domingo, marzo 02, 2014

BUSQUEN PRIMERO EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA, Y LO DEMÁS SE LES DARÁ POR AÑADIDURA

Mt 6,24-34

Lo primero que los buenos superiores deben hacer es la de ser siervos. No deberían pensar que es rebajar su dignidad el ser siervos para muchos  (San Agustín Sermón 340A, 1). 

Jesús ha venido a la tierra, enviado por el Padre para que sea nuestro hermano mayor y enseñarnos a escuchar la voz del Padre que Él mismo ha escuchado y a hacer la voluntad del Padre que Él mismo ha hecho. Los evangelios sinópticos lo presentan como el profeta de Dios: Mateo que Él es  Moisés-profeta de Israel- que dio la ley, pero Jesús lo hace con la misma Palabra del Padre (Cfr. Mt 5,1-7,29) Para Marcos es el Hijo de Dios (Mc 15, 39; Cfr. Mc 1,1.11.24; 3,11; 8,28; 9,7; 14,62) En Lucas es el orante que hace la voluntad del Padre (Cfr. Lc 22,39-46).

Esta es la comunidad de hermanos-discípulos, que hace una lectura del acontecimiento Jesús de Nazaret, desde la perspectiva de la comunidad del reino que practica la justicia, esta comunidad es la llamada a seguir al Maestro viviendo en la imprevisibilidad de Dios y acata la sabiduría de Dios, en la solidaridad de la cruz y camina hacia la socialización de los bienes, comunidad de amor y de bienes, comunidad que se aparta de la tiranía del consumo, porque los bienes del reino son para el servicio de los hermanos-discípulos y de los hermanos llamados a ser discípulos del Señor: “También tengo otras ovejas que no son de este redil; y también a ellas debo traerlas” (Jn 10,16).

La comunidad de discípulos hermanos, crece cuando crecen las relaciones interpersonales, cuando su culto es coherente con estas relaciones en la que prima el amor a Dios y al prójimo, viviendo desde la tolerancia y el respeto, cuando aprendemos a amarnos los unos a los otros, este es el ideal del amor primero, porque Dios nos amó primero y entregó a su Hijo para la salvación (Cfr. Jn 3,17) Esta sería la comunidad que escucha las enseñanzas del Maestro y vive siendo sal y luz del mundo en pobreza y humildad, porque lo ha dejado todo por Jesús el Cristo en la comunidad de bienes del reino y le sigue a pesar de los riesgos que implica aprender a vivir desde:

-          El camino de las Bienaventuranzas (Cfr. Mt 5,3-12).
-          Ser sal y luz del mundo (Cfr. Mt 5,13-16).
-          La obediencia a Dios (Cfr. Mt 5,17-19).
-          La Justicia para Ser del reino de Dios (Cfr. Mt 5,10).
-          La tolerancia y el respeto, sin juzgar y condenar al hermano (Cfr. Mt 5, 21-22).
-          El culto coherente a Dios, reconciliado con los hermanos, en armonía (Mt 5,23-26).
-          La fidelidad al amor de Dios, no siendo adúlteros a los ojos del Señor (Cfr. Mt 5,27-32).
-          El abandono a Dios, que se hace testigo de nuestros actos (Cfr. Mt 5,33-37).
-          La superación del odio por el amor, de la ley del talión a la ley del amor (Cfr. Mt 38-42).
-          El amor a los enemigos, orar por ellos. Hacer el bien sin discriminación (Cfr. Mt 5,43-48).

La comunidad del reino supera todos los obstáculos que nos impiden relacionarnos como seres humanos y racionales dentro de la comunidad  del reino -comunidad de bienes-. En esta comunidad Jesús como Maestro continua enseñando para que no nos apeguemos a las cosas materiales, dejando a un lado la tiranía que ofrecen los bienes y que nos hacen esclavos de ellos impidiendo ser libres frente al mandato del Señor que nos invita a ser solidarios en: 1. La limosna: La buena obra hacia el hermano (Cfr. Mt 6,1-4); 2. La oración: Que fortalece la fe de la comunidad (Cfr. Mt 6,5-18);   3. El ayuno: Colocando nuestra riqueza en Dios, porque allí donde colocamos nuestras riquezas, allí mismo colocamos en corazón (Cfr. Mt 6,19-21); 4. La transparencia en el Señor y con los hermanos: Dejando la oscuridad a un lado, ya que esta es consecuencia del mal (Cfr. Mt 6,22-23).

Esta comunidad del reino, es la comunidad que deja surgir la novedad de Dios, libre de los apegos, de los sentimentalismos religiosos y de otros tipos de manifestaciones individuales egoístas, para colocar toda la vida en función de la justicia en el reino; así la comunidad del reino estará en la memoria y en las manos de Dios: “¿Pero acaso una madre olvida o deja de amar a su propio hijo? Pues aunque ella lo olvide, yo no te olvidaré. Yo te llevo grabado en mis manos” (Is 49,15-16a).

Es Dios el camino del reino, en el reino se vive desde la imprevisibilidad del Dios de la vida: “Desnudo vine a este mundo, y desnudo saldré de él. El Señor me lo dio todo, y el Señor me lo quitó; ¡Bendito sea el nombre del Señor! (Job 1,21) Dios es el Padre que protege a sus hijos: “No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? (...) Pero ustedes tienen  un Padre celestial que ya sabe que las necesitan” (Mt 6,25.32) Nuestra preocupación ha de ser buscar el reino de Dios y su justicia: “Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas” (Mt 6,33).

En una balanza están los bienes del reino de Dios y en la otra la inclinación hacia los  bienes materiales y la esclavitud hacia ellos: ¿Por cuál se inclinan las personas dentro de la comunidad? Si la vida es consecuente con las enseñanzas de Jesús en el Evangelio, la comunidad va hacia los bienes del reino y la libertad frente a los bienes materiales, sabiendo que la opción es radical y consecuente con los caminos del Señor porque no podemos servir a Dios y al dinero: “Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y las riquezas” (Mt 6,34).

La convicción del amor de Dios es coherente en la comunidad de hermanos-discípulos del reino, si se fortalece con la Palabra y las nuevas relaciones de amor entre sus miembros. Pero  esto no implica que la comunidad del reino no trabaje, no se puede llegar al otro extremo, como Dios nos da todo: “Comamos y bebamos que mañana moriremos” (1Cor 15,32) Es necesario trabajar por el reino y por los bienes materiales, socializándolos en la comunidad de bienes, para no apegarnos a las cosas. Pensar en lo contrario sería caer en el sin sentido y esperar que Dios haga por nosotros lo que no seríamos capaces de hacer, ni por Él, ni por nosotros mismos. 

Dios nos llama a vivir desde la imprevisibilidad, pero no desde la comodidad,  Dios nos llama a vivir desde las enseñanzas de Jesús y no desde las enseñanzas humanas, Dios nos llama a hacer siempre el bien dentro de la comunidad colocando todos los bienes al servicio de la comunidad del reino: “Ama a tu prójimo como a ti mismo. El que tiene amor no hace mal al prójimo; así que en el amor se cumple perfectamente la ley” (Rm 13, 9-10; Cfr.  Rm 14,14-18) Esta sería la comunidad de amor que no vive preocupada por el mañana sino por el hoy (Kayrós) de Dios en la historia de la comunidad del reino: “No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con su propios problemas” (Mt 6,34). 

      “No habrá jamás un mañana a no ser que exista un hoy” (San Agustín. Serm. 20,4).

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