domingo, abril 24, 2011

TRIDUO PASCUAL



“Toda mi esperanza, Señor, estaba en tu sola misericordia. Dame, Señor, lo que pides, y pídeme lo que quieras”
                                                     (San Agustín. Conf. 10,29)


JUEVES SANTO
La tradición, nos indica que en este día se participa de esta fiesta eucarística para celebrar tres momentos fundamentales en la vida del Cristiano: 1) Día de la institución del Sacerdocio ministerial: 2) Día de la institución de la Eucaristía; 3) Día del Servicio: Mandamiento del Amor.
Estos tres momentos si lo miramos en conjunto conllevan a la consagración, a la solidaridad y al servicio del pueblo  de Dios.
1.      El Sacerdocio se da por asociación con el sacerdocio de Cristo, quien fue ungido en la Cruz y allí entrega su sangre y su cuerpo al pueblo. Este sacerdocio  con el pasar de los años es asumido como institución divina por la comunidad que lo trasmite a hombres que quieren ser consagrados para el servicio del culto a Dios, Esta consagración se hace por medio de la imposición de manos que se utilizaba para el envío a una misión invocando la presencia del Espíritu.
2.      La Eucaristía, nace de la tradición en que Cristo se ofrece  a  sus discípulos como  el pan de vida entregado y su sangre como la nueva Alianza para el perdón de los pecados y  se hace en memoria de Cristo (Mc 14, 22.25; Mt 26,2629; Lc 22,14-20; Jn 6, 51-59; Cfr. 1Cor 11,23-26) Este acontecimiento hunde sus raíces en la pascua judía y luego con el cristianismo asume su carácter participativo en la fracción del pan, con  la novedad que quien es ofrecido es el mismo Cristo-Resucitado.
3.      El Servicio: Mandamiento del Amor, se desprende de la disponibilidad de Jesús de hacer la voluntad del Padre y así como él siendo el maestro lo hace, también nosotros lo hagamos (Jn 13,1-15) ya que él no ha venido a ser servido sino a servir: “Porque el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar la vida como rescate por muchos”. (Mc 10,45)
La asociación de estos tres momentos, nos llevan pedagógicamente a comprender que el Dios humano y sencillo es revelado por Jesús como Padre. Y que, lo que celebramos hoy es la partida de Jesús al Padre, pero a la vez, es para quedarse presente a través del pan y el vino, en su Cuerpo y en su Sangre. Desde este horizonte, sí hay otras explicaciones al acontecimiento litúrgico de hoy,  éstas forman parte de reflexiones un poco alegóricas sacadas muchas veces de contexto de la tradición y que repetimos sin darle la orientación adecuada, para hacerlas comprensibles a la gente.
Desde la perspectiva de la pedagogía de la liturgia de hoy, es necesario llevarle  al pueblo un mensaje comprensible en el cual se le manifieste que: Lo esencial del cristianismo, es  ser de Cristo,  es asumir los rasgos de Cristo, que ser cristianos es asumir la pedagogía de la Cruz en nuestra caminada. La pedagogía de la Cruz, consiste en que el discípulo participa del destino del maestro, la Cruz. Y frente a esto no hay una propuesta de condicionamiento, como muchas veces, colocamos los cristianos. Sino una propuesta de convicción desde la fe.
VIERNES SANTO
El camino se ha recorrido, Jesús, como siervo inocente va camino al madero, al árbol de la Cruz que se ha convertido en árbol de la vida, allí Jesús asume su destino final, se entrega por amor  a su pueblo haciendo la voluntad del Padre, Jesús como siervo de Dios ha sido condenado a Muerte, cargando sobre si la injusticia y la miseria que causa el pecado: “Y el Señor cargó sobre él todos nuestro crímenes. Maltratado, aguantaba, no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja muda ante el esquilador, no abría la boca” (Is 53,6-7) Jesús ha  asumido en su propia vida haciéndose pecado, la herida del pueblo sufriente, ha hecho el sacrificio de redención por la dignidad humana. Dios ha bajado a solidarizarse con el dolor del ser humano.
Jesús en la Cruz, nos salva de la injusticia en la que vivimos sometidos por el pecado. Es desde esta perspectiva que concebimos  la  salvación que recibimos de parte de Dios. Pero es necesario para que esta salvación se dé  que hagamos realidad  el reino de Dios y su justicia: “Busquen primero el reino de Dios y su justicia” (Mt 6,33) Jesús entrega su vida por hacer viable el Reino en su propia vida, desde el amor que supera todo amor: “Tanto amó dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que quien crea en Él no muera, sino tenga vida eterna” (Jn 3,16)
El que muere en la Cruz es quien ha asumido nuestra condición humana, ha sido coherente de su ser como Hijo de Dios y por esta coherencia ha recibido la condena a la muerte, y sin embargo no ha juzgado al mundo, sino que lo ha redimido: “Dios no envío a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de Él” (Jn 3,17)
Hoy Jesús asume la condición de muchos hermanos que mueren por causa de la violencia, pero también de muchos inocentes que son condenados antes de nacer por el derecho a la “libre personalidad”. Jesús muere por la crueldad institucionalizada del despilfarro del presupuesto nacional y que crea todo tipo de violencia e injusticia, Jesús muere por aquellos que han colocado las tinieblas frente a la luz: “el juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz. Y es que sus acciones eran malas” (Jn 3,19) También es condenado a muerte  por las obras buenas que ha hecho, siendo acusado de blasfemo (Jn 10,33) Pero Jesús muere para atraer a muchos hacia sí: “Cuando yo sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12,32)
Hoy viernes santos ¿qué es lo que celebramos? ¿A qué hemos venido? ¿A ver un espectáculo, que es en lo que muchas veces se ha convertido nuestra celebración? O ¿a vivir el momento? Hoy no celebramos un simple momento, celebramos la vida que brota de su costado. La liturgia de hoy no es un espectáculo, es celebración, es vida, es la dinámica del Espíritu que se recrea en los corazones del que se convierte, para vivir desde Dios.
            
                   SABADO SANTO - DOMINGO DE RESURRECCIÓN-PASCUA
Hemos llegado al inició del camino que empezamos a recorrer desde la cuaresma hasta hoy, tiempo de gracia en la caminada en que Jesús ha salido triunfante por medio de la glorificación del Padre. Jesús ha resucitado, ha dado vida en medio de la muerte, su muerte no ha sido en vano. Ha resucitado,  por todos los que se convierten y creen en Él, para vivir en Dios.  
Jesús ha vuelto a la tierra, está en cada hermano que sufre. La muerte ya no tiene dominio sobre Él; la loza que cerraba el paso a la luz, ha sido retirada; ya podemos ver y creer, que aquel que murió, ya no está: “Entraron, pero no encontraron el cadáver del Señor Jesús” (Lc 24,3) porque está entre nosotros: “No tengan miedo. Ustedes buscan a Jesús Nazareno, el crucificado. No está aquí, ha resucitado” (Mc 16,6; Cfr Mt 28,5-6)) Entonces ¿por qué buscan entre los muertos al que está vivo? (Lc 24,5) La sábanas está en el  suelo (Cfr. Jn 20,5) Y su cuerpo ha salido del lugar de la oscuridad, la muerte ha sido vencida por  la luz de la resurrección, la vida es el camino de salvación.
En este tiempo de pascua que comienza hoy simbolizado por la luz del Cirio, que se ha encendido, brilla la luz de la esperanza; es Jesús resucitado quien abrió la tumba símbolo del pecado, Jesús ha roto las cadenas de la muerte, dando libertad a los cautivos, devolviendo la esperanza en medio de la desesperanza, es Jesús que sale victorioso de la muerte: “Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se apareciese, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados de antemano por Dios: a nosotros que comimos y bebimos con él después de la resurrección” (Hec 10,40-41) Los testigos de este acontecimiento han dado razón de su fe y de su esperanza (Cfr. 1P 3,15) y nosotros que hemos heredado este testimonio, seremos los testigos del Cristo vivo (Cfr. Lc 24,13-35)
Ahora bien, la liturgia de estos días, no se ha quedado en el viernes santo, ha trascendido, se vive como un solo día y la simbología de estos días son lineamientos pedagógicos, establecidos para enriquecer la fe en el caminar de la comunidad. Los símbolos son: la luz, la imposición de las manos, el soplo, la aparición a María Magdalena, el anuncio que ella le hace a los discípulos (Jn 20, 11-18) La presencia de Jesús en medio de los discípulos, el saludo de paz, el envío que les hace, la incredulidad de Tomás: que al ver  las heridas de sus manos, y palpó su costado, creyó (Jn 20,19-31) La aparición en el lago, la pesca y el envío de Pedro (Jn 21) Todos estos símbolos van mostrando que Jesús ha sido glorificado por Dios quien es el gestor de la vida.
La liturgia recoge estos símbolos y los coloca como prueba que Jesús Resucitado es el mismo que murió en la Cruz. Y porque hemos visto, hemos creído y damos testimonio de nuestra fe: “¿No saben que un poco de levadura fermenta toda la masa? Barran la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que son panes ázimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así, pues, celebramos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y de maldad), sino con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad” (1Cor 5,6b-8)
Por esta razón, la resurrección es el camino de nuestra salvación, no en vano ha sido el sacrificio de quien murió en la Cruz, porque nadie ha amado como él: “Nadie te ama como Yo…Mira la cruz esa es mi grande prueba… Nadie te ama como yo… Mira la cruz, fue por ti, fue porque te amo... Nadie te ama como yo” (Martín Valverde) Es esta verdad la que hoy anunciamos: Que la “Buena Noticia nos manifiesta la justicia de Dios que libera exclusivamente por la fe” (Rm 1,17) para alcanzar su gracia (Cfr. Rm 5,1-11)
“No hace mártires las penas. Los hace las causas buena”
                                                             (San Agustín. In Ps. 34,2,13)  

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