Jn 14,23-29
¿Quiénes son los soberbios? Aquellos
que, mientras atribuyen a Dios el bien que hacen, son intolerantes con los que
no lo hacen y se creen superiores a ellos. (San Agustín Enar. salmo 93,15).
La reflexión Kerygmática
de nuestra fe pascualizada, es acontecimiento de salvación, es acontecimiento
de profesión de fe, profesión de amor que como comunidad de discípulos
seguidores hacemos, viviendo para mirar que todo es nuevo: “Mira, yo hago nueva todas las cosas” (Ap 21,5) Esta profesión de
amor es el camino para dejar la imperfección en la creación antigua, que se
corrompió por el pecado para vivir en la
nueva creación del resucitado, que es la Palabra que estaba en el principio con
Dios y ha puesto su morada entre nosotros haciendo todo nuevo, porque es el
cumplimiento de la palabra, como profesión de amor para dejarse habitar por
Dios: “_Si alguien me ama cumplirá mi
Palabra, mi Padre lo amará, y vendremos a él y habitaremos en él” (Jn 14,23).
Esta es la creación
pascualizada, en la que recreamos la vida en Dios y Él se revela en nosotros. Pero
si rechazamos la oferta de amor, la palabra no habitará en nosotros y formamos
parte de la comunidad que vive en la oscuridad (Cfr. Jn 1,4-5), de aquellos que
prefirieron vivir en el desamor y despreciaron el amor, despreciaron el amor
del gran amante, que ama al amado y es amado en el amor: “Uno que ama Él, que es de sí mismo, y aquel que ama Aquel de quien es,
y es amor de sí mismo”[1].
El que no entra en la luz de esta verdad vive en la oscuridad: “Quién no me ama no cumple mis Palabras, y
las Palabras que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió” (Jn
14,24).
La profesión
de amor es creación pascualizada, es tiempo de pascualizar la comunidad por el
Espíritu dado en la Resurrección, en la Oración y en la Palabra de Dios:
1)
Resurrección de Jesús, es el
acontecimiento que celebramos, lo vivimos como una pascua eterna, es la pascua
de Dios que proclamamos por medio del anuncio Kerygmático-Pascual: Jesús, el
Hijo de Dios ha Resucitado y lo estamos celebrando en la fracción del pan
(Eucaristía), esta es la celebración de la vida (Lc 24, 30-31), es lo que
creemos, es lo que profesamos y es lo que anunciamos. Jesús ha resucitado, está
vivo y lo hemos reconocido. Lo reconocemos a Él y al Padre por mediación del
Espíritu para que seamos hijos en el Hijo (Rm 8,14.15.16-17).
2)
La oración, es el camino que como
hijos debemos recorrer a diario para llegar al Padre, el camino debe ser para la
comunidad pascualizada un continuo dialogo entre dos amores: el amor de Dios
comunidad y el de la comunidad pascualizada para fortalecer la debilidad que
deja la inclinación hacia el pecado (Rm
8, 26-27).
3)
La Palabra, centro y fundamento de
nuestra vida, “Si ustedes permanecen unidos a mí, y sí permanecen files a mis
enseñanzas, pidan lo que quieran y se les dará” (Jn 15,7) La palabra es la
fuerza que garantiza nuestro actuar en Dios y nuestro caminar, sin ella no
podemos llegar al conocimiento de Dios (Jn 17, 4) En ese sentido, nuestra vida
es una contradicción porque decimos que creemos en Jesús, que creemos en Dios y
que creemos en el Espíritu pero no
conocemos la Palabra, no la amamos, vivimos en la oscuridad[2].
El
amor es el camino de los que sacan adelante la comunidad que cree y profesa la
fe y hace su profesión de amor porque Dios es amor y se recrea en la comunidad
y la comunidad se recrea en la resurrección del Hijo, porque sin amor no hay
comunidad pascualizada: “Queridos,
amémonos unos a otros porque el amor
viene de Dios; todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no
ha conocido a Dios, ya que Dios es amor. Dios ha demostrado el amor que nos
tiene enviando al mundo a su Hijo único para que vivamos gracias a Él. En esto
consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos
amó y envió a su Hijo para que, ofreciéndose en sacrificio, nuestros pecados
quedaran perdonados” (1Jn 4,7-10).
A modo de
conclusión
·
La comunidad libre de pecado, es la comunidad de
creyentes que se aman unos a otros, porque se vive el amor de Dios y se profesa
el amor en Dios. He aquí el principio de salvación de la comunidad porque se
vive en el amor: “Queridos, si Dios nos
ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nunca lo
ha visto nadie; si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y el
amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. Reconocemos que está con
nosotros y nosotros con Él porque nos ha hecho participar de su Espíritu.
Nosotros lo hemos contemplado y atestiguamos que el Padre envió a su Hijo como
salvador del mundo” (1Jn 4,11-14).
·
“Después
de veinte siglos, ¿qué hemos hecho del Evangelio de Jesús? ¿Lo guardamos
fielmente o lo estamos manipulando desde nuestros propios intereses? ¿Lo
acogemos en nuestro corazón o lo vamos olvidando? ¿Lo presentamos con
autenticidad o lo ocultamos con nuestras doctrinas?
·
El Padre os enviará en mi
nombre un Defensor.
Jesús no quiere que se queden huérfanos... El Padre les enviará el Espíritu
Santo que los defenderá de riesgo de desviarse de él. El Espíritu les “enseñará” a comprender mejor todo
lo que les ha enseñado. Les ayudará a profundizar cada vez más su Buena
Noticia. Les “recordará”
lo que le han escuchado. Los educará en su estilo de vida.
·
Después
de veinte siglos, ¿qué espíritu reina entre los cristianos? ¿Nos dejamos guiar
por el Espíritu de Jesús? ¿Sabemos actualizar su Buena Noticia? ¿Vivimos
atentos a los que sufren? ¿Hacia dónde nos impulsa hoy su aliento renovador? Después
de veinte siglos, ¿por qué nos paraliza el miedo al futuro? ¿Por qué tanto
recelo ante la sociedad moderna? Hay mucha gente que tiene hambre de Jesús.
·
Todo
nos está invitando a caminar hacia una Iglesia más fiel a Jesús y a su
Evangelio. No podemos quedarnos pasivos"[3].
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