Un día mientras pastoreaba se le apareció el Señor a Moisés y le dijo: “Claramente he visto como sufre mi pueblo” (Ex 3,7), desde ese momento se empieza a gestar un proceso de liberación en todo el pueblo. Claramente vemos nosotros como se desangra nuestro pueblo por una conciencia fratricida incrementada por la violencia, familias desplazadas, pueblos destruidos, madres y padres desconsolados por la ausencia o desaparición de sus hijos, niños huérfanos que deambulan por las calles solitarias donde las hojas de los árboles han enmudecido y solo se escucha el estruendo de un fusil que ha silenciado una vida. Aunque existen informes gubernamentales que todo eso es asunto del pasado. Y sin embargo, frente a esta situación seguimos sin gestar procesos de liberación que nos conduzcan por el camino de la paz, donde vuelva a florecer la vida en primavera.
Dios sigue mirando la opresión de su pueblo y es un testigo silencioso porque sus pastores hoy han silenciado su voz se dedican a prácticas externas y sin sentido, olvidándose de la misión encomendada por el Dios de la vida, el Buen Pastor, que escucha el clamor de su rebaño; mientras sus pastores se dedican a pastorearse así mismos: “¡Ay de los pastores de Israel, que se cuidan así mismos! Lo que deben cuidar los pastores es el rebaño. Ustedes se beben la leche, se hacen vestidos con la lana y matan las ovejas más gordas, pero no cuidan el rebaño. Ustedes no ayudan a las ovejas débiles, ni curan a las enfermas, ni vendan a las que tienen alguna pata rota, ni hacen volver a las que se extravían, ni buscan a las que se pierden, sino que las tratan con dureza y crueldad” (Ex 34,2-4).
El Buen Pastor que se conduele de su pueblo es el Dios de la vida, que hoy nos llama para que levantemos nuestra voz y proclamemos el ayuno que al Señor le agrada frente a tanta crueldad en la que vivimos: “Porque aquí ya no hay lealtad entre la gente ni fidelidad ni conocimiento de Dios. Abundan en cambio el juramento falso y la mentira el asesinato y el robo, el adulterio y la violencia y se comete homicidio tras homicidio, por eso el país está de luto” (Os 4,2-3).
Este ayuno (Mt 9,14-17) no consiste en dejar de comer como se plantea hoy: la iglesia sabiamente supo responder a los retos de la historia y en su caminar propuso un ayuno en el cual las primitivas comunidades cristianas compartían su pan con el hambriento y practicaban la justicia del Reino de Dios: “El ayuno que a mi me agrada consiste en esto: En que rompas las cadenas de la injusticia...En que dejes libres a los oprimidos y acabes, en fin, con toda tiranía; en que compartas tu pan con el hambriento y que recibas en tu casa al pobre sin techo: en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes”. (Is 58,6-8): ¿Hoy estamos haciendo esto?
Y cuando la Iglesia planteó la necesidad que el miércoles de ceniza y el viernes santo los cristianos ricos no comieran carne y sino pescado fue para dar respuesta a una situación concreta: en la cual los ricos compartieran el mismo alimento de los pobres. ¿Vale la pena mantener esta práctica cuando el pescado es más caro que la carne?.
Es urgente y necesario revisar todos estos ritos y darle sentido. El verdadero sentido, con el cual se quiso responder a una situación de pobreza, en la que vivía la mayoría del pueblo.
Jesús dijo: “Vayan, pues, a aprender lo que significa misericordia quiero, y no sacrificio” (Mt. 9,13) Estas palabras nos invitan a dedicar nuestra vida al Servicio de los demás. Compartamos nuestro pan con el hambriento, luchemos por la liberación de los oprimidos, recibamos al que no tiene techo y vistamos al desnudo.
¿No es esto, lo que el Señor quiere de nosotros hoy?. Entonces: ¿Por qué seguimos predicando en nuestros templos ayunos y abstinencias en medio de esta situación de violencia, muerte, hambre y miseria, que ofenden a tantos hermanos que carecen de lo más mínimo para vivir como seres humanos?
"UN CORAZON DESORIENTADO ES UNA FABRICA DE FANTASMAS" ..."DIOS NO TOMA EN CONSIDERACIÓN TUS TALENTOS SINO TU DISPONIBILIDAD. SABE QUE HAS HECHO LO QUE HAS PODIDO, AUNQUE HAYAS FRACASADO EN EL INTENTO, Y CONTABILIZA EN TU FAVOR LO QUE TRATAS DE HACER Y NO HAS PODIDO, COMO SI LO HUBIERAS HECHO DE VERDAD" (San Agustín. In. ps. 80,14; Serm.18,5)
viernes, enero 16, 2009
"EL AYUNO QUE A MI ME AGRADA"
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