viernes, diciembre 20, 2013

DOMINGO IV DE ADVIENTO: DARÁ A LUZ UN HIJO, A QUIEN PONDRÁS POR NOMBRE JESÚS, PORQUE ÉL SALVARÁ A SU PUEBLO DE SUS PECADOS.


 
Mt 1,18-24

Señor mi Dios, escucha mi oración. Considera piadosamente mi deseo, que no me toca sólo a mí  mismo, sino también al bien del prójimo (San Agustín. Confesiones 11,2).
 
En el pueblo de Israel, estar desposado adquiría el compromiso real de la legitimidad requerida de la formación de una familia y al prometido se le llamaba marido y la mujer no podía quedar libre de esta unión a no ser por el repudio. Es así como la situación de embarazo antes de vivir junto a José de la joven María se hacía complicada porque esto suponía un acto de prostitución y debía ser sometida a los dictámenes de la ley por su impureza: Si no aparece en la joven las pruebas de la virginidad, sacarán a la joven a la puerta de la casa de su padre y los hombres de su ciudad la apedrearán hasta que muera, porque ha cometido una infamia en Israel prostituyéndose en casa de su padre” (Dt 22,20).
 
José, de alguna manera lo presenta Mateo en contra de esta ley y decide hacer el repudio en silencio, él no somete a María a la ordalía prescrita en la ley (Nm 5,11-31) La situación de José también es difícil: Repudiarla y hacer justicia a su ofensa o huir y ponerse a un lado en el que se hacía culpable (Cfr. Dt 22,18-19) Pero Mateo lo resuelve usando la palabra justo al referirse a José, es decir hombre de Dios (El nombre José proviene de la misma raíz verbal de Salvador) La justicia de José se puede entender desde estas perspectivas. A) No puede asumir una paternidad de un niño cuyo padre no conoce; B) Y su rechazo a colocar a María frente a la rigurosidad de la ley.
 
Mateo cataloga a José como un hombre compasivo, entregado a Dios, que espera en la justicia divina, porque Dios es justo, y he ahí comprensible su silencio, es el silencio del que espera que Dios le hable: “El ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo” (Mt 1,20). En el Evangelio de Mateo, Dios se le manifiesta a José para comunicarle la noticia, mientras que Lucas narra que la noticia es dada a María. Mateo sigue la línea del Viejo Testamento, en que las manifestaciones de Yavé se hacían en visiones, sueños o por medio de un mensajero (Gn 15,1; 16,7-16; 18; 28,10-22; Tb 5,4-8) Los profetas también hablaron porque Dios les habló en visiones o en sueños o por un mensajero.
 
Hoy es necesario tener en cuenta que muchos se aprovechan de sus sueños místicos para hablar de la revelación de Dios en sus vidas con anuncios de catástrofes y otras cosas misticoides que llaman revelación, justificando de esta manera su desequilibrio emocional que se puede convertir en desequilibrio grupal (Cfr. EG 70): “Las esperanzas vanas y engañosas son propias del necio, los sueños dan alas a los insensatos” (Sir {Ecle} 34,1). Por esta razón el papa Francisco nos advierte, no caer en estos colectivismos misticoides porque nos alejan de la verdadera fe: “Pero yo conozco a un vidente, a una vidente, que recibe cartas de la Virgen, mensajes de la Virgen”. “Pero, mire, ¡la Virgen es Madre! Y nos ama a todos nosotros. Pero no es un jefe de la oficina de Correos, para enviar mensajes todos los días”. (Papa Francisco. Homilía. Nov 14 de 2013). Los evangelios asumen otra actitud más seria y centrada, ellos ven la aparición de los mensajeros celestes como la presencia misma de Dios (Mt 1,20.24; 2,13.19; 28,2;  Lc 1,11; 2,9; Jn 5,4; He 5,19; 8,26; 12,7.23) De esta manera, el anuncio por sueños o visión de un acontecimiento salvífico, como lo presenta Mateo que manifiesta la concepción de un hijo al igual que en Is 7, 10-17, y la revelación del nombre del hijo y su misión: Emmanuel-Dios-con-nosotros. En Mateo es la concepción y la revelación del Hijo: Jesús, porque el salvará a la humanidad de la nueva alianza.
 
De acuerdo con esto, nosotros no podemos seguir planteando estos textos de la infancia en Mateo y Lucas desde misticismos románticos en que se han reducido por algunas interpretaciones fanático-piadosas. Hay necesidad de leerlos desde el  misterio de Dios, que es el misterio revelado al  pueblo, es decir, Dios que se ha hecho hombre (Jn 1,14) en la humanidad de una mujer, bajo la protección de un hombre justo, para compartir con nosotros nuestra historia, se ha hecho pueblo con el pueblo, se ha hecho historia para hacer historia con su pueblo, este Dios se ha hecho cultura mostrándonos la manera de hacer cultura. Este acontecimiento es lo que hemos llamado durante siglos historia de salvación o proyecto salvífico, que es la historia del mismo pueblo encarnado en su propia realidad de esperanza de salvación.
Entendemos por salvación la buena noticia, revelada  por Dios para llamar a  hombres y mujeres a la vida de gracia: Esta buena noticia consiste en: 1) Encontrarse íntimamente ligado al proyecto de Jesús: El  Reino de Dios y su Justicia. 2) En vivir a plenitud el Evangelio y reproducir los rasgos de Jesús en la tierra. 3) Continuar el proyecto de Jesús en medio de hombres y mujeres, es decir, ser sus testigos en medio del corazón del pueblo. 4) La salvación ha de entenderse como un Don de Dios para todos los hombres sin exclusión. Justos e injustos, pecadores y no pecadores.
 
A modo de conclusión
 
·         Este Evangelio nos muestra toda la grandeza de espíritu de San José. Él estaba siguiendo un buen proyecto de vida, pero Dios reservaba para él otro designio, una misión más grande. José era un hombre que escuchaba siempre la voz de Dios, profundamente sensible a su secreto deseo, un hombre atento a los mensajes que le llegaban de lo profundo del corazón y de lo alto. No se obstinó en perseguir su proyecto de vida, no permitió que el rencor le envenenara el ánimo, sino que estuvo listo para ponerse a disposición de la novedad que se le presentaba de modo desconcertante. Y así, ¡era un hombre bueno! No odiaba, y no permitió que el rencor le envenenara el ánimo. ¡Pero cuántas veces a nosotros el odio, también la antipatía, el rencor nos envenena el alma! ¡Esto hace mal! No lo permitan jamás, él es un ejemplo de esto. Y de este modo José se volvió más libre y grande aún. Aceptándose según el designio del Señor, José se encuentra plenamente, más allá de sí mismo. Esta libertad suya de renunciar a lo que es suyo, a la posesión de su propia existencia, y esta plena disponibilidad interior suya a la voluntad de Dios, nos interpelan y nos muestran el camino. (Papa Francisco. Ángelus Roma Plaza San Pedro. Domingo 22 de Diciembre de 2013).
·         Los relatos “de la infancia” de Mateo y Lucas, no son crónicas de sucesos, no son biografía, no son “historia”. Son teología narrativa. Por otra parte, los relatos de Mateo y Lucas, no se parecen el uno al otro en nada. Su intención no fue hacer una crónica de sucesos.  Tanto la intención, como el modo de hacerlo eran lógicos para aquella época. Ellos no quisieron engañarnos al contar estas historias. Nos engañamos nosotros al darles un sentido completamente distinto al que ellos le dieron[1].
 
“No trates de entender para creer, sino cree para que puedas entender. Sino crees, no entenderás” (San Agustín. Serm 118,1).



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