“Hoy la educación se ha diseñado para que los estudiantes odien el estudio, odien la lectura, odien la realidad en la que viven y se odien entre sí”
Dos interrogantes podríamos hacernos:
1. ¿Qué tipo de educación queremos en Colombia? Y
2. ¿qué tipo de estudiantes queremos formar?
Y a estos dos se le puede agregar un tercer interrogante: ¿Con qué pedagogía estamos formando?. Estos interrogantes se plantean como un espacio de reflexión, ya que en el momento no tenemos claridad hacia donde va el horizonte educativo colombiano, hay muchos intentos por crear espacios de reflexión al respecto, pero hace falta un compromiso serio y dinámico que vigorice este caminar educativo en Colombia.
Desde esta perspectiva debemos tener modelos pedagógicos que se proyecten para ir creando conciencia de la necesidad de fomentar estructuras que respondan a las necesidades de un quehacer educativo en nuestro país. Donde se desarrolle el pensamiento investigativo de nuestros educandos y docentes, en una comunidad educativa que enseña y que aprende.
Esta comunidad educativa debe ser dinámica y que responda a las exigencias de una educación fomentada en criterios de reflexión y que realice este proyecto, encarnados en las realidades humanas, lugar de encuentro, de acogida y de diálogo, regazo de los desheredados y casa de amistad y concordia. Nuestros colegios deben conservar esta estructura comunitaria si quieren en verdad, ser centros de formación. Más que una enseñanza en el orden estricto de lo académico debe imperar el deseo de servicio en la concordia y la amistad donde se vivan buenas relaciones de un ideal comunitario.
Un elemento fundamental para tener en cuenta en la educación, es que debe partir de la realidad en que se desenvuelve. Conocer y amar a los educandos destinatarios de la formación: “No debe darse a todos la misma medicina, aunque a todos haya que darle el mismo amor. A unos hay que amarlos con gentileza, a otros con severidad[1]”.
La educación es un acompañamiento personal y grupal; acompañar en pedagogía es oferta de amistad gratuita, reciprocidad, búsqueda en común. “Enséñame, Señor, lo que tengo que enseñar, enséñame lo que tengo que aprender[2]”.
Por esta razón en pedagogía debe situarse junto al otro, socorrerlo desde la cercanía, solidaridad, sinceridad, comprensión, es decir, todos participamos de la misma escuela en la que somos discípulos del único Maestro, Jesucristo Nuestro Señor, a la manera de Agustín. Todos los cristianos estamos llamados a hacer este recorrido de cercanía solidaria con nuestros hermanos, desde nuestra opción de pueblo y desde nuestra opción personal, es decir de lo individual a lo comunitario; es un camino que vamos recorriendo hacia el encuentro con el otro, camino de desierto. Camino que nos lleva a la “liberación, de búsqueda de Dios; porque en la escuela del Señor, todos somos condiscípulos[3]”.
En esta propuesta que se hace debe enfocarse a desarrollar lo que nos plantea el articulo “Un acercamiento a la pedagogía conceptual”: “Los docentes no son pozos de saber sino acompañantes de un proceso en el que también aprenden, también investigan y también producen conocimiento y cuya misión primordial es desarrollar las operaciones intelectuales correspondiente a cada etapa del pensamiento del ser humano”, es decir conoce conociendo y esto debe proyectar un itinerario en todo el camino de los educando que contagiados con este proceso también ellos encaminan su reflexión hacia el aprender aprendiendo.
La educación debe ser al igual que la comunidad, participativa, dialogante. El principal objetivo es la formación de la persona. Toda acción educativa va orientada al servicio del joven y a su formación integral. Un sistema educativo que no responda a las necesidades requeridas para que el joven se desarrolle como persona, tiene necesariamente que ser revisado y reestructurado. Muchas veces se confunde un sistema educativo con una clásica disciplina normativa; la disciplina cuando no está en función de la construcción del hombre, para que este se cree libre y responsable, capaz de responder a los retos que plantea la sociedad, debe ser evaluada y replanteada. La disciplina está en función del hombre, a su servicio. Lo mismo la educación, está al servicio del hombre, de su liberación, ayudándolo a liberarse de la esclavitud alienante de la sociedad.
El error más grave que se puede cometer en el sistema educativo es confundir la disciplina con normas, las normas o leyes jamás deben convertirse en dogmas, los dogmas responden a una verdad cuando no tiene razones para defender sus postulados. Las normas responden a momentos de crisis, cuando todos los argumentos de convivencia se acaban. Ellas hacen hombres esclavos, alienados incapaces de responder por sus actos y de asumir retos, las normas están diseñadas para mantener una estructura en crisis. La norma es la fuerza impuesta por la minoría cuando sus argumentos entran en cuestionamientos. Muchas veces estas hacen que la autoridad se comporte de una manera autoritaria, lo que crea malestar e inconformismo en la gran mayoría. En cambio la disciplina crea hombres libres, porque carece de toda normatividad dogmática, sino que su fuente es el amor: “Es mejor amar con severidad que engañar con suavidad” (San Agustín. Epist.93,2,4) La propuesta es clara la disciplina va encaminada a la libertad del hombre, apela a su condición humana, va al corazón, no es racional, ni dogmática, la disciplina educa: “La educación es un trabajo de amor. Y cuando se ama de verdad, o no se trabaja en absoluto, o se ama, incluso, el trabajo que se hace” (San Agustín. Bond. Vid. 21,26)
Por esta razón, cuando se educa para una buena disciplina encontramos hombres capaces de pensar, de solucionar problemas, capaces de ser ellos protagonistas de sus decisiones, van siempre a la delantera y estos son los verdaderos caminantes de la verdad, la verdad no está en ellos, sino que consiguen un grupo de amigos y siguen en búsqueda hacia la plenitud de la verdad. Por esta razón es mejor una buena disciplina fruto del amor y de la tolerancia que una norma bien estructurada que lleva a crear hombres incapaces de pensar y de actuar por si mismos.
Esta sería la misión de la pedagogía: “Como disciplina que estudia y propone estrategias para lograr la transición del niño del estado natural al estado humano, hasta la mayoría de edad como ser racional auto conciente y libre”.
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