sábado, agosto 25, 2012

“YO SOY EL PAN DE VIDA” V

Jn 6,60-69 

La Eucaristía es pan nuestro de cada día, pan del tiempo; y hemos de recibirla no sólo como comida que alimenta el cuerpo, sino también la mente. La virtud que en él se simboliza es la unidad, para que nosotros mismos seamos lo que recibimos: miembros de Cristo integrados en su cuerpo. Sólo entonces será pan nuestro cotidiano” (San Agustín. Sermón 57, 7). 

Los judíos, que no entendieron, siguen velados, no han podido ver más allá del signo, se han quedado en sus propias inquietudes, siguen sin el horizonte pascual (Jn 6,52) no se cristificaron, ni se han pascualizado porque no ven el signo y no lo pueden ver por estar sujetos a las tradiciones judaicas (Jn 6,58), aferrados a la sinagoga (Jn 6,59) No pueden comprender que comer la carne del nuevo cordero los libera, los saca de la esclavitud, que representaban las tradiciones judaicas y la sinagoga. 

Los discípulos, tampoco podían entender este lenguaje, a ellos los mueve el dilema entre asumir el antiguo legado que es lo que los mantiene o escuchar el nuevo lenguaje que los desestabiliza, pero que los cristifica y los pascualiza, dejarse llevar por la vida en Cristo: “Yo ya no vivo, pero Cristo vive en mí. Todavía vivo en la carne, pero mi vida esta afianzada en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2,20).
 
No entender la propuesta pascual-eucarística de Jesús, ha creado conflicto, interior en la comunidad de discípulos: Creer en lo establecido por la religiosidad judía de la sinagoga o la novedad pascual de Jesucristo, ofreciéndose así mismo para dar la vida; esto hace que muchos abandonen a Jesús perdiendo el sentido pascual, incluso llegar a traicionarlo. En sus creencias la comunidad se ha despascualizado, alejándose de Jesús, de su vida, pasando de comunidad a grupos, muchedumbre (Jn 6,2.5):  

1.      Grupo de no creyentes.
2.      Grupos de adeptos – No creyentes
3.      Grupo de discípulos que pierden el horizonte pascual.
4.      Grupo que traicionan (Jn 6,70.71). 

Sin embargo frente a este panorama, surge la esperanza de los que creen, de aquellos que son conducidos por el Padre a Jesús (Jn 5,38; 6,37; 8,25.46-47; 10,25-26), es la comunidad de discípulos que pertenece a los 12 (Jn 6, 67.70) Que confiesa su fe en Él: “¿Señor a quien vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (Jn 6,68-69; Cfr. Mc 8, 29; Mt 14, 33; 16,16; Lc 9,20).

Esta confesión de fe, es la vida, en prospectiva de la resurrección en el último día (Jn 6,44.54) En el Hoy de la Cruz, el Hoy del cumplimiento: “Todo está cumplido” (Jn 19,30), el Hoy en que miraremos al traspasado: “Miraran al que traspasaron” (Jn 19,37; Cfr. Zc 12,10) El Hoy de la vida eterna, en el que el Hijo de Dios Muere: “E inclinando la cabeza, entregó el espíritu” (Jn 19,20; Cfr. Jn 20,22) El hoy de la resurrección: “Jesús debía resucitar de entre los muertos” (Jn 20,9) El hoy de la Ascensión (Jn 3,14; 8,28; 12, 34; 15,5) El hoy en que entrega y envía al Espíritu Santo (Jn 19,20.20,22) Este es el Hoy de salvación[1], que el Hijo nos entregó al recibirlo del Padre (Jn 6,57; Cfr. Jn 5,26; 14,20-21; 17,21-23).

A modo de conclusión 1 

1.      En la reflexión de este capítulo recordamos lo que nos dice el Evangelio de Juan: “Hay además, otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se pusieran por escrito una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran” (Jn 21,25).
2.      Y estas reflexiones: “Han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre” (Jn 20,31).
3.      En estas 5 reflexiones del capitulo 6 no se agota el tema de Jesús Pan de vida, Pan Pascual-Eucarístico,  es necesario seguir profundizando.
4.      Porque la pascualización del creyente es un tema de suma importancia en estos tiempos de poco compromiso: No somos creyentes, decimos ser cristianos, pero no creemos en Cristo. Decimos pertenecer a la iglesia de Jesucristo que es una y nos dividimos, por advocaciones, por religiosidades, por divergencias de piedad popular sin fundamentos bíblicos y eclesiales.
5.      No tenemos identidad: como cristianos no leemos la fuente del cristianismo, la Palabra y su realidad. Y nuestra realidad a la luz de la Palabra.
6.      No tenemos identidad de Iglesia católica perdimos el horizonte, no leemos, no asumimos el compromiso dentro de ella. 
7.      Jesús como pan de vida, nos lleva a recuperar el sentido de la espiritualidad cristiana, que hemos descuidado, nos hemos distraídos de esta espiritualidad, alejándonos de sus exigencias[2]: 

§  De convertirnos al reino y de y anunciarlo (Mc 1,15)
§  Del amor a Dios y al prójimo (Lc 10,26-27)
§  De la misericordia- Actuando como prójimo (Lc 10,28-37)
§  De la identidad cristiana: Amándonos los unos a los otros (Jn 13,34-35; Mt 23,8-9; Lc 10,27; Jn 15,12)
§  De asumir el reino de Dios y su Justicia (Mt 6,33)
§  De Creer en Jesús (Jn 1,12) -  Del servicio a los demás (Mc 10,45)
§  De Participar del destino de Jesús (Mt 16,21.24-25)
§  De ser Llamados por Él (Jn 1,3) - De Estar con él (Mc 3,13)
§  De recibir autoridad para sanar las enfermedades (Mc 3,15; cfr. Mc 6,7-13)
§  De ser testigos de la Resurrección (Hec 1,22)
§  Por medio de la cual se da la denuncia de la realidad vivida (Lc 24,13-24)
§  De recibir catequesis iluminada por  la Palabra (Lc 24,25-29)
§  De ser llamados a la conversión continua (Lc 24,30-32)
§  Para anunciar el mensaje Kerygmático-Pascual (Lc 24,32-35)
§  De una nueva relación con Jesús: mutuo conocimiento y comunión (Cfr. Jn 1,38-39; Mc 3,31-35)
§  De saber que  Jesús va delante de la comunidad (Jn 10,4)
§  De dejarnos Guiar y conducir por Él (Jn 10,16)
§  De escuchar su  voz: la comunidad escucha a su voz (Jn 10,4.16.27)
§  De quien le sigue (Jn 10,4.27)-
§  De quien es enviado (Mc 6,7; Mt 10,5-15; Lc 9,1-6)
§  De quien vive en armonía (1P 3,8-12) -
§  De quien vive en oración y amando al prójimo (1P 4,7-11)
§  De quien no hace daño al prójimo (Rm 13,8-10)
§  De quien vive en la verdad (Ef 4,25-32)
§  De quien es solidario (Lc 9,13;Mc 6,37; Mt 14,16)
§  De hacer nuestra la confesión de Fe (Mt 16,16)

 

A modo de conclusión 2: Según San Agustín

1.      El cuerpo de Cristo no puede vivir sino del Espíritu de Cristo. Por eso el apóstol Pablo nos habla de este pan diciendo: Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque participamos de ese único pan (1 Corintios 10, 17). ¡Qué misterio de amor, qué símbolo de unidad y qué vínculo de caridad! Quien quiera vivir sabe dónde está su vida y de dónde le viene la vida. Que se acerque, y que crea, y que se incorpore a este cuerpo, para que tenga participación de su vida. No le horrorice la unión con los miembros, y no sea un miembro podrido, que deba ser cortado; ni un miembro deforme, de quien el cuerpo se avergüence; que sea bello, proporcionado y sano, y que esté unido al cuerpo para que viva de Dios y para Dios, y que trabaje ahora en la tierra para reinar después en el cielo[3].
2.      El sacramento de esta realidad, es decir, de la unidad del cuerpo y de la sangre de Cristo, se prepara en el altar del Señor, en algunos lugares todos los días y en otros con algunos días de intervalo, y es comido de la mesa del Señor por unos para la vida, y por otros para la muerte. Sin embargo, la realidad misma de la que es sacramento, en todos los hombres, sea el que fuere, que participe de ella, produce la vida, no la muerte[4].
3.       Cuando se come a Cristo se come la vida. No es que se lo mata para luego comerlo, sino que él da la vida a los muertos. Cuando se lo come da fuerzas, sin él debilitarse. No tengamos miedo de comer este pan pensando en que tal vez se pueda terminar y después no encontremos qué tomar. ¡Qué Cristo sea comido; cuando es comido vive, puesto que muerto resucitó! No se lo parte en trozos cuando lo comemos. Así acontece en el sacramento, los fieles ya saben cómo comen la carne de Cristo: cada uno recibe su parte (…). Se la come en porciones, pero permanece todo entero; en el sacramento se lo come en porciones, y permanece todo entero en el cielo, todo entero en tu corazón. (…) Comamos tranquilos el cuerpo de Cristo que no desaparece lo que comemos; comámoslo para no desaparecer nosotros. ¿En qué consiste comer a Cristo? No consiste solamente en comer su cuerpo en el sacramento; muchos lo reciben indignamente y a ellos dice el Apóstol: Quien come el pan y bebe el cáliz del Señor indignamente, come y bebe su condenación. Pero ¿cómo ha de ser comido Cristo? Como él mismo lo indica: Quien come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Entonces, si él permanece en mí y yo en él, es entonces cuando me come y bebe; quien, en cambio, no permanece en mí ni yo en él, aunque reciba el sacramento, lo que consigue es un gran tormento[5].
4.      El maná era signo de este pan. Signos de la persona de Jesús eran todas aquellas cosas. Ustedes van tras el amor de los signos y desestiman al que era significado por ellos. No les dio Moisés pan del cielo. Dios es el que da el pan. ¿Y qué pan es ése? ¿El maná tal vez? No; es el pan que el maná significó, es decir, el mismo Señor Jesús[6].
5.       Así como de muchos granos reunidos, y en cierto modo mezclados entre sí mediante el agua, se hace un solo pan, de idéntica manera, mediante la concordia de la caridad, se crea el único cuerpo de Cristo. Lo que se ha dicho de los granos respecto del cuerpo de Cristo, ha de decirse de los racimos respecto a la sangre, pues también el vino fluye del lagar, y lo que estaba en muchas uvas por separado, confluye en la unidad y se convierte en vino. Así, por tanto, lo mismo en el pan que en el vino se encuentra el misterio de la unidad[7].
6.      Este pan que ven sobre el altar, santificado por la palabra de Dios, es el cuerpo de Cristo. Este cáliz, o mejor, lo que contiene el cáliz, santificado por la palabra de Dios, es la sangre de Cristo. Por medio de estas cosas quiso el Señor dejarnos su cuerpo y su sangre, que derramó para la remisión de nuestros pecados. Si lo han recibido dignamente, ustedes son eso mismo que han recibido[8].
7.      El cuerpo y la sangre de Cristo será vida para cualquie­ra que coma y beba espiritualmente lo que come y bebe de una manera visible. Hemos oído que nos dice el mismo Dios: Lo que vivifica es el espíritu, porque la carne no aprovecha para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida. Pero, hay algunos que no creen. Duras son estas palabras, decían ellos; ¿quién las podrá escuchar? Son duras, ciertamente, estas palabras; son duras para los du­ros de corazón; son increíbles, pero para los incrédulos[9].
 

Esta comida y esta bebida significan la común unidad entre el cuerpo y los miembros que es la Iglesia. (San Agustín. Comentario al Evangelio de san Juan 26, 15).


[1] EL hoy de Dios: Como el tiempo de la visita de Yavéh, o el día de la salvación. La hora viene con Jesús: La hora del anuncio del reino. Sobre todo la hora de la pasión y de su gloria, que lleva a remate el desarrollo del plan salvador de Dios: “He aquí que ha llegado la hora” (Mt 26,45). Es la hora del amor llevado hasta el extremo (Jn 13,1) (X. León Defour. Vocabulario de teología Bíblico. La hora. P. 398.
[2] Casalins, Guillermo. OTRO TEXTO PARA NO LEER: REFLEXIÓN EL REINO DE DIOS VII. Mt 25,1-13. Medellín Nov 6 de 2011.
[3] San Agustín. Comentario al Evangelio de san Juan 26, 13
[4] San Agustín Comentario al Evangelio de san Juan 26, 15.
[5] San Agustín. Sermón 229, 1
[6] San Agustín. Comentario al Evangelio de san Juan 25, 13
[7] San Agustín  Sermón 229, 2.
[8] San Agustín Sermón 227
[9] San Agustín. Sermón 131,1,1

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