miércoles, mayo 13, 2015



I.  APOCALIPSIS 

¡Oh verdad, luz de mi corazón, que no me hablen mis tinieblas! He ido deslizándome en estas realidades de aquí y me he quedado a oscuras”   (San Agustín. Conf. L XII,10,10).

En 1994 en Bogotá se publicó un librito de Carlos Mesters[1]: “La esperanza de un pueblo que lucha”, que en su introducción presenta lo siguiente:

El apocalipsis es un libro muy solicitado por el pueblo. Libro misterioso. ¡Lleno de visiones extrañas! Todos perciben que en su interior se oculta algo importante y que sirve para dar sentido a la vida. Pero no todos lo leen del mismo modo.

Y continua con tres diálogos se supone que son miembros de la comunidad de aquellos tiempos:

Primer diálogo

_Doña María José, ¿lee usted la Biblia?
_Si, Señor, la leo todos los días.
_¿Qué parte de la Biblia usted lee?
 _¡Ah, a mí lo que más me gusta es el Apocalipsis! Lo leo todos los días.
_¿Entiende usted todo lo que lee en el Apocalipsis?
_Entender, lo que se dice entender, no. Comprendo muy poco. ¡Pero me gusta mucho!¡Me da consuelo y valor para la lucha!

Segundo diálogo

_Don Romero, ¿Usted lee la Biblia?
_De vez en cuando. Pero no me gusta mucho.
_¿Por qué?
_Porque no entiendo. Sobre todo el Apocalipsis. No entiendo nada. Hasta me hace dar miedo.
_¿Miedo? ¿Por qué?
_Por aquellas visiones terribles del fin del mundo y de la bestia. Si uno no entiende bien, aquellos solo puede producir miedo. No, eso no me ayuda.

Tercer diálogo

_Señor Raimundo: ¿Ya sabe la noticia?
_¿Qué noticia?
_¡El Papa en Roma! ¡Sufrió un atentado de bala, pero no murió!
_¡Ah! Esto ya lo sabía hace mucho tiempo. No me sorprendió.
_¿Pero cómo? ¡Sucedió hoy en la tarde!
_Pues este hecho está de acuerdo con lo que ya fue escrito.
_¿Escrito? ¿Dónde, Señor Raimundo?
_En la Biblia. ¡En el Apocalipsis! Allá dice que la bestia es herida de muerte, pero sobrevive. ¿No es así? ¡Pues, entonces!

Estos ejemplos a pesar del tiempo siguen vigentes en la visión que aún hoy se maneja en las comunidades dentro de la Iglesia y en otras denominaciones religiosas que no están en comunión con la institución católica.  Al tomar el libro del Apocalipsis se percibe que su lectura causa miedo y se alimenta este miedo porque seguimos presentando el entorno literario del Apocalipsis como anuncio de desastres naturales, y  que allí se vaticina el anuncia del fin del mundo.
Para posibilitar un acercamiento a la lectura del Apocalipsis sería abrir el libro a la comunidad como revelación de algo o de alguien; como manifestación de algo o de alguien; como un mensaje de esperanza a alguien o a una comunidad, como una palabra de liberación a alguien o a una comunidad. Si hacemos el acercamiento de esta manera el Apocalipsis no causaría sensación de destrucción o fin del mundo.
Porque al igual que en los demás libros de las Sagradas Escrituras en sus escritos encontramos la experiencia de fe de la comunidad y esta experiencia de fe en ningún momento se refiere a la destrucción o fin del mundo, sino que plantea: 1) Un interrogante sobre el mal y sobre el sentido de la historia. 2) Una promesa de liberación y de salvación. 3) Y la proclamación de la justicia de Dios porque el mal ha sido vencido con la sangre derramada por el cordero.

Desde esta perspectiva, en el Apocalipsis,  hay una realidad de “lenguajes codificado que recurre ampliamente al simbolismo de los números y los colores, a las representaciones mitológicas y a las comparaciones históricas…La apocalíptica propone una visión dualista y pesimista del mundo presente. Éste es un lugar de combate entre las fuerzas del mal que dominan la humanidad, y las fuerzas de Dios, que un día resultarán victoriosas”[2]. La literatura apocalíptica abre la caminada de fe y de esperanza a las comunidades que confían en la promesa que se hace realidad el Cordero inmolado, de esta manera,  la preocupación no es tanto, para entender el lenguaje cifradas literalmente, sino para sentir de cerca el apoyo de  Dios.
El Apocalipsis no es el fin del mundo sino el principio de la esperanza en la nueva creación dada por la victoria del Cordero: Después el ángel me mostró el río de agua de la vida, transparente como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero. En medio de la ciudad, a uno y otro lado del río, hay árboles de la vida, que dan fruto doce veces, una vez cada mes, y sus hojas sirven de medicina para las naciones. No habrá ya maldición alguna; el trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad, y sus servidores le rendirán culto. Verán su rostro y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá noche. No necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque Dios mismo será su luz, y reinarán por los siglos para siempre” (Ap. 22,1-5).
Por esta razón, leer este libro desde la perspectiva de la esperanza y hacer un acercamiento como nos lo plantea Elisabeth Schüssler Fiorenza, desde el análisis retorico. La retórica es el arte de componer un discurso persuasivo. El análisis retórico debe ser conducido de modo crítico. Toda situación de discurso comporta la presencia de tres elementos: el orador (o autor), el discurso (o texto), y el auditorio (o destinatario).La retórica clásica distingue, en consecuencia, tres factores de persuasión que contribuyen a la cualidad de un discurso: la autoridad del orador, la argumentación del discurso y las emociones que suscita en el auditorio.
La diversidad de situaciones y de auditorios influye grandemente sobre el modo de hablar. La retórica clásica, desde Aristóteles, admite la distinción de tres géneros de elocuencia: el género judicial (delante de los tribunales), el deliberativo (en las asambleas políticas), y el demostrativo (en las celebraciones).

También encontramos en la Retórica para especificar sus funciones actuales: Función persuasiva: es su función más clásica en la que se intenta convencer al receptor. Función propagandística: se intenta conseguir la adhesión del receptor a una idea política o religiosa. Función constructiva: mediante la utilización de las figuras retóricas se puede construir un mensaje con una finalidad determinada y dirigido a un público determinado. Función comunicativa: la Retórica toma el sentido del lenguaje estricto para transformarlo en un lenguaje figurado, un nuevo mensaje capaz de convencer y persuadir.
El lenguaje con el que nos comunicamos todos los días está impregnado de retórica. Sin darnos cuenta o muchas veces de forma intencionada, utilizamos metáforas para explicar algo, cambiamos el orden de los acontecimientos para crear mayor suspense u omitimos ciertas palabras que sustituimos por gestos[3].

De esta manera, se trata de “explorar la fuerza persuasiva del lenguaje simbólico del Apocalipsis en la estructura significativa general del libro, así como en la situación retórica presente en el texto y enraizada en una determinada matriz sociohistorica” (SCHÜSSLER E. P 39) que nos ayuda a que comprendamos lo interesante que resultaría el acercamiento a su contexto lingüístico para valorar las fuerzas de comprensión que nos presenta el discurso simbólico de este Libro.

En este discurso simbólico se resalta el valor que se le da  a Cristo,  presentado en la figura del Cordero (Ap 5,6.8.12.13; 61.16; 7,9.10.14.17; 12,11; 13,8; 14,1.4.10; 15,3; 17, 14; 19,7.9; 21,9.14.22.23.27; 22,1.3) A quien en una primera simbología se le da un significado de Siervo de Yavé que entrega la vida como ofrenda por la humanidad (Cfr. Is 53,6-7; Jr 11,19) En una segunda simbología se refiere a Cristo como el cordero pascual quien derrama la sangre para liberar del pecado al pueblo consagrado a Dios (Cfr. Ex 12,12-13.27; 24,8; Jn 1,29; 19,36; 1Cor 5,7; 1P 1,18-19) Y en una tercera simbología se le designa como dueño de la historia que conduce victorioso a su pueblo (1Hen 89,42.46; 90,9.37) Cristo como vencedor a pesar de su muerte (Ap 5,5.9; 6,2.3-4) Vence con su muerte la injusticia social (Ap 6,5-6) y hasta la misma muerte (Ap 6,7-8) destruyendo así el mal (Ap 19,11-14.20) Con esta serie de simbología se presenta el misterio total de Cristo: Su muerte redentora, su resurrección, su mesianismo, la donación de su Espíritu y su divinidad.
La simbología apocalíptica, hace experimentar al lector, y  quien escucha, (porque a parecer este libro se escribió para ser leído en la asamblea litúrgica) que hay un camino hacia el futuro intentando dar un sentido de cumplimiento las promesas mesiánicas que es el periodo en el que reinará en  mundo la justicia y la paz tras la derrota de la muerte y del mal propiciado por la Muerte y Resurrección del Cordero - Mesías y esta derrota del mal (Satán) es también el triunfo y el reinado de los elegidos que se mantuvieron firmes y fieles hasta el final blanqueando sus vestidura en la sangre del Cordero.

A modo de conclusión

·         Las comunidades pastorales tienen inconveniente a la hora de abordar el libro del Apocalipsis, hay poca claridad para comprender la simbología que en sus capítulos presenta. Se ha creído y muchas veces presentado como un libro terrorífico que anuncia el fin del mundo, colocando en evidencia la maldad de la humanidad y su condenación por el juicio divino.
·         Esto crea temor e incertidumbre en las personas que forman estos grupos pastorales, porque carecen de una orientación  acerca de la intención del libro de hacer vida la experiencia de fe en el Resucitado. Muchas veces los ambientes de reflexión bíblica no  ayudan a descubrir la fuerza esperanzadora que allí trataron de transmitir las comunidades cristianas del primer siglo.
·         Las comunidades desconocen la riqueza que contiene la simbología de este libro y la propuesta de liberación frente al mal. Esta propuesta liberadora  fortalece la fe y la esperanza del anuncio de Jesús Resucitado en una sociedad violentada en su dignidad como pueblo de Dios.
·         La riqueza simbólica que plasmaron los primeros cristianos en el Apocalipsis debe hacerse  comprensible en las comunidades pastorales,  con estudios bíblicos  serios que desglosen las intenciones de las comunidades cristianas del primer siglo. Que a pesar de las dificultades por defender sus ideales se atrevieron a “dar razón de su esperanza” (1P, 3,15), llevando siempre la propuesta del Resucitado con voz profética.
·         Las comunidades cristianas también están llamadas a responder a esta exigencia de conocer lo referente  a la simbología de este libro, para no dejarse atemorizar  por el solo hecho de no conocer este libro. Es necesario que puedan tener fácil acceso a él con  libertad  para que adquieran las herramientas necesarias y descubran la fuerza innovadora de la Palabra de Dios que está contenida allí.

 Bibliografía:
1. Equipo “Cahiers Evangile” El Apocalipsis. Cuaderno bíblico 9. Verbo Divino. Estella (Navarr) 1997.
2. Elian Cuvilier. Los apocalipsis del Nuevo testamento. Cuaderno bíblico 110. Verbo Divino. Estella (Navarra) 2002.
3. MESTERS. Carlos. Esperanza de un pueblo que sufre. San Pablo. Bogotá 1994.
4. SCHÜSSLER F. Elisabeth. Apocalipsis. Visión de un mundo justo. Verbo Divino. Estella (Navarra) 2da. Ed. 2010.
5. EVD. Revista Reseña Bíblica



[1] MESTERS, Carlos. La esperanza de un pueblo que lucha. Bogotá 1994. San pablo.
[2] Cuvilier, Elian. Los apocalipsis del Nuevo Testamento, cuadernillos bíblicos Estella (Navarra 2002. Verbo divino. P. 7. 8.

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