Lc 19,1-10
¿Quieres ser grande?
Comienza por lo que es pequeño. ¿Proyectas construir un gran edificio? Piensa
primero en las bases de la humildad. (San Agustín. Serm. 69,2).
Se ha mencionado muchas
veces que la conversión es un camino de reflexión al interior y exterior de
nuestras vida. La conversión no es un momento sino muchos momentos, san Agustín
duró muchos años viviendo de momentos, pero dejados esos momentos, su encuentro
con el Señor fue definitivo, convertido una vez para siempre su experiencia de conversión
lo hizo desde la fe, la Sagradas Escrituras y la Oración: “Toma y lee”
le dictaba el corazón.
Encontrarse con Dios es
la experiencia de los que creen y son llamados y de los que son llamados y
creen: “Zaqueo, baja enseguida, pues hoy tengo que quedarme en tu casa”
(Lc 19,5) La iniciativa es de Jesús de llamar a la conversión, no son momentos
de arrebatos místicos de convulsiones espiritualistas, sino un llamado en la
caminada personal que hace el Señor en nuestros corazones, es un encuentro de
corazón a corazón, es un llamado a recibir al Señor en la propia casa. La casa
entendida como morada habitada por el Señor: “Irán conmigo a la dicha y tu
favor mientras dure mi vida. Mi mansión será la casa del Señor por largos,
largos días” (Sal 23,6; Cfr. Sal 26,1; 27,4).
El camino de la conversión es un encuentro íntimo con el corazón de
Dios, se podría decir de corazón a corazón, es vivencia del Señor que se queda
en la casa del que busca conocerle: “Zaqueo,
que era jefe de los cobradores del impuesto y muy rico. Quería ver cómo era
Jesús” (Lc 19, 2) Esta acción de Zaqueo es la experiencia del encuentro: “Entonces se adelantó corriendo y se subió a
un árbol para verlo cuando pasara por allí” (Lc 19,4).
A Zaqueo lo motiva lo que ha escuchado de Jesús y toma la actitud del
encuentro como hizo el publicano en el templo que no se atrevía a levantar la
cabeza y se golpeaba el pecho: “los que
se humillan frente a Dios sin grandes parafernalias y se reconocen pecadores no
levantan la cabeza, son escuchado por el corazón de Dios y colocan sus manos en
el pecho para reconocer su conexión con Dios de corazón a corazón: “Si no que
golpeaba el pecho diciendo: -Dio mío, ten piedad de mí, que soy un pecador-”
(Lc 18,13) Esta es la relacionalidad de la intimidad entre un “corazón
arrepentido y humillado” con el corazón de Dios que acoge y perdona”[1].
El encuentro de Zaqueo con Jesús está precedido de la curación del ciego
(Lc 8,35-43) Los dos querían ver a Jesús, Jesús acoge a los que son excluidos,
a los ciegos, a los publicanos, a las prostitutas. Jesús actúa contrario a las
autoridades judías, que apoyan un sistema injusto de discriminación y se acerca
a los pecadores. Jesús es un gran
contradictor frente a estas tradiciones que excluían al pueblo de Dios y se
acerca al corazón del pecador para transformar con sus palabras la vida del que
ha sido despreciado y marginado y este transforma su vida por un lado al
cumplir lo prescrito por la ley como los leproso y como Zaqueo que devuelve a los
pobres la mitad de sus bienes y lo adquirido injustamente (Lc 19, 8; Cfr. Ex
21,37; 22,3) por otra parte, al contacto de Jesús se trasforma la vida y se
sigue un nuevo camino el camino de la conversión: “Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría” (Lc 19,6).
Jesús se hospeda en casa de un pecador y come con él; Él acoge a los Pecadores y Prostitutas (Mc 2,15; Mt 21,31-32;
Lc 7,37-50; Jn 8,2-11) A Paganos y Samaritanos (Mc 7,2-10; Lc 7, 2-10; 17,16;
Jn 4,7-42) A Leprosos y Poseídos ( Mc 1, 25-26; Mt 8,2-4; Lc 17,12-14) A
Mujeres, Niños y Enfermos (Mc 1,32; Mt 8,16; 19,13-15; Lc 8,2-3) A Publicanos y
Soldados ( Lc 18,9-14;19,1-10); los que no tienen poder y tierra (Mt 5,3; Lc
6,20; Mt 11,25-26) Y a todos los excluidos por las autoridades religiosas y
política en tiempo de Jesús.
Los que no comprenden el nuevo caminar siguen tropezando en su propia
torpeza de críticas y burlas: “Entonces
todos empezaron a criticar y a decir: Se ha ido a casa de un rico que es
pecador” (Lc 19,7) Jesús no le da importancia a las críticas y no hace
acepción de personas, acoge por igual a todos y los llama a participar de la
comunidad del reino porque todos son hijos de Abraham: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también este hombre es
un hijo de Abraham” (Lc 19,9).
La conversión de los hijos de Dios por la escucha de la Palabra del
Señor que corrige y perdona al que se arrepiente, su misericordia llena a sus
creaturas obras de sus manos del espíritu y los hace criatura hijos en el Hijo por
esto hombres y mujeres fueron creado para la salvación y criados para ser de Dios salvados por el Hijo:
“Dios que te creo sin ti no te salvará
sin ti” (San Agustín) Esta realidad humana es lo que nos hace a nosotros
colocar toda nuestra vida en este caminar de conversión porque “El Hijo del hombre ha venido a buscar y a
salvar lo que estaba perdido” (Lc 19,10).
A modo de conclusión
El libro de la sabiduría nos proporciona de manera concreta como Dios se
recrea en el camino de nuestra salvación:
Te compadeces, Señor, de todos,
porque amas a todos los seres
Señor, el mundo entero es ante ti
como grano de arena en la balanza,
Como gota de rocío mañanero que
cae sobre la tierra.
Pero te compadeces de todos,
porque todo lo puedes,
Cierras los ojos a los pecados de
los hombres, para que se arrepientan.
Amas a todos los seres y no odias
nada de lo que has hecho;
Si hubieras odiado alguna cosa,
no la habrías creado…
Pero a todos perdonas, porque son
tuyos, Señor, amigo de la vida.
Todos llevan tu soplo
incorruptible.
Por eso, corriges poco a poco a
los que caen,
Les recuerdas su pecado y los
reprendes,
Para que se conviertan y crean en
ti, Señor.
(Sabiduría 11, 22-12,2)
Venid,
cantemos, hermanos y hermanas. No por placer nuestro, en el descanso, sino para
alegrarnos en el trabajo. Como peregrinos en el camino, cantemos en la esperanza,
pero prosigamos caminando (San Agustín Serm. 256,3).
[1]
CASALINS, G. OTRO TEXTO PARA NO LEER: REFLEXIÓN Lc 18,9-14. Medellín Octubre 27
de 2013.
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