sábado, septiembre 01, 2012

ESTE PUEBLO ME HONRA CON LOS LABIOS PERO SU CORAZÓN ESTÁ LEJOS DE MI

Mc 7,1-8.14-15.21-23 

“Los hechos de hombres se saben solamente por la raíz de caridad. Porque muchas cosas tienen buena apariencia, y sin embargo no proceden de la raíz de caridad. Las zarzas también tienen flores: unas acciones parecen duras, aun salvajes; pero son hechas para disciplina inspirada por la caridad. Entonces, un precepto breve: Ama y haz lo que quieras – si te callas, hazlo por amor; si gritas, también hazlo por amor; si corriges, también por amor; si te abstienes, por amor. Que la raíz de amor esté dentro de ti y nada puede salir sino lo que es bueno.” (San Agustin Com. 1Jn 7,4- 8).

En las reflexiones del capítulo 6 del Evangelio Juan, se enfatizó que para vivir la espiritualidad cristiana es fundamental pascualizar y cristificar todo en Cristo,  camino hacia el reino de Dios y su justicia (Mt 6,33). Este es el proyecto que Jesús nos ha dejado al asumir la Cruz como pedagogía de salvación:
Jesús asume en nombre del Padre la misión de orientar al pueblo, de guiarlo, de acogerlo como pastor (Ez 34,11-31) Jesús mira a este pueblo con ternura, siente compasión de la gente (Lc 1,54; 6,36; 7,13; 10, 25-37; 15,20; 17,13; 18,38; Cfr. Gn 43,30; 1R 3,26; Jr 1,5; 20,17; Job 3,11; Sal 78); no los despide vacíos, sino que los “hace recostar en verdes praderas” (Sal 23) los alimenta con “flor de trigo y los sacia con miel silvestre” (Sal 80,17) con su mirada y  enseñanzas los lleva a la solidaridad del Pan Compartido como consecuencia de esta misión en la que es necesario dejarse hablar al corazón (Os 2,16) para  Que tu amor sea mi consuelo según prometiste a tu siervo. Que me alcance tu compasión, y viviré, porque  tu ley es mi delicia” (Sal 119,77)[1].

Es el Padre que nos habla al corazón, que impregna sus palabras en nuestra vida, que nos hace creer en Él por medio del Hijo:  

1.      Es hacer nuestra confesión de fe como discípulo que inicia su proceso en la escuela del discipulado: “Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel” (Jn 2,49).                  

2.      Es la  profesión de fe en el proceso del aprendizaje en la escuela del discipulado: “Esta confesión de fe, es la vida, en prospectiva de la resurrección en el último día (Jn 6,44.54) En el Hoy de la Cruz, el Hoy del cumplimiento: “Todo está cumplido” (Jn 19,30), el Hoy en que miraremos al traspasado: “Miraran al que traspasaron” (Jn 19,37; Cfr. Zc 12,10) El Hoy de la vida eterna, en el que el Hijo de Dios Muere: “E inclinando la cabeza, entregó el espíritu” (Jn 19,20; Cfr. Jn 20,22) El hoy de la resurrección: “Jesús debía resucitar de entre los muertos” (Jn 20,9) El hoy de la Ascensión (Jn 3,14; 8,28; 12, 34; 15,5) El hoy en que entrega y envía al Espíritu Santo (Jn 19,20.20,22) Este es el Hoy de salvación, que el Hijo nos entregó al recibirlo del Padre (Jn 6,57; Cfr. Jn 5,26; 14,20-21; 17,21-23)”[2].

3.      Y es la profesión de fe de la comunidad que cree, que se ha pascualizado y cristificado en Cristo, la comunidad que ha creído, es la comunidad que ha resucitado en Cristo: “Tomás le contestó: Señor mío y Dios mío” (Jn 20,28), comunidad que es dichosa porque  va a creer en la pascua eterna del Padre dada por la acción resucitadora de Cristo: “Dichosos los que no han visto y han creído” (Jn 20,29).  

Estas confesiones, son el proceso de fe de la comunidad cristiana, que rompe con todo tipo de tradición que esclaviza (algunos rabinos colocaban  613 mandatos que había que cumplir legislados en la sinagoga, desde donde se regulaba la concepción de impureza o de pureza ritual). Pero los seguidores que hacen la profesión de fe al   creer en Jesús se fortalecen con sus Palabras viviendo la espiritualidad del seguimiento desde un compromiso interior.  

Es así como al asumir este compromiso  espiritual, en el texto de Mc 7,1-8.14-15.21-23, se da la reflexión entre  lo que se entiende por Puro e Impuro.  Concepciones, por un lado interpretada por los fariseos y algunos escribas, acuñadas desde las tradiciones rituales de la sinagoga. Y por otro lado, la concepción de Jesús fundamentada en  la Palabra recibida del Padre, actitudes que nacen del interior de la persona, de su corazón: 

1.      Concepción Judía, Farisea y escribas: “Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas- es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos… Y otras muchas cosas que observaban por tradición” (MC 7,2-3.4). Para, lo fariseos, escribas el estado de impureza se determinaba por acciones externas rituales, y la estricta observancia de los preceptos, que incluía muchas veces, los alimentos y por esto caían en los escrúpulos y formalismos exagerados. Vivian preocupados por la pureza externa, por los ritos externos. 

2.      La novedad de la Palabra:Bien profetizó Isaías de ustedes, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí, en vano me rinden culto, pues enseñan doctrinas que son preceptos de hombres. Dejando el precepto de Dios, se aferran a la tradición de los hombres” (Mc 7,6-8). Jesús  le da importancia a la pureza interior, más que al cumplimiento de los ritos o acciones cultuales exteriores. El estado de impureza no lo determinaba una acción ritual exterior, sino una acción moral, interior nacida del corazón (Os 6,6; Am 4,1-5 5,21-25; Is 1.10-17) Es más bien conocer a Dios, obedecerle en la practica del amor al prójimo; eso es lo verdaderamente necesario (Sal 15 40,7-9 50,16).

Jesús le dio trascendencia al desarrollo de la pureza interior y no a la impureza externa, basada en el  ritualismo. El siguió el ejemplo de los profetas, exigiendo la pureza interior (Mc 7,1-23; Mt 15,1-20). En el Antiguo Testamento la pureza era ritual, en el Nuevo Testamento Jesús nos habla que la auténtica pureza procede del corazón del ser humano. El ser humano se hace puro con la Palabra de Dios y con las obras que nacen de su corazón. Jesús proclama dichosos a los que son limpios de corazón y ellos verán a Dios (Mt 5,8). Porque se hacen de corazón puro y de conciencia limpia (Cfr. 1Tim 1,5 3,9; 2Tim 1,3; 2,22). 
 

Por esto, los que asumen el camino de la pascua ya están limpios por la palabra de Jesús (Jn 15,3) En cambio el que no la recibe se hace traidor e impuro (Jn 13,11) La purificación se ha de realizar por la obediencia  a la verdad (1Ped 1,22) Nos purifica la sangre de Cristo en el acto del bautismo (Ef 5,26; Heb 9,13-14). Esta purificación del pecado se da por el bautismo y la aplicación de la obra salvadora de Cristo, pero también por la fe, y nunca sin la obediencia a la fe en su Palabra (Jn 15,3 y Pe 1,22). 

Desde esta perspectiva, cuando se colocan las tradiciones humanas por encima de la Palabra de Dios, se cae en el puritarismo ritual, manipulador y exclavizante. Esta manera de pensar la rechazó Jesús al declarar puro a todo el que cree en Él. Libera de la esclavitud,  que implicaba el cumplimiento ciego de las normas establcidas por los judios, es decir, el conjunto de interpretaciones tradicionales que los rabinos daban a la ley mosaíca y que para ellos tenían tanta autoridad como la de Moisés[3].
Con actitudes así, de darle más importancia a un puritarismo ritual, hemos olvidado lo central de las escrituras, la Justicia de Dios, despreciando el mandato del Señor: “Amárás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Y el segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No existe otro mandamiento mayor que estos” (Mc 12, 30-31).

Este es el mandato principal para vivir la vida en Cristo, desde el amor al Padre y al prójimo, como nos lo plantea San Agustín:

El amor por el que amamos a Dios y al prójimo, resume en sí toda la grandeza y profundidad de los demás preceptos divinos. He aquí lo que nos enseña el único Maestro celestial: Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu entendimiento; Amarás a tú prójimo como a tí mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas (Mt 22,37-40) Por consiguiente, si te falta tiempo para estudiar páginas por página todas la Escrituras, o para quitar todos los velos que cubren sus palabras y penetrar en todos los secretos de las escrituras, práctica la caridad, que lo comprende todo. Así poseerás lo que has aprendido y lo que no has alcanzado a descifrar. En efecto, si tienes la caridad, sabes ya un principio que en sí contiene aquello que quizás no entiendes. En los pasajes de la Escritura abiertos a tu inteligencia la caridad se manifiesta, y en los ocultos la caridad se esconde. Si pones en práctica esta virtud en tus costumbres, posees todos los divinos oráculos, los entiendas o no.

Por tanto, hermanos, persigan la caridad, dulce y saludable vínculo de los corazones; sin ella, el más rico es pobre, y con ella el pobre es rico. La caridad es la que nos da paciencia en las aflicciones, moderación en la prosperidad, valor en las adversidades, alegría en las obras buenas; ella nos ofrece un asilo seguro en las tentaciones, da generosamente hospitalidad a los desvalidos, alegra el corazón cuando encuentra verdaderos hermanos y presta paciencia para sufrir a los traidores (...) La caridad es paciente; es benigna; la caridad no es envidiosa; no obra precipitadamente, no se ensoberbece, no es ambiciosa, no busca su interés, no se irrita, no piensa mal, no se goza con el mal, se alegra con la verdad. Todo lo tolera, todo lo cree, todo lo espera, lo soporta todo. La caridad nunca fenece (1Cor 13).

¡Cuántos tesoros encierra la caridad! Es el alma de la Escritura,la virtud de las profecías, la salvación de los misterios, el fundamento de la ciencia, el fruto de la fe, la riqueza de los pobres, la vida de los moribundos. ¿Se puede imaginar mayor magnanimidad que la de morir por los impíos, o mayor genorisidad que la de amar a los enemigos?.

La caridad es la única que no se entristece por la felicidad ajena, porque no es envidiosa. Es la única que no se ensoberbece en la prosperidad, porque no es vanidosa. Es la única que no sufre el reconocimiento de la mala conciencia, porque no obra irreflexivamente. La caridad permanece tranquila en los insultos; en medio del odio hace el bien; en la cólera tiene calma; en los artificios de los enemigos es inocente y sencilla, gime en las injusticias y se expansiona con la verdad. Imagina, si puedes, una cosa con más fortaleza que la caridad, no para vengar injurias, sino más bien para restañarlas. Imagina una cosa más fiel, no por vanidad, sino por motivos sobrenaturales, que miran a la vida eterna. Porque cree con firmeza en lo que está revelado de la vida futura: Si tolera lo males, es porque espera los bienes que Dios promete en el cielo; por eso la caridad no se acaba nunca.

Busca, pues, la caridad, y meditando santamente en ella, procura producir frutos de santidad. Y todo cuanto encuentres de más excelente en ella y que yo no haya notado, que se manifieste en tus costumbres[4] 

Amodo de conclusión

1.      Por esta razón, lo puro e impuro no se determina por actos externos cultuales, ritualistas, sino por acciones nacidas del corazón: “Ama y haz lo que quieras”.
2.      Pero es necesario tener mucho cuidado con lo que hacemos manifestamos, porque lo que “Realmente contamina al hombre es lo que sale de él. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraudes, libertinajes, envidia, injuria, los chismes, el orgullo y la falta de juicio. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre” (Mc 7, 20-23).
3.      De esta manera,  hay que volver al amor primero, al mandato del Señor: “Les doy un mandamiento nuevo: Que se amen los unos a los otros; que, como yo los he amado” (Jn 13, 34).

“Los hechos de hombres se saben solamente por la raíz de caridad… Ama y haz lo que quieras” (San Agustín. Com 1Jn 7,4-8)


[1] CASALINS, G. Otro texto para no leer: “Y SINTIÓ COMPASIÓN DE ELLOS” Mc 6,30-34. Medellín. Julio 22 de 2012.
[2] CASALINS, G. Otro texto para no leer: “PAN DE VIDA V”. Jn 6,60-69. Medellín. Agosto 26 de 2012.
[3] Cfr. SUB.  La biblia de Estudio. Dios habla hoy. Comentario a Mc 7,3
[4] San Agustín. Serm 350,2-3

No hay comentarios: