domingo, agosto 11, 2013

PORQUE DONDE ESTÁ TU TESORO, ALLÍ ESTARÁ TAMBIÉN TU CORAZÓN


Lc 12,32-48
 
¿Quiénes son los soberbios? Aquellos que, mientras atribuyen a Dios el bien que hacen, son intolerantes con los que no lo hacen y se creen superiores a ellos. (San Agustín. Enar. Salmo 93,15).

Los discípulos van creciendo en  la escucha de la Palabra Encarnada-Jesucristo- (Cfr. Jn 1,14) que les ha instruido en la pedagogía de la Cruz, ellos han aceptado  el llamado para estar con Él y para anunciar el mensaje, dándoles poder para expulsar el mal (Cfr. Mc 3,14-15) que eran considerados espíritus impuros (Cfr. Mc 6,7) Ellos no deben llevar pan ni provisiones ni dinero (Cfr. 6,8) Es decir, vivir desde la provisionalidad de Dios (Cfr. Mt 6, 25-34) “Porque el obrero merece su salario”          ( Lc 10,7; Cfr. 1Tm 5,18).

Desde la pedagogía de la cruz, se percibe que la codicia o la avaricia, o acumulación de bienes, no conducen a Dios, sino que nos alejan de su proyecto el reino de Dios. Los bienes que se poseen son para compartirlo con los pobres y no para aumentar nuestra vanidad que nos hace necios ante Dios (Cfr. Lc 12,16-21): El amor a los bienes, es para el servicio de los más necesitados, esta opción nace de la riqueza que Jesús vino a traernos, el amor del Padre que es nuestra riqueza, como dijo el papa francisco al llegar a Brasil: "No traigo oro ni plata, traigo algo más valioso: a Jesucristo". Jesucristo es la plenitud de nuestro mayor tesoro, por esto un cristiano creyente no acumula tesoros para sí: “No junten tesoros y reserves aquí en la tierra, donde la pililla y el óxido hacen estragos (…) Junten tesoros y reservas en el cielo (…) Pues donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mt 6,19-21)”[1]. 

Por esta razón,  vivir la experiencia del Reino en Dios como discípulos es estar al servicio de los más necesitados, quienes son la presencia de Dios en el Reino: “¡Cuántas veces los pobres y los que sufren, realmente nos evangelizan!” (DA, 257)[2]. La pobreza evangélica es una opción de los discípulos de Jesús, opción radical de no apegarnos a los bines. No podemos confundir la opción de ser pobres, con pobreza material que viven muchos hermanos a nivel social, cultural que es pecado estructural. Esta pobreza no es opción, sino negadora del reino de Dios, es una opción de muerte. Tampoco es pobreza espiritual, actitud pietista o espiritualista, porque Lucas platea al referirse a los pobres como los carentes de bienes materiales.  

Ahora bien asumir la opción del reino es lo que el texto de Lucas 12,32-48, nos propone desde cuatro perspectivas:

1.      Optar por la pobreza evangélica: Compartir desde nuestra pobreza, es vivir la riqueza del reino de Dios (Cfr. Lc 12,32-33)

-          En actitud de desprendimiento (Mc 12,44; 2Cor 8,12).
-          Llamados a vivir con espíritu de pobres que ponen su confianza no en los bienes materiales sino en Dios (Mt 5,3; 11,5; Lc 4,18; St 2,5; Sal 22, 24 {25}; 69,32-34 {33-34}; Is 29,19; 61,1-2).
-          Compartiendo con los desfavorecidos (Mt 19,16; Lc 9,57-62).
-          Siguiendo a Jesús desde su condición de pobre (Fil 2,6-11).
-          La pobreza es solidaridad, es dinámica y progresiva, es generosidad y abandono a la providencia de Dios (Mt 6, 25-34; Lc 10,25-37).
-          Es hacernos ricos con la pobreza de Cristo (2Cor. 8,9).

2.      Un corazón rebosante del amor de Dios: Corazón que no atesora para sí, sino para el reino de Dios. (Cfr. Lc 12,34).

-          Señor, tu amor llega hasta el cielo, hasta las nubes tu fidelidad (Sal 33,4; 35,6; 56,11).
-          Acoge al infiel y lo llama para que retome el camino (Os 3,2).
-          De la boca del Señor sale una sentencia, una palabra irrevocable (Is 45,6-25).
-          Y tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en Él no muera, sino que tenga vida eterna (Jn 3,16).
-          El amor de Dios es el mandato con el que el cristiano se identifica (1Jn 2,3-11).
-          En el amor a Dios y al prójimo se resume la ley y los profetas (Mc 12,28-34; Cfr. Mt 22,34-40; Lc 10,25-37).

3.      Vivir vigilantes para el encuentro con el Señor: Estar siempre en disposición de escucha (con las lámparas encendidas) para el encuentro (Cfr. Lc 12,35-40; Mt 24,43-44; 1Tes 5,2; 2P 3,10; Ap 3,3; 16,5).

-          Salvará a los que esperan (Heb 9,28).
-          Para que estén siempre con Él (Ti 2,13).
-          Estar arrepentidos y sin mancha para esperar al Señor (2P 3,9; Ap 6,9-10).
-          La esperanza en su venida: Un día es como mil años en su presencia y mil años es como un día en el Señor (2P 3,8).
-          Las promesas de Dios a su pueblo llegan a su plenitud en la venida de Cristo (2P 3,14-18).

4.      Vivir en fidelidad al Señor (Cfr. Lc 12, 41-48): “A quien mucho se le da, también se le pedirá mucho; a quien mucho se le confía, se le exigirá mucho más” (Lc 12,48).

-          Cristo es fiel y verás (Ap 19,11).
-          Cristo se ha hecho fiel hasta la muerte (1Cor 10,13; 1Tes 5,24; 2Tes 3,3).
-          Amó y se entregó así mismo (Ef 5,25).
-          El discípulo ha de permanecer en fidelidad a Cristo así como Él es fiel al Padre (Jn 15). 

Quien vive como discípulos la riqueza de estar en Cristo  vive en fidelidad el proyecto del reino  de Dios con un corazón[3] rebosante de riquezas y para predicar el evangelio a todo el mundo (Mt 24,14), levantándonos del sueño (Rm 13,11) y así ver las cosas eternas (2Cor 4,8-18) donde será la manifestación gloriosa de Cristo (Tit. 2,11-13). 

El venir a Cristo, ¿Qué otra cosa es sino volver a Él por la fe? (S. Agustín Gl 5,10).

[1] CASALINS, G. OTRO TEXTO PARA NO LEER. REFLEXIÓN DE Lc 12,13-21. Medellín. Agosto 4 de 2013.
[2] La referencia vicenciana más clara a esta “sentencia común” la encontramos en un documento de las Hijas de la Caridad, el de su Asamblea General de 1985 (Documento final, En la encrucijada, pp. 8-9): “Los pobres nos evangelizan mediante su paciencia y su capacidad de acogida”. Pero detrás de esta afirmación hay toda una tradición que nace de San Vicente y Santa Luisa, expresada en la frase: Los pobres son nuestros amos y maestros.
[3][3] En nuestra manera de hablar, el corazón solo evoca la vida afectiva. El hebreo concibe el corazón como lo interior del hombre en un sentido mucho más amplio. Además de los sentimientos (2Sm 15,13; Sal 21,3; Is 65,14) El corazón contiene también los recuerdos y los pensamientos, los proyectos y las decisiones. Dios ha dado a los hombres “un corazón para pensar” (Eclo 17,16) el salmista evoca los “pensamientos del corazón” (Sal 33,11) (…) En la antropología concreta y global de la Biblia, el corazón del hombre es la fuente misma de su personalidad consciente, inteligente y libre, la sede de sus elecciones decisivas la de la ley no escrita (Rm 2,15) y de la acción misteriosa de Dios en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, el corazón es el punto donde el hombre se encuentra con Dios, encuentro que viene a ser plenamente efectivo en el corazón humano del Hijo de Dios (León-Dufour Alonso, Xavier. Vocabulario de teología Bíblica. Barcelona 1972. 2da. Edición. Edición de 2012. P. 189).

1 comentario:

Unknown dijo...

MUY BIEN REDACTADA A+