M t 25,1-13
“Manda lo que quieras, pero sana mis oídos para oír tu voz; sana y abre mis ojos para ver tus signos; destierra de mi toda ignorancia para que te reconozca a ti. Dime adónde debo dirigir la mirada para verte, espero hacer todo lo que mandares” (San Agustín Sol 1,5).
Esta parábolas y la que sigue (Mt 25,14-30) plantean la antesala del juicio final en el cual se mide a la persona por su acción misericordiosa, todo lo que dejaron de hacer al prójimo lo dejaron de hacer conmigo y todo lo que hicieron con el prójimo lo hicieron conmigo (Cfr. Mt 25,31-46) También forma parte del grupo de parábolas sobre el reino de Dios que está precedida de la formula técnica: “El Reino de los cielos se parece a...” (Mt 13, 3-9; Mt 13,31-32; Mt 13,33; Mt 13,44; Mt 13,45; Mt 13,47-49; Mt 18,23-35; Mt 20,1-16; Mt 22,1-14; Mt 25,14-30).
En esta parábola (Mt 25,1-13) Jesús aparece como el novio (Mt 9,15; 22,2-14) o el esposo (Ef. 5,25-27) que viene a buscar a la esposa[1], las doncellas acompañante lo esperan, pero no saben la hora de su llegada por eso es necesario estar a la espera. Jesús nuevamente rompe con el esquema judío sobre la concepción de Dios; porque ellos solo dan el título de esposo a Dios: “Entonces pasé junto a ti y te vi. Era tu tiempo el tiempo de los amores. Extendí sobre ti el borde de mi manto y cubrí tu desnudez; me comprometí con juramento, hice alianza contigo – oráculo del Señor Yahvé – y tú fuiste mía” (Ez 16,8; Cfr. Os 1,2-3,1-5).
Nuevamente Jesús describe el reino de los cielos, como la celebración de una boda (Mt 22,1-14) En esta se manifiesta que todos debemos estar preparados con las lámparas encendidas que simboliza la fe y con suficiente aceite que simboliza la Palabra que alimenta la fe (Cfr. Lc 12,35-40) al no percatarnos de esto encontramos que hay: Semillas que caen en tierra pedregosa y en buena tierra (Mt 13,3-9); hay Trigo y mala hierba que crecen junto (Mt 13,24-30); hay peces malos y buenos (Mt 13,47-49); hay empleados fieles e infieles (Mt 13,18,23-35); hay invitados a la boda y quien no lleva el vestido de fiesta (Mt 22,1-14); hay siervos buenos y malos (Mt 24,45-50); Hay necios y prudentes (Mt 25,1-13; Cfr 7,24-27).
Desde esta perspectiva, la parábola de las vírgenes necias y prudentes está mostrando cómo aquellos que son sabios y prudentes se hacen luz del mundo (Mt 5,14-16), aceptan el llamado, se mantienen en la fe (Rm 5,5) se preparan para el banquete nupcial con la luz encendida, aceptan su compromiso de amar a Dios y al prójimo (Mt 22,34-40) Por lo que serán reconocidos como seguidores de Jesús con su identidad de seguidor (Jn 13,35).
Mientras tantos los que son necios, piensan que al decir “Señor, Señor” (Mt 7,22) ya son salvos, pero para Jesús esto no es suficiente; porque muchos escuchan la Palabra pero no la aceptan, no se preparan, así que cuando llegue la hora para ellos, no están listos, no han comprendido que para la espera del novio se debe estar vigilantes: “Por tanto, manténganse despiertos, porque no saben qué día va a llegar su Señor. Comprendan que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se quedaría en vela y no lo dejaría abrir un boquete en su casa. Pues estén también ustedes preparados, que cuando menos lo piensen llegará el Hijo del hombre” (Mt 24, 42-44).
Es lo que sucede con nosotros hoy, hemos descuidado el camino de la espiritualidad cristiana, nos hemos distraídos de ésta alejándonos de sus exigencias:
§ De convertirnos al reino y de y anunciarlo (Mc 1,15)
§ Del amor a Dios y al prójimo (Lc 10,26-27)
§ De la misericordia- Actuando como prójimo (Lc 10,28-37)
§ De la identidad cristiana por lo que nos reconocerán: Amándonos los unos a los otros (Jn 13,34-35; Mt 23,8-9; Lc 10,27; Jn 15,12)
§ De asumir el reino de Dios y su Justicia (Mt 6,33)
§ De Creer en Jesús (Jn 1,12)
§ De Participar del destino de Jesús (Mt 16,21.24-25)
§ Del servicio a los demás (Mc 10,45)
§ De ser Llamados por Él (Jn 1,3)
§ De Estar con él (Mc 3,13)
§ De recibir autoridad para sanar las enfermedades (Mc 3,15; cfr. Mc 6,7-13)
§ De ser testigos de la Resurrección (Hec 1,22)
§ Por medio de la cual se da la denuncia de la realidad vivida (Lc 24,13-24)
§ De recibir catequesis iluminada por la Palabra (Lc 24,25-29)
§ De ser llamados a la conversión continua (Lc 24,30-32)
§ Para anunciar el mensaje Kerygmático-Pascual (Lc 24,32-35)
§ De abrir la posibilidad de una nueva relación con Jesús que consiste en un mutuo conocimiento y comunión (Cfr. Jn 1,38-39; Mc 3,31-35)
§ De saber que Jesús va delante de la comunidad (Jn 10,4)
§ De dejarnos Guiar y conducir por Él (Jn 10,16)
§ De escuchar su voz y de la sensibilidad de la comunidad a su voz (Jn 10,4.16.27)
§ De quien le sigue (Jn 10,4.27)
§ De quien es enviado (Mc 6,7; Mt 10,5-15; Lc 9,1-6)
§ De quien vive en armonía (1P 3,8-12)
§ De quien vive en oración y amor entre todos porque el amor perdona los pecados (1P 4,7-11)
§ De quien no hace daño al prójimo (Rm 13,8-10)
§ De quien vive en la verdad (Ef 4,25-32)
§ De quien es solidario (Lc 9,13;Mc 6,37; Mt 14,16)
§ De hacer nuestra la confesión de Fe (Mt 16,16)
Por esta distracción en las exigencias de la espiritualidad, no respondemos al llamado, ocultando la gracia que hemos recibido por medio de la Palabra. Este descuido nos ha permitido poner esta palabra en ejercicio continuo en la comunidad eclesial. Es en este aspecto que las vírgenes necias representan a quienes están en la comunidad distraídas, careciendo de preparación, de entrega auténtica para asumir la responsabilidad del reino, por eso es necesario prepararnos desde la espiritualidad del seguidor de Jesús en la escuela del discipulado, para no seguir distraídos cerrando de esta manera las puertas del reino (Mt 23,13-14; Cfr. Mc 12,40; Lc 20,47; Mt 23,15-36).
Ahora bien, “lo que distingue a unas muchachas de otras no es si duermen o están en vela, sino si están preparadas para acoger al novio cuando llegue. Los discípulos de Jesús tienen que ser previsores y estar preparados: el Señor puede llegar en cualquier momento. Esta comparación está muy relacionada con la anterior (Mt 24,45-51): las jóvenes sensatas tienen la misma actitud que el criado fiel y las muchachas necias se parecen al criado malo. La enseñanza fundamental es la misma, pero en esta segunda comparación se insiste más en el hecho de que hay cosas que no pueden improvisarse a última hora”[2].
Conclusión:
1) Esta parábola de las diez vírgenes insiste en la necesidad de la vigilancia para todos. Los detalles ponen de manifiesto lo inesperado de la llegada del esposo (media noche) y la importancia que tiene esta vigilancia y espera, por esta razón las jóvenes descuidadas no son admitidas al banquete: “¡Señor, Señor, ábrenos! Pero él les contestó: Les aseguro que no las conozco” (Mt 25,11-12; Cfr Mt 7,21-23; Lc 13,25).
2) “Manténganse ustedes despiertos _ Añadió Jesús _, porque no saben ni el día ni la hora” (Mt 25,13; Cfr. Mt 24,42; Mc 13,33.35; Lc 12,40): Quien no está preparado se encuentra con las puertas cerradas, porque no ha practicado la misericordia, su fe ha estado alejado de las obras (Cfr. Mt 25,31-46; St 2,14-26).
3) No podemos dejar que se extinga la fe, que la Palabra siga alimentando esta fe y seguir descubriendo el gusto de alimentarnos con la Palabra: “No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf. Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4, 14). Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos (cf. Jn 6, 51). En efecto, la enseñanza de Jesús resuena todavía hoy con la misma fuerza: «Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna» (Jn 6, 27). La pregunta planteada por los que lo escuchaban es también hoy la misma para nosotros: «¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?» (Jn 6, 28). Sabemos la respuesta de Jesús: «La obra de Dios es ésta: que creáis en el que él ha enviado» (Jn 6, 29). Creer en Jesucristo es, por tanto, el camino para poder llegar de modo definitivo a la salvación”[3].
4) Las vírgenes representan la totalidad de los cristianos: “Estas cinco y cinco vírgenes son la totalidad de las almas de los cristianos. Pero cinco prudentes y cinco necias. Toda alma que vive en un cuerpo se asocia al número cinco, porque se sirve de los cincos sentidos. Fueron y entraron las cinco prudentes. ¡Cuán muchos son, hermanos míos, en el nombre de Cristo! Hállense entre ustedes las cinco vírgenes prudentes. Vendrá, en efecto, la hora; vendrá y en el momento que desconocemos. Vendrá a media noche, estén en vela... Si, pues, hemos de dormir, ¿cómo estaremos en vela? Vela con el corazón, con la fe, con la esperanza, con la caridad, con las obras. Y una vez que te hayas dormido en el cuerpo, ya llegará el momento de levantarte. Cuando te hayas levantado, prepara las lámparas. Que no se te apaguen entonces, que ardan con el aceite interior de la conciencia..., entonces te introducirá el Esposo en la Casa en la que nunca duermes, en la que tu lámpara nunca puede apagarse. Hoy, en cambio, nos fatigamos y nuestras lámparas fluctúan en medio de vientos y tentaciones de este mundo. Pero arda con vigor nuestra llama para que el viento de la tentación más bien acreciente el fuego que no lo apague”[4].
“La alegría de una virgen de Cristo es de Cristo, en Cristo, con Cristo, en pos de Cristo, por Cristo y para Cristo. (San Agustín. De Sanc. Virg. 27,27).
[1] El matrimonio judío se celebraba con grandes festejos, que duraban varios días y se realizaban por separado en casa de ambos esposos. Al llegar la noche del último día, el esposo, rodeado de sus amigos que llevaban antorchas, se dirigía a la casa de la esposa, donde esta lo esperaba junto con sus amigas, que tenían lámparas de aceite encendidas. Después, todos se encaminaban a la casa del esposo donde se realizaba la gran cena de bodas. (http://www.sobicain.org/shell.asp. El libro del pueblo de Dios. Comentario a Mateo 25,1-13).
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