Mt 25,31- 46
“¿Es que has olvidado las palabras del Señor? ´Vengan, benditos de mi Padre, reciban el reino. Tuve hambre y me diste de comer; y: ´Cuando lo hicieron con uno de mis pequeños, conmigo lo hicieron´…” (San Agustín. Serm. 389,4-5)
El texto de Mt 25,31-46, es la parábola del juicio, que mide hasta qué punto se ha actuado en la justicia de la espiritualidad cristiana del reino, si se ha estado vigilantes, si se han multiplicado los talentos, si se han hecho las obras con caridad, haciendo de prójimo (Lc 10, 25-37).
La responsabilidad adquirida en la escuela del discipulado, según estos criterios mencionados, evidencia la espiritualidad de la resiliencia cristiana frente a la adversidad, como camino para llegar a sentarnos en el banquete del reinado de Dios, alejados de todo tipo de espiritualismo idolátrico (Lc 19,1-10):
· Idolatría del Dinero mal habido (Fácil) (Lc 19,2; Cfr Mt 5,46)
· Idolatría del Ego (Lc 19,4)
· Idolatría del poder (Lc 19,2)
Porque en la espiritualidad cristiana del reino dejar la idolatría es dejarse convertir por la Palabra de Dios:
· Bajarse al conocer al Señor (Lc 19,5)
· Compartir el dinero a los pobres (Lc 19,8)
· Entregar lo robado (Lc 19,8)
Esta espiritualidad cristiana se mide según los criterios de pobreza y servicio interhumanos. Fuerza que nos hace dar razón de nuestra esperanza (Cfr. 1P 3,15) como fidelidad al proyecto de Dios que comienza “Ya” en la comunidad de creyentes, sin estos criterios de la vigilancia, de multiplicar los talentos, de ser caritativos como prójimos, no encontraremos el camino de la perfección: “sean santos como nuestro Padre celestial es Santo” (Mt 5,47-48; Lv 11,44; 19,2; Dt 18,3; 1P 1,16; St 1,4).
Llegar a la perfección es vivir en la justicia de Dios por la fe (Rm 3,21-23) Creyendo en el Hijo (Jn 6,29) Siendo testigos desde el bautismo del Señor hasta la resurrección (Hec 1,20-22). Esto implica que debemos estar atentos a los signos de los tiempos (Lc 21,28; Rm 8,23) para responder al mandato del Señor que nos invita a vivir en estado de misericordia permanente (Mt 25,31-40). Al no asumir este mandato perdemos el camino del Reino (Mt 25,41-46). Porque cuando no actuamos con misericordia caemos en la displicencia de prácticas de piedad idolátricas sin formación bíblica y litúrgicas.
Es necesario llevar esta espiritualidad cristiana a prácticas concretas:
ü Profesión de fe (Mt 14,33; 16,16)
ü El Perdón de las ofensas, principio central de la reconciliación. Que está por encima de cualquier culto piadoso a Dios. Porque si tienes algo contra tu hermano es necesario reconciliarte con él antes de dar culto a Dios: “Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelve a presentar tu ofrenda” (Mt 5,23-24).
ü La espiritualidad del reino gira en torno al perdón- reconciliación (Mt 18,15-31).
ü La oración concorde (Mt 6,5-15).
ü Hacer la voluntad del padre (Mt 7, 21, Mc 3,35).
ü Para que nuestra justicia sea superior a los que no creen en el Hijo (Mt 5,20).
ü Hacerse como niños (Mt 18,3)
Por esta razón, es necesario buscar el Reino de Dios y su Justicia (Mt 6,33; Cfr. Mt 5,6.10.20; 21,32; Sal 37,4). Ser consecuentes con esta justicia, es lo que pide Jesús en Mt 25, 31-46; como concretización de la espiritualidad cristiana: “¿Por qué los primeros han de recibir el reino? “Tuve hambre y me dieron de comer”. ¿Por qué han de ir los segundos al fuego eterno? “Tuve hambre y no me dieron de comer”(…) Respecto a los que han de recibir el reino, bien veo que le dieron al no despreciar, como buenos fieles cristianos, las palabras del Señor y al esperar con confianza sus promesas (…) Y, a su vez, a los otros: Vayan el fuego eterno (…) “Por qué tuve hambre y no me dieron de comer” (San Agustín. Serm. 389, 4-5).
Conclusión:
Se participa del banquete del reino cuando
· Entramos en sintonía con la justicia de Dios (Rm 3,21-23).
· Nuestras obras brillen con luz propia (Mt 5,16; Cfr. Is 58,6-10)
· Amamos a los enemigos y oramos por ellos (Mt 5,44-45).
· Seamos perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto (Mt 5,48).
· Practiquemos la justicia delante de Dios y no de los hombres (Mt 6,1).
· Demos limosna generosamente (Mt 6,4).
· Hagamos de nuestras oraciones prácticas perfectas (Mt 6,5-15).
· Practiquemos nuestro ayuno a los ojos de Dios (Mt 6,16-18) “Comparte tu pan con el hambriento y tu ropa con el harapiento. Si te sobra algo, dalo de limosna. Cuando des limosna no seas tacaño” (Tb 4,16; Cfr. Is 58, 6-7; Mt 25, 35-36).
“Quien ama a Dios no puede amar el dinero” (San Agustín. In Jo. 40,10)
[1] Cfr. BADIOLA SAENZ DE UGARTE, José Antonio. La espiritualidad del reino de Dios. Algunas perspectivas en el evangelio de Mateo. Pág. 21-26. En Reseña Bíblica No. 69/Primavera 2011. Verbo divino.
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