Jn 12,20-33
“Escucha,
hombre: no camines según el hombre, sino según aquel que hizo al hombre; no te
apartes de aquel que te hizo a ti ni siquiera para buscarte a ti” (San Agustín.
Conf. 4,11)
Jesús glorificado es signo de salvación para todo
el cree en Él, su glorificación es la pascua en la Cruz: Muerte y Resurrección.
Él al ser levantado-glorificado, es símbolo de liberación. La cruz es el poema
de amor del Padre, es la primavera en la sequía de nuestra vida-padecimiento de
la humanidad. La cruz es el florecimiento del árbol donde yace la salvación del
mundo. En la Cruz el Padre acoge al Hijo junto a todo el que cree en él. En la
cruz Él ha atraído a todos hacia si mismo (Cfr. Jn 3,14; 8,28; 12,32).
El ser glorificado en la pedagogía joánica, es dar
la vida, para que esta germine como el grano de trigo (Jn 12, 24-25) y cubra
los campos desolados por la resequedad del reinado del pecado (Jn 12,31) Pero
cuando el Hijo sea levantado vencerá al
pecado y florecerá la vida eterna (Mc
8,34-35; Mt 10,38-39; 16,24-25; Lc 9,23-24; 14,27; 17,33).
Por esta razón, en el evangelio de Juan, se escucha
la voz del Padre que habla al Hijo en la angustia de su corazón (Jn 12, 27): “Ya lo he glorificado, y lo voy a
glorificar otra vez” (Jn 12,28). Indicándole de esta manera el camino a
seguir, como en los sinópticos. La
comunidad joánica no es ajena a la
tradición teofanica de los sinópticos (Mc 1,11; 9,7; Mt 3,10; 17,5; Lc 3,22; 9 ,35), que revelan a Jesús como el
Hijo amado del Padre, quien asume el
camino hacia la cruz como glorificación.
Es así que la voz del Padre, es la voz de elección;
es voz que envía; es voz que reconforta en la angustia: “En medio de su gran sufrimiento, Jesús oraba aún más intensamente, y
el sudor le caía a tierra como grandes gotas de sangre” (Lc 22,44; Cfr. Mc
14,33-34; Mt 26,38). Es la voz al siervo elegido como el predilecto. Jesús es el
siervo sufriente que ha sido reconfortado por la voz del Padre, en el silencio
de su solidaridad. Él se ha hecho dolor con su dolor, acogiéndolo como el Hijo
amado:
Mi
siervo tendrá éxito,
Será levantado y puesto muy alto.
Así
como muchos se asombraron de él,
Al
ver su semblante,
Tan
desfigurado que había perdido toda apariencia humana,
Así
también muchas naciones se quedarán admiradas;
Los
reyes, al verlo, no podrán decir palabras,
Porque
verán y entenderán algo que nunca habían oído.
(Is
52, 13-15)
El camino hacia la glorificación de Jesús en la
pedagogía joánica ha de entenderse desde la resurrección misma, iluminada
teológicamente en los canticos del “Siervo sufriente” de Isaías (Is 42,1-9; 49,1-7;
50,4-11; 52, 13-53,1-12)[1]. En
Isaías estos canticos manifiestan la resistencia de un pueblo que sufre (Sal
137), el pueblo que Dios ha levantado de su adversidad, cambiando su condición de miseria en
glorificación.
En los evangelios sinópticos y en Juan hay una
lectura teológica de estos canticos, colocan a Jesús como el siervo sufriente
que asume el sufrimiento y lo vence. Jesús Hijo de Dios, es el siervo sufriente
ha sido escuchado en el sí de la Cruz, de esta manera, Dios ha manifestado su
amor a través de la glorificación del Hijo a la humanidad, rescatándola de la
miseria que causa el pecado, llevándolos a Él (Cfr. Jn 14,1-4)[2].
Los Evangelios al hacer esta lectura asumen que Jesús es el “Siervo Sufriente” por: - Ser manso y humilde de corazón (Mt 11,29); - Anunciar la salvación a los pobres (Lc 4,18-21); - Estar en medio de su pueblo como el que sirve (Lc 22,27); - Ser el Señor y el Maestro (Jn 13,12-15); - Ir hasta al extremo de las exigencias del amor en el que se manifiesta este servicio (Jn 13,1; 15,13); - Dar su vida en rescate de la multitud de pecadores (Mc 10,43-45; Mt 20,26-28); - Ser considerado y tratado como malvado (Lc 22,37; Cfr Is 53,12); - Morir en la cruz (Mc 14,24; Mt 26,28; Lc 23,46; Jn 19,30); - Tener éxito (Is 52,13-15; 53,10); - Haber resucitado (Mc 8,31;9,31; Mt 20,19; Lc 18,33; Jn 3,14; 8,28; 12,32).
A modo de conclusión
1.
Al asumir estas características la comunidad joánica,
manifiesta que la glorificación, es la hora del siervo, es la hora revelada en
el principio (Jn 1,1.14; Cfr 2,4; 4,21.23.5, 25; 7,30; 8,20), es la hora de la
salvación de la humanidad, es la hora de su pasión, es la hora de la cruz. Es
la hora que ha llegado a su plenitud en la Resurrección (Jn 7,6. 8.30; 8,20;
12,23-27.28; 13,1; 17,1) Esta es la hora de la glorificación del Siervo sufriente
(Jn 12,23).
2.
Es la hora decisiva, es la hora de mirar al
traspasado de quien ha salido Sangre y Agua (Jn 19,34) Sangre: Símbolo de muerte; Agua: Símbolo de la vida que Jesús comunica por el Espíritu (Jn
4,14; 7,37; Heb 13,12; 1Jn 1,7; 5, 6-8).
3.
Es la hora del retorno del Señor glorificado. Es
la hora de pasar de este mundo al Padre (Jn 13,1). Es la hora de la Resurrección,
es la hora de la vida, donde es juzgado el mundo por no creer. (Jn 3,18; 12,47-48;
16,8-11).
“Para que Así la vida no sea asesinada en
primavera”. (Carlos Pizarro, León Gómez)
[1] En estos poemas se describe al siervo como un profeta elegido y llamado por el Señor, colmado de su espíritu y enviado a cumplir una misión en beneficio no solo de Israel sino de todas las naciones. Para llevar a cabo su misión, debe afrontar muchos padecimientos, pero el Señor lo sostiene con su poder y al final lo eleva a una dignidad tal que provoca la admiración de reyes y naciones (Cfr. Is 52,13-15) El Nuevo Testamento cita repetidamente estos “Cantos del siervo sufriente” y los interpreta como una anticipación profética de la persona y la obra de Cristo (Cfr. Mt 8,17; Hec 8,32-33; Ro 15,21) (SBU. La biblia de estudio-Dios habla hoy. Comentario a Is 42,1-9).
[2]Cfr.
CASALINS, Guillermo. Otro texto para no
leer: Reflexión Jn 1,1-18. Medellín Dic 25 de 2011.
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