domingo, junio 23, 2013

"TÚ ERES EL MESÍAS, EL HIJO DE DIOS VIVO" III

 Lc 9,18-24

“Derramará un Espíritu de compunción y de pedir perdón al mirarme traspasado (…) Aquel día se alumbrará un manantial contra los pecados e impurezas” (Zc 12, 10; 13,1). 

La comunidad pascualizada, familia asume su fe en el resucitado que ha sido recreado por Él en la comunidad de creyentes. Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios vivo y quién profese la fe en Él, asume su compromiso de salir a predicar el reino de Dios. El reino de Dios no es algo teórico, es estar siempre en disposición de escucha: “Escucha, Israel el Señor, nuestro Dios, es solo uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las inculcarás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales” (Dt 6,4-9). 

Llevar estas enseñanzas en la mente, en el corazón y pronunciarla con la boca es la proclamación de fe en el Dios revelado en la caminada histórica de la comunidad que anuncia a Jesús como el Dios resucitado, el Mesías, el ungido del Padre que pascualiza a la comunidad familia para que sea testigo del proyecto de salvación. Este proyecto reconoce al Cristo de Dios como el Mesías (Cfr. Mc 8,29; Jn 6,68-69), como el Hijo del Dios viviente (Cfr. Mt 16,16) La profesión de fe se inserta en el mensaje Kerygmático- pascual: _ ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?...  _ Y ustedes, ¿quién dicen que soy? (Mt 16,12-14). De acuerdo como hayamos asumido el proyecto cristiano y la relación con el Resucitado, se da la respuesta como  experiencia personal,  no desde el parecer de otros, sino desde una verdadera confesión de fe, revelada por la Palabra de Dios y no por palabra de hombres (Cfr. Mt 11,25-27; Lc 10,21-22) Es la respuesta que nace de la Palabra revelada: _ “¡En verdad tú eres el Hijo de Dios!” (Mt 14,33)  _Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente” (Mt 16,16).

Si esta profesión no nace de la Palabra revelada, cae en el sin sentido de tradiciones intrascendente, de grupos de piedad popular  fundamentalistas que han opacado a Jesús como Mesías, resaltando otras figuras de valor histórico en la revelación salvífica, cayendo en el sectarismo fundamentalistas, defensores y creadores: 1)  De un culto propio; 2) De un seguimiento propio; 3) De una religiosidad propia; 4) De una misa propia; 5) De una espiritualidad propia; 6)  De una liturgia propia[1].
Esto lo evitaríamos si desmitologizando la fe y cumpliéramos el principio fundamental de la espiritualidad cristiana: “Ante todo, ámense ardientemente unos a otros, pues el amor alcanza el perdón de todos los pecados. Practiquen de todo corazón la hospitalidad unos con otros. Que cada cual ponga al servicio de los demás los dones que haya recibido como corresponde a buenos administradores de los distintos carismas de Dios; el que tenga el don de la palabra, que use de él como el que comunica palabra de Dios” (1P 4, 8-11), esto se logra al recuperar los deberes cristianos (Cfr. 1P 3,8-12; Ef 4,2-7.20-32; Rm 13,8-10) como elementos que enriquecen el desarrollo de la pedagogía de la fe.
Romper con todo tipo de ideología así sea de tipo religioso es purificar nuestra fe y colocar en Jesús el Mesías nuestra esperanza, sería un cambio estructural de mentalidad, es salir de nuestro mutismo para darle inicio a una fe que se desarrolla en la comunidad: “Sentimos la urgencia de desarrollar en nuestras comunidades un proceso de iniciación en la vida cristiana que comience por el Kerygma, guiado por la Palabra de Dios, que conduzca a un encuentro personal, cada vez  mayor, con Jesucristo, perfecto Dios y perfecto hombre” (DA 289).
Salir a anunciar nuestra fe es saldar nuestras deudas con los hermanos, sin justificar nuestra actitud idolátrica fundamentalista de vida, en el culto, frente al comportamiento de fe que debemos asumir en la relación con el Padre y con nuestros hermanos en estados vulnerables desde la presencia del reinado de Dios, que ha de asumirse en el respeto del amor mutuo: “Que la única deuda  que tengan con los demás sea la del amor mutuo. Porque el que ama al prójimo ya cumplió toda la ley. De hecho, los mandamientos: no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquier otro precepto, se resume  en éste: Amarás al prójimo como a ti mismo. Quien ama no hace mal al prójimo, por eso el amor es el cumplimiento pleno de la ley” (Rom. 13,8-10).

A modo de conclusión

El amor a Dios y al prójimo nace de la recta obediencia a la Palabra, por esto, se da razón de la esperanza en la confesión de fe que Pedro hace suya en nombre de la comunidad. Profesión de fe que nace de lo más profundo del  corazón, porque no se ha revelado por la “carne o la sangre” (Mt 16,17) Esta confesión de fe es abierta, socializa la pedagogía de la cruz (Cfr. Lc 9,22) desde el itinerario de fe: 
1.      Fe, con duda: Todavía tienen embolatada sus mentes, que les produce el miedo a salir de la oscuridad: ¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste? (Mt 16,31) Frente a esta duda Jesús se acerca, y ellos al reconocerlo creen: “¡En verdad tu eres el Hijo de Dios!” (Mc 14,33; Cfr. Mt 14,22-33).
2.      Fe de iniciado: Es el proceso en la caminada de ser transformado por la Palabra: “Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel” (Jn 2,49; 11,27).
3.      Fe del camino: Fe de quien asume la cruz como pedagogía de salvación: “Si alguno quiere ser discípulo mío olvídese de sí mismo, cargue con su Cruz y sígame” (Mc 8,34). (Mt 8,29) Es escuchar al que tiene palabras de vida: “¿Señor a quien vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (Jn 6,68-69; Cfr. Mc 8, 29; Mt 14, 33; 16,16; Lc 9,20). Fe del corazón: “Tu eres el Cristo” (Mc 8,29).
4.      Fe pascual: Fe pascualizada, fe cristificada, Fe de los dichosos que han creído y van a creer, Fe de comunidad, que cree en la pascua del Padre, acción resucitadora de Cristo: “Dichosos los que no han visto y han creído” (Jn 20,28-29) [2]. 

Este itinerario de fe es la pascualización y cristificación de la comunidad que cree, que rompe la sordera y destraba la lengua para anunciar el acontecimiento -Kerygmático – Pascua- : ¡Que Cristo nuestro Señor ha Resucitado![3].

“Conque hagámoslo ahora, sigamos al Señor: desatemos aquellas ataduras ataduras que nos impiden seguirle” (San Agustín. Tratado 34,8-9).


[1] CASALINS, G. Otro texto para no leer: Reflexión Mt 16,13-20. Medellín. Agosto 11 de 2011.
[2] CASALINS, G. Otro texto para no leer. Reflexión. Mt 16,13-23. Medellín, Agosto 21 de 2012.
[3] CASALINS, G. Otro texto para no leer: Reflexión Mc 8,27-35.  Medellín. Sept. 16/2012.

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