Mt.
13,24-43
Se suele también preguntar cuál es la
diferencia entre cismáticos y herejes. Y ésta es la respuesta: los cismáticos
llegan a serlo no porque profesen una fe distinta, sino por romper la unidad de
la comunión. Lo que sí podemos dudar es si los consideramos como cizaña o no.
Más bien se los podría asemejar a las espigas contaminadas, según lo que está
escrito: El mal hijo quedará
corrompido por el viento, o también a las aristas rotas de las espigas,
o arrancadas y separadas de la mies: cuanto más altas [las aristas], es decir,
más soberbias, tanto más frágiles y fútiles son (San Agustín. 17 cuestiones
sobre el Evangelio de Mateo).
Es
preocupante cuando la comunidad cristiana en vez de pascualizarse sigue
confundiendo la espiritualidad del cristianismo con prácticas externas y sobre
todo que no haya identificación con Cristo. La liturgia sacramental es práctica
muerta en la comunidad eclesial, es decir, no hay pertenencia ni al
cristianismo, ni a la Iglesia. Por otra parte, se alimenta que nosotros somos
más católicos que cristianos, esto crea confusión en la gente, ya que se
recalca mucho el cumplimiento de preceptos católicos pero no cristianos:
“Tenemos
propiamente como malos católicos sólo a aquellos que creen todo lo que
pertenece a la doctrina de la fe, e incluso cuando algo no saben, se sienten
obligados a indagar, discutiendo con piadoso respeto, sin prejuicio alguno
contra la verdad; a los buenos, o a quienes ellos tienen por buenos, los aman y
honran como mejor pueden; sin embargo su conducta es desviada y delictiva,
contraria a las convicciones que su fe les dicta” (San Agustín 17 cuestiones
sobre el evangelio de Mateo).
En
el acontecer de la Iglesia, se reafirma mucho en las prácticas rigurosistas y a
la institución se le considera como la religión, aunque sabemos que somos
religiosamente seguidores de Jesús resucitado y como tales debemos interpretar
nuestro actuar en la vida, confundimos el cristianismo con la institución. La institución
es el ente que debe llevarnos a vivir la espiritualidad cristiana, al colocar
la institución por encima de la religión perdemos el horizonte y reafirmamos a
la institución como centro de vida y esto da clara muestra que no tenemos
sentido de pertenencia en el cristianismo dentro de la comunidad eclesial:
“No estamos aislados y no
somos cristianos a título individual, cada uno por su cuenta, no, nuestra identidad cristiana es pertenencia.
Somos cristianos porque pertenecemos a la Iglesia. Es como un apellido: si el
nombre es «soy cristiano», el apellido es «pertenezco a la Iglesia». Es muy
hermoso notar cómo esta pertenencia se expresa también en el nombre que Dios se
atribuye a sí mismo. Al responder a Moisés, en el episodio estupendo de la
«zarza ardiente» (cf. Ex 3,
15), se define, en efecto, como el
Dios de los padres. No dice: Yo soy el
Omnipotente, no: Yo soy el Dios de
Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob. De este modo Él se manifiesta
como el Dios que estableció una alianza con nuestros padres y permanece siempre
fiel a su pacto, y nos llama a entrar en esta relación que nos precede. Esta
relación de Dios con su pueblo nos precede a todos, viene de ese tiempo” (Papa Francisco. Audiencia Genera. Miércoles
25 de Junio 2014. Plaza San Pedro. Roma).
Cambiar
esta concepción implicaría replantear el comportamiento que hemos tenido dentro
de la Iglesia de Jesucristo hasta el momento, sería tener sentido de
pertenencia, que nos haría justos bondadosos, coherentes entre los que
profesamos y lo que practicamos, esta ha de ser la enseñanza del cristiano que
cree en Cristo: “Actuando así, enseñaste
a tu pueblo que el hombre justo debe ser bondadoso; y llenaste a tus hijos de
una bella esperanza, a darle la oportunidad de arrepentirse de sus pecados”
(Sab 12,19).
La
palabra de Dios cuestiona y llama por medio del Espíritu para que la reflexionemos
en oración, como no sabemos hacerlo, es el Espíritu que lo hace frente a Dios
por nosotros. Según San Pablo, este clamor, el Espíritu lo hace como un gemido
que no puede expresarse con palabras humanas (Cfr. Rom 8,26-27) Algunos han
querido reforzar que el mensaje se manifiesta en lenguas extrañas y es necesario un intérprete,
pero Pablo plantea que el mensaje se comprende con la presencia del Espíritu
Santo (1Cor 14,14-19; Cfr. Gal 4,6).
El
Espíritu Santo hace entendible la verdad revelada que llega a la mente, al
corazón y a los labios del creyente, es el mensaje comprendido que la comunidad
comunica: “En adelante el Espíritu Santo,
el intérprete que el Padre les va a
enviar en mi nombre, les enseñará todas la cosas y les recordará todo lo que yo
les he dicho” (Jn 14,26) De tal manera, quien vive en el Espíritu Santo no
necesita mediador para que el mensaje le llegue a sus oídos comprendiéndolo porque
Dios lo ha revelado todo por el Hijo y el Espíritu nos lo hace memoria en el
corazón de la comunidad.
La
palabra de Dios orada y reflexionada es la que germina en la memoria de la
comunidad dando los frutos necesarios (Cfr. Mt. 13,8-9) así lo manifiesta Jesús
en las parábolas siguientes: 1- La mala hierba entre el trigo (Mt 13,24-30.36-43); 2- Semilla de mostaza (Mt
13,31-32; Cfr. Mc 4,30-32; Lc 13,18-19);
3- La levadura (Lc
13,20-21) Estas parábolas están a continuación a la del Sembrador, ellas plantean
la irrupción del Reinado de Dios.
Estas
parábolas del reino responde al cumplimiento de lo anunciado por el profeta que
solo al pueblo se le hablaría en Parábolas “Para
que se cumpliera lo que había dicho el profeta: -Hablaré por medio de
parábolas; diré cosas que han estado en secreto desde que Dios hizo el mundo”
(Mt 13,35; Cfr. Sal 78,2).
Jesús
es la presencia del reino y Él lo hace presente, en este sentido, hacemos un
breve comentario sobre el significado de estas parábolas en el Evangelio de
Mateo:
1. La mala hierba entre el Trigo (Cizaña), El que esparce la semilla
es el Hijo del hombre, el campo aparece como el mundo, la buena semilla son los
que creen en Jesús Resucitado y son del reino, los que no son del reino crecen
como la hierba mala, se inclinan al mal, no reconocen a Jesús Resucitado. La
cosecha representa el juicio del mundo (Cfr. Is 17,5; Jl 3,12-13;- 4,12-13-;
Mt, 3,12; 25; Ap 14,14-20) Por esta razón, los que no creen, ya están
condenados (Cfr. Jn 3,18; 5,24; 12,44-50) Son juzgados por la misma Palabra (Jn
12,44-50) Son los que se niegan ser del Reino. No se han convertido, viven
alejados de Dios. En cambio, los que son del reino crecen como el trigo al lado
de la mala hierba; reciben la Palabra, se convierten y nacen de nuevo en el
Espíritu (Cfr. Jn 3,5-7, 4,23-24) son asociados al reino, dando testimonio de él
en la comunidad eclesial pos-pascual:
“Porque la mejor forma de probar el peso del trigo es agitar la paja. Y si
tales agitaciones no es posible dominarlas con la defensa de la verdad, deben
tolerarse para conservar la unidad. Aunque en realidad el Señor, al concluir la
explicación de esta parábola, dio a entender con el nombre de cizaña no a
algunos, sino a todos los escándalos y
a los que obran la iniquidad ((San Agustín 17 cuestiones sobre el
evangelio de Mateo).
2.
Semilla de mostaza, El reino de Dios se da en el
silencioso crecimiento de la semilla, de la misma manera, la Palabra se da en la
sensibilidad de Dios al pasar (1R 19,12-13) Así en el silencio de la Palabra va
creciendo el reino de Dios. El campo es la Iglesia-comunidad y el árbol que
crece más que las otras plantas del huerto, es la misma comunidad en
crecimiento. Las demás plantas del
huerto, son los que pertenecen a la Iglesia, pero no se comprometen con Jesús
Resucitado.
Las ramas son las comunidades
creyentes, dentro de la Iglesia comunidad pos-pascual, que darán los frutos
requeridos (Cfr. Ez 17,23; Dn 4,12 {9}.20-21 {17-18}) Y allí, anidarán los
hijos de Dios que pertenecen al reino. Los que no son del reino, salen de la
red y son como la cizaña, buscan su nido en otro lugar, se empecinan en
proclamar las oraciones del mal, se refugian en imágenes del adversario para
intimar y justificar su poco compromiso en la Iglesia.
3.
La levadura, La masa es la Iglesia pos-pascual,
la Palabra dada por Jesús Resucitado es la levadura que fermenta las
comunidades de creyentes, que por medio de la reflexión orante de esta Palabra,
hace crecer nuevas comunidades dentro de la Iglesia. Ella se convierte en
comunidad de comunidades, propiciando los espacios en los que Dios se
manifiesta como quien se da a conocer en la comunidad, porque el reinado de Dios
comienza “YA” en la comunidad allí el trigo que llega en grano se muele y la
masa es fermentada y crece en pequeñas comunidades eclesiales con sentido de
pertenencia.
El
camino está por recorrer, la parábola del Sembrador, junto a estas tres
parábolas comentadas, enfatizan que por medio de la conversión, a través de la
Palabra de Dios orada y reflexionada, hacemos posible el reinado de Dios; pero
que, sin la conversión pedida por Jesús (Mc 3,15) y sin creer en Él (Jn
1,10-11; Cfr. Jn 3,16; 7,7; 12,31; 14,17; 16,8.11; 17,9.14) y sin el vínculo de
la palabra orada, reflexionada, y sin hacer la voluntad de Dios (Mc 3,31-35) no
se puede presencializar y vivenciar el reinado de Dios y sin esta convicción
solo seremos cristianos católicos cumplidores de doctrinas y leyes pero no
evangelizadores.
Por
lo tanto, para ser comunidad, es necesario creer en Jesús Resucitado (Jn 1,12)
esta sería “la respuesta de la humanidad que se da con la mente, con el
corazón, con toda la persona, a la acción salvadora de Dios por medio de
Jesucristo. Cuando se cree, la comunidad recibe la vida eterna (Cfr. Jn 3,14-16; 6,40; 11,25-26; 20,31)”[1]. Porque “El amor y la verdad se darán cita, la paz y la justicia se besarán”
(Sal 85, 10).
A modo de conclusión: San Agustín
Cuestión 11. Mt
13,25-30.36-43.
1.
Mientras los hombres dormían, vino su enemigo, sembró cizaña entre el trigo
y se marchó. Cuando
los responsables de la Iglesia obraban con negligencia, o también cuando les
llegó la hora de la muerte a los Apóstoles, vino el diablo y sembró aquella
clase de hombres que el Señor llama malos hijos. Pero con razón nos podemos
preguntar si se trata de herejes o de católicos de mala vida. Porque podemos
llamar malos hijos también a los herejes, ya que han nacido de la misma semilla
del Evangelio y del nombre de Cristo, si bien después, por opiniones erradas,
se adhieren a falsos dogmas. Pero el hecho de decir que están sembrados en
medio del trigo, parecería significar a los que son de una misma comunión. Sin
embargo el Señor por campo no quiere significar sólo la Iglesia, sino todo este
mundo.
2.
…Los que profesan la misma fe católica pero viven mal, con más propiedad
son paja que cizaña: la paja comparte con el trigo la misma raíz y el tallo.
Por eso no me parece equivocada la interpretación de que a propósito de la red
que contiene peces buenos y malos, en éstos se vean representados a los malos
católicos. Una cosa es el mar, que más bien significa este mundo, y otra la
red, que parece evidentemente simbolizar la comunión en la única fe y en la
única Iglesia. Entre los herejes y los malos católicos hay esta diferencia: los
herejes creen doctrinas falsas, y los otros, aunque creen en la verdadera, su
vida contradice su fe.
3.
…Pero no se sigue de aquí que todo hereje o cismático esté corporalmente
separado de la Iglesia. Supongamos que uno tiene falsas creencias sobre Dios, o
sobre alguna otra parte doctrinal que pertenece al entramado fundamental de la
fe, y que no se modera, como quien está en búsqueda, sino que disiente
rotundamente con una opinión errada, sin tener en absoluto conocimientos de lo
que se trata. Éste es un hereje que está fuera en espíritu, aunque parezca
estar dentro corporalmente. Muchos como éstos tiene la Iglesia en su seno,
porque no defienden sus doctrinas erróneas pretendiendo ganar adeptos. Si
obraran así, serían expulsados. Hay además quienes odian a los buenos, buscando
cualquier ocasión para rechazarlos o degradarlos. Otros están dispuestos a
defender sus personales delitos, hasta el punto de que si son delatados o
descubiertos, están dispuestos a formar grupos sectarios, o a suscitar
alborotos contra la Iglesia. Éstos son ya cismáticos y en su corazón están
separados de la unidad, aunque por falta de pruebas o por ocultación de sus
hechos, permanezcan en convivencia externa con el misterio de la Iglesia.
4.
Y, no obstante, de ninguna manera se separan de la unidad católica. Si a
éstos les sorprendiera la muerte en tales condiciones, serán tenidos como paja
para toda la eternidad. De esto están ellos convencidos, y si tienen otras
creencias y las mantienen tenazmente, habría que contarlos entre los herejes.
Estarían seguros de que Dios concede el perdón a todos, incluidos los que
perseveren en faltas graves hasta el fin de su vida, por el solo hecho de
haberse mantenido en la unidad con la Iglesia movidos no por un amor sincero
-en cuyo caso su conducta sería buena- sino por temor al castigo. Pero éstos no
creen en cosas así, o al menos no están firmemente convencidos, aunque a veces
tengan dudas (San Agustín 17 cuestiones sobre el evangelio de Mateo).
Lo que les hace en realidad caer en el engaño es
confiarse en el futuro: van dando largas y piensan que con el tiempo llegarán a
dominarse y a cambiar su perversa conducta. Pero contra ellos está escrito: No tardes en convertirte a Dios, ni le vayas
dando largas de un día para otro; pues su ira llegará de improviso y en el
tiempo de la venganza te rechazará (San Agustín 17 cuestiones sobre el
evangelio de Mateo).
[1] La Biblia de Estudio, Dios habla hoy. Comentario a Jn 1,12.
No hay comentarios:
Publicar un comentario