Jn 20,1-9
Pues aún no conocían la
Escritura: que es preciso que él resucite de entre los muertos? No creyó, pues, que había resucitado ese respecto a quien
desconocía que era preciso que resucitase. ¿Qué, pues, vio; qué creyó? Por
supuesto, vio vacío el sepulcro
y, pues aún no conocían la Escritura
—que es preciso que él resucite de entre los muertos—, (…) Y, por tanto,
cuando al Señor en persona le oían eso, aunque lo decía clarísimamente, por la
costumbre de oírle parábolas no entendían y creían que él aludía a alguna otra
cosa” (San Agustín. Com Jn 19,31-20,9).
Terminadas las
reflexiones del tiempo de cuaresma y del triduo pascual, se continúa la
caminada en la pascua, anuncio Kerygmático de la Muerte y Resurrección de
Nuestro Señor Jesucristo. Esta es la pascualización de la fe en la Cruz, no
desde una liturgia estática, sino
dinamizada por la predicación pos pascual.
Pascualizar la acción pastoral
dentro de la Iglesia es profesar a Cristo, por esta razón, no podemos colocar
como prueba de fe en la resurrección el argumento literal del sepulcro vacío:
El sepulcro vacío no
es evidencia testimonial de la resurrección de Jesús, el sepulcro está vacío
porque Jesús resucitó (Mc 16,1-8; Mt 28,1-10; Lc 24,1-12; Jn 20,1-9) El
sepulcro vacío es una reflexión
teológica, para que quien vea crea,
porque todavía no habían entendido las Escrituras (Jn 2,22, 12,16; Cfr. Mt
12,40; Hec 2,25-28; Lc 24,25-27.44-46: 1Cor 15,4; Sal 16,8-11; Jon 2,1) La
Resurrección de Jesús, si es el hecho de prueba que el Sepulcro está vacío. Otro elemento a tener
en cuenta es el siguiente: En el momento en que el discípulo que había llegado
primero, no entró al sepulcro, sino que después de Pedro (Es posible que esto
se manifiesta, porque las primeras comunidades pos pascuales empiezan a ver en
la figura de Pedro un referente de liderazgo. Cfr. Mt 16,13-20) Entrar después de
Pedro es reafirmar la fe de los discípulos que empiezan a pascualizar el
acontecimiento, Cristo el Señor: “Y vio lo que había pasado, y creyó” (Jn 19,8)
Este es el testimonio de fe en la comunidad. Esta es la reflexión teológica que
la comunidad joánica ha manifestado desde el prólogo de su evangelio (Jn
1,1-18) hasta el final (Jn 20,1-31) para que todo el que vea crea y tenga vida
y el que lea este libro, crea y tenga vida (Jn 20,30-31; 21,25; 1Jn 1,1-4;
5,13)[1].
Comprendido de
esta manera, la reflexión kerygmática de la resurrección, la asumimos como la
vivencia de la caminada histórica de fe de la comunidad, que ha asumido la
pedagogía de la Cruz. Que hoy en el tiempo de Dios proclamamos y profesamos
saliendo al encuentro de los que están alejados o han dejado de creer en el
acontecimiento pascual y que “Para
grandes sectores de la población de bautizados, su fuerza y su capacidad de
significación, no significa casi nada. O significa una cosa muy distinta de lo
que en realidad tendría que significar”[2].
Desde esta
perspectiva, ¿Cómo responder a los que como María Magdalena lloran al muerto y
no saben que ha resucitado?: “__ ¡Se han
llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!” (Jn 20,2)
Buscamos un cuerpo y no está, buscamos un signo y no lo encontramos, este
desconcierto es de los que viven distraídos de su fe, por eso no comprenden las
Escrituras, no las leemos, seguimos confundidos en prácticas de fe
especulativas reducida a actos. Por eso no comprendemos que la muerte y
resurrección son realidades necesarias para que se cumpliera las escrituras:
que el “Mesías padeciera para entrar en su gloria” (Lc 24, 26).
Al proclamar
nuestra fe en el Resucitado, hay que salir a prisa, peregrinar con el Resucitado: “Pedro y el otro discípulo salieron y fueron
al sepulcro. Los dos iban corriendo juntos” (Jn 20,3-4) Es ir despiertos hacía Jesús Resucitado, es
tener la evidencia que ha resucitado: “Se
agachó a mirar, y vio allí las vendas (…) Y además, vio que la tela que había
servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino
enrollada y puesta aparte” (Jn 19,5.7).
La
resurrección se da cuando se empiezan a tomar conciencia de la Cruz, sin esta pedagogía
las comunidades cristianas seguirán sujetas a las vendas que amarran la muerte,
y no se inclinan a ver que las telas están enrolladas, porque la humanidad ha
sido desprendida de la corrupción de la muerte, la muerte ya no tiene poder
porque ha sido vencida en la Cruz (Jn 3,14; 8,27; 12,32).
Cuando María Magdalena fue de mañana el primer día de la semana al
sepulcro (Jn 20,1-9; Mc 16 1 8; Mt 28 1-10; Lc 24 1-12) buscó al muerto y se
sorprende, el sepulcro está vacío; no había entendido las escrituras, no
se asomó al sepulcro. En cambio, los discípulos al entrar sorprendidos, solo
encontraron las vendas y la tela enrollada, este hecho es la pascualización del anuncio Kerygmático:
Jesús ha resucitado ya no hay que buscarlo entre los muertos. Jesús el
crucificado no está aquí. Pero nosotros, no somos testigos de este
acontecimiento, porque buscamos entre los muertos y lloramos entre los muertos
al que “Dios Resucitó” (Hec 2,24).
A modo de conclusión
Los
cuatro evangelistas reflexionan que el sepulcro está vacío porque Jesús Resucitó:
a) San
Marcos: “No está aquí, ha resucitado” (Mc 16,6).
b) San
Mateo: “No está aquí, pues ha resucitado” (Mt 28,6).
c) San
Lucas: “No está aquí, resucitó” (Lc 24,6).
d) En
Juan, el discípulo que había llegado primero “vio y creyó”: Pues no habían
entendido todavía las Escrituras: ¡Él debía resucitar de entre los muertos! (Jn
20,9).
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