domingo, febrero 10, 2013

BOGA MAR ADENTRO Y ECHA LAS REDES PARA PESCAR



Lc 5,1-11
 
Como excelente huésped, el Espíritu te encuentra hambriento y sediento y te satisface abundantemente (San Agustín. Serm. 225,4).

Jesús no se detiene ante el rechazo de sus vecinos y de las autoridades de la sinagoga, Él sigue desarrollando su proyecto de vida: Predicación de acuerdo al plan de Dios; Cura a los enfermos (Lc 4,38-41) Se acerca a la gente que lo busca (Lc 4, 42) Anuncia la Buena Nueva de Dios a los pobres (Lc 4,43-44), Jesús enseña a la gente (Lc 5,3) por esta razón, la multitud se apretuja para oír el mensaje de Dios. Jesús es fiel a este proyecto, da testimonio  a través de las Escrituras de  lo anunciado porque se cumple en Él (Lc 4,16-21).

Jesús es el cumplimiento del proyecto de Dios, mientras lo da a conocer al igual que los discípulos está en la orilla del lago, pero invita a Simón que bogue mar adentro y va con él, porque Él es quien lo guía a profundizar en Él la experiencia de Dios, dejando en la orilla del lago el temor y  la vacilación que los tenía en la oscuridad: “Maestro, hemos estado bregando toda la noche sin pescar nada” (Lc 5,5) La palabra de Jesús los hace salir de la orilla y adentrarse en las aguas, la Palabra los  transforma; la Palabra penetra en lo profundo de la comunidad y vence el temor y la vacilación de la noche oscura. 

El texto de Lucas mantiene el esquema del llamado a los primeros discípulos de Jesús (Cfr. Mc 1,16-18; Mt 4,18-22) Pero acá se le agrega un elemento sorprendente, la pesca abundante que el Evangelista Juan desarrolla en el capítulo 21,3-6: Para designar la misión de pastoreo de la comunidad del Resucitado. 

Lucas imprime otras características al relato:  

1.      El pescador es invitado a que Bogue mar adentro; y es conducidos por la persona de Jesús  animado por sus palabras, hace lo que Él le dice: “Lleva la barca a la parte honda del lago y echen allí sus redes para pescar” (Cfr. Lc 5,4) a pesar de su desmotivación el los motiva: “Pero ya que lo dices, voy a echar las redes” (Lc 5, 5).
2.      En una barca está Jesús y Simón y en la otra los compañeros. Jesús habla a Simón, Jesús no solo le habla sino que lo ayuda a echar las redes y al sacarla llena de peces, invitan a los compañeros que ya aparecen con nombres Juan y Santiago, que se acerquen para que ayuden y también estén con Él y sean parte de la comunidad, porque  las barcas no pueden estar en la orilla,  es necesario “Bogar mar adentro con el Señor (Cfr. Lc 5,7).
3.      La presencia y las palabras de Jesús hace tomar conciencia del que se deja entusiasmar de Él, que es  pecador: “¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!” (Lc 5,8), este reconocerse así mismo pecador, es fundamental para seguir a Jesús, dejar las redes en la orilla, es dejarlo todo  por seguirle (Lc 5,11).
4.      Jesús aleja la vacilación y el temor a seguirle: “No tengas miedo desde ahora vas a ser pescador de hombres” (Lc 5, 10).

A modo de conclusión 1

·         La llamada de Cristo resulta especialmente actual en nuestro tiempo, en el que una difusa manera de pensar propicia la falta de esfuerzo personal ante las dificultades. La primera condición para "remar mar adentro" requiere cultivar un profundo espíritu de oración, alimentado por la escucha diaria de la Palabra de Dios. La auténtica vida cristiana se mide por la hondura en la oración, arte que se aprende humildemente "de los mismos labios del divino Maestro", implorando casi, "como los primeros discípulos: ‘¡Señor, enséñanos a orar!’ (Lc 11, 1). En la plegaria se desarrolla ese diálogo con Cristo que nos convierte en sus íntimos: ‘Permaneced en mí, como yo en vosotros’ (Jn 15, 4)" (Novo millennio ineunte, 32).
·         La orante unión con Cristo nos ayuda a descubrir su presencia incluso en momentos de aparente desilusión, cuando la fatiga parece inútil, como les sucedía a los mismos apóstoles que después de haber faenado toda la noche exclamaron: "Maestro, no hemos pescado nada" (Lc 5, 5). Frecuentemente en momentos así es cuando hay que abrir el corazón a la onda de la gracia y dejar que la palabra del Redentor actúe con toda su fuerza (cfr. Novo millennio ineunte,38)[1].  

A modo de conclusión 2
·         "¡Por tu palabra echaré las redes!" Terminada la instrucción a la gente, Jesús se dirige a Simón y le anima a pescar de nuevo. En la respuesta de Simón se nota frustración, cansancio y desaliento: "¡Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada!". Pero, con confianza en la palabra de Jesús, vuelven a echar las redes. ¡La palabra de Jesús tiene más fuerza que la experiencia frustrante de la noche!
·         "¡Serás pescador de hombres!" La experiencia de la proximidad de Dios en Jesús le hace percibir a Simón quién es: "¡Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador!" Ante Dios ¡todos somos pecadores! Jesús aleja el miedo: "¡No tengas miedo!" Llama a Pedro y le compromete en la misión, mandando a que sea pescador de hombres. Entonces, "dejándolo todo, ¡le siguieron!".
·         El episodio de la pesca en el lago manifiesta la atracción y la fuerza de la Palabra de Jesús. Atrae a la gente (Lc 5,1) La Palabra de Jesús es tan fuerte que vence la resistencia de Pedro, lleva a lanzar de nuevo la red (Lc 5,4-6). Vence en Pedro la voluntad de alejarse de Jesús y lo atrae para que sea "pescador de gente!" (Lc 5,10) ¡Y así la Palabra de Dios actúa hasta nuestros días![2]. 

¡Oh sacramento del Amor, signo de nuestra unidad y vínculo de nuestra fraternidad, todos los que desean la vida tienen aquí la fuente! Permite que vengan acá y crean, únenos a ti y haznos vivir  (San Agustín. Coment. Evang.S.Juan 26,13).


[1] JUAN PABLO II,   Mensaje  de la XLII Jornada Mundial de la Oración por las vocaciones  17 de abril de  2005.

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