XIII. APOCALIPSIS XII
APOCALIPSIS
4, 1-8,1/I
Después de vivir un camino de penitencia y
conversión en la festividad litúrgica de la celebración en el día del Señor
(Cfr. Ap 1,10) Fiesta que conmemora la Muerte y Resurrección de Jesucristo “el
Testigo fiel, el primero en resucitar de entre los muertos” (Ap 1,5a) Por esta
razón las comunidades quedaron preparadas para comprender el sentido de la
historia (Cfr. Ap 2,4-3,22) y de lo que sucederá (Ap 1,1-3) lo que se ha de
revelar para el fortalecimiento de la esperanza porque el Resucitado nos sigue
amando ya que dio su vida por nosotros (Cfr. Ap 1,5b-8).
Esta segunda parte de Apocalipsis está dividida por
secciones. La primera sección es la apertura de los siete sellos (Ap 4,1-8,1)[1]:
- Visón preparatoria (Ap 4,1-14) En la que se presenta a Dios en su trono, como rey rodeado de su corte que le rinde adoración. Luego se muestra un rollo escrito que nadie puede abrir sino Cristo, el Cordero que había sido degollado, pero que de nuevo vive. Él es quien tiene la clave de los destinos de la humanidad. A Él también le rinden homenaje las criaturas. Luego empiezan a abrirse los sellos. Aunque ocurran calamidades en el mundo no se presenta destrucción alguna.
- Dios salva a su pueblo (Ap 6,1-8,1) Dios interviene mostrando su poder salvador manifestado por los himnos contenidos en estos capítulos.
Ap 4,1-11[2]
4,1: Después de
esto, miré y vi una puerta abierta en el cielo; y la voz que yo había escuchado
primero, y que parecía un toque de trompeta, me dijo: “Sube acá y te mostraré
las cosas que tienen que suceder después de estas”.
“Después de esto” significa que lo que sigue a partir de
Apocalipsis 4 y a través de todo el resto del Apocalipsis, son eventos que
sigue a la era de la iglesia. Bajo esta expresión debemos entender “después de
la era de la iglesia” ya que lo que va a suceder se había manifestado en Ap 1,19.
“He aquí una puerta abierta en el cielo”. Apocalipsis nos traslada a partir de este momento del estudio al cielo y desde allí es que serán vistos los acontecimientos que siguen en el resto del libro. Debemos recordar que la iglesia ya no estará en la tierra (Ap 4,1) cuando comience a suceder todo. Una vez que Juan sube al cielo, entonces ve el desarrollo de los acontecimientos apocalípticos desde allí, desde arriba, no desde la tierra. Este pasaje nos traslada al cielo y desde allí veremos lo que sigue.
“He aquí una puerta abierta en el cielo”. Apocalipsis nos traslada a partir de este momento del estudio al cielo y desde allí es que serán vistos los acontecimientos que siguen en el resto del libro. Debemos recordar que la iglesia ya no estará en la tierra (Ap 4,1) cuando comience a suceder todo. Una vez que Juan sube al cielo, entonces ve el desarrollo de los acontecimientos apocalípticos desde allí, desde arriba, no desde la tierra. Este pasaje nos traslada al cielo y desde allí veremos lo que sigue.
“Y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo,
dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”
(Cfr. Ap 1-3) El versículo describe el arrebatamiento de Juan al cielo se
recrea desde el acontecimiento de Elías: “Mientras iban
caminando y conversando, de pronto apareció un carro de fuego, tirado por caballos de fuego. Pasó entre los dos
hombres y los separó, y Elías fue llevado al cielo por un torbellino. Eliseo
lo vio y exclamó: «¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Veo los carros de Israel con sus
conductores!». (2R 2,11-12) Juan es invitado a subir al cielo para
mostrarle lo que va a suceder, justo en el momento en que termina el capítulo 3
y comienza el capítulo 4, es decir justo en el momento que termina la era de la
iglesia. Consecuentemente, señalan que el arrebatamiento de Juan al cielo
descrito en 4,1 es en realidad también el arrebatamiento de toda la iglesia.
En efecto, el verso 4,1 habla de una voz como de trompeta y
eso coincide con la trompeta que sonará cuando ocurra lo que ha de suceder (1Tes
4,16; 1Cor 15,52) Bajo esta interpretación, quienes sean arrebatados escucharán
al subir la voz del Señor diciendo esto mismo que dice Ap 4,1 “sube acá”. El
sonar de las trompetas evoca el llamado que el
Señor hace al pueblo para que recuerde que Él no los abandona, sino que
siempre estará esperando el llamado para salvarlos (Nm
10,1-10).
En este capítulo debemos tener en cuenta lo siguiente para no hacer una lectura alegórica, colocando al autor del apocalipsis como una figura por encima de la Iglesia:
1) 4,1 Solo nos habla de Juan y no de la iglesia;
2) Cuando Apocalipsis quiere
referirse a la iglesia la llama “iglesia” o “esposa” tal como podemos ver en
los capítulos 2, 3 y 19.
3) 4,1 Deja claro en todo momento
que la voz le habla a Juan y que la orden de que subiera es para que se le
fueran mostrado las cosas que seguirían a la era de la iglesia.
4) La invitación a Juan a subir indica
que él tiene una finalidad distinta a la de la
iglesia. La iglesia será invitada a subir en la tribulación para estar con
Cristo (Cfr. Jn 14,3) y ser librada de la hora de la prueba (Cfr. Ap 3,10) ser
juzgada ante el Tribunal de Cristo (Cfr. Rm 14,10) y celebrar las bodas del
Cordero (Cfr. Ap 19,7). En cambio, el subir de Juan tiene por finalidad
mostrarle la revelación de lo que sigue a la era de la iglesia.
De lo que no hay duda es que al comienzo de este capítulo la
iglesia ya no estará en la tierra al igual que no lo estará mientras se
desarrollan los capítulos 4 en adelante. La subida de la iglesia al cielo lo
marca el pasaje de la era presente (Ap 2 -3) al futuro (Ap 4-22) El subir es la
línea de tiempo que separa el presente del futuro y lo que disparará el
cumplimiento de los Cap 4 a 22 de Apocalipsis.
La puerta abierta
Ap 4, 1c: Ofrece al vidente acceso al cielo para que vea las visiones
que van a suceder. En estos versículos se da una recreación de los capítulos 1-
3 del profeta Ezequiel, en los que se narra en primer lugar la presencia
inmortal de Dios manifestada en el carro de fuego y la presencia de los cuatro
vivientes. En segundo lugar la parábola del libro escrito por ambos lados, este
libro significa el alimento con el cual se le instruye al pueblo de Israel.
Todo esto se manifiesta con grandes signos tomados de las teofanías de los
dioses que adoraban los pueblos vecinos e incluso algunos israelitas que habían
sido seducidos por la idolatría. (Cfr. Is 6).
Por otra parte, la puerta abierta también hace
referencia a algunos pasajes que hablan de los cielos abiertos (Cfr. Is 6,3,
19; Ex 1,1; Mt 3,16)[3]
Pero la podemos relacionar más bien con Ez 46.1-12; donde se hace referencia a
las puertas del templo que se construirá entre el primer atrio donde el pueblo
podría entrar y el segundo atrio lugar del sacrificio especialmente de
corderos, se quedará abierta siempre.
Por eso la puerta abierta del cielo permite ver lo
que ha de suceder que se desarrollará desde el trono del Cordero que ha sido inmolado
y se sigue haciendo memoria de Él el día del Señor (Ap 1,10) Y por eso es el
Cordero quien abre los rollos escritos por ambos lados rompiendo los sellos. En
estos rollos está escrito el destino de la humanidad de creyentes y no
creyentes[4].
En el bautismo de Jesús y en la transfiguración los
cielos se abren (Mc 1,10-11; Mt 3,13-17; Lc 3,21-22; 9, 2-8; Mt 17,1-8; Lc 9,28-36) Esta puerta
que se abre definitivamente para la salvación de los creyentes en la cruz, esta
acción se da como una revelación divina recogida en el apocalipsis 4,1; 19,19 y
que no cerrará porque serán las puertas
de la nueva ciudad en los cielos nuevos y en la tierra nueva porque se ha
derrotado a los poderes adversarios y se mantendrá la trasparencia de Dios
(Cfr. 21,25) porque desde ahora solo hay un principio fundamental: Una puerta
que se abre en el cielo:
Así dice el SEÑOR: El cielo
es mi trono y la tierra el estrado de mis pies. ¿Dónde, pues, está la casa que
podríais edificarme? ¿Dónde está el lugar de mi reposo? Todo esto lo hizo mi mano, y así todas
estas cosas llegaron a ser--declara el SEÑOR. Pero a éste miraré: al que es
humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra” (Is 66,1-2; Cfr.
Mt 5,34-35).
Ap 4,2: En ese
momento quedé bajo el poder del Espíritu, y vi un trono puesto en el cielo, y
alguien estaba sentado el trono.
Ya no se pertenece así mismo, ahora está bajo la
acción del Espíritu quién la guiará para ser testigo de lo que va a suceder
(Cfr. Ap 1,10) El trono símbolo del poder de Dios y
da la idea de absoluta soberanía de Dios y en este contexto apocalíptico tiene
carácter de juicio contra el mal. Dios interviene y su juicio ha empezado: “El juzga el orbe con justicia y rige las
naciones con rectitud” (Sal 9,7) Porque Él va actuar con prontitud ante el
mal que aqueja a la humanidad.
Esta es la apuesta de Dios, pero todavía no ha
sido identificado como el Señor de la historia, el Señor que actúa, porque el
que quedó bajo el poder del Espíritu no ha despertado de su letargo o éxtasis y
no identifica a quien está sentado en el trono.
Ap 4,3: El que estaba sentado
en el trono tenía el aspecto de un diamante o de un rubí, y alrededor del trono
había un arco iris que brillaba como una esmeralda.
El que está sentado en el trono todavía no se le
ha identificado quién es, solo se le va describiendo como ya es costumbre en el
apocalipsis de rodearlo de ir rodeando de símbolos para que se vaya
identificando: Estar sentado significa autoridad. Tenía aspecto de un diamante,
así se describe el esplendor y la belleza del que tiene autoridad. Y lo sigue
describiendo usando la simbología de las piedras preciosas, como el rubí, la
esmeralda y el brillo que estás destilan:
Por encima de la bóveda que
estaba sobre sus cabezas,
Había como una piedra de
zafiro en forma de trono,
Y sobre esta forma, por
encima, en lo más alto,
Una figura de apariencia
huma (Ez 1,26).
El arco iris, símbolo de la alianza, pacto con
el que se indica que Dios no va a destruir a la humanidad a pesa de su maldad (Cfr. Gn 9,8-17) El arco simboliza para
la nueva generación el pacto de la nueva alianza que combate el mal y abre el
camino de la salvación al nuevo pueblo que ha sido purificado con la sangre del
Cordero.
Ap 4,4: También alrededor del
trono vi otros veinticuatro tronos, en los cuales estaban sentados veinticuatro
ancianos: iban vestidos de blanco y llevaban una corona de oro en la cabeza.
El doce es número simbólico con sus múltiplos:
Las doce tribus de Israel, los doce apóstoles, estos ancianos son como la corte
celestial, representan a todos los pueblos de Dios ya glorificado. Aparecen
ejerciendo una función sacerdotal y real (Cfr. Ap 4,10; 5,9; 11,16.17; 19,4)
Ofreciéndoles las oraciones de los fieles (Cfr. 5,8) También se puede referir a
las veinticuatro clases sacerdotales de Israel (Cfr. 1Cro 24,1-19).
El culto de Israel, es culto sacerdotal (Cfr. 1P
2,5.9) El culto sacerdotal en el pueblo lo distribuían en 24 momentos o turnos
y cada grupo lo hacía de acuerdo al orden correspondiente: “Un día en que al grupo sacerdotal de Zacarías le tocó el turno de
oficiar delante de Dios, según era costumbre entre los sacerdotes, le tocó en
suerte a Zacarías entrar en el santuario del templo del Señor para quemar
incienso” (Lc 1,8-9).
Ap 4,5: Del trono salían
relámpagos, voces y truenos; y delante del trono ardían siete antorchas de
fuego, que son los siete espíritus de Dios.
El esplendor del trono se manifiesta con
estruendo, ratificando el poderío de quien está sentado en él. Esta es la manifestación
que Dios está presente y con autoridad:
“El tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos. Una densa nube
cubría el monte, y podía oírse un fuerte sonido de trompeta. Todo el pueblo, en
el campamento, se echó a temblar. Moisés hizo salir al pueblo del campamento,
al encuentro de Dios” (Ex 19,16-17; Cfr. Ex 1,4).
Las siete antorchas, recuerda el nombre de las
siete iglesias a la que va dirigida este libro (Cfr. Ap 1,4) que iban al
encuentro del Cordero Resucitado y que resplandecían porque ya se les había
exhortado y purificado al fuego y ahora eran como brazas incandescentes que se
parecen a antorchas que iluminan el sendero de la conversión de la Iglesia en
general (Cfr. Ez 1,13) Estas siete iglesias son espíritus de Dios que surgen
para mostrar el camino como siete candelabros que iluminan la vida de la
comunidad eclesial (Cfr. Ap 1,4; Zc 4,2).
Ap 4,6a: Delante del trono
había también algo que parecía un mar, trasparente como el cristal.
Se va perfilando el camino para los que siguen
al Cordero, los que son iluminados por las antorchas que ardían delante del
trono ahora gozarán de la pureza del mar, que contrasta con turbulencia que
causa el mal y como el mal va a ser vencido ahora se miraran en el mar
cristalino del bien donde se verá a Dios: “Allí vieron al Dios de Israel: bajo
sus pies había algo brillante como un piso de zafiro y claro como el mismo
cielo” (Ex 24,10; Cfr. Ez 1, 22).
Desde este versículo se anuncia lo que es el
triunfo del bien sobre el mal y se empieza a preparar la comunidad para la gran
batalla que será el final de la tribulación porque la comunidad pasará el mar
de playas negras al mar de playas blancas, al mar cristalino: “Vi también como un mar de cristal mezclado con fuego, y a los que
habían salido victoriosos sobre la bestia, sobre su imagen y sobre el número de
su nombre, en pie sobre el mar de cristal, con arpas de Dios. (Ap 15,2).
Ap 4,6b-8a: En el centro,
donde estaba el trono, y a su alrededor, había cuatro seres vivientes llenos de
ojos por delante y por detrás. El primero de aquellos seres parecía un león, el
segundo parecía un toro, el tercero tenía aspecto humano, y el cuarto parecía
un águila volando. Cada uno de los cuatro seres vivientes tenía seis alas, y
estaba cubierto de ojos por fuera y por dentro.
Estos seres vivientes recrean los seres alados
de Ezequiel 1,4-21; 10,1-14 y a los seres como de fuego que aparecen en Isaías
6,1-7. También podemos ver allí una imagen de los alados que estaban a lado y
lado del cofre de la Alianza en Éxodo 25,17-22; Cfr. 1S 4,4; Sal 80,1.
Los cuatro vivientes del Apocalipsis recrean la
imagen de Jesús que se dirige al trono en la figura del Cordero degollado:
Dado que éstos seres están al mismo tiempo en el
centro del trono (donde está Dios) y alrededor del trono (donde están las
criaturas), representan a Jesús, quien está al mismo tiempo en el centro del
trono -porque es Dios- y alrededor del trono -porque es hombre. Adicionalmente,
los cuatro seres vivos dirigen la Liturgia Celestial. Ellos simbolizan cuatro
aspectos de Jesús: León, venció
el León de la Tribu de David; Novillo –fue ofrecido en sacrificio;
Hombre -Hijo del Hombre; Aguila
–subió al Cielo (San Victorino y San Ambrosio).
¿Por qué los Cuatro Vivientes tienen siete cuernos
y siete ojos? Siete significa plenitud, cuerno poder y ojos sabiduría.
Significan el Poder y la Sabiduría plenos de Dios. Los Cuatro Vivientes llenos de ojos simbolizan conocimiento
perfecto.
Sin embargo ¿Por qué los Cuatro
Vivientes caen ante el Cordero.
Esto no significa que adoren al Cordero, sino que se retiran para dar
preponderancia al Cordero. Los Cuatro Vivientes representan a Jesús desde el
punto de vista de la Creación. Luego dejan de mencionarse para quedar el
Cordero, que es Jesús desde el punto de vista de la Redención[5].
Ap 4,8b: Y ni de día ni de
noche dejaban de decir: “¡Santo, santo, santo es el Señor, Dios todo poderoso,
el que era y es y ha de venir”.
Los cuatro vivientes describen a la perfección
la persona de Jesús, en este versículo se recurre a lo ya planteado en Ap 1,4c
(Ver pág 19) Y se inserta el texto de
Isaías 6,3 con algunas variantes en Isaías se refiere a Dios en su poder:
“Santo, santo, santo es el
Señor todo poderoso; toda la tierra está llena de tu gloria” (Is 6,3)
En apocalipsis forma parte del culto cristiano y
hace referencia a Dios y al Cordero, tanto en Isaías como en apocalipsis tiene
una triple repetición conocida como “trishagion” (Sanctus Deus, sanctus fortis, sanctus immortalis,
miserere nobis). Estos actos liturgicos se conocen como el trisagio himnos en honor
de la Santísima Trinidad,
en la que se repite tres veces la palabra «santo». Son habituales en la liturgia católica, ortodoxa y en las protestantes trinitaristas.
Ap 4,9-11: Cada vez que los
seres vivientes daban gloria y honor y gracias al que vive por los siglos de
los siglos. Los veinticuatro ancianos se postraban ante el que estaba sentado
en el trono, adoraban al que vive por los siglos de los siglos y deponían sus
coronas delante del trono diciendo: __ Eres digno, Señor Dios nuestro, de
recibir la gloria, el honor y el poder, porque creaste el universo, por tu
voluntad fue creado y existió.
Los versículos 9-11, dan pasó a la apertura de los sellos y
se lee un preámbulo de Ap 11,16-18, himnos que colocan a Dios todo poderoso como
el creador de todo cuanto existe por eso a Él se le da la gloria en el gran
viviente, es el reconocimiento que la criatura hace a su creador: “Tuyos son
los cielos, tuya es la tierra; el orbe y cuanto contiene tú lo cimentaste…
Justicia y derecho sostienen tu trono, bondad y lealtad se presentan ante ti”
(Sal 89, 11.13)
Estos versículos son alabanzas al Dios creador de todo y
ante él toda creatura se postra dejando sus pretensiones humanas de poder y le
rindan culto (Cfr. Sal 148,5-6), arrojando todo lo que los ata impidiéndoles
adorar al único Dios creador de todo (Cfr. Gn 1-2) y se postran ante el Cordero
a quien se le concedió el nombre sobre todo nombre: “Por eso Dios le dio el más
alto honor y el más excelente de todos los nombres, para que, ante ese nombre
concedido a Jesús, doblen todos las rodillas en el cielo, en la tierra y debajo
de la tierra, y todos reconozcan que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios
Padre” (Fil 2,9-11).
“La profecía se confirma aquí como una excelente
guía para nuestra alabanza a Dios. Hagamos como se hace en el cielo, demos
honra, gloria, acción de gracias, postrémonos delante de Él, resaltemos su
poder, su eternidad, su santidad.
Apocalipsis es una excelente guía para nuestra alabanza, y estos versos, son un claro ejemplo de eso y que deberíamos seguir. Los cuatro seres vivientes destacan la santidad, el poder y la eternidad de Dios. Los 24 ancianos concentran su alabanza en Dios como creador y destacan el hecho de que Dios haya creado todo como lo que le hace digno de recibir la honra y la alabanza.
Aquí los vemos poniendo esas coronas delante del trono. Todo ello nos da la pauta de la sumisión de estos seres delante de Dios y nos enseña cómo debemos proceder nosotros ante aquél que es autor de todo lo que existe. La alabanza de los 24 ancianos es una alabanza que obedece a una causa: a que Dios es creador de todo. La alabanza de los 24 ancianos destaca varias cosas:
a) Que absolutamente todo es producto de la creación de Dios.
b) Que la creación responde a la voluntad o
propósito de Dios.
c) Nos recuerda que todo vino a existir por la
creación, es decir un acto de Dios.
d) Que Dios es digno de ser alabado también por
ser Creador.
Desde esta perspectiva, cada versículo de
Apocalipsis, así como todo versículo de la Biblia, debe ser entendido en su
contexto. No habla solamente del contexto de estos versículos sino de todo el
libro en el contexto de toda la Biblia[6].
Ap 5,1: En la mano derecha
del que estaba sentado en el trono vi un rollo escrito por dentro y por fuera,
sellado con siete sellos.
El rollo, es la recreación de los libros que
contienen la Antigua Alianza: “Entonces
todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que se abre ante la
Puerta del Agua, y pidió a Esdras, el letrado, que trajera el libro de la ley
de Moisés, que Dios había dado a Israel” (Neh 8, 1) Esta es la recreación
encaminada hacia la nueva Alianza: “Entonces
vi una mano extendida hacia mí, la cual tenía un escrito enrollado. La mano lo
desenrolló delante de mí. Estaba escrito por ambos lados: eran lamentos, ayes
de dolor y amenazas. Entonces me dijo: “Tú, hombre, cómete este escrito, y
luego ve a hablar a la nación de Israel” (Ez 2,9-3,1).
Sellado estaba el libro por siete sellos, que
representan las siete iglesias, que se van rasgando para dar paso a lo que se
ha de revelar en la historia de las comunidades que van creciendo en su fe,
asumiendo lo que estaba escrito hasta el momento en las exhortaciones recibidas
por parte del que vive por los siglos de los siglos porque es el único que
puede abrir los sellos del rollo que contienen las sentencias:
- Primer sello: Un caballo blanco, un jinete que llevaba un arco en la mano y una corona quien salió triunfante para triunfar.
- Segundo sello: Un caballo rojo, el jinete recibió el poder de quitar la paz y hacer que los hombres se mataran unos a otros y se le dio una gran espada.
- Tercer sello: Caballo negro, el jinete tenía una balanza en la mano.
- Cuarto sello: Caballo amarillo, el jinete se llamaba muerte. El reino de la muerte. Tenía poder para matar con guerra, con hambre, con enfermedades y con la fiera de la tierra.
- Quinto sello: Degollados por haber proclamado el mensaje de Dios y haber sido fieles a su testimonio.
- Sexto sello: Terremoto, el sol se volvió negro, como ropa de luto. La luna se volvió roja, como la sangre. Las estrellas cayeron del cielo. El cielo desapareció. Las montañas y las islas fueron removidas. Y los reyes del mundo se escondieron… Ha llegado el gran día del castigo.
- Séptimo sellos: Silencio. Siete ángeles con siete trompetas. Incensario de oro. se puso delante del Altar de oro. Las oraciones del pueblo de Dios. Lleno el incensario con brasas de fuego del altar y los lanzó sobre la tierra y hubo truenos, voces, relámpagos y un terremoto. Dentro de este sellos se narran las acciones causada por las siete trompetas.
Ap 5,2: Y vi un ángel
poderoso que preguntaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el rollo y romper
sus sellos?
La asamblea cultual se ha hecho presente, pero
entre ella todavía no se ha dado la purificación total, ya que el mal no ha
sido vencido en la tierra y todavía se sigue derramando sangre por causa del
anuncio del Cordero, muchos siguen sufriendo persecución, otros han perdido la
esperanza, no hay quien los consuele en la tribulación causada por la
persecución de aquellos que ostentan el poder, ya sean judíos o romanos.
No todos están preparados para poder soportar la
adversidad, algunos han aceptado renunciar a su fe y refugiarse en los dioses
del imperio y así perseverar la vida.
Ap 5,3: Pero ni en el cielo
ni en la tierra ni debajo de la tierra había nadie que pudiera abrir el rollo,
ni mirarlo.
Debajo hace referencia al lugar de los muertos (Nm 16,33) Pero solo Cristo tiene poder para
hacer salir de ahí a los muertos (Jn 5,26-28) porque él fue el primero en
resucitar y tiene las llaves de la
muerte y del Hades (Ap 1,18) O el Seol para los judíos (Nm 16,33-35).
Desde esta perspectiva, nadie en el cielo es digno, esto
implica que ningún ser celestial está a la altura de Cristo ni tiene los
méritos de Cristo y lo mismo en la tierra no hay digno de abrir el libro. Lo
que implica que ningún humano está a la altura de Cristo ni tiene la dignidad
de Cristo ni los méritos de Cristo. Y tampoco hay digno debajo de la tierra.
Solo Cristo: “Jesús se acercó a ellos y
les dijo: __Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra” (Mt
28,18; Mt, 11,27; Jn 3,35; 13, 2-4; 17,2; Dn 7, 13-14).
Ap 5,4-5: Y yo lloraba mucho,
porque no se había encontrado a nadie digno de abrir el rollo, ni de mirar.
Pero uno de los ancianos me dijo: “No llores más, pues el león de la tribu de
Judá, el retoño de David, ha vencido y puede abrir el rollo y romper sus siete
sellos”
En la literatura judaica de la tradición bíblica el León
aparece como imagen del Mesías, quien vence el mal: “No se irá el cetro de mano de Judá, bastón de mando de entre sus
piernas, hasta que venga al que le pertenece, y al que harán homenaje los
pueblo” (Gn 49,10; Is 11,1-10; Ap 22,16). Porque Él es la estrella de la
mañana (Cfr. Nm 24,17) porque Él ha vencido la muerte causante del mal (Cfr. Ap
3, 21; Jn 16,33) por lo tanto, solo Él es el único digno de abrir los sellos
del libros, ya que Él revela el sentido de la historia, llevando a plenitud la
salvación humana, porque Él es el vástago prometió a David según la tradición bíblica
en la que se le manifiesta que su trono nunca estaría falto de rey. Y Cristo
precisamente es la raíz de David: "Y
será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono
será estable eternamente. Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda
esta visión, así habló Natán a David" (2 Sm 7,16-17).
La dignidad de Cristo, provista por su obra en la
cruz, su muerte y su resurrección, es la que le da derecho a abrir el libro y
desencadenar así la serie de juicios que culminarán con la instauración del
reino sin límite de Cristo, primero en el mundo y luego en la eternidad. El
llamado hecho por el ángel a gran voz y el hecho de que nadie haya respondido
ni nadie hubiera sido hallado digno de ejecutar los juicios, nos confirma una
vez más que solo Cristo es digno de hacerlo (Cfr. Mt 28,18).
Ap 5,6: Entonces, en
medio del trono y de los cuatro vivientes, y en medio de los ancianos, vi un
Cordero. Estaba de pie, pero se veía que había sido sacrificado. Tenía siete
cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la
tierra.
Se recrea la figura del
cordero llevado al sacrificio (Cfr. Ex 12) desarrollada por Isaías en el cuarto
cántico del siervo sufriente (Cfr. Is 52,13-53,12) referido al pueblo de Israel
en el que los evangelistas vieron la figura de Jesús que llevado injustamente a
la muerte, era como el cordero llevado al matadero para la remisión de los
pecados: “Lo llevaron como codero al matadero” (Is 53,7) Esta figura del
cordero es la que toma Juan para presentarlos a sus discípulos: “Ahí está el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29).
En Ap 5,6 se leen estas
imágenes a la luz del Cordero en Pie triunfante del sacrificio y digno de abrir
los sellos del libro, el autor del apocalipsis combina varios signos para
designar que Cristo ha salido victorioso mediante el sufrimiento y la muerte
(Cfr. Lc 24,26; Hec 8,32-35; 1P 1,18-19).
Todo el libro de los hebreos
nos muestra una recreación detallada sobre el triunfo del sacrificio de Cristo
como sumo sacerdote. Al leer esta reflexión dirigida a una comunidad cristiana
es necesario retomar el sacerdocio presentado en el libro de Levítico y lo
referente a las prácticas de sacrificiales del pueblo de Israel. Con este texto
que coloco a continuación quiero ilustrar el culto a Israel y el porqué de la
importancia del sacrificio para entender la acción sacrificial de Cristo.
Por esta razón, el
sacrificio de Cristo está por encima de todo sacrificio porque Él se hizo
sacrificio y venció por amor el mal de este mundo, porque tanto ha sido el amor
mostrado en la cruz para nuestra liberación. Esta es la prueba de amor más
grande que Dios ha dado a la humanidad: “Pues Dios amó tanto al mundo, que dio
a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida
eterna. Porque Dios no envío a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino
para salvarlo por medio de él” (Jn 3,16-17).
…Tenía siete cuernos
y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
La victoria es símbolo de
poder, es la fuerza de quien ha vencido y está de pie frente al trono, los
siete cuernos simbolizan la plenitud del poder otorgado por Dios para dirigir
los destinos de la humanidad, este es el sentido de los siete cuernos (Dt
33,17; Sal 18,2; 112,9; Is 29,11; Dn 10-12) Los cuernos simbolizan la plenitud
de su poder y el reinado de la presencia de Dios, todo el crea en Él recibe el
poder del Cordero (Mt 28,18; 1Col 1,24) Y tiene siete ojos para recorrer o ver
lo que sucede en toda la tierra, tiene la plenitud de la visión (Cfr Zc 4,10)
por esta razón, la victoria consiste
en que su obra es perfecta, venciendo al pecado, quitándolo de nuestros
corazones, rescatándonos para Dios, sin mancha y sin ninguna contaminación Cfr.
Ez 1,5-10; Is, 6,3)
Este versículo coloca tres símbolos en una misma
imagen El cordero, los siete cuernos y los siete ojos son la imagen de los
siete espíritus (Ap 1,4; Is 11, 2) que simbolizan la plenitud del Espíritu de
Dios (Cfr. Apocalipsis. Pág. 17-20) que ejerce una incesante actividad sobre la
tierra la cual se traduce no únicamente en que el Espíritu y Cristo conocen
nuestras obras (Ap 2,2. 9. 19) sino que todo está bajo el control absoluto de Dios,
incluso los juicios que darán lugar a la tribulación de la cual seremos
liberados si estamos preparados en Cristo (Ap 3,10).
Ap 5,7: Aquel Cordero fue y
tomó el rollo de la mano derecha del que estaba sentado en el trono
Con esta acción el Cordero procede a revelar el
juicio con el que van a ser juzgados los que no han creído, porque Él es el único
digno de dictar sentencia y revelar lo que ha de suceder a los que se han
apartado de sus enseñanzas. Ya todo está preparado para aquellos que han salido
victoriosos de la tribulación la suerte está dada y el Cordero tiene el poder
del juicio y la victoria (Cfr. Is 6,1). Esta finalidad es el comienzo de
la esperanza del que llega hasta el final saliendo victorioso, el Apocalipsis
es el libro que recupera el memorial
histórico de quien ha perdido la esperanza.
Ap 5,8: Y en cuanto tomó el rollo, los
cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se pusieron de rodillas
delate del Cordero. Todo ellos tenían arpas, y llevaban copas de oro llenas de
incienso, que son oraciones del pueblo santo.
La acción de tomar el rollo es el símbolo de la revelación de Dios, Dios
se comunica por medio de la palabra y los presentes se inclinan para rendir
culto al que tiene el libro en sus manos de ahora en adelante es quien ha
recibido el poder de la Palabra y se postran delante de Él (Ap 4, 9-11) Esta es
posición cultual y digna dado a la Palabra de la Nueva Alianza, como hizo el
pueblo de Israel con la Antigua Alianza: “Esdras
abrió el libro a la vista de todo el pueblo (…) Luego se inclinaron y se
postraron delante del Señor con el rostro en tierra” (Nh 8,5.6).
Todos rendían culto al Cordero en gloria y dignidad, este es el momento de la revelación profética que confirma que
Cristo es Dios, que Cristo es el Hijo de Dios, aquí se revela su divinidad. Por
eso toda criatura se postra ante Cristo y le reconoce como el Hijo de Dios,
como el Redentor y único digno y Señor de Señores (Ap 19). Este es el sentido
de la alabanza celestial por parte de los veinticuatro ancianos y los cuatro
viviente, rendir culto al Señor de la vida, al primero en resucitar de entre
los muertos, he ahí el signo de las arpas porque todo en Dios es alabanza y
jubilo: “Y oí una voz del cielo como estruendo de
muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas” (Ap
14,2).
Porque la alabanza es
para nuestro Dios y alaban los que han alcanzado la victoria, porque ya son
dignos de portar el nombre del Señor porque han sido fieles y diáfanos como el
mar cristalino presentándose purificados en el mar de fuego que les da la
dignidad de estar inclinados delante del Cordero: “Vi también como un mar de vidrio mezclado
con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su
imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio,
con las arpas de Dios” (
Ap 15,2).
Ellos confirman la divinidad de Cristo con la alabanza, simbolizados en las arpas: "Y David y toda la casa de Israel
danzaban delante de Yahvé con toda clase de instrumentos de madera de haya; con
arpas, salterios, panderos,
flautas y címbalos" (2 Sm 6,5) Porque el pueblo de la Alianza debe sus
alabanzas al Señor de cielo y tierra "Aclamen a Yahvé con arpa; cántenle
himnos con música de salterio" (Sal 33,2) La liturgia celestial rinde
culto al Señor y la liturgia de la tierra se une a la liturgia celestial en la
alabanza: "Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio, Oh Dios
mío; tu verdad cantaré a ti en el arpa,
Oh Santo de Israel." (Sal 71,22). Los 24 ancianos portan en sus manos copas de oro llenas de
incienso, ellos muestran la dignidad del culto, de la oración y de la alabanza,
ellos llevan el incienso al trono del Señor donde está el Cordero, ellos en la
presencia del Cordero queman el incienso para agradar a Dios: "Suba mi oración delante de ti como el
incienso, El don de mis manos como la ofrenda de la tarde" (Sal 141,2).
Ap 5,9-14
Estos tres cánticos, recrean
la alabanza de todas las criaturas de la creación hacia el Cordero, Él es el
digno de recibir el libro y de abrir sus sellos para manifestar la revelación
de Dios en la historia e ir trazando el itinerario salvífico de las nuevas
generaciones de cristianos:
- Primer cántico: Por medio de la sangre del cordero hemos sido adquiridos como pueblo de la salvación porque nos ha redimido con su sangre (Cfr. Rm 3,24; 1P 1,18) Por este precio con el que fuimos comprado se le rinde culto y adoración al igual que a Dios al Cristo redentor. Por lo cual los redimidos por la sangre del Cordero se han constituido un pueblo sacerdotal, nación santa, raza elegida (Cfr. 1P 2,9-10; Ap 1,5-6; 20,6; Ex 19,6; Is 61,6) porque estarán llamados a reinar con Cristo para siempre en la ciudad celestial (Ap 21-22).
- Segundo Cántico: Por el sacrificio el Cordero se hace digno de todo honor y gloria, porque él ha sido inmolado por nosotros (Cfr. Is 53, 7; 1Co 5,7) Ahora recibe la sabiduría y la fuerza y muchos seremos testigos de este acontecimiento (Cfr. Dn 7,10) y por eso se pregona con fuerte voz la alabanza al Señor Resucitado.
- Tercer cántico: La alabanza no solo es de los que han sido elegidos, sino que toda la creación se une al canto de alabanza (Fil 2,10-11; Col 1,20; Rm 8,20-21) para quien está sentado en el trono y al Cordero y todos a una voz responden ¡Amén! (Cfr. Ap 1,6) poniéndose de rodillas, porque en Él y por Él fueron creadas todas las cosas y toda alabanza es para Él (Mc 11,9-10; Mt 21,9.16; [Sal 8,2]; Lc 19,38; Jn 12,13. [Sal 118,26].15 [Zc 9,9]).
Los tres cánticos tienen un
hilo conductor: El sacrificio del Cordero y su Sangre derramada para la
redención del género humano y de toda la creación. Por esta razón toda alabanza
es del Señor y aunque sus criaturas silencien su voz la creación cantará y se
postrará ante el Señor: “Si ellos callan gritarán las piedras” (Lc 19,40).
Estos cánticos se pueden relacionar con Is 42,9-10
porque proponen una renovación, un nuevo orden creacional: Isaías quiere una
reconstrucción novedosa sin añorar el pasado y por eso anuncia cosas nuevas. En
los del Apocalipsis se alaba la nueva creación ya establecida por la Sangre del
Cordero, estas son alabanzas nuevas, canticos nuevos que buscan nuevas
esperanzas: “Canten a Yahvé cántico nuevo” (Sal 149,1) Porque ahora hasta la
alabanza es novedosa: “Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro
Dios” (Sal 40,3) Lo nuevo del cántico está dado no solamente por su
correspondencia a un nuevo estado de cosas, sino que es entonado con gozo (Cfr.
Filp 4,4-12) Porque el Señor hace nuevas todas las cosas (Cfr. Ap 21,5).
[1]
Para esta parte utilizaremos la división que presenta la Biblia de Estudio Dios
habla hoy en la introducción sobre el apocalipsis.
[4] Cfr. José M. González
Ruiz. Apocalipsis de Juan. El libro del testimonio cristiano. Ed. Cristiandad.
1987. Madrid. Pp. 110.
[5]
http://www.buenanueva.net/preguntasb/Apocalipsis.htm.
No hay comentarios:
Publicar un comentario