra la Iglesia. Éstos son ya cismáticos y en su corazón están separados de la unidad, aunque por falta de pruebas o por ocultación de sus hechos, permanezcan en convivencia externa con el misterio de la Iglesia.
4.      Y, no obstante, de ninguna manera se separan de la unidad católica. Si a éstos les sorprendiera la muerte en tales condiciones, serán tenidos como paja para toda la eternidad. De esto están ellos convencidos, y si tienen otras creencias y las mantienen tenazmente, habría que contarlos entre los herejes. Estarían seguros de que Dios concede el perdón a todos, incluidos los que perseveren en faltas graves hasta el fin de su vida, por el solo hecho de haberse mantenido en la unidad con la Iglesia movidos no por un amor sincero -en cuyo caso su conducta sería buena- sino por temor al castigo. Pero éstos no creen en cosas así, o al menos no están firmemente convencidos, aunque a veces tengan dudas (San Agustín 17 cuestiones sobre el evangelio de Mateo). 

Lo que les hace en realidad caer en el engaño es confiarse en el futuro: van dando largas y piensan que con el tiempo llegarán a dominarse y a cambiar su perversa conducta. Pero contra ellos está escrito: No tardes en convertirte a Dios, ni le vayas dando largas de un día para otro; pues su ira llegará de improviso y en el tiempo de la venganza te rechazará (San Agustín 17 cuestiones sobre el evangelio de Mateo).


[1] La Biblia de Estudio, Dios habla hoy.  Comentario a  Jn 1,12.

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