jueves, abril 17, 2014

TRIDUO PASCUAL 

“Toda mi esperanza, Señor, estaba en tu sola misericordia. Dame, Señor, lo que pides, y pídeme lo que quieras” (San Agustín. Conf. 10,29).

La reflexión conmemorativa y teológica  en los Evangelios sobre el acontecimiento pascual de Jesús de Nazaret- El Ungido de Dios-El Cristo- Hunde sus raíces en la Pasión - Muerte y Resurrección de Jesús- Vistos desde la pedagogía de la Cruz. Recreación pedagógica de la reflexión que hacen los evangelistas de los cuatro cánticos del Siervo Sufriente de Isaías.  

En estos cánticos (Is 42,1-9; 49,1-13; 50,4-11; 52,12-53,12) Isaías recuerda el dolor-sufrimiento-deportación del pueblo en tierra extranjera, allí había perdido su identidad, se había desfigurado por el dolor y el sufrimiento que causó el haber perdido su tierra, su culto y sentirse olvidado por Dios a causa de sus múltiples pecados de idolatría. Ahora el pueblo pasa del abandono a la promesa, de la derrota  al triunfo, retorna a su tierra para reconstruir su historia, su templo, su culto y experimenta que a pesar de todos sus crímenes de idolatría, Dios no los abandonó.

Los pueblos  que se habían decepcionado al verlos desvalido y desfigurado en tierra extraña, ahora se admiran porque Dios los va conduciendo por sendas tranquilas colocándolos en un lugar bien alto para que ellos sean la salvación de toda la tierra: 

1.      Cántico I: Is 42,1-9: Dios ha puesto su Espíritu sobre el Siervo lo ha ungido para que promueva el derecho y la justicia a las naciones y abra los ojos a los ciegos, desate las cadenas injustas. Proclame la justicia a los pueblos su nueva alianza y de luz a las naciones.
2.      Cántico II: Is 49,1-13: El Siervo es llamado a ser luz de las naciones y así la salvación llegará al confín de estos pueblos. El Siervo será rechazado y aborrecido. Pero muchos se postrarán ante él porque ha sido elegido por el Santo de Israel, con él serán consolado los desconsolados. Él restaurará los proyectos del Señor entre sus hermanos.
3.      Cántico III Is 50,4-11: A pesar de los padecimientos que causa el sufrimiento, el Siervo se mantiene firme en su fidelidad al proyecto. Él confía en el Señor, que es su defensor. Aunque el camino es tortuoso y llenos de espinas el Señor lo conduce por retóñales y senderos de paz. Por esta razón, no se ha resistido a insultos ni se ha echado para atrás porque toda su confianza está en el Señor que lo ha rescatado del oprobio.
4.      Cántico IV: Is 52,12-53,12: El Siervo es el que triunfa frente a los planes de los perversos, los que se apartaban escandalizados de él ahora se admiran de su progreso. Estaba desfigurado sin apariencia humana, curtido en dolor, traspasado por nuestra rebeldía. Fue arrancado de la tierra de los vivos y por su medio triunfará el plan del Señor. Y verán la luz los pueblos por medio de su Siervo inocente y salvará a todos los pueblos. A pesar de haber sido llevado como cordero al matadero.

Estos canticos del sirvo sufrientes leídos a la luz de la reflexión pascual de los Evangelios, penetran lo más profundo de la conmemoración del acontecimiento Jesús de Nazaret como el siervo sufriente del Señor que irrumpe como salvador interiorizando y pascualizando nuestra vida  en el hoy de Dios que sorprende a los que prefieren escandalizarse con el sufrimiento de quien murió en la cruz y no se han escandalizado con eternizar la idolatría que prostituye el corazón.

JUEVES SANTO
Jn 13, 1-15[1]

Tomó de nosotros lo que es despreciable, nos dio lo que es grande; tomó nuestro mal, nos dio su bien; tomó la muerte, nos dio la vida; recibió aquí afrentas, nos dio honor; recibió aquí la cruz, nos dio el descanso. ¡Cuán grandes son los males que recibió aquí! ¡Cuán grandes los bienes que nos otorgó! Así, pues, nuestro Señor Jesucristo se hizo hijo del hombre; con todo, aunque Dios se hizo hombre, no se convirtió en hombre; al contrario, permaneció en sí mismo como Dios perfecto, sin cambiar en nada para peor; asumió al hombre para hacerlo mejor en sí mismo, no para hacerse peor en él. (San Agustín. Serm 140)

La tradición que hemos recibido dice San Pablo (1Cor 11,23-26) nos coloca en la pascua eterna del Padre-Jesús de Nazaret- El Cristo-Ungido de Dios, además indica que en este día se conmemora la fiesta Eucarística- Acción de gracias por el Sacrificio del Hijo ofrecido en el altar de la Cruz y que nosotros hacemos memorial nuestro cada vez que lo celebramos en este Altar y en el altar de la comunidad porque es en memoria de Cristo (Cfr. Mc 14,22-26; Mt 26,26-29; Lc 22,14-20). 

Ahora bien, por esta tradición recibida del Nuevo Testamento y de la Iglesia en este acontecimiento pascual de la Cena del Señor con sus discípulos, hoy conmemoramos tres signos centrales en la comunidad pascualizada y ecuristizada: 1) Día de la institución del Sacerdocio ministerial: 2) Día de la institución de la fracción del pan: Eucaristía-Acción de Gracias-; 3) Día pascual del Servicio: Mandamiento del Amor. 

Estos Signos mirados en conjunto conllevan a la consagración, a la solidaridad y al servicio del pueblo  de Dios en Jesucristo Principio y Fin de todas las cosas, el que Es, y Era y Será (Cfr. Ap 1,8) Porque en Él se ha renovado todo (Ap 21,4.5).

1.      El Sacerdocio ministerial: Se da por asociación con el sacerdocio de Cristo, quien fue ungido en la Cruz y allí entrega su sangre y su cuerpo al pueblo. Este sacerdocio  con el pasar de los años es asumido como institución divina por la comunidad que lo trasmite a hombres que quieren ser consagrados para el servicio del culto a Dios, Esta consagración se hace por medio de la imposición de manos que se utilizaba para el envío a una misión invocando la presencia del Espíritu Santo en el siervo elegido.
2.      Fracción del Pan- Eucaristía-Acción de gracias-: Nace de la tradición en que Cristo se ofrece  así mismo como  Pan de vida y entrega su Sangre como Nueva Alianza para el perdón de los pecados y  esto se hace en Memoria de Cristo (Cfr. Mc 14, 22.25; Mt 26,2629; Lc 22,14-20; Jn 6, 51-59; Cfr. 1Cor 11,23-26) Este acontecimiento hunde sus raíces en la pascua judía y luego con el cristianismo asume su carácter participativo en la fracción del pan, con  la novedad que quien es ofrecido es el mismo Cristo-Resucitado y no en recuerdo del cordero degollado del éxodo (Cfr. Ex 12,1-14).
3.      El Servicio- Mandamiento del amor: Mandamiento del Amor, se desprende de la disponibilidad de Jesús de hacer la voluntad del Padre y así como él siendo el maestro lo hace, también nosotros lo hagamos (Jn 13,1-15) ya que él no ha venido a ser servido sino a servir y a dar la vida en rescate por todos: “Porque el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar la vida como rescate por muchos” (Cfr.Mc 10,45).

La asociación de estos tres momentos, nos llevan pedagógicamente a comprender que el Dios humano y sencillo es revelado por Jesús como Padre. Y que, lo que celebramos hoy es la partida de Jesús al Padre, pero a la vez, es para quedarse presente a través del pan y el vino, en su Cuerpo y en su Sangre. Desde este horizonte, sí escuchamos otras explicaciones al acontecimiento litúrgico celebrado hoy,  éstas formarían parte de reflexiones alegóricas que repetimos por costumbre o facilidad sin darle la orientación adecuada, sacadas muchas veces del contexto de la liturgia y de la tradición que se ha recibido.

Desde la perspectiva de la pedagogía de la liturgia, es necesario llevarle  al pueblo un mensaje comprensible en el cual se le manifieste que: Lo esencial del cristianismo, es  ser de Cristo,  es asumir los rasgos de Cristo, que ser cristianos es asumir la pedagogía de la Cruz en nuestra caminada. La pedagogía de la Cruz, consiste en que el discípulo participa del destino del Maestro, la Cruz. Y frente a esto no hay una propuesta de condicionamiento, como muchas veces, colocamos los cristianos. Sino una propuesta de convicción desde la pedagogía de la palabra y de la  fe, mostrando el rostro sonriente del Señor que transforme nuestra dureza de corazón para dar a conocer la misericordia de Dios: “La misericordia de Dios es una gran luz de amor y de ternura, es la caricia de Dios sobre las heridas de nuestros pecados” (Papa Francisco. Ángelus. Domingo 6 de Abril de 2014. Plaza San Pedro. Roma) 

VIERNES SANTO
Jn 18,1-19,42
 
El inmortal asumió la mortalidad para morir por nosotros, para con su muerte dar muerte a la nuestra. Esto hizo Dios; esto nos concedió. El grande se humilló; después de humillado se le dio muerte; muerto, resucitó y fue exaltado, para no abandonarnos muertos en el infierno, sino para exaltar en sí en la resurrección final a quienes exaltó ahora mediante la fe y la confesión de los justos. Así, pues, nos dejó el camino de la humildad. Si lo seguimos, confesaremos al Señor y cantaremos con motivo: Te confesaremos, ¡oh Dios!, te confesaremos e invocaremos tu nombre. (San Agustin Comen. al Sal 74,2).

El camino-Viacrucis- recorrido por Jesús, como siervo inocente que cargó con los pecados del pueblo rebelde en el madero- el árbol de la Cruz- que con su confianza puesta en el Señor, se ha convertido en árbol de la vida. Allí Jesús enfrenta su destino: Muerte y Vida. En el altar de la cruz se entrega por amor  a su pueblo haciendo la voluntad del Padre (Cfr. Lc 22,42) Jesús como siervo de Dios ha sido condenado a Muerte, cargando sobre si la injusticia y la miseria que causa el pecado: “Y el Señor cargó sobre él todos nuestro crímenes. Maltratado, aguantaba, no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja muda ante el esquilador, no abría la boca” (Is 53,6-7) Jesús ha  asumido el dolor del pecado en su propia humanidad haciéndose pecado. Tomo para sí las heridas del pueblo sufriente, se ha hecho sacrificio de redención por la dignidad humana. Dios ha bajado a solidarizarse con el dolor del ser humano.

Jesús en la Cruz, nos salva de la injusticia en la que vivimos sometidos por el pecado. Es desde esta perspectiva, que concebimos  la  salvación que recibimos de parte de Dios. Pero es necesario para que esta salvación se dé  que hagamos realidad  el reino de Dios y su justicia: “Busquen primero el reino de Dios y su justicia” (Mt 6,33) Jesús entrega su vida por hacer viable el Reino en su propia vida, desde el amor que supera todo amor: “Tanto amó dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que quien crea en Él no muera, sino tenga vida eterna” (Jn 3,16).

El que muere en la Cruz es quien ha asumido nuestra condición humana, ha sido coherente de su ser como Hijo de Dios y por esta coherencia ha recibido la condena a la muerte, y sin embargo no ha juzgado al mundo, sino que lo ha redimido: “Dios no envío a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de Él” (Jn 3,17).

Hoy Jesús asume la condición de muchos hermanos que mueren por causa de la violencia, pero también de muchos inocentes que son condenados antes de nacer por el derecho a la “libre personalidad”. Jesús muere por la crueldad institucionalizada del despilfarro del presupuesto nacional y que crea todo tipo de violencia e injusticia, Jesús muere por aquellos que han colocado las tinieblas frente a la luz. 
 
Hoy es el juicio de los pecados de la antigua creación, para poder entrar a la nueva creación en la Resurrección sin pecado: “El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz. Y es que sus acciones eran malas” (Jn 3,19) También es condenado a muerte  por las obras buenas que ha hecho, siendo acusado de blasfemo se ha proclamado el Hijo de Dios (Cfr. Jn 10,33) Y es condenado a muerte y muere para atraer a muchos hacia sí: “Cuando yo sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12,32). 

Hoy viernes santos ¿qué es lo que celebramos? ¿A qué hemos venido? ¿A ver un espectáculo, que es en lo que muchas veces se ha convertido nuestra celebración? O ¿a vivir el momento? Hoy no celebramos un simple momento, celebramos la vida que brota del costado de Jesús. La liturgia de hoy no es un espectáculo, es celebración, es vida, es la dinámica del Espíritu que se recrea en los corazones del que se convierte, para vivir desde Dios. 

Este es el acontecimiento del cumplimiento de las promesas plenificado en las Palabras pronunciadas por Jesús, en la Cruz todo se ha hecho nuevo, no es el final de la historia, sino que con Cristo comienza los tiempos últimos, porque Dios se ha revelado en Él de modo definitivo y todos seremos en Él y todo se renueva con Él (Cfr. Ap. 21,4.5) Él es la nueva creación porque en la Cruz todo es sometido a Cristo: “Todo ha sido sometido bajo sus pies…Cuando todo le quede sometido, también el Hijo se someterá al que le sometió todo, y así Dios será todo para todos” (1Cor 15,27.28).

A modo de conclusión: San Agustín. Comentario al Sal 74,2

Así, pues, no éramos buenos; tuvo piedad de nosotros y envió a su único Hijo a morir, no por los buenos, sino por los malos; no por los justos, sino por los impíos. He aquí que Cristo murió por los impíos. ¿Cómo sigue? Apenas hay quien muera por un justo: pero, efectivamente, quizá alguien se atreva a morir por una persona de bien. Tal vez se encuentre alguien que esté dispuesto a morir por una persona buena. Mas por una persona injusta, impía, inicua, ¿quién iba a querer morir, sino solamente Cristo, justo hasta el punto de santificar a los injustos? Por lo tanto, hermanos, no poseíamos ninguna obra buena; todas eran malas. Pero aun siendo tales las obras de los hombres, su misericordia no los abandonó y, siendo merecedores de castigo, él, en lugar del castigo debido, les otorgó la gracia que no merecían. Y envió a su Hijo para rescatarnos, no con oro, ni con plata, sino con el valor de su sangre derramada, como cordero inmaculado conducido al sacrificio en favor de las ovejas manchadas, si es que sólo manchadas y no totalmente infectas. Hemos recibido esta gracia. Vivamos, pues, de manera digna de la misma, para no hacer injuria a gracia tan sublime. Un médico extraordinario vino a nosotros y perdonó todos nuestros pecados. Si queremos enfermar de nuevo, seremos, además de perniciosos para nosotros mismos, ingratos para con el médico.  

SABADO SANTO - DOMINGO DE RESURRECCIÓN-PASCUA
Mt 28,1-10/ Jn 20,1-9 

Si no te atreves a invitar a tu casa a algún santo sin antes haberla limpiado para que sus ojos no se ofendan, ¿osas invocar el nombre de Dios para que venga a tu corazón, lleno como está de maldad, sin antes haber expulsado toda iniquidad interior mediante la confesión de tus pecados? La confesión, hermanos míos, nos humilla; una vez humillados, nos justifica; justificados, nos exalta. Pues si somos soberbios, Dios nos opone resistencia; si somos humildes, Dios nos exalta, porque resiste a los soberbios y, en cambio, da su gracia a los humildes, y quien se exalta será humillado; quien, por el contrario, se humilla, será exaltado. Vueltos a Dios (San Agustín. Com. Al Sal 74,2). 

Se ha llegado al inició de la creación en Jesucristo, todo se ha renovado en Él, esta renovación se comenzó en el peregrinar de la cuaresma y en esta noche pascual la oscuridad es vencida por la Luz, ahora es el tiempo de gracia en la caminada con Jesús- El Cristo- quien ha salido triunfante de la muerte. ¡Jesús ha resucitado! Esta es la gran noticia: Se anuncia que la vida ha sido restaurada, el sepulcro está abierto, la muerte en Él no tiene dominio. ¡Ha resucitado el Señor! 

Jesús salió del Padre, vuelve al Padre, ha estado en la tierra y ha salido de la tierra. La muerte ya no tiene dominio sobre Él; la loza que cerraba el paso a la luz, ha sido rota; ya podemos ver y creer, que aquel que murió, ya no está en el sepulcro: “Entraron, pero no encontraron el cadáver del Señor Jesús” (Lc 24,3) Porque está vivo: “No tengan miedo. Ustedes buscan a Jesús Nazareno, el crucificado. No está aquí, ha resucitado” (Mc 16,6; Cfr Mt 28,5-6)) Entonces ¿por qué buscan entre los muertos al que está vivo? (Lc 24,5) Si la sábana que lo cubría está en el  suelo (Cfr. Jn 20,5) es porque la muerte ha sido vencida en la Resurrección.

Jesucristo ha dejado al romper la losa las sábana que le impedía moverse, se ha desatado abrió el sepulcro, salió a la luz. Jesús resucitado abrió la tumba- rompió la piedra- Jesús ha roto las cadenas de la muerte, dando libertad a los cautivos, devolviendo la esperanza en medio de la desesperanza. Jesús sale victorioso de la muerte: “Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se apareciese, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados de antemano por Dios: a nosotros que comimos y bebimos con él después de la resurrección” (Hec 10,40-41). 

Ahora bien, la liturgia de estos días, no se ha quedado en el viernes santo, ha trascendido, se vive como un solo día y la simbología de estos días son lineamientos pedagógicos de la pascua establecidos para enriquecer la fe en el caminar de la comunidad en la simbología que ofrece: La luz, La imposición de las manos, El soplo, La aparición a María Magdalena, El anuncio que ella le hace a los discípulos (Jn 20, 11-18) La presencia de Jesús en medio de los discípulos, El saludo de paz, El envío que les hace, La incredulidad y profesión de fe de Tomás (Jn 20,19-31) La aparición en el lago, La pesca y el envío de Pedro (Jn 21) El camino de Emaús (Cfr, Lc 24,13-35). 

La liturgia conmemorativa de los Evangelios reflexionó estos símbolos testificando que el Resucitado-Es quien murió en la Cruz- Y todo es nuevo en Él: ¿No saben que un poco de levadura fermenta toda la masa? Barran la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que son panes ázimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así, pues, celebramos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y de maldad), sino con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad” (1Cor 5,6b-8) De esta manera, nuestra fe proclama que el sacrificio de Jesucristo, no ha sido en vano, porque nadie ha amado como Él. Y Esta “Buena Noticia nos manifiesta la justicia de Dios que libera exclusivamente por la fe” (Rm 1,17).  

A modo de conclusión
·         "Pregunta a la hermosura de la tierra, pregunta a la hermosura del mar, pregunta a la hermosura del aire dilatado y difuso, pregunta a la hermosura del cielo, pregunta al ritmo ordenado de los astros; pregunta al sol, que ilumina el día con fulgor; pregunta a la luna, que mitiga con su resplandor la oscuridad de la noche que sigue al día; pregunta a los animales que se mueven en el agua, que habitan la tierra y vuelan en el aire: a las almas ocultas, a los cuerpos manifiestos; a los seres visibles, que necesitan quien los gobierne, y los invisibles, que lo gobiernan. Pregúntales. Todos te responderán: «Contempla nuestra belleza.» Su hermosura es su confesión. ¿Quién hizo estas cosas bellas, aunque mudables, sino la belleza inmutable?
·         Ya en el hombre mismo, para poder conocer y comprender a Dios, creador del universo entero; en el mismo hombre, repito, se hizo la pregunta a ambos componentes, al cuerpo y al alma. Preguntaban a lo que ellos mismos eran: al cuerpo que veían y al alma que no veían, pero sin la cual no podían ver aquél. Veían, en efecto, mediante el ojo, pero el que ve a través de esas ventanas estaba dentro. De esta manera, cuando se marcha quien la habita, la casa se derrumba; cuando se aleja el principio rector, cae lo regido, y por eso recibe el nombre de cadáver. ¿No están, acaso, intactos los ojos? Aunque estén abiertos, nada ven. Los oídos siguen ahí, pero se ausentó el que oía; la lengua permanece, pero se alejó el músico que la movía. Preguntaron, pues, a estas dos cosas, al cuerpo, que se ve, y al alma, que no se ve, y descubrieron que es mejor lo que no se ve que lo que se ve; que es superior el alma, que queda oculta, e inferior la carne, visible.
·         Vieron ambas cosas, las analizaron, discutieron sobre ellas, y advirtieron que, en el hombre, una y otra eran mudables. Al cuerpo lo hace mudable la edad, la enfermedad, los alimentos; el descanso y el cansancio, la vida y la muerte. A continuación se ocuparon del alma que habían reconocido ser ciertamente superior, y que les cau­saba admiración a pesar de ser invisible; advirtieron que también ella era mutable, que ahora quiere y luego no, que ahora sabe y luego ignora, que ahora se acuerda y luego se olvida, que ahora tiene miedo y luego es atrevida, que ahora progresa en la sabiduría y luego se hunde en la necedad. Al verla mutable, la trascendieron también a ella y buscaron algo inmutable. De esta manera, por las cosas hechas llegaron a Dios, que las hizo." (San Agustín, Homilía 241: 2 – 3).
“No hace mártires las penas. Los hace las causas buena” (San Agustín. In Ps. 34,2,13).

[1] Reflexiones del el Triduo Pascual de 2011 y modificadas en el Triduo Pascual de 2014. (Abril 17-20 de 2014).

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