sábado, marzo 24, 2012

LO HE GLORIFICADO Y VOLVERÉ A GLORIFICARLO

Jn 12,20-33 

“Escucha, hombre: no camines según el hombre, sino según aquel que hizo al hombre; no te apartes de aquel que te hizo a ti ni siquiera para buscarte a ti” (San Agustín. Conf. 4,11) 

Jesús glorificado es signo de salvación para todo el cree en Él, su glorificación es la pascua en la Cruz: Muerte y Resurrección. Él al ser levantado-glorificado, es símbolo de liberación. La cruz es el poema de amor del Padre, es la primavera en la sequía de nuestra vida-padecimiento de la humanidad. La cruz es el florecimiento del árbol donde yace la salvación del mundo. En la Cruz el Padre acoge al Hijo junto a todo el que cree en él. En la cruz Él ha atraído a todos hacia si mismo (Cfr. Jn 3,14; 8,28; 12,32). 
El ser glorificado en la pedagogía joánica, es dar la vida, para que esta germine como el grano de trigo (Jn 12, 24-25) y cubra los campos desolados por la resequedad del reinado del pecado (Jn 12,31) Pero cuando el Hijo sea levantado vencerá al pecado y  florecerá la vida eterna (Mc 8,34-35; Mt 10,38-39; 16,24-25; Lc 9,23-24; 14,27; 17,33).  

Por esta razón, en el evangelio de Juan, se escucha la voz del Padre que habla al Hijo en la angustia de su corazón (Jn 12, 27): “Ya lo he glorificado, y lo voy a glorificar otra vez” (Jn 12,28). Indicándole de esta manera el camino a seguir, como en los sinópticos. La comunidad joánica no es ajena  a la tradición teofanica de los sinópticos (Mc 1,11; 9,7;  Mt 3,10; 17,5;  Lc 3,22; 9 ,35), que revelan a Jesús como el Hijo amado del Padre, quien asume  el camino hacia la cruz como glorificación.  

Es así que la voz del Padre, es la voz de elección; es voz que envía; es voz que reconforta en la angustia: “En medio de su gran sufrimiento, Jesús oraba aún más intensamente, y el sudor le caía a tierra como grandes gotas de sangre” (Lc 22,44; Cfr. Mc 14,33-34; Mt 26,38). Es la voz al siervo elegido como el predilecto. Jesús es el siervo sufriente que ha sido reconfortado por la voz del Padre, en el silencio de su solidaridad. Él se ha hecho dolor con su dolor, acogiéndolo como el Hijo amado:

 
Mi siervo tendrá éxito,
 Será levantado y puesto muy alto.
Así como muchos se asombraron de él,
Al ver su semblante,
Tan desfigurado que había perdido toda apariencia humana,
Así también muchas naciones se quedarán admiradas;
Los reyes, al verlo, no podrán decir palabras,
Porque verán y entenderán algo que nunca habían oído.
(Is 52, 13-15) 

El camino hacia la glorificación de Jesús en la pedagogía joánica ha de entenderse desde la resurrección misma, iluminada teológicamente en los canticos del “Siervo sufriente” de Isaías (Is 42,1-9; 49,1-7; 50,4-11; 52, 13-53,1-12)[1]. En Isaías estos canticos manifiestan la resistencia de un pueblo que sufre (Sal 137), el pueblo que Dios ha levantado de su adversidad,  cambiando su condición de miseria en glorificación.  

En los evangelios sinópticos y en Juan hay una lectura teológica de estos canticos, colocan a Jesús como el siervo sufriente que asume el sufrimiento y lo vence. Jesús Hijo de Dios, es el siervo sufriente ha sido escuchado en el sí de la Cruz, de esta manera, Dios ha manifestado su amor a través de la glorificación del Hijo a la humanidad, rescatándola de la miseria que causa el pecado, llevándolos a Él (Cfr. Jn 14,1-4)[2]

Los Evangelios al hacer esta lectura asumen que Jesús es el “Siervo Sufriente” por: - Ser manso y humilde de corazón (Mt 11,29); - Anunciar la salvación a los pobres (Lc 4,18-21); - Estar en medio de su pueblo como el que sirve (Lc 22,27); - Ser el Señor y el Maestro (Jn 13,12-15); - Ir hasta al extremo de las exigencias del amor en el que se manifiesta este servicio (Jn 13,1; 15,13); - Dar su vida en rescate de la multitud de pecadores (Mc 10,43-45; Mt 20,26-28); - Ser considerado y tratado como malvado (Lc 22,37; Cfr Is 53,12); - Morir en la cruz (Mc 14,24; Mt 26,28; Lc 23,46; Jn 19,30); - Tener éxito (Is 52,13-15; 53,10); - Haber resucitado (Mc 8,31;9,31; Mt 20,19; Lc 18,33; Jn 3,14; 8,28; 12,32).
A modo de conclusión 

1.      Al asumir estas características la comunidad joánica, manifiesta que la glorificación, es la hora del siervo, es la hora revelada en el principio (Jn 1,1.14; Cfr 2,4; 4,21.23.5, 25; 7,30; 8,20), es la hora de la salvación de la humanidad, es la hora de su pasión, es la hora de la cruz. Es la hora que ha llegado a su plenitud en la Resurrección (Jn 7,6. 8.30; 8,20; 12,23-27.28; 13,1; 17,1) Esta es la hora de la glorificación del Siervo sufriente (Jn 12,23).

2.      Es la hora decisiva, es la hora de mirar al traspasado de quien ha salido Sangre y Agua (Jn 19,34) Sangre: Símbolo de muerte; Agua: Símbolo de la vida que Jesús comunica por el Espíritu (Jn 4,14; 7,37; Heb 13,12; 1Jn 1,7; 5, 6-8).

3.      Es la hora del retorno del Señor glorificado. Es la hora de pasar de este mundo al Padre (Jn 13,1). Es la hora de la Resurrección, es la hora de la vida, donde es juzgado el mundo por no creer. (Jn 3,18; 12,47-48; 16,8-11). 

“Para que Así la vida no sea  asesinada en primavera”. (Carlos Pizarro, León Gómez)

[1] En estos poemas se describe al siervo como un profeta elegido y llamado por el Señor, colmado de su espíritu y enviado a cumplir una misión en beneficio no solo de Israel sino de todas las naciones. Para llevar a cabo su misión, debe afrontar muchos padecimientos, pero el Señor lo sostiene con su poder y al final lo eleva a una dignidad tal que provoca la admiración de reyes y naciones (Cfr. Is 52,13-15) El Nuevo Testamento cita repetidamente estos “Cantos del siervo sufriente” y los interpreta como una anticipación profética de la persona y la obra de Cristo (Cfr. Mt 8,17; Hec 8,32-33; Ro 15,21) (SBU. La biblia de estudio-Dios habla hoy. Comentario a Is 42,1-9).
[2]Cfr.  CASALINS, Guillermo. Otro texto para no leer: Reflexión Jn 1,1-18. Medellín Dic 25 de 2011.

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