Jn
10,11-18
“El amor del que apacienta las ovejas del Señor debe ser tan grande que
sea capaz de vencer incluso el temor natural de la muerte, que hace que nos
resistamos a morir aun cuando deseamos vivir con Cristo” (San Agustín, Trat.
sobre Evang. S. Juan, 123, 5).
Jesús Resucitado asume la imagen y
condición del Buen Pastor aplicada en el Antiguo Testamento a Dios y a los que dirigen
(Sal 23,1; Is 40,11; Jr 23,1-6; Ez 34,11-31; 37,24). Este titulo también es atribuido
a Jesús en el Nuevo Testamento (Mc 6,34; Mt 9,36; 18,12-14; Lc 15,4-7; Jn
10,1-21; Heb 13,20; 1P 2,25; 5,4; Ap 7,17) enmarca la necesidad de la comunidad
de colocar a Jesús resucitado como el que dirige, como el Buen Pastor del nuevo
pueblo de Dios, de igual manera es tarea que se le encomienda a los que han aceptado
el llamado de la comunidad para su dirigencia y pastoreo (Jn 21,15-19).
Como miembros de este nuevo
rebaño, pueblo de Dios, por la misión encomendada por Jesús resucitado, los
pastores de este rebaño de bautizados (Mc 16,15-18; Mt 28, 18-20; Hec 1,7-11) están
llamados como bautizados a seguir el pastoreo a imagen del Buen Pastor, acogen
a los hermanos, dan la vida por ellos, se hacen pescadores de hombres (Mc 1,
17; Lc 5, 10) es decir, son los que viven como discípulos del Buen Pastor:
1. Llamados por el Buen Pastor (Jn 1,35-37).
2. creando
relaciones de mutuo conocimiento y comunión (Mc 3,31-35; Jn 1,38-39).
3. Dejando que sea el Buen Pastor que vaya delante de ellos (Jn 10,4).
4. El Buen Pastor es quien guía a la comunidad
(Jn 10,16).
5. La comunidad es sensible a su voz, reconoce al
Buen Pastor (Jn 10,4.16.27).
Desde esta perspectiva, debemos
tener presente que el Resucitado es el Buen Pastor porque ha dado la vida por
sus ovejas (Jn 10,11; Cfr. Jr 23,36-6; Ez 34,11-31) y la cuida con amor, Él es
el amigo del rebaño y se entrega a su cuidado arriesgando la vida por este
amor: “Nadie tiene amor más grande que el
que da la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les
mando” (Jn 15,13-14). Los que asumen esta misión de dirigencia y pastoreo
en la comunidad han de ser obedientes a las Palabras del Buen Pastor. Jesús como Buen pastor llama y el que es llamado a este pastoreo en su
nombre, se hace contradicción frente a los que no escuchan su voz y no son
obedientes a sus Palabras, son malos pastores, porque son como el asalariado
que no les importa en nada las ovejas (Jn 10,12-13; Cfr. Jr 23,1-3ª; Ez
34,1-10).
Jesús Resucitado es el buen Pastor,
que arriesga todo por su rebaño, y da la vida por sus ovejas (Jn 10,11) Él es
el Buen Pastor, es el YO SOY, nombre del Señor. Nombre del Dios que se le
reveló a Moisés (Ex 3,14) del Dios que se solidarizó con el sufrimiento del
pueblo, el YO SOY, es El Dios de los profetas,
que está con el pueblo (Is 43,24; 44,24- 25; 45,5.18.19; 46,9) Jesús al
utilizar este nombre se identifica con Dios. Y al referirse a sí mismo, se hace
uno con Dios mismo, es el YO SOY, principio y fin de todo lo creado (Ap 1,8.17;
2,8; 21,6; 22,13; Is 41,4; 44,6).
Este nombre es el que la comunidad
Joánica da a Jesucristo en su acción como Pastor:
− “Yo soy, que hablo” (Jn 4,26). − “Yo soy el pan de
vida” (Jn 6,35). − “Yo soy el pan vivo” (Jn 6,51). − “Yo soy la luz del mundo”
(Jn 8,12; 9,5). − “Antes que Abraham fuese, yo soy” (Jn 8,58). − “Yo soy la
puerta de las ovejas” (Jn 10,7). − “Yo soy la puerta” (Jn 10,9). − “Yo soy el
buen pastor” (Jn 10,11). − “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn 11,25). − “Yo
soy el camino, y la verdad, y la vida” (Jn 14,6). − “Yo soy la vid verdadera” (Jn
15,1).
De esta manera, Jesús es identificado con Dios, él y el Padre son Uno
(Jn 10,30; 17,10) y se identifica con su rebaño, se hace uno con ellos, si
permanecen unidos (Jn 15,4; 17,11) así como es uno con el Padre, conoce a las
ovejas, experimenta su alegría y esperanzas y es atento a sus quejas como Dios
con su pueblo. De la misma manera como el Padre lo conoce y él conoce al Padre
(Jn 10,15) Esta unión entre el Padre y el Hijo permite la comprensión de
identificar a Jesús como igual a Dios que los judío percibieron pero no
aceptaron (Jn 1,1; 2,11; 8,16.29; 10,33; 14,9-10; 17,11.21). Esta es la
interrelación entre el Padre y el Hijo (Jn 14, 20) Por esto, Juan coloca esta relacionalidad desde el principio hasta
el final del evangelio:
¾ “En el principio existía la Palabra la
Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios” (Jn 1,1).
¾ Jesús les dice a los líderes judíos,
“Yo y el Padre somos uno” (Jn 10,30).
¾ Frente al rechazo de los judíos, Él los
cuestiona: “Aunque a mí no me crean, creed al menos por las obras. Y así sabrán
y conocerán que el Padre está en mí, y yo en el Padre” (Jn 10,38).
¾ En Jn 17, Jesús ora por los discípulos, “Para que
todos sean uno. Como tú, Padre, en mí, y yo en ti”. (Jn 17,21).
¾ Jesús resucitado los envía de la misma
manera que el Padre lo envío (Jn 20,21-23).
A modo de conclusión
1.
Esta relacionalidad de mutua comunión entre el Padre y el Hijo (Jn 17,22) es participación para todos los que el Padre le ha dado (Jn 17,6) y
para los que creen haciendo lo que Él les manda y para los que van a creer en
Él por las Palabras de los que han sido enviados como pastores (Jn 17,20; 20,29).
2.
El llamado es ser servidores del rebaño
de Dios, gastar la vida por Jesús y por el pueblo de Dios. (Jn 3,16). Es dejar
de desoír las Palabras del Buen Pastor y empezar a hacer su voluntad para hacer
lo que Él manda (Jn 15, 13-14).
“Oh Dios, que eres siempre el mismo,
conózcame a mi, conózcate a Ti” (San
Agustín. Sol. 1,1,1).
[1]
Cfr. CASALINS, Guillermo. Otro Texto para no leer. Reflexión: Jesús Resucitado
el Buen Pastor. Jn 10,1-10. Mayo 201).
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