Jn 18,33b-37
“Trascenderé, pues, también esta fuerza de mi
naturaleza, para escalar gradualmente hasta mi Creador” (San Agustín. L. X, 8,12)
El evangelio de
Marcos, enfatiza que el itinerario de fe del discípulo seguidor es para llegar
a creer que Jesús Resucitado es el Hijo de Dios: “Principio de la buena noticia de Jesús el Mesías, el Hijo de Dios” (Mc
1,1) Y lo reconozca como el Mesías (Cfr.
Mc 1,1; 3, 11; 8,29; 9,7; 11,24; 14,62), lo confiese como Mesías: “Tú eres el Mesías” (Mc 8,29) Y lo anuncie como el Hijo de Dios: “Verdaderamente este hombre era Hijo de
Dios” (Mc 15,39).
Los discípulos, muchas veces distraídos, no comprendieron este
itinerario y se opusieron a él, buscaron
ser primeros, privilegios y puestos, quisieron ser servidos en vez de servir.
Ellos enfocaron el mesianismo desde concepciones humanas al igual que Pilatos,
que vio en la actitud de Jesús un acto de rebelión política y no desde la pedagogía
de Jesús, que propuso su mesianismo desde el servicio: Hacerse siervo de todos,
y ver el camino de la cruz como
consecuencia de su predicación como quien vino para hacer la voluntad del Padre
(Jn 4,34; Cfr. Jn 5,30.36; 6,38; 17,4).
Esta es la pedagogía
de Jesús que asume su reinado como camino para llegar al Padre, porque su reino
no es de este mundo: “Mi reino no es de
aquí” (Jn 18,36) El reinado de Jesús es la experiencia sacrificial de la
cruz: Su Corona es de espina, Su Trono es la Cruz, Su Cetro (bastón, cayado) es
el del Pastor que hace la voluntad del Padre y Su Estandarte es la verdad: “Yo nací y vine al mundo para decir lo que
es la verdad. Y todo los que pertenecen a la verdad, me escuchan” (Jn 18, 37b;
Cfr. Jn 1,14.17; 8,45; 14,6) y llegan a la fe (Cfr. Jn 2,21-22;
4,10-15.32-34; 11,11-13; 13,6-15.33-38; 14,2-9); pero quien no escucha se
cierra a la verdad, aferrándose a su incredulidad (Cfr. Jn 6,32-35.52-58;
7,33-36; 8,21-24.31-33.51-53.56-59).
Por esta razón, vivir
desde la perspectiva del reino es asumir la cruz, es hacer la voluntad del
Padre, es vivir en la pedagogía espiritual del bautismo y del Espíritu: “Te aseguro que el que no nace de agua y
del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Jn 3,5; Cfr. Mt 28,19; Hec
2,38; 10,47; 1Cor 12,13; Ti 3,5) Vivir
la experiencia del reino es asumir la fe en Jesucristo, es hacer la voluntad
del Padre: “No todos los que me dicen:
Señor, Señor, entraran en el reino de los cielos, sino solamente los que hacen
la voluntad de mi Padre celestial” (Mt 7,21). El que no hace la voluntad
del Padre, no pertenece a la nueva familia del Reino: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Luego, mirando a los que estaban
sentados a su alrededor, añadió: _ Estos son mi madre y mis hermanos. Pues
cualquiera que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi
madre” (Mc 3,33-35).
De tal manera, el que
se resiste a hacer la voluntad del Padre aferrándose en su incredulidad, no
pertenece a la familia de Dios, está fuera del reino: “Señor ábrenos. Pero él les contestará: No se de dónde son ustedes.
Entonces comenzarán ustedes a decir: Hemos comido y bebido contigo, y tú
enseñaste en nuestras calles. Pero él les contestará: No se de dónde son
ustedes. ¡Apártense de mi, malhechores! Entonces vendrán el llanto y la
decepción, al ver que Abraham, Isaac; Jacob y todos los profetas están en el
reino de Dios, y que ustedes echado fuera” (Lc 13,25-28; Cfr. Mt 25).
A modo de conclusión
1. Jesús dice que ha venido al mundo “para dar testimonio á la
verdad.” Verdad es un tema principal en este Evangelio (Jn 1,14, 17; 4,23;
5,33, 8,32, 40, 44; 14,6, 17; 15,26; 16,7, 13; 17,8, 17, 19; 19,35).
“Éste no es el concepto abstracto de verdad que va sobre y en contra de
falsedad, sino la verdad religiosa que hemos visto a través del Evangelio de
Juan, la verdad ligada a la persona de Jesús (Jn 14,6):
· Jesús está lleno de verdad (Jn 1,14).
· La verdad nos hace libres (Jn 8,32).
· Jesús dice la verdad (Jn 8,45-46).
· Él es el camino, la verdad, y la vida (Jn 14,6).
· Él testifica la verdad (Jn 18,37).
· Cuando Jesús se va, el Espíritu de la verdad volverá a estar con
nosotros (Jn 16,7.13)”.
“Todo aquél que es de la verdad, oye mi
voz” (Jn 18, 37b) Las ovejas que escuchan la voz de su pastor (Jn 10,4-5.16). Las ovejas no escucharán
a desconocidos, porque desconfían de ellos. Escuchan para oír la voz de
su pastor, porque su pastor tiene palabras de verdad y de vida. Los que
escuchan la voz de Jesús son sus discípulos[1].
2. Los discípulos que pertenecen a la familia del reino, participan del banquete
celestial cuando:
· Entramos en sintonía con la
justicia de Dios (Rm 3,21-23).
· Nuestras obras brillen con luz
propia (Mt 5,16; Cfr. Is 58,6-10).
· Amamos a los enemigos y oramos por
ellos (Mt 5,44-45).
· Seamos perfectos como nuestro
Padre celestial es perfecto (Mt 5,48).
· Practiquemos la justicia delante
de Dios y no de los hombres (Mt 6,1).
· Demos limosna generosamente (Mt
6,4).
· Hagamos de nuestras oraciones
prácticas perfectas (Mt 6,5-15).
· Practiquemos nuestro ayuno a los ojos de Dios (Mt 6,16-18).
· Compartas “tu pan con el
hambriento y tu ropa con el harapiento. Si te sobra algo, dalo de limosna.
Cuando des limosna no seas tacaño” (Tb 4,16; Cfr. Is 58, 6-7; Mt 25, 35-36)[2].
“No es necesario culpar al demonio de todo lo que
va mal. Muchas veces el hombre es su propio demonio” (San Agustín. Serm. 5,5).
[1] Richard Niell Donovan . http://www.lectionary.org/EXEG-Spanish/NT/SNT04-Juan/Juan%2018.33-37.htm
[1] Richard Niell Donovan . http://www.lectionary.org/EXEG-Spanish/NT/SNT04-Juan/Juan%2018.33-37.htm
[2]CASALINS, G. Otro texto para no
leer: Reflexión Mt 25, 31-46. Medellín. Nov 20 de 2011.
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