sábado, septiembre 15, 2012

TU ERES EL MESÍAS, EL HIJO DE DIOS VIVO II




Mc 8,27-35 

“Quita la Palabra, ¿Y qué es la voz? Si no hay concepto, no hay más que un ruido vacío. La voz sin la Palabra llega al oído, pero no edifica el corazón” (San Agustín. Serm. 293,3) 

La fe en Jesucristo, es camino de conversión, es curación, es romper con todo tipo de sentimentalismos patológicos dentro de la vida espiritual, es dejar todo tipo de culto externo idolátrico que nos lleve al puritanismo; como lo desmitifica Jesús en los dos textos reflexionados anteriormente (Mc 7, 1-8.14-16. 21-23 y 7,31-37) De donde se desprende que el culto ha de ser una experiencia interior, sin contaminación de moralismos escrupulosos.
Quien profesa la fe en Cristo, vive desmitologizando los fantasmas de fe falseada, enferma, para vivir y actuar en razón de la obediencia a Dios y su Palabra. Es vivir en la pascua de Cristo, dejándose sanar, es dejarse abrir los oídos para destrabar la lengua. La fe no solo es compromiso con Cristo, sino con el otro también (Lc 10, 25-37) Si la fe no se concibe desde la espiritualidad cristiana, es vacía, porque no nace del mandato principal, el amor a Dios y al prójimo (Dt 6,5; Lv 19,18; Mc 12, 28-34; Mt 19, 16.19) El cumplimiento de este mandato, es la fe que se testimonia en obras, dice Santiago en su carta.
Santiago en las lecturas de estos dos domingos asume la tradición del amor a Dios y al prójimo, rescatando el compromiso de fe que las comunidades habían olvidado y que hoy a nosotros nos cuesta asumir: “Querido hermanos míos, oigan esto: Dios ha escogido a los que en este mundo son pobres, para que sean ricos en la fe y para que reciban como herencia el reino que Él ha prometido a los que lo aman” (St 2,5; Cfr. St 2,1-4).
Esta fe no surge propiamente de actos cultuales externos, de apariciones piadosas o de otro tipo de devoción de piedad enfermiza sin fundamentación Bíblica, Teológica o del Magisterio Eclesial. Si la fe se sigue concibiendo de esta manera, sería estéril lo mandado por Cristo, que amemos a Dios y al prójimo como a nosotros mismo: “Hermanos míos ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si sus hechos no lo demuestran? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe?” (St 2,14; Cfr. 2,15-26).
El amor a Dios y al prójimo nace de la recta obediencia a la Palabra, por esto, se da razón de la esperanza en la confesión de fe que Pedro hace suya en nombre de la comunidad. Profesión de fe que nace de lo más profundo del  corazón, porque no se ha revelado por la “carne o la sangre” (Mt 16,17) Esta confesión de fe devela la identidad de Jesús que hasta el momento se había mantenido en secreto en el Evangelio. Es la identidad del Resucitado (Jn 19,28-21,25) la confesión de fe de Pedro es abierta, socializa su entrega, pero a la vez, se vuelve mezquino, e indeciso frente a la pedagogía de la cruz (Mc 8, 33).
La actitud de Pedro es contrario a la voluntad de Jesús, de su relación con el Padre (Mc 16,33) Jesús lo reprende con actitud dura, pero amorosa ¡Quítate de mi vista, Satanás!, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres” (Mc 8,33) Sin embargo, Jesús le tiende la mano, lo invita a recorrer el itinerario de fe: 

1.      Fe, con duda: Todavía tienen embolatada sus mentes, por el apego a las tradiciones judaicas, que es el miedo a salir de la oscuridad: ¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste? (Mt 16,31) Frente a esta duda Jesús se acerca, llega a ellos, los invita a no tener mido y ellos al reconocerlo creen: “¡En verdad tu eres el Hijo de Dios!” (Mc 14,33; Cfr. Mt 14,22-33)[1].
2.      Fe de iniciado: Es el proceso en la caminada, con la esperanza de ser transformado por la Palabra: “Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel” (Jn 2,49).
3.      Fe del camino: Es seguir el camino de la cruz (Mt 8,29) Es seguir a quien tiene palabras de vida eterna: “¿Señor a quien vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (Jn 6,68-69; Cfr. Mc 8, 29; Mt 14, 33; 16,16; Lc 9,20). Fe nacida del corazón: “Tu eres el Cristo” (Mc 8,29) Fe de quien asume la cruz como pedagogía de salvación: “Si alguno quiere ser discípulo mío olvídese de si mismo, cargue con su Cruz y sígame” (Mc 8,34).
4.      Fe pascual: Fe pascualizada, fe cristificada, la fe de la comunidad que vive en la pascua eterna; Fe de la gloria y de los dichosos que han creído y van a creer, Fe de comunidad que ha resucitado en Cristo: “Tomás le contestó: Señor mío y Dios mío” (Jn 20,28), Fe de comunidad, que es dichosa porque va a creer en la pascua eterna del Padre en la acción resucitadora de Cristo: “Dichosos los que no han visto y han creído” (Jn 20,29).
Este itinerario de fe es la pascualización y cristificación de la comunidad que cree, que rompe la sordera y destraba la lengua para anunciar el acontecimiento Pascual-Kerygmático: ¡Que Cristo nuestro Señor ha Resucitado! 

A modo de conclusión
Este es el llamado que hace Jesús en esta confesión de fe,  que le reconozcamos y al  reconocerlo le sigamos. El seguidor es el discípulo que está en plena comunión de vida con   Él, quien comparte la misma suerte de Él:
a) Llevar la Cruz (Mc 8,34): Es la consecuencia del anuncio del Evangelio. Dificultades que viven los mensajeros de la Paz, de la Palabra de Dios, es decir vivir en radicalidad el seguimiento a Jesús.
b) Beber del mismo cáliz (Mc 10,38-39;  14,36): Es la participación en la misión de Jesús, compartir la suerte del Maestro, su destino final, el martirio. 
c) Compartir la vida eterna (Mc 10,30): Es vivir en la esperanza del encuentro definitivo con el Señor, es estar expectante del cielo nuevo y de la tierra nueva (Ap 21,1.3-4)[2].
 

Retengamos la palabra, no perdamos la palabra concebida en la médula del alma (…) Todos nosotros creemos en Cristo, esperamos la salvación en Cristo: Esto es lo que la voz hizo sonar” (San Agustín. Serm. 293,3).


[1] CASALINS, G. Otro texto para no leer. Reflexión. Mt 16,13-23. Medellín, Agosto 21 de 2012.
[2] CASALINS, G. Otro texto para no leer. Reflexión. Mt 16,13-20. Medellín, Agosto 21 de 2012.

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