miércoles, septiembre 17, 2008

COLOMBIA LEVANTATE

Colombia... “Levántate, toma tu camilla y empieza a andar” (Jn 5,8) Porque ... No basta rezar...hacen falta muchas cosas para conseguir la paz... Desde nuestra realidad colombiana, se hace necesario y urgente crear un frente común de solidaridad y de Justicia. Con el cual le mostremos al gobierno, y a las otras fuerzas violentas de nuestro país, que ya estamos cansados de tantas mentiras, de tantas promesas falsas, de tanta injusticia, de tanta violencia, de tantas muertes. Hoy es necesario que Colombia se levante, tome su camilla y empiece a andar porque: “No, no, no, basta rezar hacen falta muchas cosas para conseguir la paz”. Como decía aquella canción de años atrás. Desde esta perspectiva inspirados en nuestro Padre San Agustín, para el cual todo ser humano tiene radicado en su corazón el amor a la justicia, cuya “perfección está en el amor al hermano: Civilización del amor y la paz”. Podemos iluminar esta reflexión con los siguientes presupuestos: 1. Dios creó el mundo para todos: La tierra ha sido creada por Dios y él la ha entregado a todos sin distinción, desde esta perspectiva todos los bienes son en principio bienes comunes: “Porque nada trajimos al mundo (1Tm 6,7) al momento de nacer. Has venido al mundo y has encontrado una mesa bien llena. Pero del Señor es la tierra y cuanto la llena”(Ps. 24,1)... “Dios dio el mundo a pobres y ricos” (Serm.39,1,2-2.4. Pl 38,242) Por lo tanto no somos más que administradores de los bienes de Dios, ellos no son nuestros, son de Dios: “Una persona humana no tiene nunca poder completo sobre lo que posee” (Serm. In ps. 49,18. Pl 36,576). Desde este punto de vista podemos afirmar que somos mendigos a los ojos de Dios. Para que él se percate de sus mendigos, también nosotros debemos percatarnos de los que piden algo de nosotros: “¡Qué descaro en pedir a tu Dios algo, tú que no reconoces a tus semejantes!” (Serm. 61,6,7-7,8. Pl 38,411-412). 2. Todos hemos nacido desnudos: Partimos del hecho que una persona pobre es nuestro hermano o nuestra hermana, ya que todos hemos nacidos del mismo Padre y vivimos bajo el mismo cielo y sobre la misma tierra. La diferencia entre ricos y pobres es sólo cuestión externa que en el fondo no son nuestras. Nosotros debemos distinguir entre lo que somos por naturaleza: Seres humanos y lo que poseemos, cosas exteriores. Cuando nacimos no trajimos nada al mundo porque hemos nacidos desnudos, en este aspecto nuestra igualdad tiene sentido: Cuando nacen los niños, que los padres, los siervos, los criados y los amigos se vayan, y a ver si puedes reconocer a los niños ricos cuando lloran. Si una mujer rica y una mujer pobre dan a luz, y si eso ocurre en el mismo momento para las dos, si nadie las atiende, vean luego si descubren diferencias. ¡Miren! Hombres y mujeres ricos, ustedes no han traído nada a este mundo, y tampoco lo van a traer ahora. Lo digo respecto a los recién nacidos, lo puedo repetir de cara a los muertos. Vean si pueden distinguir los huesos de los ricos de los pobres” (Serm. 61,8,9. Pl 38,412). Por lo tanto todos somos iguales en cuanto a nuestra dignidad de Hijos de Dios. 3. Ayudar a los pobres es una cuestión de justicia: Los padres de la Iglesia siempre plantearon la necesidad de compartir nuestros bienes con los más necesitados; en su pensamiento exponían que lo que nosotros poseemos de sobra, o innecesario, se la estamos robando a los pobres: “Los bienes superfluos de los ricos son los bienes necesarios para los pobres”... “El rico posee cosas que pertenecen a otros”( Serm. In ps. 147. Serm. 206,2) La negación a ayudar a los más necesitados es una violación de justicia, la virtud que supone el respeto de los derechos y de los deberes: “Lo que una persona usa injustamente, no le pertenece” (Serm. 50,,2,4) Sigue planteando Agustín: “Lo que nos preocupa no es su riqueza, sino su justicia” (Serm. In ps 146,17) y, además, nos dice: “Rescatar a la persona víctima de la injusticia de la mano del poderoso y darle abrigo y protección por el poder y la fuerza de un juicio justo” (Conf. XIII,17,21). Dar ayuda es simplemente pagar una deuda: “Si tu estuvieras dando algo que es tuyo, entonces sería pura generosidad, pero estás dando lo que es de Dios, estás pagando una deuda” (Serm. In ps 95,15) 4. La codicia: causa principal de la pobreza: La codicia es una actitud viciosa que es todo lo contrario del compartir o del tener en común. Para Agustín aquí está la raíz de todos los males. Muchas personas están poseídas por los bienes materiales en lugar de poseerlos: “El orgullo odia una relación de igualdad bajo Dios, y, como si el ser humano fuera Dios, al orgulloso le encanta imponer su dominio sobre los otros seres humanos” (CD. XIX,12) La riqueza se junta siempre con el poder y la codicia. Agustín protesta contra los rapaces y los opresores de los inocentes: “Más tienes, más grande eres, esta es tu vida, ´ y esto significa que más dinero y más propiedades posees, más pudiente eres” (En. In ps 51,14). Para hacer una ilustración de este tema Agustín lo compara con la fábula de los peces: “Escucha bien, cuando un pez se traga a otro más pequeño, a su vez es eliminado por otro mayor que él” (Serm. In sp 64,9). Al respecto hace una advertencia sobre los bienes materiales cuando son para le provecho personal egoístamente: “Son los bienes que poseemos como individuos los que dan un lugar a enemistades, desacuerdos, pleitos, guerras civiles, disturbios, conflictos sociales, escándalos, pecados, crímenes y perversidad general... ¿A caso tenemos un pleito sobre cosas que poseemos en común? (Serm. In sp 131,5-6.) Este camino que podemos poner en común, se hace desde la perspectiva del Reino de Dios predicado y testimoniado por Jesús. Esta propuesta es alternativa novedosa para todos los hombres por esta razón es necesario hacer un llamado nuevamente: Colombia... “Levántate, toma tu camilla y empieza a andar” (Jn 5,8) Porque ... No basta rezar...hacen falta muchas cosas para conseguir la paz...

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