Jn 1,1-18
Esta es mi gloria,
Señor mi Dios: que pueda demostrarte por siempre que no hay nada de mí mismo
por mí. Todas las cosas buenas provienen de ti, pues tú eres Dios (San Agustín. Enar. Salmo 29,13).
Se ha celebrado la fiesta de
adviento, se han celebrado las novenas dirigidas al pesebre, con aroma de niño
Dios, y centrando nuestra atención en el anuncio hecho a María y olvidando el
anuncio hecho a José el hombre justo, que aceptó al igual que María la misión
de recibir a Jesús el Salvador (Cfr. Mt 1, 18-24), todo esto que da en el
recuerdo de muchos corazones sin el anuncio Kerygmático-pascual del nacimiento
de Jesús el esperado y anunciado de los tiempos: “A quien todos los profetas anunciaron y la Virgen espero con inefable
amor de madre; Juan lo proclamó ya próximo y lo señaló después entre los
hombres. Él es quien nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de
su nacimiento” (Prefacio II de adviento).
Jesús ha nacido en el pesebre del
corazón, y es el anunció gozoso de la tradición profética: “Suscitaré a David un vástago legítimo: Reinará como rey prudente, hará
justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará
seguro. Y lo llamarán con este nombre: ´El-Señor-Nuestra-Justicia´ (Jr
23,5; Cfr. Gn 49,8-10; Nm 24, 17-19; 2S
7,12-17; Is 7,10-9,6; 11,1-4; Jr 30,21.22; Mq 5,1-2). Por esta razón, Él es
el Kairós de Dios en los pobres.
Esta tradición profética es el
anuncio hecho realidad en la “caminada de la fe” del pueblo que esperaba en la
oscuridad la luz, “revelación del rostro
de Dios que tiene su culmen en Jesucristo…Porque esto fue el “tiempo de
adviento que nos devuelve el horizonte de la esperanza, una esperanza que no
defrauda porque está fundada en la Palabra de Dios” (Papa. Francisco). Esta
caminada es experiencia que marca el seguimiento de Jesucristo. Toda esta
experiencia nace del encuentro personal
y comunitario con la Palabra revelada y sabiduría de Dios, que existe desde el
principio, fundamento creador y de la existencia humana, que cambia el caos y
la oscuridad: “En el comienzo de todo,
Dios creó el cielo y la tierra. La tierra no tenía entonces ninguna forma; todo
era mar profundo cubierto de oscuridad, y el espíritu de Dios se movía sobre
agua” (Gn 1,1-2).
Desde esta experiencia de Dios
revelado por su Hijo que por medio de la Palabra todo fue creado[1]: “Dijo Dios” (Gn 1,3.6.9.11.14.20.24.26.29;
2,18) por la palabra, estamos llamados a ser herederos de esta creación y
colaborar en la construcción de un nuevo mundo revelado por Dios: “La sabiduría hace oír su voz; proclama sus
palabras por las puertas, por los puntos más concurridos” (Prov 1,2). La
palabra-sabiduría, es creadora, vivificadora, iluminadora, y la palabra que
estaba junto a Dios es Dios (Jn 8,56-59; 10,30-33; 1Jn 4,12) Pero esta Palabra
fue rechazada, por no ser parte de los intereses egoísta de las autoridades
religiosas judías (Mt 21,33-46).
A modo de conclusión 1
·
“El evangelio de Juan recoge esta tradiciones sinoptica que
es conocida por la comunidad joanica; también recoge la tradición
veterotestamentaria del cantico de la creación (Gn 1,1-31) recreándola
pedagogicamente en su Evangelio. Juan manifiesta en este cantico del prologo
que Dios ha creado todo por medio del Hijo, que es la Palabra (Jn 1,2-3; Cfr.
Sal 33,6-9; Sab 9,1; Sir (Ecle) 42,15), palabra creadora (Is 55,10-11) que da
vida por ella, que es la sabiduría de Dios (Prov 8,22-36; Sir (Ecle) 24,3-32;
Sab 9,9-12) Ella es lo que exsitia desde el principio y de ella es que debemos dar testimonio ( Cfr. 1Jn 1,1-2; Cfr. Jn 1,1.4-9.14.18; 6,68;
14,6; 15,27 Gn 1,1; 1Jn 2,13-14).
·
El Señor ha dado su sí a la humanidad a través del
acontecimiento de su Hijo, al hacerlo presente en la hisotria (nacimiento) y en
la cruz frente a su destino final (Cristo) Destino que que marca el horizonte
de nuestra espiritualidad cristiana. Estos acontecimientos son el cumplimiento
de la promesa y la realización de la glorificación del siervo del Señor. En el
principio se ha dado la revelación unica y definitiva de Dios en la encarnación
del Hijo. Esto es lo que manifiesta el prologo del evangelio de Juan como el
cantico que abre la esperanza en Dios, quien se ha colocado al lado de su
pueblo revelándose en la Palabra que ha puesto su morada entre nosotros”[2].
A modo de conclusión 2
·
“La
Palabra de Dios se ha hecho carne». Dios no es mudo. No ha permanecido callado,
encerrado para siempre en su Misterio. Dios se nos ha querido comunicar. Ha
querido hablarnos, decirnos su amor, explicarnos su proyecto. Jesús es
sencillamente el Proyecto de Dios hecho carne.
·
Dios no
se nos ha comunicado por medio de conceptos y doctrinas sublimes que sólo
pueden entender los doctos. Su Palabra se ha encarnado en la vida entrañable de
Jesús, para que lo puedan entender hasta los más sencillos, los que saben
conmoverse ante la bondad, el amor y la verdad que se encierra en su vida.
·
No lo
hemos de olvidar. Sólo Jesús nos ha contado cómo es Dios. Sólo él es la fuente
para acercarnos a su Misterio. Cuántas ideas raquíticas y poco humanas de Dios
hemos de desaprender y olvidar para dejarnos atraer y seducir por ese Dios que
se nos revela en Jesús.
·
Cómo
cambia todo cuando uno capta por fin que Jesús es el rostro humano de Dios.
Todo se hace más simple y más claro. Ahora sabemos cómo nos mira Dios cuando
sufrimos, cómo nos busca cuando nos perdemos, cómo nos entiende y perdona
cuando lo negamos. En él se nos revela «la gracia y la verdad» de Dios”[3].
Sólo él puede liberarte de la
muerte del cuerpo, él que murió en el cuerpo por ti (San Agustín. Serm. 26,9).
[1] En el Antiguo Testamento este verbo tiene por sujeto únicamente a Dios, y se refiere siempre a una acción divina que produce, en particular, un resultado nuevo e imprevisible (Is 48,6-7; Jr 31,22) Se emplea para designar la creación del mundo y de la humanidad (Gn 1,27; 5,1; Dt 4,32; Is 45,12) La formación del pueblo de Israel (Is 43,1-15) La restauración de Jerusalén (Is 65,18) La renovación interior del pecador arrepentido y perdonado (Sal 51,10) y la creación, al fin de los tiempos, de un cielo nuevo y una tierra nueva (Is 65,17; 66,22)…Dios dijo esta frese, corroborada por la fase complementaria y así fue (Cfr. 1,6.9.11) pone de relieve el poder creador de la palabra de Dios. La orden divina se cumple en forma inmediata, y el efecto producido coincide con el pensamiento y la voluntad del creador (Cfr. 33,6-9; 148,5; Is 48,13; 55,10-11; Heb 11,3) (SBU. La Biblia de estudio Dios habla Hoy. Comt a Gn 1,1).
[2]
CASALINS. G. OTRO TEXTO PARA NO LEER. Reflexión Jn 1,1-18. Medellín, Dic 25 de
2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario