sábado, abril 09, 2011

¡LÁZARO, SAL AFUERA! - Jn 11,1-44



“Prepara tu vaso para ir a tu fuente, a la fuente de la gracia, ¿Qué significa prepara tu vaso? Crezca tu fe, aumenta tu fe, robustézcase tu fe” (San Agustín. Serm. 2,6)

 
En los textos anteriores hemos tratado de manifestar que la propuesta pedagógica de Jesús en el Evangelio de Juan al acercarse a las personas es atraer a todos hacia sí, “para que todo el que crea tenga en él vida eterna” (Jn 3,15; cfr. 12,46-50) y por esta razón todo lo que Jesús hizo “se ha escrito para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengan vida en su nombre” (Jn 20,30-31) Esto evidencia que al que Jesús se acerca, al Ver y al Venir en pos de él, crean y le sigan, haciendo la voluntad del Padre, reconociendo que Jesús Resucitado es el Cristo de Dios quien despierta la esperanza en los que creen en Él.
Por eso, en la estructura del Evangelio podemos señalar que la fe en Jesús Resucitado es el centro de esta enseñanza, que desarrolla en dos partes: En la primera parte (Jn 1,1-11,44) se caracteriza por siete acciones o milagros realizados por Jesús: 1-) Conversión del agua en vino (Jn 2,1-11); 2-) Curación del hijo de un oficial del Rey (Jn 4,46-54; 3-) Curación de un paralítico (Jn 5,1-18); 4-) Da de comer a la multitud (Jn 6,1-14); 5-) Jesús camina sobre las aguas (Jn 6,16-21); 6-) Curación de un ciego de nacimiento (Jn 9,1-12); 7-) Vuelta a la vida de Lázaro (Jn 11,1-44). La segunda parte (Jn 11,45-20,31) se caracteriza por la controversia con los judíos, la Muerte y Resurrección de Jesús.
Estos siete signos en la primera parte se insertan en el evangelio como manifestación de la glorificación del Padre y por medio de ellas, el Hijo es glorificado (Jn 11,4) Esta glorificación tiene su sentido y culmen en la Resurrección de Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios.
La presencia de Jesús resucitado según la pedagogía del Evangelio abre la posibilidad de la esperanza del creyente en la vida Eterna: “Y la vida eterna consiste en que te conozcan a Ti, el Único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tu enviaste” (Jn 17,3) Esta realidad planteada en el Evangelio conlleva consigo la aceptación de la Palabra, la fe en Jesús, el amor a Dios, la obediencia al Dios verdadero y al Hijo Jesucristo (Cfr. Jn 14,7.9;16,3;17,25;1Jn 2,3-6.13-14; 3,1.6;4,7-8;5,20)
En este contexto general del Evangelio se coloca el texto de Lázaro (Jn 11,1-44) como enlace entre la primera parte y la segunda parte del Evangelio. Jesús será glorificado por los milagros que realiza, pero a la vez, este milagro de Lázaro sentenciará la muerte de Jesús (este es el enlace de la primera y segunda parte) que es al mismo tiempo su propia glorificación (Jn 9,46-54) ya que por medio de ella se da la Resurrección de la que debemos ser testigos creyentes de la obra de Jesús porque hemos visto y hemos venido a seguir a Jesús Resucitado.
En el contexto del texto, Lázaro, Marta y María, ellos se encuentran dentro del campo del pensamiento judío, aunque sean muy cercanos a Jesús, no han roto con la institución ni con el pensamiento judío; por esto se evidencia las concepciones que ellas tienen sobre la muerte, la resurrección y las obras de Jesús (Jn 11,20) En Betania ven a Jesús como un mediador ante Dios, no han comprendido por esta concepción judía que aun manejan, que Jesús y el Padre son Uno (Jn 10,30) Que las obras de Jesús son las obras del Padre (Jn 10,37.37) Es probable que ellas esperaban una acción de Jesús como la de Eliseo (2R 4,8-37)
Frente a esta concepción la respuesta dada por Jesús es restituir la esperanza (Jn 11,23) Él presenta que la muerte de Lázaro no es definitiva: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que todavía está vivo y cree en mí, no morirá jamás” (Jn 11,25-26; Cfr. Jn 1,12; 3,15;6,35; Rm 6,4-5; Col 2,12; 3,1) aquí aparece la resurrección de Lázaro como la persistencia de la vida comunicada pr el Espíritu (Jn 6,39)
Para Marta la muerte del hermano es decepcionante, porque el último día se presenta como algo lejano, no comprende la novedad de Jesús. Él no viene a suprimir la muerte física, sino a comunicar la vida que Él mismo posee y de la que dispone (Jn 5,26) Es decir, la comunicación de su mismo Espíritu, (No presupone que se plantea una vida espiritual, sino de una vida en el Espíritu) Jesús es la Resurrección porque Él es la vida (Jn 14,6) La vida que Él comunica, al encontrarse con la muerte, Jesús la supera y es esto lo que llamamos Resurrección, no es para el futuro porque Jesús Resucitado está presente (Jn 12,23-28) Pero para poder comprender esta novedosa realidad presentada por Jesús, es necesario que el Testigo creyente y seguidor, se adhiera a Él y la respuesta de Jesús a esta adhesión es comunicar el Don del Espíritu, como nuevo nacimiento a una vida nueva y permanente (Jn 3,3-4.5 Cfr. 5,24)
Desde esta perspectiva, el discípulo adherido a Jesús Resucitado, experimenta la muerte física no como una realidad de muerte como tal, porque desde la fe en el Resucitado que da la vida, esta muerte no existe. Esta es la fe, que Jesús espera del creyente: “¿Crees esto?” (Jn 11,26) La respuesta del creyente se entiende como una auténtica profesión de fe (Jn 20,31) porque no es el profeta que interviene en nombre de Dios (Jn 6,14) sino que es el Hijo de Dios, igual al Padre, quien da la vida de su propia vida, a través del Espíritu. Esta vida es la etapa definitiva de la creación (Gn 1-3) donde no hay interrupción de la vida, porque la muerte que aparece como esclavitud física, es superada por la liberación definitiva: la Resurrección de quien ha recibido el Espíritu de Dios (Jn 20,21-22) . “No vamos a Cristo corriendo, sino creyendo; no se acerca uno a Cristo por el movimiento del cuerpo, sino por el efecto del corazón” (San Agustín. In Jon 26,3)

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