viernes, junio 01, 2012

SANTISIMA TRINIDAD II



Mt 28,16-20
“Mira, Señor Dios y creador nuestro. Cuando estén bajo control frente al amor puramente humano nuestros afectos por los que moríamos debido a la vida desordenada y cuando la gente comience en realidad a vivir por medio de una vida buena, y cuando llegue a realizarse tu palabra” (…) Así sabrán ver cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto”

                                                                      (San Agustín. Conf. L XIII,  22,32)
 

Entre las características que encontramos en la predicación de Jesús resaltamos tres:           1) Jesús  presenta a Dios como Padre, motivo de su gran amor a la humanidad,  que lo hace cercano al pobre, al marginado, al enfermo y al que sufre.  2) Que se predique el evangelio a todos los pueblos. 3) Formación e instrucción de los discípulos en el camino y privadamente a los 12. 

De esta manera, 1) En los sinópticos al recoger estas características de la predicación de Jesús, manifiestan que quien pasó haciendo el bien fue crucificado, que al resucitar lo reconocieron como el Hijo de Dios.  2) En el evangelio de Juan, se resalta que el Resucitado es el que estaba en el principio con el Padre, fue quien murió en la cruz como el Hijo de Dios; mostró el rostro de Dios, que está unido a Él, y juntos envían el espíritu a los discípulos  revelando a plenitud la verdad que el Hijo recibió del Padre.

Esta experiencia vivida en la comunidad de discípulos se manifiesta en la predicación del evangelio, con la tarea de bautizar, propiciando la salvación a todo el que crea en Él (Mc 16, 14-18; Mt 28,16-20; Lc 24,36-49; Jn 20,19-23) Esta predicación kerygmática, va unida a la invocación del Dios comunidad, el Dios de la vida, el Dios familia, revelado por el Hijo y testificado por el Espíritu, es el anuncio trinitario del amor en la oración que Jesús dirige al Padre (Jn 17,21-23): 

El Señor Jesús, cuando ruega al Padre que 'todos sean uno, como nosotros también somos uno' abriendo perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere una cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad. Esta semejanza demuestra que el hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás" (GS 24).

De esta manera, si Dios es uno, en el amor, no debemos caer en el sin sentido de separarlos y dándoles características individuales al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. La razón principal de Dios, es ser Dios. Dios creador, Dios redentor, Dios santificador, resumiendo, Dios es Dios y la esencia de Dios es el amor, Él es el amor del amor, por esto, no son distintos dioses, sino Uno en la unidad del amor como nos lo manifiesta el evangelio de Juan (Jn 10,30; 14,20; 17,10) Esta intrarelación de amor es lo que nos recuerda San Agustín al referirse a Dios como Trinidad: 

“Las personas divinas son tres: la primera, que ama a la que de ella nace; la segunda, que ama a aquella de la que nace; y la tercera, que es el mismo amor” (De Trinitate 6, 5, 7). Estos tres son uno: no tres amores, sino un único, eterno e infinito amor, del único Dios que es amor. Por eso para Agustín si queremos ver a Dios, es necesario ver el amor: Ves a la Trinidad, si ves el amor” (De Trinitate. 8, 8, 12). Este único Dios, que es Uno y Trino en el amor: “Así que son tres: el Amante, el Amado y el Amor”, es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (De Trinitate  8, 10, 14).

Desde esta perspectiva: “La Trinidad es un misterio de fe en sentido estricto, uno de los misterios escondido en Dios, que no pueden ser conocidos si no son revelado desde lo alto (Cc.V I: DS 3015) Dios, ciertamente, ha dejado huellas de su ser trinitario en su obra de Creación y en su Revelación a lo largo del Antiguo Testamento. Pero la intimidad de su Ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón e incluso a la fe de Israel antes de la encarnación del Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo”[1].
La Trinidad es centro fundamental de nuestra fe desde la historia de nuestra salvación, abriendo la posibilidad de vivir en la Iglesia pos-pascual como familia- comunidad: La comunidad pos-pascual catecumenal, es una gracia del amor profundo de Dios a su Iglesia que busca su identidad a la luz de la fe, que es llamada a la conversión “porque el tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva” (Mc 1,15), esta comunidad es la que busca el reino de Dios y su justicia (Mt 6,33), acogiendo la Palabra de Dios, fortaleciendo este camino en la nueva familia-comunidad a través de la celebración festiva de los Sacramentos[2].

A modo de Conclusión: La pastoral  trinitaria en la Iglesia

1.      El camino trinitario en la comunidad eclesial plantea un reto en la pastoral de renovación que se quiere para el anuncio Kerygmático-pascual. Es el Dios comunidad, el Dios trinitario que propicia en la Iglesia el encuentro festivo de la celebración de los Sacramentos.

2.      Desde el acontecimiento festivo de la celebración, las comunidades catecumenales asumen la responsabilidad de recrear en la comunidad eclesial el  camino de la renovación sacramental en perspectiva trinitaria: “Se trata de una experiencia que introduce en una profunda y feliz celebración de los Sacramentos, con toda la riqueza de sus signos. De este modo, la vida se va transformando progresivamente por los santos misterios que se celebran, capacitando al creyente para transformar el mundo” (DA 290; Cfr. DA 291) Por lo tanto, esto apunta al discipulado de Jesús: Ser discípulos es un don destinado a crecer[3].

“Pero tu Palabra, Dios, es fuente de vida eterna y no pasa. Por eso, tu Palabra controla nuestra desviación y nos aleja de lo mundano”.                                                                                                    (San Agustín. Conf. L XIII, 21,31)


[1] Cat. Iglesia Católica. 237
[2] CASALINS, G. Celebración de los símbolos en los sacramentos de iniciación cristiana Bautismo y Confirmación-Monografía- Bogotá 2011. P. 91.
[3] CASALINS, Guillermo. Otro Texto para no leer: Comunidad Trinitaria I. Junio de 2011.

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