sábado, enero 07, 2012

“PORQUE HEMOS VISTO SALIR SU ESTRELLA Y VENIMOS A ADORARLO”


Mateo 2, 1-12 

“Las posesiones superfluas de los ricos son la necesidad de los pobres. Por eso el almacenar cosas superfluas es una forma de robar” (San Agustín. In Ps 147,12)

La manifestación de Dios a los pueblos se desarrolla en el marco de la comunidad de creyentes por medio de la realización del encuentro humano-divino, intercambio solidario de Dios que ha colocado su tienda entre nosotros: “Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros, lleno de amor y verdad. Y hemos visto su gloria, la gloria que como Hijo único recibió del Padre” (Jn 1,14).
Jesús ha nacido en el seno de su pueblo pobre (Lc 2,6-20) para que se cumpla la tradición bíblica anunciada por los profetas: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel" (Mt 2,6; Cfr. Mq 5,2).
La promesa se universaliza a todos los pueblos así lo reflexiona teológicamente Mateo y Lucas en dos acontecimientos: La visita de los magos (Mt 2,1-12) y la visita de los pastores (Lc 2, 8-20) Ellos fueron a ver el acontecimiento de Nazaret guiados por el Ángel y la estrella: "Hacia Israel avanzará una estrella, y un nuevo reinado aparecerá en Israel" (Cfr. Nm 24,17) Esta es la luz que ilumina a las naciones (Cfr. Mt 2,9) al igual que en el pasado fue guiado el pueblo de Israel (Ex 13,17-22) Ahora el pueblo que vivía en las tinieblas ha sido guiado hacia el pesebre, la casa de la liberación cumplimiento de todas las promesas bíblicas sobre el Mesías.
Estas promesas hechas realidad, llenan todas las expectativas del nuevo pueblo, un pueblo que vivía iluminado por la gracia de la universalidad del mensaje, simbolizado en presencia de los magos, narración única de Mateo; porque Lucas resalta la visita de los pastores en el pesebre. Mateo coloca la visita en una casa, esta diferencia también hace referencia a la universalidad del mensaje, presencia de Jesús resucitado en medio de los pueblos.
Desde este horizonte, los “reyes”, título dado a los visitantes de oriente en Mateo no pertenece a la tradición bíblica, pertenecen a la tradición apócrifa asumida por la tradición eclesial y difundida hasta nuestros días dándole nombre propio a los visitantes e incluso se presume que eran tres magos por los regalos. Desgraciadamente  la tradición se ancló en este detalle, hoy no podemos quedarnos allí, sino profundizar en la simbología teológica que representa la visita de los magos.
Lo mismo que en los relatos evangélicos del nacimiento de Jesús nos hemos quedado simplemente con los detalles y no con la reflexión teológica: En Lucas solo se resalta el pesebre; no hacemos referencia a la teología del pesebre. En Mateo se resalta la visita de los magos-reyes- y sus regalos de Oro, Incienso y Mirra, haciendo grandes disertaciones sobre ellos; pero no qué es lo que teológicamente plantea Mateo y Lucas.
La presencia de los magos implica que Jesús es visitado y anunciado por todos los pueblos y debe ser adorado como rey (oro), como pastor (incienso), como el ungido del Padre (mirra) Lo que implica que Jesús ha sido reconocido por todos los pueblos. La universalidad del mensaje de Mateo comienza con la narración de la infancia de Jesús en la genealogía (Mt 1,1-18). Se trata de hacer coincidir el itinerario de Jesús en la infancia con  el itinerario del Pueblo de Israel (Mt 1,18-25; 2,1-12.13-15.16-23) Aunque es difícil hacer este planteamiento con precisión, se puede traslucir en el fondo de los relatos propios de Mateo que estos se han colocado con la intención de demostrar que el cumplimiento de la promesa es realizable en la persona de Jesucristo.
Este es el itinerario de la comunidad cristiana que se recorre desde la espiritualidad, y no desde una falsa piedad que se ha convertido en idolatría cristiana organizadora de cultos sin espiritualidad y sin Jesucristo (sin palabra, sin oración) Esto es lo que muchas veces nos deja sin piso al plantear una reflexión coherente con el evangelio que nos fortalezca en nuestra fe y en la espiritualidad religiosa que es necesario desarrollar en el caminar de la comunidad eclesial (Mt 7,7-12).
De esta manera, el itinerario de la comunidad se orienta hacia una pastoral bien organizada, fruto del proyecto evangelizador:

La pastoral ha de estar orientada a la   conversión, convertirnos es volver nuestros corazones, nuestros pensamientos, al amor  primero que nace del amor del Padre que ha sido revelado por el Hijo y comunicado por el Espíritu Santo, es volver a retomar la armonía de una comunidad eclesial que vive su fe desde la presencia de la Trinidad[1]. La pastoral estará entonces, orientada al esfuerzo de dinamizar la comunidad: “Nos interpela profundamente a imaginar y organizar nuevas formas de acercamiento a los fieles para ayudarles a valorar el sentido: de la vida sacramental, de la participación comunitaria y del compromiso ciudadano (…) Esto constituye un gran desafío que cuestiona a fondo la manera como estamos educando en la fe y como estamos alimentando la vivencia cristiana; un desafío que debemos afrontar con decisión, con valentía y creatividad (…) O educamos en la fe, poniendo realmente en contacto con Jesucristo e invitando a su seguimiento, o no cumplimos nuestra misión evangelizadora (…) Así asumimos el desafío de una nueva evangelización, a la que hemos sido reiteradamente convocados”(DA 285-287)[2]. 

“Donde hay unidad, hay comunidad. Donde no hay unidad, hay turbamulta, es decir, una multitud turba” (San Agustín. Serm. 103,4)


[1] “La Iglesia peregrinante es, por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo según el plan de Dios Padre”  (AG.2).
[2] CASALINS, Guillermo. Celebración de los símbolos en los Sacramentos de iniciación cristiana Bautismo y Confirmación. Bogotá 2010.

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