Mc 10,35-45
“El
que preside a un pueblo debe tener presente, ante todo, que es servidor de muchos.
Y eso no ha de tomarlo como una deshonra; no ha de tomarlo como una deshonra,
repito, el ser siervo de muchos, porque ni siquiera el Señor de los señores
desdeñó el servirnos el servirnos a nosotros” (San Agustín. Serm. 340A, 1-9).
En el evangelio de Marcos se recrea la alternativa
de vivir el reinado de Dios, desde la presencia
pedagógica de la Cruz, como quien sirve a los demás como siervo: “pues el que quiera llegar a ser grande
entre ustedes, que sea el servidor de todos, y el que quiera ser primero entre
ustedes, que sea esclavo de todos” (Mc 10,43-44).
Pero, los discípulos no entendieron la propuesta de
Jesús, esperaban gloria y privilegios[1],
de tal manera, los privilegios y “Las riquezas se puede convertir en
obstáculo para el seguimiento: “¡Oh, cuán grande es el peligro de los ricos!
Observen el ejemplo del rico epulón: se condenó, porque no tuvo misericordia; no porque robó, sino porque no
dio. Y no esperen a casos de extrema necesidad, cuando el pobre tiene ya la
vela en la mano; porque entonces ya no necesita alimento, sino una tumba”[2].
El servicio a los más pobres, sin la búsqueda de
privilegios es dar la vida a la manera de Jesús en rescate por muchos, porque
es darla desde la lógica de Dios, diferente a la lógica humana llena de
prejuicios sacando ventaja a todo e incluso pasando por encima de los demás,
entre cristianos esto no debe darse: “Saben
que los que son tenidos como jefe de las naciones, las dominan como señores
absolutos, y sus grandes las oprimen con su poder (…) Pero no ha de ser así
entre ustedes” (Mc 10,42.43).
Muchos seguimos sin entender el servicio como lógica del reino
de Dios, utilizamos el poder, nuestros rezos y la concepción de fe fantasmagórica
que nos hemos inventado como el objeto de opresión, marginación, exclusión y
discriminación frente a los demás, esto se da con frecuencia en los grupos
religiosos dentro de la Iglesia de Jesucristo; por eso, es que estamos lejos
del reino de Dios: “Es más fácil para un
camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el reino de
Dios” (Mc 10,25).
En la pedagogía del evangelio de Marcos Jesús
coloca en evidencia esta falta, en primer lugar a los discípulos, y por
generación a nosotros que hoy
pretendemos seguir a Jesús, nos llama a corregir nuestra conducta: “Les aseguro, que si su justicia no es mayor
que la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos” (Mt
5,20) Y lo hace desde los tres anuncio de la pasión que Marcos pone en el
Evangelio:
1.
En el primer anuncio Mc 8,31; Pedro se opone
a esta enseñanza, porque en su criterio el Mesías no puede tener su destino en
la Cruz (Mc 8,32-33) Él increpa a Jesús por su insensatez; pero Jesús no deja
progresar este pensamiento que no corresponde a la lógica de Dios, sino que
ratifica que el seguimiento del verdadero discípulo se da en el sacrificio
desde la pedagogía de la Cruz: “Si alguno
quiere venir en pos de mi, niéguese así mismo, tome su cruz y sígame” (MC 8,34)[3].
2.
En el segundo anuncio Mc 9,31; Los
discípulos siguen sin comprender esta realidad de la Cruz como seguimiento,
ellos lo entienden como si fuera sucesión de cargos al estilo de un reinado
terrenal y empiezan a discutir entre sí, quien sería el que quedaría como
principal (Mc 9,32) No entendían al igual que Pedro la cruz, pero si pretendían
poder; Jesús en cambio, les propone el servicio a los más necesitados, como
consecuencia de la pedagogía de la Cruz: “Si
uno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”
(Mc 9,35) porque para esto han sido llamados y “Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos serán, primeros” (Mc
10,31) y si no obran así “Les aseguro
que los publicanos y las prostitutas llegarán antes que ustedes al reino de
Dios” (Mt 21,31)[4].
3.
Y en el tercer anuncio, que precede nuestra
perícopa Mc 33-34; sin haber comprendido que los deseos de oponerse al destino
de la cruz y de ambicionarse con el poder, ahora piden privilegios; pero
nuevamente Jesús los coloca en su realidad, en la pedagogía de la cruz, como
servicio y entrega al evangelio. De la misma manera que Él lo ha comprendido, “Haciéndose obediente hasta la muerte y una
muerte de cruz” (Fil 2,8) Este es el
testimonio que el Maestro, el profeta de Nazaret, el Hijo de Dios nos da, porque entre nosotros no ha de ser
como lo pretende el mundo: “Pero no ha de
ser así entre ustedes, pues el que quiera ser grande entre ustedes, que sea el
servidor de todos, y el que quiera ser el primero entre ustedes, que sea
esclavo de todos; que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino
a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mc 10,43-45; Cfr Mc 9,35; Mt
23,11; Lc 22,25-27; Eclo 3,18).
Desde esta perspectiva, nosotros somos formados en
la misma escuela de discípulos, en igualdad de condiciones, llamados a vivir en
la espiritualidad cristiana, formados en el servicio, en la fe, con la misma
promesa de participar en el trago amargo del Señor: “Desde luego que beberán la copa que voy a beber” (Mc 10,39a; Cfr. Lc
12,50; Jn 18,11) y participaremos del mismo bautismo del Señor por el
anuncio del evangelio: “Y también, serán
bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado” (Mc 10, 39b; Cfr.
Heb 5,7-8; Is 51,17-22; Ez 23,31-34; Sal 69,2-3.15).
A modo de conclusión 1:
Al respecto San Agustín nos plantea en el Sermón
340A, 1-9
1.
“De la
hez de la carne se les había infiltrado a los discípulos de Cristo, nuestros
apóstoles, un cierto deseo de grandeza, y el humo de la vanidad había comenzado
a llegar ya a sus ojos. Pues, según
leemos en el Evangelio, surgió entre ellos una disputa sobre quién sería el
mayor. Pero el Señor, médico que se hallaba presente, atajó aquel tumor. Cuando
vio el mal que había dado origen a aquella disputa, poniendo delante algunos niños,
dijo a los apóstoles: Quien no se haga como este niño no entrará en el reino de
los cielos (Mt 18,3) En la persona del niño les recomendó la humildad”.
2.
“Cuando
dijo a sus Apóstoles: quien de ustedes quiera ser el mayor, sea el servidor de
todos (Mt 20,26), para que la soberbia humana no se sintiese molesta por ese
nombre servil, inmediatamente los consoló, poniéndose así mismo como ejemplo en
el cumplimiento de aquellos a los que los había exhortado”.
3.
¿Qué
significa, pues, sus palabras: Igual que el Hijo del hombre no vino a ser
servido, sino a servir? (Mt 20,28) Escucha lo que sigue: no vino, dijo, a ser
servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos. He aquí como
sirvió el Señor, he aquí como nos mandó que fuéramos siervos. Dios da su vida
en rescate por muchos: nos redimió ¿Quién de nosotros es capaz de redimir a
otros? Con su sangre y con su muerte hemos sido redimidos; con su humildad
hemos sido levantados, caídos como estábamos; pero también nosotros debemos
aportar nuestro granitos de arena en favor de sus miembros, puesto que nos
hemos convertido en miembros suyos: Él es la cabeza, nosotros el cuerpo”.
4.
“Ahora
les hablo en nombre de Cristo y a ustedes, pueblo de Dios, les hablo en nombre
de la Iglesia de Dios, le hablo yo, un siervo cualquiera de Dios: Su esperanza
no está en nosotros, no está en los hombres. Si somos buenos, somos siervos; si
somos malos, somos siervos; pero, si somos buenos, somos servidores fieles,
servidores de verdad. Fíjense en lo que le servimos: Si tienen hambre y no
quieren ser ingratos, observen de qué despensa sacan los manjares. No te
preocupe el plato en que se te ponga lo que tú estás ávido de comer (...) Miren
a Aquél de quien estoy hablando, el dador de este pan que le sirve. Él mismo es
el pan: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo (Jn 6,51) así, pues, les servimos a Cristo en su lugar: Les
servimos a Él, pero bajo sus órdenes; para que Él llegue hasta ustedes, sea Él
mismo el Juez de nuestro servicio”.
A modo de conclusión 2:
1.
“Al
oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan” (Mc 10,
41) No hay razón para creer que los
demás discípulos se enojaron a causa de la falta de consideración de Santiago y
Juan hacia la situación de Jesús. Con la
segunda predicción de la pasión, los discípulos respondieron discutiendo entre
ellos cuál era el más grande (Mc 9, 33-37)
Ahora, están ofendidos porque están compitiendo para lugares de honor, y
Santiago y Juan están intentando robar el premio por encima de los demás”.
2.
“Saben
que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores
absolutos, y sus grandes las oprimen” (Mc 10, 42) Jesús no reclama a Santiago, ni a Juan y
tampoco reclama a los doce. En vez,
utiliza su comportamiento como base de enseñanza. Podemos estar seguros que tiene la completa
atención de los discípulos. Santiago y
Juan deben estar avergonzados al ver descubierta su cruda ambición. Los demás discípulos están indignados, y
escucharán con cuidado para asegurarse de que Jesús aclare la situación. En vez, Jesús les instruye sobre el reino de
Dios – sus reglas – como funciona”.
3.
“Pero
no ha de ser así entre ustedes, pues el que quiera llegar a ser grande entre
ustedes, que sea su servidor (diakonos). Y el que quiera ser el primero entre
ustedes, que sea esclavo (doulos) de todos” (Mc10, 43-44) Como siempre, Jesús le da la vuelta a las
pretensiones de los discípulos (Mc 10, 42-44) Les propone las Leyes del Reino, que son completamente
diferentes a las leyes de este mundo – Es más, son todo lo contrario. Los que viven según las leyes de este mundo
honran poder. Líderes poderosos son a
menudo egoístas, tiranos simples que tratan mal a sus súbditos”.
4.
“En el
reino de Dios, los honores serán para los que sirven (diakonos – los que
limpian las mesas) en vez de aquéllos que requieren el servicio de otros. El primer premio irá al “siervo de todos” – (doulos)
hacerse inferior a un sirviente (diakonos), que en la antigua sociedad era el
último y más pequeño de todos. La idea
de un esclavo siendo el primero es una paradoja tan absurda como la de un
camello pasando por el ojo de una aguja (Mc 10, 25)”.
5.
“Siervo
de todos” (Mc 10, 44) Un esclavo
típicamente sirve a solo un amo. En otro
lugar Jesús dice, “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque aborrecerá a
uno y amará al otro, o bien se dedicará a uno y despreciará al otro” (Lc 16,13)
Sin embargo un esclavo, siguiendo las órdenes del amo, serviría a todos en la
casa – al hacer esto, servía un solo amo.
Cristo clama que sirvamos a todos – que nos hagamos siervos de
todos. Al hacer esto, servimos a un solo
Señor – Cristo”.
6.
“El
trasfondo de este servicio, lo encontramos en los caticos del Siervo en Isaías
que describe el concepto de liderazgo por medio de servicio, esto fue asumido
por Jesús (Is 42,1-9; 49,1-7; 50,4-9; 52,13 – 53,12)”.
7.
“Jesús
nos llama hacia una ética diferente, diciéndonos que Dios honra servicio en
lugar de poder. Nos reta a comenzar a
vivir por las Leyes del Reino aquí y ahora.
Esto es difícil de vender – y una lección que la iglesia debe volver a
aprender continuamente. “El impulso de
la preferencia se podría llamar el primer enemigo de la iglesia
cristiana”. Cada denominación,
congregación y pastor está tentado a cuidar a Numero Uno primero en vez de
servir las necesidades del reino.
Estamos tentados por grandes títulos, vestimentas, e iglesias – tentados
a predicar la palabra que vende en vez de la palabra de la fe”.
8.
“Jesús
no requiere más de lo que él está dispuesto a dar. Modeló servicio y sacrificio desde la cuna
hasta la tumba. Mientras en la forma de
Dios, “Se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y apareciendo en su porte como hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil 2, 5-8). Ambos la Encarnación y la Crucifixión son
obras de gran servicio y sacrificio”.
9.
“En
rescate por muchos” (Mc 10, 45) Ahora
Jesús dice que dará su vida para rescatar a muchos. En estas pocas palabras, presenta una
teología de expiación. Jesús muestra servicio y sacrificio para sus discípulos,
pero él logra algo que los discípulos no pueden lograr. Solo Jesús puede servir de rescate para
muchos”[5].
“Mas,
si por un lado me atemoriza lo que soy para ustedes, por otro me consuela lo
que soy con ustedes. Soy obispo para ustedes, soy cristiano con ustedes. La
condición de obispo connota una obligación, la de cristiano un don; la primera
comporta un peligro, la segunda una salvación” (San Agustín. Serm. 340,1).
[1]
Los discípulos esperaban que Jesús estableciera un reinado terrenal, en que se
darían diferentes grados de autoridad y honor (SBU. Dios habla hoy. Biblia de
estudio. Comen a Mc 10,37.
[2]
CASALINS, G. Otro texto para no leer: reflexión Mc 10,17-30. Medellín.
Oct. 14 de 2012.
[3]
CASALINS, G. Otro texto para no leer: Reflexión Mc 8,27-35. Medellín. Sept 16
de 2012.
[4]
CASALINS, G. Otro texto para no leer. Reflexión Mc 9,30-37. Medellín. Sept 23
de 2012.
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