domingo, junio 29, 2014

SAN PEDRO Y SAN PABLO

 
Mateo 16,13-19

Por cierto, no sé de qué modo inexplicable, cualquiera que se ama a sí mismo, no a Dios, no se ama y, cualquiera que ama a Dios, no a sí mismo, precisamente ése se ama. En efecto, quien no puede vivir por sí, muere, evidentemente, amándose; no se ama, pues, quien se ama de forma que no viva. Cuando, en cambio, uno quiere a ese debido al cual vive, no queriéndose se quiere, más bien, quien no se quiere precisamente para querer a ese debido al cual vive (San Agustín. Comentario a Jn 21,12-19).

La comunidad del resucitado-pascualizada y pascualizadora, centra la pedagogía de su fe en la presencia de Jesucristo, fe que rompe con todo tipo de idolatría, que se coloca por encima de cualquier tradición sin trascendencia y se aleja de  prácticas que no conducen a esta fe, ni al talante de amor que debe testimoniar el cristiano: “Ante todo, ámense ardientemente unos a otros, pues el amor alcanza el perdón de todos los pecados. Practiquen de todo corazón la hospitalidad unos con otros. Que cada cual ponga al servicio de los demás los dones que haya recibido como corresponde a buenos administradores de los distintos carismas de Dios; el que tenga el don de la palabra, que use de él como el que comunica palabra de Dios” (1P 4, 8-11; Cfr. 1P 3,8-12). 

En los  Evangelios este caminar cristiano pascualizado es lo que hace que se reconozca a Jesús Resucitado como el Mesías, el Cristo de Dios, el  Hijo del Dios viviente (Cfr. Mc 8,29; Jn 6,68-69; Mt 16,16) La profesión de fe se inserta en la profesión de amor de la comunidad pascualizada (Cfr. Jn 21,15-19) que es la raíz del mensaje Kerygmático- pascual a través de las preguntas  que hace Jesús a los discípulos: _ ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?..._ Y ustedes, ¿quién dicen que soy? (Mt 16,12-14) Y “¿Pedro me quieres más que a estos?” (Jn 21,15).
Por esta razón, la respuesta a las preguntas de Jesús es el resultado de la revelación hecha por la Palabra de Dios y no por palabra de hombres (Cfr. Mt 11,25-27; Lc 10,21-22) es la respuesta que nace desde la Palabra revelada: _ “¡En verdad tú eres el Hijo de Dios!” (Mt 14,33)  _Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente” (Mt 16,16) “Si, Señor, tú sabes que te quiero” (Jn 21,15) Esta profesión de fe y de amor son la pedagogía revelada de la fe que nos induce a reconocer a Jesús Resucitado como Mesías (Mt 1,1; Jn 1,17.41; 17,3; Rm 1,3-4; 1 Jn 2,22) Esta es la profesión de fe y amor suscitada en los que viven y son de Cristo (Rm 6,4-8; 8,17; Gal 2,19; Ef  2,6; Fil 1,23; Col 2,12-13.20; 3,3) Y en Cristo (Rm 6,3-11; 1Co 1,9; Gal 3,27; Fil 1,1).
Desde esta perspectiva, los que se adhieren por la fe y el amor a Jesucristo en la comunidad, quedan “atados en el cielo” (Mt 16,19) y los que no se adhieren quedan “Desatados en el cielo”[1] (Mt 16,19; Cfr. Is 22,15-25; Mt 9,2-8, 18,18; Jn 20,33) Es decir, por la fe la comunidad está unida a Cristo, la fe y el amor a Cristo marca el camino pascual pascualizado en el seguimiento, el seguimiento aceptar el llamado de Jesús (Mc 3,13-15; Lc 12,16; Mt 10,1-4) es afianzarse con la enseñanza pedagógica de la fe en el amor (Mt 17,22-23; Cfr. Mc 9,30-32; Lc 9,43-45) y es la participación en el destino del Maestro (Mc 8,31-9,1; Lc 9,22-27).
Quien profesa la fe y el amor a Cristo, vive desmitologizando los fantasmas de la fe falseada, del amor  enfermizo, para vivir y actuar en razón de la obediencia a Dios y su Palabra. Es vivir en la pascua de Cristo, dejándose sanar, es dejarse abrir los oídos para destrabar la lengua. La fe no solo es compromiso con Cristo, sino amor con el otro-mi prójimo- (Lc 10, 25-37) Si la fe y el amor no se conciben desde la espiritualidad cristiana, estas son vacías, porque no nacen del mandato principal, el amor a Dios y al prójimo (Dt 6,5; Lv 19,18; Mc 12, 28-34; Mt 19, 16.19; St 2,5; Cfr. St 2,1-4; St 2,14; Cfr. 2,15-26).
El amor a Dios y al prójimo nace de la recta obediencia a la Palabra, por esto, se da razón de la esperanza en la confesión de fe y amor que Pedro hace suya en nombre de la comunidad. Profesión de fe y amor que nace de lo más profundo del  corazón, porque no se ha revelado por la “carne o la sangre” (Mt 16,17) Esta confesión de fe y de amor devela la identidad de Jesús resucitado (Cfr. Jn 19,28-21,25) en la comunidad que camina en pos del Maestro.
La comunidad pascualizada, es familia que asume su fe en el resucitado que ha sido recreada por Él en el amor. Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios vivo y quién profese la fe y el amor en Él, es llamado a predicar el reino de Dios. El reino de Dios no es algo teórico, es estar siempre en disposición de escucha: “Escucha, Israel el Señor, nuestro Dios, es solo uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las inculcarás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales” (Dt 6,4-9). 

Llevar estas enseñanzas en la mente, en el corazón y pronunciarla con la boca es la proclamación de fe y de amor en el Dios que se revela en la caminada histórica de la comunidad-familia, pascual y pascualizada que anuncia que Jesús es el Hijo de Dios resucitado, que es el Mesías- el ungido del Padre que pascualiza a la comunidad-familia para que sea testigo del proyecto de salvación que comienza en la nueva creación con la resurrección de Jesús, que es manifestado por la comunidad del reino como el Cristo - Mesías (Cfr. Mc 8,29; Jn 6,68-69) que a la vez es proclamado el Hijo del Dios viviente (Cfr. Mt 16,16).
La pedagogía de la fe y del amor rompe con todo tipo de ideología, así sea de tipo religioso, ella purifica la misma fe y coloca en Jesús el Mesías nuestra esperanza. Lograr esto sería un cambio estructural de mentalidad: Es salir de nuestro mutismo para darle inicio a una fe en el amor a Jesús que se desarrolla en la comunidad como la novedad del mensaje Kerygmático de los primeros cristianos que anunciaron a Jesús muerto y resucitado: “Sentimos la urgencia de desarrollar en nuestras comunidades un proceso de iniciación en la vida cristiana que comience por el Kerigma, guiado por la Palabra de Dios, que conduzca a un encuentro personal, cada vez  mayor, con Jesucristo, perfecto Dios y perfecto hombre” (DA 289).
La pedagogía de la fe y del amor se gesta en la región de Galilea al norte de Israel donde surgió un profeta llamado Jesús de Nazaret. El profeta  empezó a recorrer la orilla del lago de galilea predicando que Dios es amor y que el reino de Dios estaba cerca, se rodeó de pescadores, mujeres, publicanos, endemoniados, paralíticos, ciegos, mudos, mancos, leprosos, prostitutas. Por esto era cuestionado, andaba mal vestido, calzaba sandalias o iba descalzo, desgreñado por el viento del desierto, poco aseado, mal oliente por el sudor de las jornadas y sin embargo atraía y decía que Dios era su Padre y Padre de todos, que perdonaba los pecados, e invitaba a las personas a vivir el nuevo orden desde el amor a Dios y al prójimo, porque Dios ama a los pobres y marginados.
El profeta llamó a los pobres, a los pescadores y pecadores que los habían seguido y reconocido como el Ungido del Dios viviente para concretizar la pedagogía de la fe en la pedagogía de la profesión del amor. En este nuevo orden los pobres, los pescadores, las mujeres, los publicanos, los endemoniados, los paralíticos, los ciegos, los mudos, los mancos, los leprosos, las prostitutas son apacentados al reconocer sus pecados y aceptar no volver a pecar, se convertían, el moreno de Nazaret era convincente, porque proponía  la pedagogía  de la fe y del amor, que es:
1.      Confesar que soy pecador: “Sí Señor, Tú sabes que te quiero” (Jn 21,15).
2.      Profesar el amor del convertido- del nuevo creyente: “Sí Señor, Tú sabes que te quiero” (Jn 21,16).
3.      Profesar el amor del Salvado: “Tú sabes que te quiero” (Jn 21,17). 

Porque la profesión de amor es salir del egoísmo y de la idolatría para caminar en la comunidad pascualizada y así:  

1.      Ir al encuentro de los pecadores: “Apacienta mis corderos” (Jn 21,15).
2.      Caminar con los convertidos como un convertido más: “Cuida de mis ovejas” (Jn 21,16).
3.      Sentirse salvado por el Señor: “Apacienta mis ovejas” (Jn 21,17).

La pedagogía de fe y la pedagogía del amor fomentan en la comunidad-familia un aire nuevo en la concepción pascual del reino de Dios, principio y culmen del acontecimiento del profeta de Nazaret que andaba con los pescadores y pecadores. La comunidad pascual del reino es pascualizada porque mantiene la fe y espera la corona de la justicia que Dios entrega a la comunidad del Resucitado que vive la plenitud del amor  al anunciar al Señor en el corazón del pueblo de Dios. (Cfr. 1Tit 4,6-8). 

A modo de conclusión 

·         Pedro es la figura más destacada en todo el NT. Su nombre aparece 182 veces. Aun así sabemos muy poco de su vida anterior al seguimiento. 
·         Pedro, con toda espontaneidad, no pierde ocasión de manifestar su oposición a lo que decía el Maestro. Por ejemplo: se niega a aceptar la idea de un Jesús que tiene que ir a la muerte, lo cual le merecen las palabras más duras que Jesús dirige a una persona en todo el evangelio; "Retírate de mi vista Satanás, que me haces tropezar”.  En la Cena se significa también por su oposición a que su “jefe” le lave los pies. Un poco más tarde, en el momento más difícil para Jesús, le niega tres veces, que quiere decir que le niega absolutamente, sin paliativos. Pedro era simplemente un pescador, sin ninguna preparación, pero testarudo y sincero.
·         Pablo, es la persona mejor documentada. Es el único apóstol del que podemos hacer una biografía casi completa. Aunque se presenta como hecho fundamental de su vida la misteriosa caída. En contra de lo que se dice con frecuencia, su conversión no consistió en ningún cambio fundamental de su trayectoria. Simplemente pasó de ser un fanático fariseo a ser un fanático seguidor de Cristo. El contacto directo con los cristianos a los que perseguía a muerte, le llevó a descubrir la verdad que se encerraba en el Cristo del que tenía que oír hablar a todas horas.
·         Pablo fue un fanático de la defensa de su religión. Por defender el judaísmo se convirtió en perseguidor de todos aquellos que seguían a Jesús, hasta que un día se dio cuenta de lo que Jesús significaba. También su formación personal fue completamente diferente. Pablo era un intelectual. Había pasado por la universidad, que entonces era el estudio de la Ley. 
·         Ahora bien Pedro con su sencillez y espontaneidad y Pablo con su agudeza intelectual, construyen la única Iglesia, la inmensa mayoría de los cristianos ni siquiera nos hemos planteado la dificultad de seguir a Jesús, seguimos a Jesús sin pena ni gloria, sin haber descubierto el profundo significado de su persona. No nos hemos enterado de lo que significa el Dios de Jesús, y por lo tanto, nuestro seguimiento es artificial. Tanto Pedro como Pablo eran  personas muy religiosas que se encontraban tan a gusto dentro de su judaísmo. Fue el contacto con Jesús, el que desbarató esa seguridad y les hizo entrar en la dinámica de una auténtica relación con ese Dios que es amor[2].   

San Agustín: Apacienta mis ovejas, no las tuyas

1.      Pero primeramente pregunta el Señor y no una vez, sino de nuevo y la tercera vez, lo que sabía —si Pedro le quiere—, y otras tantas veces oye a Pedro no otra cosa sino que éste le quiere, y otras tantas encomienda a Pedro no otra cosa que apacentar sus ovejas. Se responde a negación triple confesión, para que la lengua sirva al amor no menos que al temor, y no parezca que la muerte inminente ha arrancado más palabras que la Vida presente. Sea oficio del amor apacentar el rebaño del Señor, si fue indicio de temor negar al Pastor. Quienes por afán de jactarse o dominar o enriquecerse, no por la caridad de obedecer y ayudar y agradar a Dios, apacientan las ovejas de Cristo con esta intención, la de querer que sean suyas, no de Cristo, quedan convictos de amarse a sí mismos, no a Cristo.
2.      Para que, pues, quienes apacientan las ovejas de Cristo las apacienten no cuál de ellos, sino cual de él, no sean amantes de sí mismos ni, como amadores del dinero, a costa de ellas busquen sus ganancias ni las dominen como altaneros ni como soberbios se gloríen de los honores que de ellas admiten, ni como blasfemos lleguen al punto de hacer herejías, ni como no obedientes a los progenitores sustituyan a los santos Padres, ni como ingratos devuelvan males por bienes a esos que, porque no quieren que perezcan, quieren corregirlos, ni como criminales maten las almas suyas y ajenas, ni como irreligiosos destrocen las maternales vísceras de la Iglesia; de los débiles no se compadezcan como desamorados; no intenten manchar como detractores la fama de los santos; no dejen de refrenar como incontinentes las pasiones pésimas; como inclementes no se dediquen a pleitos; no sean, como sin benignidad, incapaces de ayudar; como traidores no notifiquen a los enemigos de los piadosos lo que saben que ha de ocultarse[3].

Pero, por grande que sea el pesar de la muerte, debe vencerlo el vigor del amor con que se ama a ese que, aunque es nuestra vida, por nosotros ha querido sufrir incluso la muerte. Por cierto, si el pesar de la muerte fuese nulo o pequeño, no sería tan grande la gloria de los mártires. Pero sí el Pastor bueno que depuso su alma por sus ovejas (San Agustín. Comentario a Jn 21,12-19 ).


[1] Desatar-Atar: Términos rabínicos en tiempos de Jesús que tienen el sentido de admitir o excluir de su escuela a los iniciado- Discípulos.
[2] Marcos Rodríguez. http://www.feadulta.com/anterior/Ev-mt-16-13-19.htm
[3] San Agustín. Comentario a Jn 21,12-19, dictado en Hipona, probablemente el sábado 17 de julio de 420.

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