Mc 13,33-37
“Si queremos vivir bien, amemos más lo que nos promete Dios que lo que nos promete el mundo” (San Agustín. Serm. 32,14)
Hoy comenzamos el tiempo de adviento, tiempo de esperanza, de reflexión y de alegría, en el que celebramos el amor de Dios y de sus promesas hecha realidad. Tiempo de preparación para que nuestro espíritu se disponga a recibir en nuestro corazón al Hijo de Dios: “Aunque Cristo naciera mil veces en Belén, si no nace en tu corazón, seguirías siendo un desgraciado”[1].
En este Domingo de adviento, damos comienzo a otro año dentro de la liturgia de la Iglesia: Pasamos del ciclo A al B, en el que se da inicio a la proclamación y reflexión del Evangelio de Marcos, centrado en la confesión de fe que la comunidad Marquina hace desde el principio del Evangelio: “Comienzo del Evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios” (Mc 1,1), hasta el final, Confesión de fe del centurión: “Verdaderamente este hombre era hijo de Dios” (Mc 15,39).
En la estructura del Evangelio de Marcos encontramos el marco teológico conocido como el Secreto Mesiánico, desarrollado en dos partes: 1) Secreto mesiánico: Jesús trata de mantener en silencio su identidad frente al pueblo: ¿Quién es este hombre? (Mc 1,14-8,30) 2) Develación de este secreto: Respuesta de Dios a esta pregunta (Mc 8,31-15,39) Estas dos partes se entrelazan transversalmente con la Revelación del Hijo de Dios como el Crucificado. Esta transversalidad se da por medio de la pregunta: ¿Y ustedes quién dice que soy yo?” (Mc 8,29)[2].
Con estos presupuestos centramos la reflexión en el texto del Evangelio que nos propone la liturgia de la Palabra para este domingo. El capítulo 13 del evangelio de Marcos, al igual que Mateo 25 y Lucas 21 es un discurso escatológico en el que se manifiesta la presencia de Jesús que vino, que está presente, pero que viene rodeado de la gloria (Resucitado) del Padre (Jn 12,27-28); para esta segunda venida del Hijo de Dios, debemos estar vigilantes y despiertos, porque no sabemos en qué momento se dará esta venida.
El capítulo 13 de Marcos, es introducido con la destrucción del templo (Mc 13,1-3) símbolo de la ostentación de las autoridades religiosas judías[3]. La manifestación de la destrucción aparte de ser un hecho histórico ocurrido aproximadamente en el año 70 d.C. Adquiere la connotación de cambiar la mentalidad de un culto dado a Dios que se determinaba por el lugar y no por su relación espiritual, el culto a Dios se debe dar en “Espíritu y en Verdad” en Jesús Resucitado (Jn 4,23-24). El texto de Mc 13,33-37, responde a la pregunta hecha por los discípulos a Jesús: “Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de que todos estas cosas están para cumplirse” (Mc 13,4) Jesús da respuesta a esto con 5 parábolas (Mc 13,5-37) que deben tener como centro el anuncio de la buena nueva: “Pero es preciso que antes sea proclamada la Buena Nueva a todos los pueblos” (Mc 13,10).
En el contexto del tiempo litúrgico de adviento, nos manifiesta que el horizonte, es estar vigilantes (Mc 13,23.33.35.37), el Señor procura tener seguidores que estén siempre a la expectativa[4]. El reino es para los que busquen de corazón vivir la espiritualidad cristiana, la espiritualidad cristiana se vive desde el corazón humano, no en los templos de piedra: “destruiré este templo y lo reconstruiré en tres días (Jn 2,19; Cfr. 69,9 (10) La presencia de Jesús entre los hombres ya no estará simbolizada por un lugar, sino que se realizará en la persona de Jesús (Cfr. Jn 1,51; 4,21-24; Ap 21,22).
La referencia en este texto, por la proximidad del adviento, es ubicar el verdadero culto en el Dios que vendrá; pero en el que vendrá para habitar en el corazón de la humanidad, donde se dé el verdadero culto en “Espíritu y en Verdad” (Jn 4,23-24): “Los discípulos al presenciar los hechos, la Muerte y la Resurrección de Jesús, comprenderán que Jesús es la verdadera y definitiva casa de Dios entre los hombres (Él es la Bet - El (אל בית), – Gn 12,8; 13,3; 28,10-19; 35,15-)”[5].
Para comprender que el verdadero culto se dará en Él, es necesario estar vigilantes, porque no sabemos la hora. Es la intención de Jesús al responder la pregunta inicial de los discípulos (Mc 13,4) Debemos estar dispuestos para que cuando llegue la hora no nos encuentre desprevenidos: “Manténganse ustedes despiertos, porque no saben cuándo va a llegar el Señor de la casa, si al anochecer, a la media noche, al canto del gallo o a la mañana” (Mc 13,35; Mt 24,45-51; 25,14-30; Lc 12,35-40; 19,11-27; 21,36; 1Ts 5,2-5; 2P 3,10)[6]. La sentencia que recalca el texto es la vigilancia fiel que debemos profesar al Señor que viene; es la certeza del hecho de estar vigilantes, como el portero que se le ha hecho el encargo de la vigilancia (Mc 13,34). Este es un acto sobre el que no cabe hacer previsiones y cálculos, porque Jesús está siempre cercano y exige una actitud de vigilancia constante y responsable (Cfr. Mc 14,34.37-38; Mt 26,38.40-41; Lc 22,40.45-46).
“Para poder recibir lo que te falta es necesario que te vacíes de lo que te sobra” (San Agustín. In Ps. 136,10).
[1] P. Sergio Cordova LC http://www.es.catholic.net/aprendeaorar/103/477/articulo.php?id=7588.
[2] Cfr. T. Beck, Otros. Una comunidad lee el Evangelio de Marcos. Bogotá 2009 (1ra reimpresión) San pablo. Pág18-19.
[3] El templo de Jerusalén era una edificación impresionante por su tamaño y esplendor. Su construcción se inició por orden de Herodes el Grande en el año 20 o 19 a.C. (SBU. Biblia de Estudio-Dios habla hoy comentario a Mc 13,1-3).
[4] En Mate se ha reflexionado la ruptura que hace Jesús con la concepción de los autoridades religiosas judías a cerca de la manera de concebir su relación con Dios con lo referente a la Justicia de Dios y al no creer en el Hijo de Dios; por esto el reino de Dios se destinará a otro pueblo que dé sus frutos a tiempo, que estén vigilantes, procuren difundir la Palabra de Dios y actúen con misericordia (Casalins, G. Reflexiones de Mt 20,1-16;21,28-32;33435;22,1-14;15-22;34-40;23,1-12(13-24,2); 15,1-13;14-30;31-46).
[5] Cfr. SBU. La biblia de estudio - Dios habla hoy. Comentario a Jn 2,19 y Jn 1,51).
[6] Este lapso de tiempo, se mide desde el sistema romano que divide la noche en 4 vigilias; mientras que los judíos lo hacían en tres vigilias. (SBU. La biblia de estudio. Dios habla hoy. Comentario a Mc 13,35).
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