sábado, septiembre 03, 2016


XV. APOCALIPSIS
Ap 8,7-13,18


Primera trompeta (Ap 8, 7)
Granizo y fuego (Cfr. Ex 9, 13-35; Ez 38,22; Sab 16,16)
Recrea la plaga del granizo; el autor del Apocalipsis la mezcla con la sangre de los mártires, quienes reclaman la victoria de su sacrificio. Es el memorial de la sangre que clama a Dios por la muerte de los hermanos: “¡Escucha! La sangre de tu hermano grita hacia mi desde el suelo” (Gn 4,10).

Ex 9,23-24
Moisés extendió su bastón hacia el cielo, y el Señor envió truenos y granizos. Cayeron sobre la tierra, y el Señor hizo llover granizo sobre Egipto. El granizo y el fuego, que formaba remolinos en medio de él, se precipitaron con tal violencia que nunca hubo en Egipto nada semejante desde que comenzó a ser una nación.
Aquí se manifiesta el poderío de Dios al ver a su pueblo violentado en su dignidad de pueblo santo. Que busca encontrar la liberación de su opresión para encontrar el camino de ir al encuentro del Señor, que ahora en esta etapa final de la historia será liberado por la sangre del Cordero.

Segunda trompeta (Ap 8, 8-9)
El monte ardiendo en llamas- el mar se volvió sangre:

Ex 7,17-21
Yo golpearé las aguas del Nil con el bastón que tengo en la mano y las aguas se convertirán en sangre.
Todo lo que vivía en el mar ha muerto, ha sido destruido, para los antiguos el mar era el lugar donde habitaban los monstruos que aterrorizaban y es el lugar de las embarcaciones con las cuales los imperios invadían a los pueblos vencidos. Por eso el mar representaba al imperio que destruía a los Santos del Señor, de tal manera, debe ser destruido para que no siga siendo refugio del mal.
Tercera trompeta (Ap 8,10-11)

Estrella ardiendo como una antorcha- Amargura-

Is 14,12
¡Cómo has caído del cielo, lucero, hijo de la aurora! ¡Cómo has sido precipitado por tierra, tu que subyugabas a las naciones!

Este mensaje irónico pronunciado por Isaías, recordando la caída del rey Nabucodonosor en Babilonia, manifestando que todo imperio es precipitado a la ruina, ya que la felicidad no es el poder. Todo al ser destruido se vuelve amargura. La amargura símbolo del dolor, de la injusticia (Cfr. Prov 5,4; Jr 9,14-15).
Prov 5,3-4

Porque los labios de la mujer ajena destilan miel y su paladar es más suave que el aceite, pero al final, ella es amargura como el ajenjo, cortante como una espada de doble filo” (Prov 5,3-4).
Cuarta trompeta (Ap 8, 12)

La oscuridad : (Ex 10, 21-23; Is 13,10; Ez 32,7; Jl 2,10; 2,31; 3,15; Sab 17,2-20)
Plaga de la oscuridad

Ex 10,21-23
Extiende tu mano hacia el cielo, para que Egipto se cubra de una oscuridad tan densa que se pueda palpar.

En medio de la oscuridad aparece un águila (Buitre) que simboliza muerte y destrucción y se escucha lamento por los que se han apartado de Cristo o no se han acogido a Él:
¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra, cuando suenen las trompetas que van a tocar los otros ángeles! (Ap 8,13).

El lamento
Se abren los primeros cuatro sellos con un silencio y se cierran con un lamento. Con este lamento se da paso al sonido de las otras trompetas que poco a poco van develando lo que todavía han de padecer los que no se acojan a la revelación de la salvación que han empezado a disfrutar los elegidos que llevan la marca de los salvados.

APOCALIPSIS 9

La reflexión que hagamos del Apocalipsis, nos ayuda a comprender el pasado, el presente y el futuro – porvenir - de la comunidad de los cristianos que pueden recrear la realidad en el itinerario de la vivencia del pueblo de Dios. La realidad, social, política, cultural y religiosa hoy se puede ver a través del itinerario pedagógico del Apocalipsis: Triunfo del mal a través de la muerte y resurrección de Jesús, el Cordero degollado que con su Sangre redime a la humanidad y los conduce hacia la presencia de Dios en los “Cielos nuevos y en la Tierra nueva” (Cfr. Ap 21,1-5).
En este discurso simbólico se resalta el valor salvífico de Cristo,  presentado en la figura del Cordero (Ap 5,6.8.12.13; 61.16; 7,9.10.14.17; 12,11; 13,8; 14,1.4.10; 15,3; 17, 14; 19,7.9; 21,9.14.22.23.27; 22,1.3) A quien en una primera simbología se le da un significado de Siervo de Yahvé que entrega la vida como ofrenda por la humanidad (Cfr. Is 53,6-7; Jr 11,19) En una segunda simbología se refiere a Cristo como el cordero pascual quien derrama la sangre para liberar del pecado al pueblo consagrado a Dios (Cfr. Ex 12,12-13.27; 24,8; Jn 1,29; 19,36; 1Cor 5,7; 1P 1,18-19).
Y en una tercera simbología se le designa como dueño de la historia que conduce victorioso a su pueblo (1Hen 89,42.46; 90,9.37) Cristo como vencedor a pesar de su muerte (Ap 5,5.9; 6,2.3-4) Vence con su muerte la injusticia social (Ap 6,5-6) y hasta la misma muerte (Ap 6,7-8) destruyendo así el mal (Ap 19,11-14.20) Con esta serie de simbología se presenta el misterio total de Cristo: Su muerte redentora, su resurrección, su mesianismo, la donación de su Espíritu y su divinidad junto al Padre y la salvación del género humano. 
La simbología apocalíptica, hace experimentar al lector, y  quien escucha, (porque es probable que este libro se escribió para ser leído en la asamblea litúrgica) que hay un camino hacia el futuro-porvenir- intentando dar sentido y cumplimiento a las promesas mesiánicas, periodo en el que reinará en  mundo la justicia y la paz tras la derrota de la muerte y del mal propiciado por la Muerte y Resurrección del Cordero - Mesías y esta derrota del mal (Satán) es también el triunfo y el reinado de los elegidos que se mantuvieron firmes y fieles hasta el final blanqueando sus vestidura en la Sangre del Cordero. 
En este contexto irrumpe el Reinado de Dios, como realidad que se realiza con la presencia de Jesús y que se realizará en la comunidad celeste. Mientras este reino se realiza realizándose en el “Ya” de la comunidad y se estará realizando en el futuro. El reino aparece como el gran campo en el que germina la semilla buena, que crece junto a la hierba mala y que al crecer da muchos frutos.  El campo es signo del mundo, la buena semilla son los que creen en Jesús Resucitado, son los habitantes del reino; los que no son del reino crecen como la hierba mala, se inclinan al mal, no reconocen a Jesús Resucitado. 
Allí el reino de Dios irrumpe en el silencioso crecimiento de la semilla: El campo - la Iglesia-comunidad pos-pascual crece como el árbol que supera a las otras plantas del huerto, las demás plantas del huerto, son los que pertenecen a la Iglesia, pero no se comprometen con Jesús Resucitado. Las ramas de este árbol son las comunidades pos-pascual, que darán los frutos requeridos (Cfr. Ez 17,23; Dn 4,12 {9}.20-21 {17-18}) Y allí, anidarán los hijos de Dios que han sido bautizados con la sangre del Cordero.
El reino, tiene la particularidad de hacernos entrar en la pedagogía de Dios, que se entrelaza en el caminar de la comunidad que va irrumpiendo en el silencio de la Iglesia-comunidad-pos-pascual, que nos acoge como hijos en el Hijo, nos hace pueblo y nos guía en la “caminada” hacia la pascua definitiva de los bautizados en la celebración festiva de los que peregrinan al Padre.
El Reino es la realidad de un cielo nuevo y una tierra nueva (Cfr. Is 65,17; 1P 3,13; Ap 21,1; - Rm 8,19-23 -) donde crece la Palabra de Dios “Para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mi y yo en ti, que también sean uno en nosotros” (Jn 17,21; Cfr. Jn 15,1-17) y de esta manera, “Dios sea todo en todos” (Cfr. 1Cor 15, 20-26.8; Col 3,11; Rm 11,32).
Es Dios el camino del reino, en el reino se vive desde la imprevisibilidad del Dios de la vida: “Desnudo vine a este mundo, y desnudo saldré de él. El Señor me lo dio todo, y el Señor me lo quitó; ¡Bendito sea el nombre del Señor! (Job 1,21) Dios es el Padre que protege a sus hijos: “No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? (...) Pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan” (Mt 6,25.32) Nuestra preocupación ha de ser buscar el reino de Dios y su justicia: “Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas” (Mt 6,33).
Quinta trompeta (Ap 9, 1-12)
La estrella caída y las langostas.
En el cuadro de imágenes del Apocalipsis, la estrella caída del cielo, puede hacer referencia a la próxima caída del imperio romano o hace remembranza de la caída de otros imperios que ofendieron a Dios y al pueblo de Israel en la antigüedad – Imperio Babilónico y su rey Nabucodonosor (Cfr. Dn; Is 14,12) o el imperio persa o una recreación pedagógica de una vieja tradición apócrifa narrada por Enoc:

Capítulo 6
1 Así sucedió, que cuando en aquellos días se multiplicaron los hijos de los hombres, les nacieron hijas hermosas y bonitas;
2 y los Vigilantes, hijos del cielo las vieron y las desearon, y se dijeron unos a otros: "Vayamos y escojamos mujeres de entre las hijas de los hombres y engendremos hijos". (Gn 6,1-4).
3 Entonces Shemihaza que era su jefe, les dijo: "Temo que no queráis cumplir con esta acción y sea yo el único responsable de un gran pecado".4 Pero ellos le respondieron: "Hagamos todos un juramento y comprometámonos todos bajo un anatema a no retroceder en este proyecto hasta ejecutarlo realmente"
5 Entonces todos juraron unidos y se comprometieron al respecto los unos con el otro, bajo anatema.
6 Y eran en total doscientos los que descendieron sobre la cima del monte que llamaron "Hermon", porque sobre él habían jurado y se habían comprometido mutuamente bajo anatema.
7 Estos son los nombres de sus jefes: Shemihaza, quien era el principal y en orden con relación a él, Ar'taqof, Rama'el, Kokab'el, -'el, Ra'ma'el, Dani'el, Zeq'el, Baraq'el, 'Asa'el, Harmoni, Matra'el, 'Anan'el, Sato'el, Shamsi'el, Sahari'el, Tumi'el, Turi'el, Yomi'el, y Yehadi'el.
8 Estos son los jefes de decena.

Capítulo 7

1 Todos y sus jefes tomaron para sí mujeres y cada uno escogió entre todas y comenzaron a entrar en ellas y a contaminarse con ellas, a enseñarles la brujería, la magia y el corte de raíces y a enseñarles sobre las plantas.
2 Quedaron embarazadas de ellos y parieron gigantes de unos tres mil codos de altura que nacieron sobre la tierra y conforme a su niñez crecieron;
3 y devoraban el trabajo de todos los hijos de los hombres hasta que los humanos ya no lograban abastecerles.
4 Entonces, los gigantes se volvieron contra los humanos para matarlos y devorarlos;
(Sal 14:4; Mi 3:3)
5 y empezaron a pecar contra todos los pájaros del cielo y contra todas las bestias de la tierra, contra los reptiles y contra los peces del mar y se devoraban los unos la carne de los otros y bebían sangre. (Jr 12:4).
6 Entonces la tierra acusó a los impíos por todo lo que se había hecho en ella. (Gn 6:5-11,13; Ap 12,16).
Estos textos pertenecer a la tradición de la literatura intertestamentaria, acogida por algunos escritos del Antiguo y del nuevo Testamento para reforzar el caminar histórico de la fe del pueblo (Cfr. Gn 6; Jd 9.14; Ap 1,20; 8,10; 20,1) Es decir, los autores sagrados se valen de otro tipo de literatura para desarrollar su narrativa escrita que es memorial de fe.
De todas maneras, el autor del Apocalipsis utiliza la figura de los ángeles para manifestar lo que está sucediendo y lo que va a suceder. Ahora nos coloca un ángel que baja del cielo con las llaves del abismo (Cfr. Ap 20,1) El abismo representa el lugar a donde van los espíritus malos y allí serán encarcelados para que no causen más daño. Allí son dejados porque el triunfo del Cordero ha vencido la adversidad junto a los elegidos (Ap 20,1-3).
Por esta razón, cuando el ángel abre el pozo, sale la podredumbre humana como humo que oscurece la luz del sol y enrarece el aire, es posible que se esté refiriendo a las fosas comunes donde eran echados los cadáveres después de la guerra o lugar de quema de los mismos. Pero también hay alusión a lo sucedido a Sodoma y Gomorra:

Gn 19,28

“Miró hacia Sodoma y Gomorra y hacia toda la comarca del valle y vio una gran humareda que subía de la tierra, semejante a la humareda de un horno”.

Ex 18,18

“El monte Sinaí entero humeaba, porque Yavé había bajado en medio del fuego. Subía el humo como de un horno y toda la montaña temblaba”.

Luego de la descripción del abismo coloca la salida de langosta que se extenderán por la tierra creando terror y miedo porque están dispuestas a destruir ya que se prestan para la guerra:

Ex 10,12 (Cfr. Jn 1-2; Sab 16,9)

“Yavé entonces dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para que vengan las langostas y devoren toda la hierba del campo, todo lo que quedó después del granizo”.

Estas langostas tienen una descripción particular en Apocalipsis, son seres del mal: Combinación de alacranes y dragón que han sido puestos para crear caos y provocar sufrimientos (Cfr. Dt 8,15; Eclo 39,30) Son agentes del mal, soldados de guerra dispuestos a destruir los que encuentren a su paso, pero se les ordena no hacer daño a la hierba, a los árboles y nada que represente la naturaleza. No pueden hacer daño a los marcados en la frente con el sello (Cfr. Ap 7,3).

Con la imagen de la langosta, se hace posible vislumbrar la imagen del ejército del emperador (Cfr. Jl 2,4) Y lo describe de la siguiente manera:

-          Llevaban corona de oro_ Casco de bronces posiblemente que brillaba_ O algún artefacto brillante que se refleje como el oro.
-          Parecían humanos o con figura humana.
-          Cabello largo como de mujer.
-          Sus dientes de león (Jl 1,6).
-          Tenían corazas o armaduras de hierro.
-          Sus colas terminaban en aguijón como de alacrán con las que hacían daño.
-          El jefe de las langostas es llamado destructor.

Todo el que ha sido picado por las langostas, desea morir, pero no se lo permiten, porque la muerte se aleja de él (Cfr. Jr 8,3) No es el tiempo de morir, todavía no se ha preparado el camino, la adversidad no ha terminado. El tiempo de la prueba no se ha cumplido por eso el reino de la muerte no es opción para los que han sido víctima de la atrocidad de la guerra y aunque pidan desesperados morir Dios no ha preparado el camino porque vendrán tiempos mejores, hay que rodear la adversidad para salir airosos de estas tragedias.

Sexta trompeta (Ap 9, 13-21)

La muerte y la inmoralidad.

Al entregarse la sexta trompeta al ángel, Dios habla y suena su voz como un trueno que sale entre los cuatro cuernos del altar de oro. Los altares del Antiguo Testamento, tenían en sus cuatro esquinas unas prolongaciones en forma de cuernos y así los llamaban, los cuatro cuernos del altar:

Ex 27,1-2

Harás también altar de madera de Sittim de cinco codos de longitud, y de cinco codos de anchura: será cuadrado el altar, y su altura de tres codos. Y harás sus cuernos a sus cuatro esquinas; los cuernos serán de lo mismo; y lo cubrirás de metal.

Lv 4,18

Pondrá sangre sobre los cuernos del altar que está delante del Señor en la tienda de reunión, y derramará toda la sangre al pie del altar del holocausto, que está a la puerta de la tienda de reunión” (Lv 4,18).

De esta manera se limita la acción salvífica de Dios simbolizada en el culto y limitada por el rio Eufrates, que era considerado el límite oriental del imperio romano. Más allá de esta frontera estaba las naciones enemigas (Is 7,20; 8,7) Cabe la posibilidad que se haga referencia a la ocupación de los Partos que eran poderosos en caballería y estaban preparados para la guerra y dispuestos a la muerte:
El ejército parto fue uno de los más temidos de la Antigüedad, para los primeros diadocos de Alejandro Magno y luego de los romanos. Los partos se convertirían por mucho tiempo en los mayores enemigos de Roma, ya que los romanos nunca pudieron encontrar una manera de derrotarlos [.el ejército parto era liderado por un comandante supremo, que era o bien el rey, el príncipe, o un spahbod. Los spahbods eran elegidos si el rey o príncipe no estaban disponibles y eran escogidos de una de las grandes casas (Surena, el vencedor de Carras es un buen ejemplo).
A partir ahí el ejército se dividía en gunds (divisiones), que fueron divididos en drafsh (unidades grandes), que fueron divididos en washt (unidades pequeñas). Todos estos eran dirigidos por la nobleza regional llamada azats, donde el rey tenía poco control. A diferencia de los sasánidas posteriores, la estructura de mando de los partos era feudal, el rey tuvo que depender de las azats para presentarse en la reunión llamada sin demasiada confianza.
Los catafractos partos estaban bien armados y acorazados, solían llevar un casco de bronce o hierro, armadura de escamas o de láminas de hierro, cosidas sobre prendas de cuero, permitiendo la movilidad de brazos y piernas, guanteletes acorazados, protector para el cuello, botas de cuero con refuerzos metálicos laminares y barda para el caballo, desde la cabeza hasta casi los cascos, de armadura de escamas o laminar.
Los catafractos partos llevaban dos armas principales, un arco compuesto y una lanza. El arco compuesto fue un arma secundaría, ya que el tiro con arco se dejaba para los arqueros de caballería ligera. La lanza era el arma principal de la catafracto parto y fue poco común en comparación con otras lanzas, ya que el espesor y longitud. Si el jinete tenía la suficiente capacitación y el impulso del caballo de carga era bastante grande, no era raro ver pasar una lanza de catafracto a través de dos soldados a la vez[1].

El número de los soldados descrito era de doscientos millones, cifra incalculable recibida en secreto que había sido preparado para esa hora, ese día y ese año. Este ejército mencionado en la visión anterior (Cfr. 9, 2-10) aparece con su vestidura apropiada para el momento:
-          Armadura roja como el fuego.
-          Azul como el Jacinto (Genero de planta perenne, originaria de la región mediterránea y África meridional. En la mitología griega era un héroe divino, hijo de Clio y Piero, rey de Macedonia. Su culto se ejerció en Amiclas, donde se ubica su tumba a los pies de la estatua del dios Apolo)
-          Amarilla como el azufre.
Los caballos son descritos de la siguiente manera:

-          Cabeza como de león – la melena –
-          De su boca sale fuego y azufre: Imagen tradicional de un dragón, los caballos tienen aspectos monstruosos (Ap 20, 2; 14,10; 19,20; 21,9).
Soldados y caballos están preparados para la batalla formando un conjunto de destrucción y propiciar las calamidades que salen de la boca de los caballos: Fuego, humo, azufre. El poder de estas bestias estaba en sus bocas y con su cola que parecía serpiente (Cfr. Gn 3,1) dañaba con su cabeza.

Para describir la destrucción provocada por los caballos superpone a su imagen la imagen de los dragones, figura de la mitología:
Los dragones son inmensos reptiles alados pertenecientes a una de las razas más antiguas que existe en la mitología. Son famosos por su enorme figura, de unos treinta metros, y por sus cualidades mágicas. Los dragones se pueden clasificar según el color de sus escamas. Dentro de cada especie de dragón hay categorías que se basan en la edad. El poder de un dragón va en aumento con los años, de manera que los dragones adultos son, posiblemente, las criaturas más poderosas dentro del mundo mitológico. Son seres independientes que rara vez viven en comunidad. Prefieren tener su propia guarida, generalmente una cueva grande, donde guardar sus pertenencias y preciados tesoros. Para un dragón, su tesoro es algo muy valioso; hace su cama con montañas de joyas y monedas y se deleita mirándolas”[2].
A pesar de presagiarse la destrucción, los que pudieron sobrevivir a la calamidad de la muerte no dejaron de hacer el mal, y tampoco dejaron de adorar al maligno y a sus seguidores y siguieron adorando sus figuras de oro, plata, bronce, piedra y madera que no ven, ni oyen, ni caminan:

Sal 115,4-8 (Cfr. Sal 113,15-18; Sab 15,14-15; Is 44,9-20)

Plata y oro son sus ídolos, obra de la mano del hombre. Tienen boca y no hablan, tienen ojos y no ven, tienen orejas y no oyen, tienen nariz y no huelen. Tienen mano y no palpan, tienen pie y no caminan, tienen garganta sin voz.
¡Sean como ellos los que lo hacen, los que en ellos ponen su confianza!

Los que siguieron con vida se asemejaron a los ídolos y no dejaron de “matar, ni de hacer brujería, ni de cometer inmoralidades sexuales, ni de robar” (Ap 9,21) Y recibirán la recompensa de los que se apartan de Dios como lo sentencia en Ap 21: “Pero en cuanto a los cobardes, los incrédulos, los odiosos, los asesinos, los que comenten inmoralidades sexuales, los que practican la brujería, los que adoran ídolos, y todos los mentirosos, a ellos les tocaría ir al lago del azufre ardiente, que es la segunda muerte” (Ap 21,8). 

Porque es necesario que el mal aparezca como una opción en la cual juega un papel fundamental la libre decisión de la humanidad, el mal convive con el bien como el trigo y la cizaña (Cfr. Mt 13, 24-52) Pero los cristianos que asumen la victoria de Cristo en la cruz deben estar libre de todo camino de tentación que los inclinen hacia el mal. Nosotros por Cristo debemos inclinarnos al bien y ser testigos del bien de la humanidad, pero debemos respetar que los demás también hagan su libre elección: “Deja que el malo siga su maldad, y que el impuro siga su impureza, pero que el bueno siga haciendo el bien, y que el santo siga santificándose” (Ap 22, 11). 
Nosotros no podemos romper la cadena pasando delante de los demás como los buenos, cada uno elige el camino que cree conveniente, nuestra misión es convencernos de la libertad que nos da Cristo en la cruz y trazar nuestro camino hacia la victoria final. Desde esta perspectiva, no podemos colocarle cargas insoportables a la gente (Cfr. Mt 23,1-12) que muchas veces no podemos con ellas y queremos que los demás las carguen haciendo la convivencia insoportable.  

APOCALIPSIS 10,1- 11, 14
En estos momentos se prepara una nueva visión que emitirá el juicio de Dios, antes que se manifieste el toque de la séptima trompeta. Estos versículos recogen lo que se ha planteado en los versículos anteriores y abren el camino hacia la nueva revelación en el juicio de Dios. Dios ha medido y pesado las acciones de los que han manifestado la adhesión a la fe y los que han desistido de la fe. El juicio de Dios es anunciado desde los truenos voz del juicio.
De tal manera, en estos versículos se recrea los símbolos anteriores con un matiz que determina la voz de trueno de Dios, voz del juicio, los truenos lo relaciona el autor del Apocalipsis con el juicio y la ira de Dios (Cfr. Sal 29,3-9; Ap 8,5; 11,19; 16,18) Lo que se pronuncia en los truenos debe quedar en secreto porque el juicio no puede ser escrito y no debe divulgarse como las demás visiones que se le ordenó escribir y divulgar.
En estos versículos se recrea la simbología presentada por Ezequiel 1-3; 40,1-41,26, y con lo que se describe en Apocalipsis lo que ha sucedido, lo que está sucediendo y lo que va a suceder, por eso el tiempo no da más espera, el plazo se está cumpliendo (Cfr. Dn 12,6-7) Dios es el creador del cielo, de la tierra, del mar y de todo cuanto existe y Él tiene poder sobre ella (Cfr. Gn 1-2) Por eso el tiempo apremia porque está gestándose la nueva creación.
La nueva creación está realizándose y esta revelación debe guardarse en el corazón, ahora no es tiempo, de revelarse a los que no aceptan la fe, por tal razón, ha de ingerirse el libro que contiene la Palabra reveladora: “Anda y toma el rollito abierto que tiene en la mano el ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra” (Ap 10,8) Este texto debe ser digerido y guardarse en su interior.

Ap 10,9:

Toma y cómetelo. En tu boca será dulce como la miel, pero en tu estómago se volverá amargo.

Ez 3,1-4:

Entonces me dijo: Tú, hombre, cómete este escrito, y luego ve hablar a la nación de Israel. Abrí la boca y él me hizo comer el escrito. Luego me dijo: Trágate ahora este escrito que te doy, y llena con él tu estómago. Yo me lo comí, y me supo tan dulce como la miel. Entonces me dijo: Ve y comunica al pueblo de Israel lo que tengo que decirle.

En apocalipsis se impone el silencio, porque esta Palabra debe ser transformadora y se vuelve amarga porque afecta la vida de la comunidad, pero al principio endulza el paladar de quienes anuncian el mensaje de los santos siguiendo la enseñanza del Santo de Dios. Este libro es amargo porque hay que anunciar el mensaje a otros pueblos, naciones y reyes. Es dulce porque deja la satisfacción de haber cumplido con la misión.
Así de esta manera, se presenta el testimonio de los que van a morir por causa de su fe en Cristo. He ahí la novedad de los nuevos mensajes, ya que los anteriores han sido guardados porque Dios ha pronunciado su juicio: “Guarda en secreto lo que dijeron los siete truenos y no los escribas” (Ap 10,4b).
Los perseguidos están siendo preparados para seguir dando testimonio, antes que se instaure el juicio de Dios sobre la tierra. En el juicio de Dios serán balanceadas las generaciones de creyentes y los que no son creyentes. De tal manera, que los nuevos mensajes revelados después del silencio prolongado de los antiguos anuncios, se dará entre las nuevas generaciones de los que han creído, los que han blanqueado su vestiduras con la Sangre del Cordero, estos son los que han sido considerados dignos de recibir las vestiduras blancas y de llevar el sello con el que se les identificará porque llevarán el nuevo nombre de los elegidos por Dios.
Ellos son protegidos por Dios (Cfr. Ap 11,1-2) en la nueva medición del templo que es símbolo de esta protección que será comunicada como aparece en Ez 40,3 y Zc 2,1-2, de tal manera que el autor del Apocalipsis usa esta simbología de la medición del Templo del profeta Ezequiel 47,1-12 y que más adelante volverá a retomar en Ap 21-22. Recrea esta imagen del Templo a pesar de que el Templo de Jerusalén ya ha sido destruido en el año 72, para manifestar que a pesar de la destrucción Dios anuncia su salvación como el resurgimiento de una nueva vida en la generación de creyentes.
El anuncio se da a pesar que algunos de la nueva generación han olvidado el acontecimiento Jesús de Nazaret y no han valorado el anuncio de los profetas que hacen memorial el acontecimiento, ellos siguen sin creer por eso el Templo ha sido destruido como en la antigüedad, pero ahora simbólicamente vuelve a ser medido interiormente, pero el templo exterior no puede ser medido porque ha sido entregado a los adversarios- Paganos- .
Sin embargo Dios seguirá enviando profetas para hacer memoria el acontecimiento Jesús de Nazaret a los que no creen. El texto nos habla de dos testigos (Cfr.  Zc 3,1-4.14) a los que no les da ninguna identificación, ellos solo serán testigos de la destrucción de la ciudad santa (Cfr. Is 63,18; Dn 8,13; Lc 21,24) en un lapso de tiempo imperfecto: 42 meses que equivalen a 1260 días, tres años y medio, es decir, la mitad de 7 años, por tal razón, este tiempo de calamidad para la ciudad santa es un tiempo pasajero (Cfr. Dn 7,25; 12,7; Ap 12,6.14; 13,5).

Aunque el Apocalipsis no da datos sobre la identidad de los testigos, pero si presenta algunas características en Ap 11,3-6:

-          Vestidos con ropas ásperas: Símbolos de conversión. Ellos comunican mensajes proféticos durante el tiempo imperfecto, tiempo de los adversarios.
-          Son dos Olivos y candelabros, que están delante del Señor (Zc 4,1-3.11-14).
-          Los testigos no sufrirán daño, aunque sus palabras sean como fuego que quema a sus enemigos.
-          Tienen poder para cerrar el cielo y no lloverá mientras anuncian su mensaje profético (1R 17,1) Se hace alusión al texto de reyes en el que se habla de la sequía en Israel que duró un tiempo igual al que describe Ap 11,6; Lc 24,25; St 5,17.
-          Tienen poder para cambiar el agua en Sangre (Cfr. Ex 7,17-24).
-          Poder para hacer sufrir a la tierra con toda clase de calamidades.


Luego de su testimonio serán atacados por el monstruo que sube del abismo (Cfr. Ap 13,1-3; 17,18; Dn 7,7.21; Ap 9,1) Allí en la ciudad quedaron sus cadáveres en la calle a la vista de todos en la gran ciudad donde fue crucificado su Señor. Y en lenguaje figurados es llamada Sodoma y también Egipto: Jerusalén ciudad rebelde de Dios (Cfr. Is 1,3-4; Gn 19,1-29) Y Egipto lugar de perversión e idolatría (Is 1,10; 3,9; Sab 11,15-16; 12, 23-27; 1514-19).
Por tres días y medio será la diversión de la gente que son de distintos pueblos, razas, lengua y nación (Cfr. Is 52,15) Pero Dios los levantará y los rescatará de la muerte (Cfr. Ez 37,1-14) que de la misma manera que el pueblo de Israel resurgirá de la muerte a la vida; así el pueblo del apocalipsis resurgirá de la muerte:
“Él me dijo: Profetiza sobre estos huesos, diciéndoles: Huesos secos, escuchen la palabra del Señor. Así habla el Señor a estos huesos: Yo voy a hacer que un espíritu penetre en ustedes y vivirán. Pondré nervios en ustedes, haré crecer carne sobre ustedes, los recubriré de piel, les infundiré un espíritu, y vivirán” (Ez 37,4-6).

Y con esto también se establece un vínculo con los canticos del Siervo sufriente de Isaías (Is 42,1-9; 49,1-7; 50,4-11; 52, 13-53,12) Estos canticos manifiestan la reconstrucción del pueblo que sigue con la esperanza de la vida. Pueblo que surge de la adversidad para hacer memoria de su situación y superar la desesperanza y salir victorioso como el Siervo de Yahvé.

Séptima trompeta (Ap 11,15-18)

El reino del mundo es ya de nuestro Señor y de su Mesías

En este himno de adoración, los 24 ancianos se acercan al trono de Dios y le adoraron cantando un himno de adoración y de liberación. Ahora empieza a construirse la caminada de la libertad en el culto al Dios vencedor que restaura a los que han dado la vida por la causa de su Hijo, este culto es a Dios que da la victoria a los que han subido con el Hijo y siguen el camino de la Cruz.
Este himno evoca la libertad frente a la memoria oprimida de aquellos que solo vivían del recuerdo y no afianzaban la fe, por eso declinaban sus fuerzas y se emparentaban con los cultos idolátricos. Ahora la suerte empieza a cambiar, ya está cerca la liberación. Y está cerca el juicio a las naciones que los oprimían y los aniquilaban, porque Dios empieza a dar la recompensa merecida a los profetas, está haciendo justicia en los que horran el nombre del Señor.

“Te damos gracias, Señor, Dios todopoderoso,
tu que eres y que eras,
porque has tomado tu gran poder y has comenzado a reinar.
Las naciones se han enfurecido;
pero ha llegado el día de tu ira,
el momentos que has de juzgar a los muertos;
y darás la recompensa a tus siervos los profetas,
a tu pueblo santo y a los que honran tu nombre,
sean grandes o pequeños;
y destruirás a los que destruyen la tierra”
(Ap 11,17-18; Sal 2, 1-6;115,13)


EL GRAN SIGNO
APOCALIPSIS 12


Antes del gran signo y después de los signos de las siete trompetas, se abre el templo de Dios que está situado en el cielo se devela el cofre de la Alianza que simboliza la presencia de Dios en medio de su pueblo (Cfr. Ex 25,10-22; 2Mc  2,4-8) Este es el principio de la gran liberación del nuevo pueblo de Dios que engendra a su liberador, el Hijo nacido de mujer para hacer presencia en la historia humana y el Siervo de Dios, rescatado de la muerte para ascender y hacer presencia entre las criaturas de Dios, allí en el cielo se da la vida perfecta, en el culto perfecto porque es el espacio tiempo de Dios.

APOCALIPSIS 12,1-6

Apocalipsis 12 posiblemente es la continuidad de Ap 11,19: “Entonces se abrió el templo de Dios que está en el cielo, y en el templo se veía el cofre de su alianza y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y una gran granizada”. Y con un trasfondo en Ap 4; en el que Juan es conducido al cielo simbolizado por la puerta abierta para llegar al trono puesto en el cielo, que posiblemente hace referencia a Ex 25,10-22.
La visión del gran signo que ve Juan, en Ap 12,1-2, simboliza al pueblo de Dios, que podemos identificar con el Israel fiel a Dios, que sufre por su fidelidad (Mq 5,3) y con la Iglesia naciente, el pueblo que cree en Jesús Resucitado (Ap 12,17). La mujer se le identifica como pueblo de Dios. En algunos textos del Antiguo Testamento al pueblo se le simbolizaba con la figura de una mujer (Os 1-3; Is 26,17-18; 54; Mq 4,9-10; Ez 16; 23) En el Nuevo Testamento hay alguna referencia de esta simbología (Gal 4; Ef 5). La corono de la mujer con las doce estrellas que aparecen en su cabeza, hace referencia al pueblo de Israel, representado en 12 tribus y al nuevo pueblo representado en los 12 apóstoles y la estadía de la mujer en el desierto, hace alusión a la protección de Dios al pueblo que se refugia en el desierto después de haber salido de la esclavitud.
Y el segundo signo, pero no de gran magnitud, sino como otro signo Ap 12,3-4, se lee como una manifestación de la enemistad de la mujer (pueblo de Dios) contra el mal (serpiente) Gn 3,15. Que en su furia arrastra a los que son débiles en su confianza.  El mal en su lucha inmemorial puede devorar a quien implique peligro para su estabilidad (Cfr. Ap 12,4). El dragón rojo representa la fuerza del mal en su totalidad y el barrer las estrellas es posible que haga referencia a los Ángeles caídos (Cfr. Henoc. Libro de los vigilantes o ángeles caídos Cap 6-36; Gn 6,1-5).
En la interpretación de este texto no se pude dejar de mencionar la interpretación desde el método canónico que presenta una posible referencia a la Virgen madre, que en su dolor frente a la cruz siente la derrota de su Hijo al morir crucificado, pero a la vez, la alegría de su victoria sobre la muerte cuando fue llevado hasta Dios y su trono. Hugo Vanni hace la siguiente afirmación: “La mujer que tiene sobre su cabeza una corona de doce estrellas indica la fuerza iluminante que María, ya en la trascendencia como los presbíteros, proyecta sobre la Iglesia todavía en camino” (VANNI, U. el hombre del Apocalipsis. 2011. P 17).
De todas maneras, la intención que se lee del relato que es visto y descrito desde el cielo, es que Juan quiere advertir a la Iglesia del Resucitado las dificultades y penurias que les viene o ya están sufriendo por su perseverancia en la fe y es necesario que el pueblo se mantengan fiel porque se acerca el final de los tiempos donde ya no habrá lugar para el dragón y sus ángeles. (Ap 12,8-12).

Aproximación al texto

Se lee como manifestación de las fuerzas del mal contra el pueblo de Dios, la enemistad desde la antigüedad entre la fuerza del mal que persigue al pueblo fiel de Dios y la derrota de estas fuerzas malignas (Cfr. Gn 3,1-5; Ap 20, 11-15).

1 Apareció en el cielo un signo sorprendente:
    una Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies
    y tocada con una corona de doce estrellas.
2 Está encinta, y grita por los dolores del parto,
    por el sufrimiento de dar a luz.
3 Apareció después otro signo en el cielo:
    un gran dragón rojo, con siete cabezas
    y diez cuernos, que llevaba sobre sus cabezas siete diademas.
4 Barrió con su cola la tercera parte de las estrellas del cielo
    y las precipitó sobre la tierra.
    El dragón se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz,
    para devorar a su Hijo en cuento naciera.
5 La Mujer dio a luz un Hijo varón
    el que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro.
    Pero su Hijo fue arrebatado y llevado hasta Dios y su trono.
6 La Mujer huyó al desierto,
    donde tiene un lugar preparado por Dios
    para ser allí alimentada mil doscientos sesenta días.

En la primera parte del capítulo 12, 1-4 Juan manifiesta la visión de dos signos: El signo sorprendente de la Mujer encinta con dolores de parto (Ap 12,1-2) Y la aparición de otro signo un gran dragón rojo (Ap 12,3-4), que propicia el ataque a la Iglesia que sufre. Y el triunfo parcial de la mujer por el nacimiento de su hijo varón que fue llevado a Dios y su trono y la huida al desierto de la mujer el lugar preparado por Dios.

Miremos algunos detalles de estos versículos:

El signo sorprendente:

1.      Juan ve un signo sorprendente en el cielo, donde a él se le había indicado subir: “Sube acá” (Ap 4,2) Desde allí describe la visión que tuvo.
2.      Una mujer envuelta en el sol como un vestido, con la luna bajo sus pies: Mujer, imagen del pueblo de Dios, muchas veces el pueblo es comparado con la figura de la mujer (Os 1-3; Is 26,17-18; 54; Mq 4,9-10; Ez 16; 23). La mujer vestida de sol, es contrario a los tiempos de oscuridad en los cuales el sol se oscurecía (Cfr. Jol 2,31; Is 13,10; Mc 13,24; Mt 24,29; Lc 21,25; Hec 20,10; Ap 6,12) En este texto el sol y la luna aparecen resplandecientes, el sol como un vestido luminoso y la luna bajo los pies de la mujer, dando la sensación del triunfo de la luz sobre la oscuridad. El pueblo que ha vivido en tinieblas ha visto una gran luz (Cfr. Is 9,2). Los rasgos que Juan da a la Mujer significan la gloria celestial con que ha sido exaltada y vestida. Ella quien representa al pueblo de los tiempos mesiánicos (Cfr. Is 54; 60; 66,7; Mq 4,9-10).
3.      Una corona de 12 estrellas en la cabeza: hay una alusión a las 12 tribus de Israel (Gn; 37,9; 49) quienes dieron estructura a la formaron del pueblo de Israel (Cfr. Jos 18-22). Y al nuevo pueblo de Dios, representado en el los 12 Apóstoles (Mc 3,14). La corona también representa el triunfo al ser coronada con doce estrellas, que nos hace recordar el sueño de José “He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí” (Gn 37,1-11).
4.      La mujer está encinta y grita por los dolores de parto: se recrea el sufrimiento que padece el pueblo por la persecución que sufre y los hijos del pueblo deben luchar contra el mal (Cfr. Gn 3,16; Ap 12,17) En Isaías 26,17 encontramos el sufrimiento de la mujer cuando se acerca el parto (Cfr. Mq 5,3) hasta dar a luz y se regocija como el nuevo pueblo de Dios (Cfr. Gal 4,26); pero no puede ser lastimada (Cfr. Ex 21,22-23).

Otro signo

5.      Un gran dragón rojo, que tenía siete cabezas, diez cuernos y una corona en cada cabeza: hay una referencia a un animal mitológico, que simboliza al diablo o el poder del mal que está al acecho, es hostil a Dios y a su pueblo, hay referencia de él como adversario o acusador (Ap 12,10; Job 1,6-10; Za 3,1-2) Este animal indica el despliegue de su para hacer la guerra. Las siete cabezas del dragón puede hacer alusión a Roma y sus siete colinas, lugares donde fue fundada la ciudad: Adventino, Campidoglio, Patatino, Celio, Esquilino, Quirinole, Viminale. O hace referencia a los siete reyes de Roma: Romulo, Numa, Pompilio, Tulio Hostilio, Anco Marcio; Tarquinio, Prisco, Servio Tulio; Tarquinio el Soberbio. Pero también puede hacer referencia a los reyes enemigos de Israel (Dn 7,7) y los cuernos a la visión de Daniel en 8,1-14.
6.      Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo, y las lanzó sobre la tierra: Con su ira el acusador arrastró a otros ángeles, las estrellas también hacen referencias a los ángeles. Aquí es posible que se refiera a las estrellas que cayeron del cielo cuando el cordero rompió el sexto sello. También puede hacer referencia a los Ángeles caídos de la apocalíptica de Enoc Cap 6-32 del libro de los vigilantes o caída de los Ángeles, de la que encontramos referencia en Gn 6,1-11. Según esto un grupo de ángeles que estaban dispuestos a vigilar la tierra decidieron bajar a la tierra y tuvieron relaciones sexuales con las hijas de los hombres y engendraron hijos sobre la tierra.
7.      Y el dragón se detuvo delante de la mujer para devorar a su hijo tan pronto naciera: Desde el pecado primitivo (Cfr. Gn 3,1-5) hasta nuestros días hay hostilidad entre la mujer y el adversario- fuerza del mal- (Gn 3,15) El imperio se detiene frente al pueblo para devorar al Hijo engendrado como signo de liberación (Is 7,14) el hijo es descendiente de la mujer que llevará acabo la victoria sobre el mal.

Camino de liberación

8.      Y la mujer dio a luz un hijo varón el cual ha de gobernar a todas las naciones con cetro de hierro: Será el jefe del nuevo pueblo de Dios, vendrá y gobernará (Dn 7,13-14) Es en él que Dios se complace y dictará el derecho a las naciones (Cfr. Is 42,1-4). Y gobernará con cetro de hierro, es decir con firmeza para implantar la justicia y derrotar al adversario (Cfr. Ap 19,15) Y tendrá gran poder: “Si me lo pides, te daré en herencia las naciones, en propiedad la inmensidad de la tierra; los machacarás con cetro de hierro, los pulverizarás como vasijas de barro” (Sal 2,9). 
9.      Pero su hijo le fue arrebatado y llevado ante Dios y ante su trono: Dios toma partido en la lucha entre el pueblo y el acusador, se hace cargo del niño y defiende a la mujer que sale victoriosa (Cfr.  Is 66,7) Dios ha tomado el niño para sí. Jesús es el descendiente de la mujer-Israel y lleva acabo la victoria sobre el mal (Cfr. Mc 1,23-26; Lc 4,31-37) Con su nacimiento se da cumplimiento al proyecto de Dios sobre su pueblo (Cfr. Is 51,4-8). Aunque el demonio desplegó todas sus fuerzas contra él (Mt 2,13-18; 4,1-14) no pudo vencerlo, porque así como el pueblo de Israel salió vencedor de Egipto, de la misma manera, el nuevo pueblo que acaba de nacer sale triunfante con la Resurrección y Ascensión de Cristo.
10.  Y la mujer huyó al desierto: La Iglesia es protegida por Dios durante la persecución. El pueblo de Israel se refugió en el desierto después de la liberación de Egipto, Dios lo protegió del faraón. El desierto aunque represente desolación para el pueblo es íntima unión con Dios. Dios cuida personalmente de él, lo ha liberado de los adversarios (Cfr. Ex 17,8-16), lo alimenta (Éxodo 16,4. 8). De igual manera la Iglesia es protegida contra el poder del mal “y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla” (Mt 16,18). Ya no hay lugar para el acusador porque con la Ascensión de Cristo al trono de Dios irrumpe el Reino de Dios en la comunidad de creyente.
11.  Durante mil doscientos sesenta días: La Iglesia debe huir lejos del mal para alimentarse de la vida divina, lo que se puede interpretar como un tiempo limitado bajo la protección de Dios, porque al adversario le queda poco tiempo y esto es causa de gozo para los creyentes que se han mantenido fieles y que se expresa con una fuerte voz en el cielo:

Oí entonces una fuerte voz en el cielo que decía:
Por fin ha llegado la salvación,
el poder y el reinado de nuestro Dios,
y la soberanía de su Ungido.
Pues echaron al acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba día y noche ante nuestro Dios.
Ellos lo vencieron con la sangre del Cordero,
con su palabra y con su testimonio,
pues hablaron sin tener miedo a la muerte.
Por eso, alégrense, cielos
y los que habitan en ellos.
Pero ¡ay de la tierra y del mar!,
porque el Diablo ha bajado donde ustedes
y grande es su furor,
al saber que le queda poco tiempo. (Ap 12,10-12).

A modo de conclusión

1.      El mal ha sido vencido porque el Reino es la realidad de un cielo nuevo y una tierra nueva (Cfr. Is 65,17; 1P 3,13; Ap 21,1; - Rm 8,19-23) donde crece la Palabra de Dios “Para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también sean uno en nosotros” (Jn 17,21; Cfr. Jn 15,1-17) y de esta manera, “Dios sea todo en todos” (Cfr. 1Cor 15, 20-26.8; Col 3,11; Rm 11,32).
2.      La comunidad cristiana debe ser testigo del reinado de Dios, en la Iglesia de la misericordia desde el horizonte de la conversión pastoral, llamado que nos hace el Señor: “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Nueva” (Mc 1,15) La mujer-Pueblo, es portadora de esta buena noticia y es fortalecida, protegida y alimentada por acción de Dios en la historia del pueblo naciente.
3.    La mujer-Pueblo de Dios ha demostrado su fortaleza a pesar del sufrimiento y es merecedora del triunfo sobre el mal, de ella ha descendido el Mesías que con su Muerte y Resurrección y Ascensión ha derrotado al demonio- el imperio del mal y sus descendientes.

 Ap 12,13-18

Con estos versículos se abre camino a la nueva comunidad del reino, la comunidad que ha sufrido persecuciones por ser testigo del resucitado está preparada para resistir la etapa final de su martirio, a pesar de las dificultades han tratado de superar los momentos difíciles. Porque aunque la embestida del mal simbolizado en el Dragón la gran serpiente antigua (Cfr. Gn 3, 1-5) sigue imponiendo su engaño a quien se deja seducir por sus maldades, Dios está ahí presente para que nos refugiemos en Él: “Sean de Espíritu sobrio, estén alerta. Su adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar. Resistánle, firmes en la fe, sabiendo que en todas partes del mundo los hermanos de ustedes están sufriendo las mismas cosas” (1P 5,8).
El ángel del Señor que se contrapone al Satán- Acusador (Job 1,6; Zc 3,1)- Diablo-Adversario-Maligno- Leviatán- Demonio Él recibe el nombre de Miguel - ¿Quién es como Dios? -  Su nombre es quien protege y lucha contra el maligno: “El arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo” (Jd 9); “El príncipe del reino de Persia me opuso resistencia durante veinte días, pero Miguel, uno de los primeros Príncipe, ha venido en mi ayuda” (Dn 10,13.21); “Dijo el ángel de Yahvé al Satán: “¡Yahvé te reprima, Satán; reprímate Yahvé, el que ha elegido a Jerusalén!” (Zc 3,2).
Esta es la tradición bíblica que recrea estos versículos y al leerlos podamos comprender que a pesar que el mal reine momentáneamente tratando de instaurar su reino, Dios protege a los que él ha escogido y a quienes han escogido a Dios. Dios ha protegido a su pueblo y la mujer símbolo del pueblo ha sido salvada: “Le dieron dos grandes alas de águila” (Ap 12,14) que hace referencia a la salida del pueblo de Israel de Egipto y su peregrinar por el desierto.
Las alas simbolizan seguridad y protección: “Ustedes han visto lo que he hechos con los egipcios, y cómo los he llevado sobre alas de águila y los he traído a mi” (Ex 19,4) La protección de Dios es con fuerza sobre sus hijos: “Como un águila incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos, así él despliega sus alas y lo toma, y lo lleva sus plumajes” (Dt 32, 11) Y con esa fuerza está dispuesto a la protección: “¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus polluelos bajo sus alas…!” (Mt 23,37).
Por esta razón, las fuerzas del mal no pudieron contra la mujer-pueblo- que fue protegida en el desierto y alimentada durante tres años y medio (Cfr. Ap 12, 14; Cfr. 11,-2-3; 12,1-2; 17,17) Ella ha sido protegida de la furia del mal-dragón-serpiente- porque la “Tierra ha abierto su boca y se tragó el rio que el dragón había arrojado por su boca” (Ap 12,16).
En este lapso de tiempo entre el mal y el bien, el dragón despliega su furia contra la tierra y los seguidores del Resucitado y fue a pelear contra el resto de los descendientes del pueblo-mujer- los cristianos - que siguen fieles a Jesús Resucitado porque con su fidelidad llega el turno de la victoria: “Se acerca el fin, el fin se acerca sobre ti; es ya inminente. Te llega el turno” (Ex 7,6-7; Cfr. 7,7.21).

Aunque todavía el dragón siga plantando a algunos de sus seguidores en la tierra para insistir en convencer a los débiles de fe. Ellos son los falsos profetas (Cfr. Mt 7,15-20) - los anticristos:

“Hijos míos, ha llegado la última hora, han oído que vendrá un Anticristo, y la verdad es que han aparecido muchos anticristo. Por eso nos damos cuenta que ha llegado la última hora. Salieron de entre nosotros, aunque no eran de los nuestros. Pues si hubieran sido de los nuestro habrán permanecido con nosotros. Así se ha puesto de manifiesto que no todos son de los nuestros” (1Jn 2, 18-19).

AP 13,1-18

Los anticristos quieren reinar por toda la tierra, están dispuesto a impartir la doctrina de la bestia y quieren a toda costa convertir y adherir a ellos a los cristianos que se han mantenido fieles en el nuevo camino, el logro de los seguidores de la bestia sería llevar el mayor número de seguidores al culto del imperador romano tenido como dios y que los cristianos renieguen de su fe y sigan el camino del imperio.
Por esta razón, en este capítulo el autor centra su advertencia frente al ciclo de maldad que la bestia con su gran fuerza y agresividad despliega el mal contra los testigos del Resucitado que aunque se mantengan en pie, por la persecución del imperio y por su sistema propagandista ellos pueden decaer y dejarse arrastrar hacia el culto de la bestia.

Para recrear esta fuerza del mal, Juan lee y actualiza las características de los cuatro monstruos que el profeta Daniel describe (Cfr. Dn 7,1-8; Cfr. Dn 2,31-35.38-40):

“Una noche, durante el primer año del reinado de Besasar en Babilonia, Daniel tuvo un sueño y visiones. En cuanto se despertó, puso por escrito las cosas principales que había soñado. Esto es lo que escribió: Yo veía en mi sueño que los cuatro vientos soplaban y agitaban las aguas del gran mar. De repente, cuatro enormes monstruos, diferentes uno del otro, salieron del mar.
El primero se parecía a un león, pero tenía alas de águila. Mientras yo lo estaba mirando, le arrancaron las alas, lo levantaron del suelo y lo apoyaron sobre sus patas traseras, poniéndolo de pie como un hombre, y su cerebro se convirtió en el de un ser humano.
El segundo se parecía a un oso, alzado más de un lado que de otro, el cual tenía tres costillas entre los dientes; y oí que le decían: ¡Anda, come toda la carne que puedas!.
El tercero se parecía a un leopardo, pero con cuatro alas en la espalda; también vi que tenía cuatro cabezas y que se le entregaba poder.
El cuarto monstruo que vi en mis visiones era terrible, espantoso, y de una fuerza extraordinaria. Tenía grandes sientes de hierro; todo lo devoraba y destrozaba, y pisoteaba las sobras. Era un monstruo diferente de todo lo que yo había visto en mi sueño, y tenía diez cuernos en la cabeza.
Mientras yo estaba mirando los cuernos, vi que de entre ellos salía otro cuerno más pequeño, y entonces le arrancaron tres cuernos para dejar lugar al último que le había salido, el cual tenía ojos como de un ser humano y una boca que hablaba con mucha arrogancia.

Estos cuatro seres Juan los coloca como imagen del anticristo y así los describe, el que recibe el mensaje lo lee en esta clave y así lo comprende como una clara representación del imperio romano y entiende que los monstruos son imagen del emperador y sus seguidores que le rendían culto al emperador cual dios que persiguió a los fieles seguidores de Cristo. El imperio representa el mal: “El dragón le dio su poder y su trono, y mucha autoridad” (Ap 13, 2).
El dragón ejerce todo su poder, su poderío empieza a tomar fuerza en la tierra, su influencia es arrasadora y los cristianos sufren las consecuencias de esta nueva embestida, esto los hace más resistentes o los hace sucumbir para defender su vida volviéndose apostatas- los apostatas son los que reniegan de la fe-:“Adoraran al dragón porque había dado autoridad al monstruo, y adoraron también al monstruo, diciendo: ¿Quién hay como este monstruo, y quien podrá luchar contra él?” (Ap 13,4) Esta es una expresión burlesca que utiliza el autor del apocalipsis contraponiéndola con la manifestación de Dios en el Ángel que lucha contra el mal: Miguel - ¿Quién es como Dios? -  Su nombre es quien protege y lucha contra el maligno.

Así en esta clave su ríe o burla del imperio el autor del Apocalipsis, ya que su poder es efímero como lo describe Daniel, el mal no es propio de este mundo, viene y se concretiza en la historia humana que lo recibe y se recrea con él:

El autor usa tres términos de lugar para referirse a la procedencia del mal y el lugar donde se va a establecer: sube del abismo, al mar y a la tierra. La bestia procede de lo abajo, lo inferior… El mal no es de la tierra, no es lo propio de lo humano, sino que sube a ella, actúa y se materializa en la tierra, se hace visible, perceptible por los sentidos en situaciones de carestía y de hambre, por la inequidad y la injusticia, pestes, guerras civiles, y en general trae destrucción y muerte. Es una muerte cuyo origen depende de una fuerza que impulsa al hombre a actuar y cuya consecuencia recae sobre si mismo: hombres que devoran hombres, estados que devoran pueblos en forma salvaje, como lo hacen las grandes fieras naturales o como las langostas arrasan los cultivos”[3].

Esta fiera del mal la incubamos en nuestro interior haciendo de ella una terrible amenaza frente a los demás, dejamos que crezca en nuestro camino y desarrollamos todo tipo de maldad, frente a los hermanos y sobre todo frente a cualquier intento de justicia y de paz, todo aquel que se resiste al progreso, a la justicia y a la paz obra como la bestia, está en contra de los hijos de Dios, se hace un ser despreciable y maquinador del mal como el imperio romano que devoraba a los cristianos que luchaban por la paz: “Dichosos los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos” (Mt 5,9) El que impide la paz es – Vil - es demoniaco- y sus seguidores son como los seguidores de la bestia que están marcados y colocan su marca del mal: “Además, hizo que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, les pusieran una marca en la mano derecha o en la frente. Y nadie podía comprar o vender, sino tenía la marca o el nombre del monstruo o el número de su nombre” (Ap 13, 17).
Con la mención de esta marca en la mano o en la frente, el autor del apocalipsis hace una referencia irónica y burlesca a los seguidores del imperio, esto solo lo entendían los cristianos que leían el lenguaje cifrado del apocalipsis porque la única marca que ellos llevaban era la de Cristo: “¡No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, mientras no hayamos puesto un sello en la frente a los siervos de nuestro Dios!” (Ap 7,4; Cfr. Ap 3,10; 9,4; 22,4; Ex 9,4-6) Este es un sello puesto sobre los que pertenecen a Dios y que son protegidos en la hora de la prueba.

Este es el nombre de la Bestia 666: “Aquí se verá la sabiduría; el que entienda calcule el número del monstruo, que es un número de hombre. Ese número es el seiscientos sesenta y seis” (Ap 13,18).

Es posible que este número se refiera a Nerón Cesar (NRWN QSR) que fue cruel con los cristianos. En el siguiente cuadro se explica esta referencia al equivalente numérico de las letras en hebreo que es la clave con que el autor del apocalipsis se refiere al emperador romano. El equivalente a cada letra, calculaba y describía el mensaje. La bestia es el emperador romano que perseguía a los cristianos.


[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Ej%C3%A9rcito_parto). [] 
[2] http://www.seresmitologicos.net/voladores/dragon
[3] Catherine Jaillier Castrillón. El apocalipsis de Juan: Una mirada desde la propaganda. UPB. Medellín 2012. Pág. 82-83.

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