domingo, mayo 18, 2014

JESÚS, CAMINO VERDAD Y VIDA

Jn 14,1-12[1] 

“Muchos son uno, porque uno es Cristo. Y en Cristo, los miembros de Cristo se hacen uno con Cristo” (San Agustín. In 123,1). 

En los cuatro domingos anteriores se ha reflexionado: a) Sobre la pedagogía  de la Resurrección-Anuncio a las mujeres- Y ellas han comunicado ¡Ha resucitado el Señor! Porque él que había muerto en la Cruz está vivo (Cfr. Mt 28,1-10; Jn 20,1-9) b) La incredulidad de la comunidad- Representada en la duda de Tomas y la confesión de fe de la comunidad- manifestada en  Tomas (Cfr. Jn 20, 19-31) c) La derrota-desesperanza de la comunidad y la Victoria-esperanza de la comunidad al reconocer al Resucitado en la fracción del Pan- Pedagogía catequética del camino de Emaús (Cfr. Lc 24, 13-35) d) Y los signos pascuales del Resucitado- El Buen Pastor que guía a su rebaño (Cfr. Jn 10, 1-10). 

En cada acontecimiento pascual reflexionado en estos domingos de pascua hay signos colocados por los evangelistas que identifican la praxis de Jesús Resucitado. Estos signos generaron en la comunidad pascual y pos-pascual confianza en su quehacer de vida en la caminada pascual. La pascua es el llamado reflexionar en la experiencia de fe de la comunidad y pasar de la desesperanza a la esperanza en un nuevo cielo y una nueva tierra en la que todo será justo (Cfr 2P 3,13). 

Los signos de la resurrección han generado  confianza en el interior de la comunidad, por esta razón colocamos los más significativos dentro de nuestra reflexión: 1) Llamado que hace Jesús Resucitado a la comunidad (Jn 1,3); 2) Para que estén junto a Él (Mc 3,13);    3) Con la autoridad para sanar a los enfermos (Mc 3,15; cfr. Mc 6,7-13); 4) Desde la fuerza del testimonio del espíritu del Resucitado (Hec 1,22); 5) Con lo que se da denuncia de la realidad del mal y de la desesperanza (Lc 24,13-24); 6) Catequizando y  fortalecidos al escuchar la voz del Pastor (Lc 24,25-29); 7) Que invita  a la conversión (Lc 24,30-32);  8) Para anunciar el mensaje Kerygmático-Pascual (Lc 24,32-35); 9) Llevando la posibilidad de nuevas relaciones interpersonales (Cfr. Jn 1,38-39; Mc 3,31-35); 10)  Asumiendo que es el que va delante de la comunidad (Jn 10,4); 11) Guiándola (Jn 10,16); 12) Con su presencia (Jn 10,4.16.27); 13) Y la comunidad es quien lo sigue (Jn 10,4.27; 14) Dejándose enviar por Él  (Mc 6,7; Mt 10,5-15; Lc 9,1-6).

Estos signos hacen que la comunidad de Jesús resucitado-Buen Pastor se identifique con Él generando un clima de convivencia con el Resucitado permaneciendo unidos entre sus miembros-hermanos-discípulos en el aquí, en el ahora y en el lugar a donde Él va a estar. Pero para que esto pueda ser una realidad, la comunidad debe creer en Dios y en el Hijo (Cfr. Jn 14,1-4) Todavía a la comunidad le cuesta creer esto, sigue dormida en el pasado de la muerte, está confundida por no saber a dónde ir: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino? (Jn 14,5). 

La pregunta formulada por la comunidad en boca de Tomás- surge de la incertidumbre que se presenta en la comunidad por las palabras de Jesús de dejarlos, de ir a la casa del Padre -la presencia del Reino de Dios- La comunidad no se identifica con la duda que plantea la ausencia de Jesús. Por esta razón, Jesús Resucitado les  asegura que Él les prepara un lugar allí en donde Él va a estar y que vendrá para llevarlos allí, Él es el camino que nos conduce: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6) y qué solo por él se puede estar en  el reino del Padre (Jn 14,6; Cfr. Mt 11,27; Hec 4,12).

Al abrírseles a los discípulos la posibilidad de ir y estar en este reino, en una nueva relación de mutuo conocimiento y comunión con Jesús, se da la posibilidad de llegar al conocimiento del Padre, es decir conocer a Jesús es conocer al Padre. Pero sigue la incertidumbre de la comunidad- Y Felipe pide ver al Padre: “__ Señor, déjanos ver al Padre, y con eso nos basta” (Jn 14,8) Todavía no hay la confianza necesaria en la propuesta de Jesús, no hay la certeza de conocimiento al Padre y de estar yendo hacia el Reino. Jesús apela al tiempo compartido con ellos: “Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿Y todavía no me conoces?” (Jn 14,9a) y a la relación de intimidad que existe entre Él y Padre (Cfr. Jn 14, 9b-10). 

Esta intimidad se ha manifestado pedagógicamente en la estructura del Evangelio de Juan desde el prólogo hasta el final del Evangelio. Hoy sigue el desconocimiento de la comunidad sobre Jesús. Por esta razón, todo el que se hace discípulo  de Jesús debe conocer al Padre (Cfr. Jn 14,9; Jn 12,45; Jn 1,18; Col 1,15; Heb 1,3) y ser testigo de esta unidad entre el Padre y el Hijo por medio de las obras (Cfr. Jn 14,10-11).  

Y por medio de ellas, la promesa de que estarán con Él es lo que hace a los discípulos creyentes para que hagan obras más grandes (Cfr. Jn 14,12)  por medio del Espíritu dado por Jesús (Cfr. Jn 15,5; 16,7) El discípulo estará en capacidad de hacer estas obras siempre y cuando las hagan y las pidan a  Jesús, y por medio de ella se manifieste la gloria del Padre: “Yo haré cualquier cosa que en mi nombre ustedes me pidan” (Jn 14,14; Cfr. Jn 15,7; 16,23-24; Mt 7,7-11; 21,22; Lc 11,9-13; 1Jn 3,21-22; 5,14-15) Jesús Resucitado es el camino (Jn 14,6; Cfr. Sal 16,11; 86,11; Prov 15,24) Verdad y Vida (Jn 14,6; Cfr. Jn 1,4; 3,16; 11,25; 17,3 Cfr. Jn 6,35) Con lo que podemos llegar al Padre (Cfr. Mt 11,27; Jn 1,18; 6,46; Hec 4,12) Jesús abre la posibilidad de conocer al Padre porque lo hemos visto y ha actuado por medio de Él (Cfr. Jn 14,7).  

El discípulo que se ha formado en la escuela del Maestro es quien está llamado a asumir este compromiso de conocimiento y de seguimiento, es quien vive en comunión con Jesús a través del cual se conoce al Padre, por la escucha de su Palabra,  por las obras realizadas en Jesús glorificamos al Padre y nos hacemos uno con Cristo por medio de la mutua comunión con Él, viviendo en unidad recibiendo la gloria que tenía en su presencia (Cfr. Jn 17,4) Por medio de la cual nos hacemos uno en la unidad manteniéndonos completamente unidos con el poder del Padre, la coherencia como discípulos de Cristo nos la da la cohesión en el amor para que permanezcamos completamente unidos, como el Padre  y el Hijo están unidos (Cfr. Jn 17,11). 

“Todos, en Cristo, somos de Cristo. Y somos Cristo” (San Agustín. In ps 77,3). “Amen la Paz por amor a la unidad. Amen la Paz por amor de Cristo, Cristo mismo es la razón de su unidad” (San Agustín. In Ps 119,9).


[1] Texto elaborado el IV Domingo de Pascua de 2011. Revisado y ampliado el IV Domingo de pascua de 2014.

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