sábado, marzo 31, 2012

DOMINGO DE RAMOS II


Mc 14,1-15,1-47 

Perdona a tus deudores para que Dios perdone tus deudas. He aquí la clave para evitar el naufragio; he aquí el caldero para achicar el agua de tus debilidades. Por las rendijas del barco de tu fragilidad, se filtra el agua de tu malicia” (San Agustín. Serm 278,10-13).
Hoy celebramos el peregrinaje del Hijo de Dios hacia la cruz, la cruz es el tiempo en el cual el Padre ha manifestado su amor en la Pascua de la Muerto y Resurrección del Hijo, allí el “Siervo Sufriente” ha sido glorificado. Él que es la Palabra que estaba en el principio con Él y descendió para ser luz de la humanidad (Jn 1,1-14) Ahora asciende al Padre  como Señor glorificado (Hec 1,6-11).
El domingo de ramos como se plantea tradicionalmente, se celebra la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, aclamado como el Santo de Dios. Nosotros reducimos este acontecimiento, proclamándolo simplemente como rey, rodeándolo de los ropajes humanos del reinado, en estas categorías centramos la predicación. Incluso nos vestimos de capa roja, salimos en burro y esperamos que la gente bata palmas; hacemos de la celebración una representación al estilo de teatro callejero. ¿Pero predicamos a Jesús Siervo de Dios, pobre y humilde como nos lo manifiestan las Escrituras? “Alégrate, ciudad de Sion: aclama Jerusalén, mira a tu rey que está llegando: justo, victorioso, humilde, cabalgando un burro, una cría de burra” (Zac 9,9).

El año pasado reflexionábamos que el reinado de Jesús es presentado por lo evangelios como el camino que recorre el Sirvo de Dios (Is 50,4-11) hacia la unción en la Cruz:


Los autores de los Evangelios, lo que  tratan de manifestar es la entrada de Jesús glorificado, el Hijo de Dios Resucitado, el siervo que ha sido ungido por su Señor: “Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he revelado ni me he echado atrás” (Is 50,4) (…) En los Evangelios, Jesús entra montado en un burrito, no como Rey sino como Hijo del Padre, en la sencillez de corazones libres (…) Según la tradición bíblica del Nuevo Testamento el título de rey en Jesús es porque ha sido ungido por el Padre en la Cruz. La Unción de Jesús en la Cruz,  se da, no como la de alguien que gobierna, sino como aquel que se coloca en las manos del Señor para hacer su voluntad, es el siervo  sufriente que libera a su pueblo: “Ahora llega para mi servidor la hora del éxito; será exaltado, y puesto en lo más alto. (Is 52, 13-15)[1].

El acontecimiento de la cruz y la glorificación son el núcleo de la reflexión evangélica sobre la pasión de Jesús y desde allí se entiende su reinado (Mc 1,1; 15,39) en perspectiva de su mesianismo (Mc 8,29) como  al que traspasaron (Jn 19,37; Zac 12,10) entregando su vida para redimir los pecados de la humanidad. ¡Oh Feliz culpa que mereció tal redentor!
El texto de la pasión de Marcos, revive el sentido de la cruz como camino hacia el Padre (Mc 14-15)  Es la conclusión de una gran introducción. Allí, Jesús asume su condición de siervo, condición de Hijo de Dios que ha sido glorificado. Este acontecimiento pascual es como un salmo de glorificación. El  relato de la pasión es la tradición más antigua que dio pasó a la unidad literaria que tenemos en los evangelios. EL relato de la pasión es el centro de la predicación, de la catequesis en las celebraciones litúrgicas de las primitivas comunidades cristianas, que hacían en memoria de Jesús en la Fracción del Pan.
Se deduce que así como en la pascua judía se hacia memoria de las proezas del Señor en favor del pueblo de la Antigua Alianza: el éxodo, la alianza (Ex 20-23,19) su origen (Dt 26,5-9) lo cual era volver a recorrer el camino a la libertad, esta conmemoración impresa en la mente, en el corazón y en todo el ser de la familia, es la acción de gracias, es el cantico de  conmemoración recitado en el Gran Hallel (Sal 111-118).
Las  primitivas comunidades cristianas imprimían este carácter de conmemoración en la pascua- fracción del pan-cena del  Señor- Pero proclamando el camino recorrido por Jesús hacia la cruz- acontecimiento Pascual de su Muerte y Resurrección. En esta conmemoración se desarrolla literariamente los relatos en los evangelios (Mc 14-15; Mt 26-27; Lc 22-23; Jn 18-19).
La pasión es el hilo conductor de la Pascua, la verdadera pascua se da con la muerte del verdadero Cordero (Is 53,7). Este es el camino recorrido por el Siervo de Dios, es su  misión que llega a su plenitud en la glorificación de la cruz (Mc 1,14; 3,6; 8,31; 9,31; 10,33; 11-13) La Pascua es la conmemoración de la liberación de los cristianos acontecida en la cruz. Esta pascua es la fiesta de liberación que  tiene  sentido en la Pedagogía de la cruz.


A modo de conclusión

1.      En la cruz se escucha la voz de la buena nueva (Mc 1,15), allí el reino de Dios irrumpe: “Y empieza a atraer a las personas, provoca conflictos y tensiones (Mc 2,1-3.6; Lc 12,51-53) Por eso Jesús fue combatido e insultado. De él dijeron de todo: ateo, sin Dios (Jn 9,16) poseído por el maligno (Mc 3,22), loco (Mc 3,22); blasfemo (Mt 26,25) Malhechor (Jn 18,29) subversivo (Lc 23,2.5) contrario a los impuestos (Lc 23,2) opositor del César (Jn 19,12) enemigo del templo (Mt 26,61).

2.      Él no se detuvo y siguió su misión: (Mc 1,16-45):  1) Crear la comunidad (Mc 1,16-20); 2) Crear la conciencia crítica del pueblo ante sus líderes (Mc 1,21-22);            3) Combatir el poder del mal (Mc 1,23-28) 4) Salvar la vida del pueblo (Mc 1,29-34) 5) Permanecer unidos al Padre por medio de la oración (Mc 1,35) 6) Mantener la conciencia de la misión y no detenerse (Mc 1,36-39) 7) Liberar y reintegrar a los marginados en la convivencia humana (Mc 1,40-45)” [2]. 

“El dar es mérito para recibir” (San Agustín. Epis 266,1)


[1] CASALINS, Guillermo. Otro texto para no leer: Reflexión Domingo de Ramos, Bogotá 2011.
[2] MESTERS, Carlos. La Biblia el libro de la Alianza. Bogotá 1988. Ed Paulinas. Pag. 80-81

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