sábado, junio 26, 2010

EDUCAR PARA ACABAR LA MISERIA




“En esta tarea y con creatividad (…) se deben diseñar acciones concretas que tengan incidencias en los Estados para la aprobación de políticas sociales y económicas que atiendan las variadas necesidades de la población y que conduzcan hacia un desarrollo sostenible” (DA 403)




Durante muchos años se ha hablado de renovar la concepción que tiene nuestro pueblo de política y la manera de hacer política, no pretendemos definirla, sino que tenemos que plantearnos la necesidad de hacer un desarrollo cultural para modificar las costumbres políticas ancestrales que marcan en este aspecto la concepción que se tiene acerca de este concepto con el cual nos ha tocado vivir por más de doscientos años. Se hizo el intento, pero el mismo pueblo enraizado en esta cultura ancestral de corrupción, de “ilegalidad” y del “todo vale”, sigue el legado heredado y se empeñó en mantenerlo.

El intento de educación y formación quedó aplazado por una falsa victoria apoyada en esta tradición. No es que estemos lamentándonos, por estos hechos, pero si es conveniente que sigamos proyectando estás propuestas a nuestra gente, es necesario seguir el camino por una esperanza Verde que llene los horizontes colombianos con la novedad que implica el cambio y que no se tenga miedo frente a una propuesta diferente llena de respeto por la vida, que vaya en contra de todo totalitarismo del “todo vale” y de “ley del atajo” del “Ajá y cómo voy yo ahí”.

La educación sabemos todos que es propiciadora del cambio, un pueblo ignorante es presa de su propia destrucción, pero un pueblo educado es principio fundamental de progreso y de libertad para decidir, cambiar y buscar caminos de un progreso o desarrollo sostenible: Buscamos un nuevo orden político, social y cultural, se busca crear la nueva cultura de la paz, donde no se politicen los procesos de paz, se cree en una justicia cimentada en el amor y solidaridad, donde todos tengamos la misma oportunidad de salir a las calles, de desayunar, tranquilos, de almorzar, de comer de dormir con nuestros propios sueños.

Queremos borrar la idea de patria que nos han dibujado los políticos de turno que se visten no del color de su partido, sino del color de la corrupción, de la deshonestidad, del aprovechamiento de la poca preparación que tiene nuestro pueblo, para engañarlos con promesas falsas y muchas veces salidas de la realidad, en la cual se burlan de nuestra gente pobre, liderando según ellos las banderas del cambio, de la honestidad, de la anticorrupción, de la justicia social, de un cambio moral, en un “Gobierno de Unidad Uacional” para un “Gobierno de Participación”.

Un principio fundamental que propicia por medio de la educación es actuar con equilibrio frente a las personas, la eliminación de la miseria no implica el menosprecio de los pobres, ellos son otro Cristo que padecen en medio de la tortura, del hambre, de la soledad, de la ignorancia. Es necesario desde esta perspectiva educar para acabar con la miseria y no perpetuarla, por egoísmo propio que nos hace convertir en asesinos de nuestros hermanos:

“Elimina la miseria, y ya no habrá lugar para las obras de misericordia...Tu amor va a ser más verdadero, si quieres a una persona feliz, a la que no tienes que dar nada. Ese amor será más sincero e indiviso. Cuando concedes dádivas al ser desafortunado, puedes fácilmente caer en la tentación de exaltarte a ti mismo y de sujetar al pobre. Ellos necesitan y tu has compartido. Has cumplido un servicio y te parece que eres mayor que aquellos a quienes has servido. Tú deberías querer que fueran iguales a ti, de manera que ambos pudieran depender del Unico a quien no se le concede dádivas” (San Agustín. Com. In 1 Jo.8,5)

Iluminamos esta propuesta educativa con este ejemplo que coloca San Agustín en el libro de la ciudad de Dios, que es una anécdota del encuentro de Alejandro Magno con un pirata derrotado por él: “Alejandro cuestionó a un pirata cautivo, ‘¿Cuál es tu idea, infestando el mar?’ Y el pirata contestó, ‘la misma que la tuya, que infestas la tierra. Más dado que mi barco es pequeño, a mi me llaman pirata. Pero como tú tienes toda una gran marina de guerra, te llaman emperador”. Desde esta perspectiva Agustín explica: si de los gobiernos quitamos la justicia, ¿en qué se convierten sino en bandas de ladrones a gran escala? Y estas bandas, ¿qué son sino reinos en pequeño? Son un grupo de hombres, se rigen por un jefe, se comprometen en un pacto mutuo, reparten el botín según la ley por ellos aceptadas.

Supongamos que a éstos se le van sumando nuevos grupos de bandidos y llega a crecer hasta ocupar posiciones, establecer cuarteles, tomar ciudades y someter pueblos, abiertamente se autodenominan gobierno de unidad. Es lo que ha pasado con el triunfo del Uribismo-Santismo.

Ahora bien, en un pueblo sin educación la miseria reinará; los pobres, por ser pobres siempre son considerados bandidos, pero los que roban descaradamente los presupuestos de los pueblos en un gobierno democrático de “Unidad Nacional”, se llaman señores.






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