Mc 6,30-34
“Cuando me haya unido a Ti con todo mi ser, se acabaran para mí los
dolores y los trabajos. Mi vida, toda llena de Ti, será algo vivo. Pero en mi
situación actual, puesto que tu eres la fuerza transformadora de aquellos a
quienes llenas, al no estar yo lleno de ti por el momento soy un peso para mí
mismo” (San Agustín. Conf. L. X, 28,39)
Los discípulos seguidores de Jesús, son enviados
con una misión específica: “Se le da
poder para la expulsión de los espíritus inmundos (Mc 6,7; Cfr. Mc 3,15) ellos
son enviados a llevar la Paz, porque el reino de Dios es paz, recrea la
pedagogía de la tierra nueva y de los cielos nuevos (2P 3,13; Ap 21,1; Is
65,17) desterrando el sufrimiento que oprime a los que han alejado de Dios o a
los que se han alejado. El reino se anuncia e irrumpe rompiendo las barreras
del mal, por eso si los discípulos no son recibidos deben salir e ir a otro lugar,
el sacudir el polvo de los pies es símbolo de rechazo (Mc 6,11; Cfr. Mt 10,14;
Hec 13,51), de esta manera, les manifiesta que así como Él aceptó el rechazo,
deja atrás a los que lo han rechazado y continua su misión en otro lugar (Mc
6,6b)”[1].
Los discípulos cumplen con el envío
y regresan para ESTAR CON JESÚS, de quien brota el misión del seguidor (Mc 3,34-35)
Ellos se reúnen con Jesús, para contarle todo lo que habían hecho y enseñado (Marcos coloca el verbo enseñar de los
discípulos en un segundo plano, porque la enseñanza es exclusivamente de Jesús)
A los que regresan Marcos los llama apóstoles (Mc 6,30); es la primera
vez que aparece este título en el evangelio[2].
En la redacción Marcana se utiliza preferentemente la designación del grupo
como los discípulos, refiriéndose a los
seguidores del Maestro. El envío de los discípulos no se queda en solo
palabras, sino que se concretiza en las acciones realizadas por ellos, con la
autoridad de Jesús (Mc 6,7) y en la que Jesús mismo va a realizar en el milagro
de la solidaridad- Pan compartido - (Mc 6,35-44).
Jesús al ver la multitud siente compasión[3] de ellos, porque parecen “como ovejas sin pastor”; por esta razón, no solo es necesario las palabras, sino también la acción, y esto no queda en simple sentimiento, ni en simples palabras, como hacían las autoridades religiosas judías (Nm 27,15-17; 1R 22,17), quienes habían escondido el amor de Dios misericordioso, abandonando al pueblo, apropiándose de su espiritualidad y de su conciencia (Ez 34,1-10) y no habían sido coherentes con el quehacer de Dios en la historia de la humanidad (Is 56,9-12; Jr 50,6).
Por esta razón, en Marcos, Jesús asume en nombre del Padre la misión de orientar al pueblo, de guiarlo, de acogerlo como pastor (Ez 34,11-31) Jesús mira a este pueblo con ternura, siente compasión de la gente (Lc 1,54; 6,36; 7,13; 10, 25-37; 15,20; 17,13; 18,38; Cfr. Gn 43,30; 1R 3,26; Jr 1,5; 20,17; Job 3,11; Sal 78); no los despide vacíos, sino que los “hace recostar en verdes praderas” (Sal 23) los alimenta con “flor de trigo y los sacia con miel silvestre” (Sal 80,17) con su mirada y enseñanzas los lleva a la solidaridad del Pan Compartido: “A Jesús nunca le estorba la gente. Fija la mirada en la multitud…Nunca los abandonará. Los ve como ´Ovejas sin Pastor´, gente sin guías para descubrir el camino, sin profetas para escuchar la voz de Dios. Por eso ´Se puso a enseñarles con calma´ dedicándoles tiempo y atención para alimentarlos con su palabra curadora”[4].
A modo de conclusión
1. Este
relato es preparación de la pedagogía del Pan compartido (Mc 6,35-44).
2. El
descanso pedido por Jesús, es colocar en él la confianza (Mt 11,28-30).
3. Estar
con Jesús, es dejarse hablar al corazón (Os 2,16).
4.
La multitud le escucha y le sigue porque él es
el nuevo y verdadero pastor (Jn 10) que siente compasión de su pueblo. “Que tu amor sea mi consuelo según
prometiste a tu siervo. Que me alcance tu compasión, y viviré, porque tu ley es mi delicia” (Sal
119,77).
“El que enseña debe evitar
toda palabra que no enseña” (San Agustín. In ps 36,1,1).
[1] CASALINS, G. OTRO TEXTO PAR ANO LEER. REFLEXIÓN Mc 6,7-13. Medellín. Jul 15 de 2012.
[2] La
designación de apóstol que aparece en Mc
3,14, es un añadido posterior de la redacción inicial del evangelio.
[3]
El término "misericordia" se utiliza
para traducir varios vocablos, tanto hebreos como griegos, cada uno de los
cuales tiene un significado propio con diversos matices. El primero de los términos hebreos con que el
AT indica la misericordia es rehamîm, que designa propiamente las
"vísceras" (en singular, el seno materno); pero que en sentido
metafórico se expresa para señalar aquel sentimiento íntimo, profundo y amoroso
que liga a dos personas por lazos de sangre o de corazón, como a la madre o al
padre con su propio hijo (Sal 103,13; Jer 31,20) o a un hermano con otro (Gén
43,30)… El sentimiento que de allí brota es espontáneo y está abierto a toda
forma de cariño. Cuando lo requieren las circunstancias, se traduce
espontáneamente en actos de compasión o de perdón (Sal 106,43; Dan 9,9). El
segundo término es hesed (con todos sus derivados), que a menudo va
unido al anterior en forma de sinónimo o de precisión explicativa (Sal 25,6;
40,12; 103,4; Is 53,7; Jer 16,5; Os 2,21), aunque se distingue de él porque no
nace de un sentimiento espontáneo, sino más bien de una deliberación
consciente, como consecuencia de una relación de derechos y deberes. El
significado fundamental es el de bondad; pero de ordinario se manifiesta en
forma de piedad, de compasión o de perdón, teniendo siempre como fundamento la
fidelidad a un compromiso que se siente como tal… A los dos vocablos señalados
hay que añadir tres verbos con sus respectivos derivados, usados al lado o en
paralelo con rehamfm. Son hanan, mostrar gracia, ser clemente (Éx
33,19; Is 27,11; 30,18; Sal 102,18); hamal, compadecer, sentir
compasión, y por tanto perdonar (Jer 13,14; 21,7); hus, conmoverse,
sentir piedad, sentir lástima (Is 13,18). El término griego utilizado con mayor
frecuencia en los dos Testamentos es éleos (con sus respectivos
derivados), que de ordinario traduce a hesed, pero a diferencia del
mismo no se sitúa en la esfera jurídica, sino en la psicológica, partiendo de
una profunda conmoción de ánimo, que se traduce en gestos de piedad y de compasión,
de bondad y de misericordia. En la práctica desemboca muchas veces en
"limosna" (elemósyna, término derivado directamente de éleos)
o beneficencia para con los pobres y los necesitados, tantas veces
recomendada en la Biblia (Tob 4,7.16; Eclo 29,8; Mt 6,2-4; Lc 11,41; 12,33; He
3,2-3.10; 9,36; 10,2.4.31; 24,17). También, con un uso muy reducido aparece el
vocablo oiktirmós, que subraya el
aspecto exterior del sentimiento de compasión, en cuanto que se traduce en
conmiseración y condolencia, y luego en piedad y misericordia. De ordinario
traduce el hebreo rehamim, aunque también otros vocablos que significan
mostrar gracia y favor. Finalmente, aunque de uso todavía más reducido está splánjna, que literalmente equivale a
rehamim ("vísceras"), aun cuando sólo en una ocasión traduce este
vocablo (Prov 12,10). Expresa condescendencia, amor, cariño, simpatía y
benignidad, pero también misericordia y compasión. http://www.mercaba.org/DicTB/M/misericordia.htm).
[4]PAGOLA,
José Antonio. El camino abierto por Jesús. Marcos. Bogotá 2012. Ed. PPC. P.
127.
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