domingo, octubre 20, 2013

PERO CUANDO EL HIJO DEL HOMBRE VENGA ¿ENCONTRARÁ LA FE SOBRE LA TIERRA?

Lc 18,1-8 

Esta es mi gloria, Señor mi Dios: que pueda demostrarte por siempre que no hay nada de mí mismo por mí. Todas las cosas buenas provienen de ti, pues tú eres Dios  (San Agustín. Enar. Salmo 29,13). 

La fe es el acontecimiento de la narración de la comunidad de su experiencia con Dios en la historia: “La fe nos abre el camino y acompaña nuestros pasos a lo largo de la historia. Por eso, si queremos entender lo que es la fe, tenemos que narrar su recorrido, el camino de los hombres creyentes” (LF 8) Pero la narración de fe es de una comunidad libre que busca la luz, porque no hay fe cuando vivimos en la oscuridad y hemos perdido la libertad de nuestra existencia. No podemos vivir libremente la fe cuando concebimos la presencia de Dios desde conciencias oscuras: 
 
Por tanto, es urgente recuperar el carácter luminoso propio de la fe, pues cuando su llama se apaga, todas las otras luces acaban languideciendo. Y es que la característica propia de la luz de la fe es la capacidad de iluminar toda la existencia del hombre. Porque una luz tan potente no puede provenir de nosotros mismos; ha de venir de una fuente más primordial, tiene que venir, en definitiva, de Dios. La fe nace del encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor, un amor que nos precede y en el que nos podemos apoyar para estar seguros y construir la vida. Transformados por este amor, recibimos ojos nuevos, experimentamos que en él hay una gran promesa de plenitud y se nos abre la mirada al futuro. La fe, que recibimos de Dios como don sobrenatural, se presenta como luz en el sendero, que orienta nuestro camino en el tiempo. Por una parte, procede del pasado; es la luz de una memoria fundante, la memoria de la vida de Jesús, donde su amor se ha manifestado totalmente fiable, capaz de vencer a la muerte. Pero, al mismo tiempo, como Jesús ha resucitado y nos atrae más allá de la muerte, la fe es luz que viene del futuro, que nos desvela vastos horizontes, y nos lleva más allá de nuestro « yo » aislado, hacia la más amplia comunión. Nos damos cuenta, por tanto, de que la fe no habita en la oscuridad, sino que es luz en nuestras tinieblas. (LF 4)

 La fe es la escucha de la palabra de Dios que nos llama a que salgamos de nuestra estabilidad y emprendamos el Camino – Éxodo - Pero a la vez, es confortante y seduce:

La fe está vinculada a la escucha. Abrahán no ve a Dios, pero oye su voz. De este modo la fe adquiere un carácter personal. Aquí Dios no se manifiesta como el Dios de un lugar, ni tampoco aparece vinculado a un tiempo sagrado determinado, sino como el Dios de una persona, el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, capaz de entrar en contacto con el hombre y establecer una alianza con él. La fe es la respuesta a una Palabra que interpela personalmente, a un Tú que nos llama por nuestro nombre. Lo que esta Palabra comunica a Abrahán es una llamada y una promesa. En primer lugar es una llamada a salir de su tierra, una invitación a abrirse a una vida nueva, comienzo de un éxodo que lo lleva hacia un futuro inesperado (…) La fe « ve » en la medida en que camina, en que se adentra en el espacio abierto por la Palabra de Dios (...) La fe entiende que la palabra, aparentemente efímera y pasajera, cuando es pronunciada por el Dios fiel, se convierte en lo más seguro e inquebrantable que pueda haber, en lo que hace posible que nuestro camino tenga continuidad en el tiempo. La fe acoge esta Palabra como roca firme, para construir sobre ella con sólido fundamento. (LF 8-10).

Este aspecto fundamental de la fe es camino, es comunicación de una experiencia con la Palabra de Dios y profundización en el caminar de la vida de comunidad, pero la fe sin el fundamento sólido de la oración perdería sentido en esta marcha hacia la libertad plena de la escucha de la palabra y su acción en nuestro caminada.
Lucas resalta en el evangelio que la fe es comunión con la oración y es trasmitida por los discípulos como acciones pedagógicas en sus vidas[1]. Jesús pone su confianza en el Padre y es el gran orante que enseña a Orar: “Cuando oren, digan Padre” (Lc 11,2) Y los discípulos siguen al Maestro. La oración es crucial en la vida de Jesús, es el camino para relacionarnos con Él (Cfr. Mt 7,7; 18, 19; Mc 11,24; Jn 14,13-14; 16,23; 1Jn 3,22) La fe y la oración son pedagogía de seguimiento, son pedagogía de Cruz (Cfr. Mt 6,5-15; 16,24; Lc 3,2.22; 11,1-4; 22,41-42.43; 23,34.46).

La fe y la oración son constitutivas en Jesús, están íntimamente unidas a su vida, es la manera de vivir en el Padre y de estar junto al Padre (Cfr.  Lc 2,46-50; 3,21; 4,1-2.3-12.16; 5, 12. 16; 9, 16.18.28; 10,21; 11,1; 22, 7-14. 32. 40. 41-42.46; 2334.46 [Sal 31,6] 24,30) Por esto, los discípulos asumen el mismo comportamiento del maestro (He 1,14; 2,1) y deben ser perseverantes en la fe y la oración para no caer (Cfr. Lc 22,46) y se les recomienda que sea sin desfallecer (1Tes 5,17; Rm 8, 12.26-27; Ef 6,18) Jesús le inculca que la fe y oración son fundamentales y deben ser con insistencia: “Para inculcarles que hace falta orar siempre sin cansarse, les contó una parábola..” (Lc 18,1).
En la Fe-oración es el espíritu que nos da fortaleza: “De igual manera,  el Espíritu viene también en ayuda de nuestra flaqueza. Como nosotros no sabemos pedir como conviene, el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indescriptibles. Y el que examina el interior de las personas ya sabe lo que anhela el Espíritu, y que cuando intercede en favor de los santos, lo hace conforme a la voluntad de Dios (Cfr. Rm 8,26-27): “Siguiendo a Jesús (Cfr. Mt 6,5-15; 14,23-33) y conforme a la costumbre de los primeros cristianos (Cfr. Hec 2,42-47) Pablo recomienda la oración constante (Cfr. Rm 12,12; Ef 6,18; Fil 4,6; Col 4,2; 1Tes 5,17ss) …Además de las gracias de progreso espiritual, estas oraciones piden la remoción de los obstáculos externos (Cfr.  1Tes 2,18; 3,10; Rm 1,10) e interiores (Cfr. 2Cor 12,8-9) así como el bien del orden social (Cfr. 1Tm 2,1-2) Pablo insiste mucho sobre la oración de acción de Gracia (Cfr. 2Co 1,11ss; Ef 5,4; Fil 4,6; Col 2,7; 4,2; 1Ts 5,18)”[2].

La oración es camino de fe y de justicia de Dios a los que claman día y noche: ¿No hará entonces Dios justicia a sus elegidos, que están clamando a Él día y noche? ¿Pero si habrá tanta fe hacia Dios Padre como peticiones a Él?  Por esta razón: “No le dejes a Dios tus problemas, más bien soluciónalos y dale gracias a Dios porque pudiste hacerlo. Eso es la fe”.

Procura echar raíces en la tierra de los vivientes, la raíz está oculta, pero los frutos se ven. Nuestra raíz es la caridad; nuestros frutos, las buenas obras…Sí tus obras proceden de la caridad es que tu raíz está afincada en la tierra de los vivientes” (San Agustín. In ps 51,12)



[1] Cfr. CASALINS, G. OTRO TEXTO PARA NO LEER. REFLEXION Lc 11,1-13. Medellín Julio 28 de 2013.
[2] Biblia de Jerusalén. Comentario a Rm 8,26-27.

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