miércoles, julio 08, 2009

REGRESAR A LA CASA PATERNA

“Buenas son las riquezas, bueno el oro, buena la plata, buenas las familias, buenas las propiedades; todas estas cosas son buenas, si con ellas haces el bien y no te haces el mal a ti” (San Agustín)
La descomposición social que vivimos en nuestro territorio colombiano es origen de muchos acontecimientos que crean incertidumbre en medio de nuestra gente. Nuestro país está siendo azotado por actos de violencia que ya no tienen límites. El valor fundamental de la vida está perdido, cualquiera decide hasta la forma de morir de los demás, callan al pueblo con el estruendo de las balas asesinas de los violentos. La vida principio fundamental de todos los derechos es violentada, desde el vientre fértil de una mujer hasta la más desesperada decisión del ejercicio guerreril. Esto ha ocasionado la perdida de la sensibilidad por vivir. Los pueblos son fantasmas, nuestra tierra sigue ensangrentada, todos los días muertos y desplazados y nosotros seguimos en silencio esperando una respuesta en la distancia que no llega. Nos estamos matando lentamente e impunemente en esta guerra fraticida. Lo contradictorio de esta guerra es que se hace entre cristianos, es imposible pensar que en un pueblo religioso y de creyentes como el nuestro se cometan tanta atrocidades, que en las montañas lugar de descanso del Dios de la vida, se maten nuestros hermanos, que los soldados, los guerrilleros, los paramilitares sean los caínes modernos. Por otro lado existe otra causa de la violencia, el robo indiscrimado del presupuesto nacional por parte de los funcionarios públicos, esto crea estructura de muerte ya que se cierran hospitales. Dejan con estos continuos robos los dirigentes del país a muchos colombianos sin la posibilidad de salir adelante sumidos en la miseria. Todos estos atropellos han creado un panorama desolador en el que no se perfilan muchas posibilidades de cambio, para la mayoría de la gente todo sigue igual y empeorando. Tenemos en la actualidad un gobierno sin brújula, unos violentos sanguinarios y sin tregua, candidatos a la presidencia sin perfil de líderes, cristianos sin compromisos, es decir, sin voz profética en medio de esta ola de violencia institucionalizada que cada día carcome hasta las más remotas esperanzas. Frente a esta situación necesitamos propuestas claras que nos ayuden a cambiar el panorama desolador que se vive. Por esta razón, los cristianos podemos crear una red de solidaridad fraterna, levantándonos de nuestro letargo , alzando la voz como un solo clamor que llegue a Dios, uniendo nuestras fuerzas para crear estructuras de justicia frente a la injusticia, de amor frente al odio, de perdón frente a la venganza y al rencor, es urgente cambiar nuestro corazón de piedra por un corazón de carne. Pero esto no es suficiente, tenemos que volver a Dios, debemos recuperar lo perdido, es necesario descubrir que hemos hecho nuestra vida y nuestros proyectos a imagen y semejanza nuestra, lejos de Dios, hemos crecido sin El. Todo lo que estamos viviendo es porque abandonamos la casa paterna, despilfarramos nuestra herencia. Es necesario hacer un alto en el camino y regresar al Padre: “Padre he pecado contra el cielo y contra ti” (Lc. 15) Hoy en la situación que vivimos se hace necesario regresar a la casa del Padre de donde no hemos debido salir. El espera en la casa el retorno de los hijos que lo abandonaron. Una propuesta singular se ofrece creando una Cultura de Paz que es un movimiento basado en seis actitudes y valores o claves que esperan dar lugar a un mundo de respeto, paz, y justicia. Las claves son: · Respeto por la dignidad y vida de cada ser humano · El rechazo de la violencia en todas sus formas (física, social, sexual, económica, psicológica) sobre todo la violencia contra los más vulnerables, como los niños. · Compartiendo recursos para acabar con la exclusión. · La defensa de la libertad de cada ser humano para expresar sus puntos de vista y optando por el diálogo para oponerse al rechazo. · Promoción de un consumo responsable que fomenta el respeto para la vida y el equilibrio de la naturaleza. · La atención especial a la promoción de principios democráticos y la inclusión de mujeres para desarrollar la comunidad local y para crear la solidaridad.
A manera de conclusión
Se espera que por la adopción y la aplicación de estos principios en una base amplia se pueda promover una Cultura de Paz. La Cultura de Paz considera la educación como el medio principal para lograr sus objetivos. Afirma que el primer paso necesario para conseguir que las personas adoptaran los principios importantes es ayudarles a ser conscientes de los problemas no sólo en sus comunidades sino también en el mundo entero.

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