Jn 13, 31-35
Señor, todo lo que soy, lo soy gracias a tu misericordia.
(San Agustín. Serm. 16A,6)
La
comunidad pascualizada-comunidad del resucitado, es la comunidad que profesa su fe en el Señor Glorificado, haciendo
su profesión de amor, para ser reconocido como el rebaño que pastorea al pueblo
de Dios. El pueblo de Dios es la comunidad que escucha la voz del Señor y le
sigue, que se identifica con Él. Esta comunidad es la comunidad de los cielos
nuevos y de la tierra nueva (Cfr. Ap 21,1) es la comunidad de la nueva
creación, porque el gran viviente lo
hace todo nuevo: "Ahora todo lo hago
nuevo" (Ap 21, 5).
Por
esto, es que se ha recibido la herencia del vencedor del mal, quien ha sacado
la imperfección de la antigua creación del fondo de las tinieblas, donde los
hijos pecaron y ahora nos da la luz porque todo es nuevo: " Esa será la herencia del vencedor: Yo seré su Dios y Él será
mi Hijo" (Ap 21,6) porque serán los hijos del nuevo pueblo, del pueblo
que beberá "gratuitamente del
manantial del agua de la vida" (Cfr. Ap 21, 6) para vivir en la morada
del Señor, solo los hijos de la luz, los hijos que han blanqueado sus
vestiduras con la sangre del Cordero: "Esta
es la morada de Dios con los hombres; Él habitará en medio de ellos; ellos
serán su pueblo y Él será Dios-con-ellos; Él enjugará las lágrimas de sus ojos.
Ya no habrá muerte ni lamento, ni llanto ni pena, pues todo lo anterior ha pasado
(Ap 21, 3-4).
Pero
los que no aceptaron al Señor, optaron por el pecado, se quedaron en la antigua
condición defectuosa de desobedecer sus palabras, y de no creer en Él y salen
de la comunidad resucitada, porque es necesario que salgan de la comunidad para
no contaminar al resto y así el Hijo de Dios pueda ser glorificado: "Cuando Judas salió, Jesús dijo: Ahora
es glorificado el Hijo del hombre y Dios es glorificado en Él" (Jn 13, 31).
Los que creen, han sido glorificados y van a la morada de los que creen y han
arriesgado todo por la causa del Padre. Este texto nos introduce en el camino de la
ascensión de Jesús que ve su partida inminente a la casa del Padre.
Pero
la comunidad que pastorea al pueblo de Dios, no puede ir con Él, ha de hacer
caminada en la profesión de amor que es el alimento y nutre a la comunidad
pascualizada que hace la voluntad del Padre: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar acabo
su obra” (Jn 4, 34; Cfr. 6,38-40; 17,4; 19,30) Voluntad que marca la marcha
con el Señor y que recibe el mandato de amor para ser reconocida como comunidad
del Resucitado: " les doy u mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Ustedes deben amarse unos a los otros como yo los he amado. En
esto reconocerán todos que son mis discípulos: en que se aman unos a
otros" (Jn 13, 34-35).
Esta
profesión de amor que caracteriza a la comunidad pascualizada y la trasciende
como comunidad de la nueva creación fortalecida en la fe, es la razón, por lo
cual no se puede perder de vista que el centro de este movimiento salvífico en
la comunidad depende única y exclusivamente de la experiencia que se haya
tenido con el Resucitado. Porque esto es lo que da garantía de ser la comunidad
del Resucitado que hace memoria de su presencia y anuncia la alegría de la experiencia
de resurrección como acontecimiento vivido y presencializado en la caminada.
La
comunidad del resucitado, comunidad pascualizada, vive y narra los acontecimientos de la
comunidad como memoria de fe, memoria de salvación, fe encarnada en la profesión de amor que hace
la comunidad, al anunciar con gozo lo que han visto y palpado:
Aquí tienen lo
que era desde el principio,
Lo que hemos oído,
lo que hemos visto con nuestros ojos
Y palpado con
nuestras manos
- Me refiero a la Palabra que es vida.
Porque la vida
se dio a conocer,
Hemos visto la
Vida eterna,
Hablamos de ella
y se la comunicamos,
Aquella que
estaba con el Padre
Y que se nos dio
a conocer-
Lo que hemos
visto y oído
Se lo anunciamos
también a ustedes
Para que estén
en comunión con nosotros,
Pues nosotros
estamos en comunión con el Padre
Y con su Hijo
Jesucristo.
Y les escribimos
esto para que nuestra alegría
Sea completa.
(1Jn 1, 1-4)
Esta
es la vivencia de la comunidad que ha leído su fe como historia de salvación y
así nos la ha hecho saber cómo acontecimiento narrado, para que nosotros
estemos en comunión con el Padre, en quien no hay tinieblas, para que no
camines en la oscuridad del fondo de nuestros pecados, alejándonos de la comunidad
de creyentes como hizo Judas: "Si
decimos que estamos en comunión con Él mientras caminamos en tinieblas, somos
unos mentirosos y no actuamos en la verdad. En cambio, si caminamos en la luz,
lo mismo que Él está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre
de Jesús, el Hijo de Dios, nos purifica de todo pecado" (1Jn 1, 6-7).
A modo de conclusión
1.
El
que no entra en esta caminada de la comunidad resucitada rechaza a la Palabra
encarnada y “Este requiere un juicio: La
luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus
obras eran malas. Pues el que obra el mal odia la luz y no va a la luz, no sea
que sus obras malas sean descubiertas y condenadas. Pero el que obra la verdad
va a luz, para que se vea que sus obras han sido hechas en Dios” (Jn 3,19-21).
2. El que está en
la luz, hace la voluntad del Padre y habla Palabra de Dios: “Aquél que Dios ha enviado habla las Palabras de Dios, y da el
Espíritu sin medida, porque el Padre ama al Hijo y ha puestos todas la cosas en
sus manos. El que cree en el Hijo vive de vida eterna, en cambio, el que no
cree en el Hijo tendrá que enfrentar un juicio de Dios; nunca conocerá la vida”
(Jn 3,34-36).
Consideren,
hermanos, el amor de nuestra cabeza. Aunque ya está en el cielo, sigue
padeciendo aquí mientras padece la Iglesia. Aquí Cristo tiene hambre, aquí
tiene sed, está desnudo, carece de hogar, está enfermo y encarcelado. (San
Agustín. Serm. 137,1-2).
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