Jn 6, 41-51
Extiende tu amor a toda la tierra si quieres amar a Cristo, pues los
miembros de Cristo están en toda la tierra. Si amas sólo una parte, estás
dividido. (San Agustín. Comentario 1Juan 10)
En la reflexión que hemos venido
siguiendo del capítulo 6 del evangelio de Juan, no podemos obviar el referente
pascual-eucarístico del texto: “Yo soy el
pan de vida. El que venga a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá
nunca sed” (Jn 6,35).
Este sentido pascual-eucarístico
evidencia que a pesar de los signos dados por el Signo, del que ha bajado del
cielo (Jn 6,41) el pueblo sigue sin ver, han cerrado sus ojos, han cerrado sus
oídos par ano ver ni escuchar: “Pero ya
se lo he dicho: Me han visto y no creen” (Jn 6,36) Esta incredulidad es
negación de la nueva pascua, es a la vez negarse a hacer la voluntad del Padre
realizada en el que ha bajado del cielo:
“Porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del
que me ha enviado (…) Esta es la voluntad de mi Padre: Que quien vea al Hijo y
crea en Él tenga vida eterna” (Jn 6,38.40; Cfr. Jn 12,45; 14,9; 17,6-8). Desde
esta perspectiva, quien ve al Hijo ha de creer en Él y ver en él al Padre (Jn
14,9); pero esto no ha sido suficiente, la incredulidad ha invadido a la gente[1].
En esta perícopa (Jn 6,41-51) Se
da un giro en la reflexión: hay cambio de lugar[2],
de personajes, ya no aparece la muchedumbre, sino los Judíos, no como totalidad del pueblo,
sino, como un grupo contradictor de Jesús: Judíos que murmuraban de su
enseñanza (Jn 6,41) Como el grupo en el pueblo del éxodo que murmuraban de los
designios de Dios (Cfr. Ex 14,11-12; 16,2-3; 17,3; Nm 11,1; 14,27; 16,41-49;
1Cor. 10,10).
Ahora el centro no es el pan
compartido, pan de vida, como alimento que da vida (Jn 6,35) sino que se
trasciende, al Pan de vida eterna. Porque el que cree dice el Señor: “Yo lo resucitaré el último día” (Jn 6,44)
Se abre el camino hacia la vida eterna (Ap 21-22) [3], cerrado por el pecado de la humanidad (Gn 3,1-11,32)
Para esto ha sido enviado el Pan bajado
del cielo, para dar la vida, colocando “su
morada entre nosotros” (Jn 1,14) La vida eterna es esperanza que llega a la
plenitud en la Cruz (Jn 20,19-29).
El camino de la
vida eterna es la pedagogía que propone Jesús para el que cree: “En verdad, en verdad les digo que el que
cree, tiene vida eterna” (Jn 6,47) Esta vida consiste en una experiencia
salvífica del creyente que va creciendo
pedagógicamente: 1) PECADO-MUERTE: “Yo soy
el pan de vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron” (Jn
6,48); 2) PASCUA: “Este es el pan
que baja del cielo, para que quien lo coma no muera” (Jn 6,50); 3) SALVACION-RESURRECCION: “Yo soy el
pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan vivirá para siempre; y el
pan que yo le voy a dar es mi carne, para vida del mundo” (Jn 6,51)[4].
Estos momentos
de la experiencia pedagógica de la salvación: vida eterna. Es estar en
prospectiva de esperanza: Ver más allá, es ver
“la revelación, es ver con una nueva mirada el
misterio que se nos da en el Pan de Vida, desde una mirada de libertad, no de
esclavitud, es encontrarse con el Padre, es vivir la pascua, esta es la
salvación que nos da el hombre Dios”[5], el pan vivo bajado del cielo.
A modo de Conclusión: El Padre José
Antonio Pagola[6],
plantea:
1.
Jesús
es “pan bajado del cielo”. No ha de ser confundido con cualquier fuente de
vida. En Jesucristo podemos alimentarnos de una fuerza, una luz, una esperanza,
un aliento vital. Que vienen del misterio mismo de Dios, el Creador de la vida.
Jesús es “el pan de la vida”. Por eso, precisamente, no es posible encontrarse
con él de cualquier manera. Hemos de ir a lo más hondo de nosotros mismos,
abrirnos a Dios y “escuchar lo que nos dice el Padre”. Nadie puede sentir
verdadera atracción por Jesús, “si no lo atrae el Padre que lo ha enviado”.
2.
Lo
más atractivo de Jesús es su capacidad de dar vida. El que cree en Jesucristo y
sabe entrar en contacto con él, conoce una vida diferente, de calidad nueva,
una vida que, de alguna manera, pertenece ya al mundo de Dios. Juan se atreve a
decir que “el que coma de este pan, vivirá para siempre”.
3.
Si,
en nuestras comunidades cristianas, no nos alimentamos del contacto con Jesús,
seguiremos ignorando lo más esencial y decisivo del cristianismo. Por eso, nada
hay pastoralmente más urgente que cuidar bien nuestra relación con Jesús el
Cristo.
“Cuando
uno vive tranquilo y sosegado, debe abastecerse de la Palabra de Dios,
depositándola en su corazón al estilo de la hormiga, que soterra el grano en
sus nidos. En buen tiempo se puede hacer
esto; pero viene la mala estación, viene el infortunio, y, en faltando este
alimento interior, sobreviene la ruina y desfallecimiento” (San Agustín. In Ps
36,11).
[1]
Cfr. CASALINS, G. OTRO TEXTO PARA NO LEER: YO SOY EL PAN DE VIDA II, Medellín,
Agosto 5 de 2012.
[2] No
aparece con claridad el lugar, pero por el contexto, no se desarrolla en el
camino, ni a orillas del lago en Cafarnaún. Parece ser que esta discusión se da
en el templo de Cafarnaún, Cfr. Mc 6,1-6; Mt 13,54-57.
[3]
Con su enseñanza, Cristo-Sabiduría nos da acceso de nuevo al árbol de la vida
del que Adán había sido, privado (Prov. 3,18)
Ya nunca más seremos arrojados del paraíso (Jn 6,37); Cfr. (Gn 3,23).
DDB. Biblia de Jerusalén, edición 2008. Comentario (a) de Jn 6,51.
[4]
Este texto recuerda a 1Cor 11,24. Este es mi cuerpo que se da por ustedes (Lc
22,19) Alusión a la pasión. Pero Juan sustituye el termino cuerpo por carne,
que designaba al hombre en su condición de debilidad y de mortalidad (Jn 1,14)
En el judaísmo la expresión “la carne y la sangre” significaban lo mismo (Mt
16,17; 1Cor 15,50; Ef 6,12; Jn 6,56-57). DDB. Biblia de Jerusalén. Edición
2008. Comentario (b) de Jn 6,51.
[5]
CASALINS, G. OTRO TEXTO PARA NO LEER: YO
SOY EL PAN DE VIDA II, Medellín, Agosto 5 de 2012.
[6]http://6865.blogcindario.com/2009/08/07559-reflexion-para-domingo-decimo-noveno-del-tiempo-ordinario-b.html.
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