sábado, noviembre 12, 2011

“YA QUE FUISTE FIEL EN LO POCO TE PONDRÉ A CARGO DE MUCHO MÁS”

Mt 15,14-30

“Esto es lo que en tu sabiduría infinita estudias con nosotros, Dios nuestro, en tu libro, que es tu firmamento, para que podamos aprender a distinguirlo todo en una visión maravillosa, aunque solo sea por el presente a través de signos, tiempos, días y años” (San Agustín. Conf. L XIII, 18,23)
El capítulo 25 del evangelio de Mateo es parábola del reino (según la tradición es un discurso escatológico de Jesús), centrado en la presencia de Dios y del Reino en medio de su Iglesia (pueblo) es la realización de la plenitud del amor de Dios a los hombres y de los hombres a Dios y al prójimo (Mt 22,37-39) La humanidad es juzgada según  los criterios de pobreza y servicio interhumanos. A este Juicio se hace alusión desde la segunda venida de Jesús en la comunidad de creyentes. Es el “Ya” pero el “Todavía No”:
Vi el cielo abierto; y apareció un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba fiel y verdadero, porque con rectitud gobernaba (…) Y tenía un nombre escrito que solamente él conocía. Iba vestido con ropa teñida de sangre, y su nombre era: Palabra de Dios (Ap 19,11.12-13; Cfr. Ez 1,1; Ap 3,14: jn 1,17; Sal 96,13; Is 9,6-7(5-6); 11,1-5; Ap 1,14;2,18; Dn 10,6; Is 63,1-6)
La comunidad de creyente debe estar siempre vigilante, expectante a la espera de su Señor (Mt 25,1-13), con las lámparas (Fe) llenas, alimentadas y sostenida con la Palabra de Dios (Aceite) sea la luz, fuego vivo (Jesús) resplandeciendo (Cfr Ap 19,12) y se viva, se testimonie y se difunda en la Iglesia de Jesucristo junto con los principios de la espiritualidad cristiana en la escuela del discipulado[1].
Este  capítulo compuesto de tres parábolas, nos propone que si nuestras relaciones interhumanas no parten desde los principio de la espiritualidad cristiana, seremos juzgados por el Señor al igual que las vírgenes necias (Mt 25,12) juntamente con los que han sido llamados a producir los frutos a tiempo, pero no lo han hecho (Mt 25,24-30) y los que no han tenido misericordia con el prójimo (Mt 25, 41-46) Serán juzgado los que se han guardado egoístamente para sí, la fe, la Palabra y dejaron de hacer la misericordia de Dios, privando a los demás de la gracia santificante del Señor en la fe, por está razón:

“Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa…Tendremos la oportunidad de confesar la fe en el Señor Resucitado…” (PF 8).

Esta segunda parábola del capítulo 25 de Mateo, tradicionalmente se le ha dado el título de los talentos. Podríamos llamarla Parábola de la Fidelidad: Ella nos invita a ser fieles en lo poco para recibir mucho. Porque al que es infiel se le quitará incluso lo que tiene: “Al que tiene le darán y le sobrará; al que no tiene le quitarán aun lo que tiene” (Mt 13,12; 25, 29; Cfr Mc 4,25; LC 8,18). Entendamos de la siguiente manera esta sentencia: Si le arrebatamos la oportunidad a los demás de tener fe en Jesucristo y de creer en su Palabra, faltando a la caridad, estamos siendo infieles, por lo tanto, se nos quitará lo que hemos despreciado y se le dará al que ha sido fiel en lo poco.

CONCLUSIÓN
1.      La fidelidad al proyecto de Dios es el camino de la espiritualidad cristiana; del seguimiento, de los testigos de la fe en el Resucitado. Sin embargo no se ha asumido con dignidad la justicia de Dios  (Cfr Mt 21,32) y no se ha creído en el que el Padre envió (Jn 6,29-30).
2.      Por no creer en el Hijo es la injusticia por la cual se juzgará a los hombres: “Les conviene que yo me vaya. Si no me voy, no vendrá a ustedes el defensor, pero si me voy, lo enviaré a ustedes. Cuando él venga, convencerá al mundo de un pecado, de una injusticia, y de una sentencia (condena): El pecado que no han creído en mí; la justicia que voy al Padre y no me verán más: la sentencia, que el príncipe de este mundo ya ha sido condenado” (Jn 16,7-11).
3.      En la parábola  el Hijo es el Señor que se va y regresa (muerte y resurrección); los talentos (dinero) es la fe, la Palabra de Dios y la misericordia; lo producido es el talante con que se ha anunciado la Palabra de Dios que debe suscitar conversiones: “Hermanos qué debemos hacer”(He 2,37); “¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios” (Jn 6,28).
4.      Negar esto, esconderlo, es ser parte de los siervos inútiles en la Iglesia, que solo se han contentado con prácticas de piedad espiritualistas (idolatría), escondiendo los talentos recibidos: “Tu eres un empleado malo y perezoso, pues si sabías que yo cosecho donde no sembré y que recojo donde no esparcí, deberías haber llevado mi dinero al banco, y yo, al volver, habría recibido mi dinero más los intereses” (Mt 25,26-27).
5.      De esta manera:
-   Los talentos nos hacen personas realizadas que prestan un servicio a la sociedad y al reino de Dios.
-   Los talentos brindan calidad de vida y progreso a la sociedad como un mundo de diversas interacciones sociales.
-   Dios se agrada de que su Creación progrese, mejore y sirva cada día a quienes lo necesitan.
-   El crecimiento y la madurez personal se logran con una vida productiva, disciplinada y llena de metas y desafíos.
-   Existen consecuencias positivas o negativas, dependiendo de si utilizamos nuestros talentos y habilidades, o nos desentendemos de los mismos.
 “Con sus propias manos hace hilados y tejidos. Siempre le tiende la mano a los pobres y necesitados” (Prov. 31,19-20)

[1] Las vírgenes Necias y las sensatas (Reflexión Domingo 6 de Noviembre de 2011)

1 comentario:

FABIOTORRES dijo...

A lo que yo llamaría la religiosidad moderna, es la que se enfrenta con la ardua tarea de exclarecer al verdadero hijo de Dios, al que no se limita a llenar su cabeza de palabras sino su corazón de emociones y su vida de experiencias en el camino del anuncio evangélico; Las Parroquias están llenas de predicadores de plástico hueco por dentro y la palabra de Dios se pierde en el vacio interior, tus escritos aterrizan las lecturas y dejan ver claramente lo que Dios quiere de cada uno de nosotros, entender y ser concientes es la base pedagógica para renovar nuestra iglesia y fortlecerla en la fe, desde la palabra y la práctica de las enseñanzas de nuestro señor; gracias por compartir este y los demás textos "PARA NO LEER" y sabes que soy un inquieto en la perspectiva de la pedagogía catequética . . . un abrazo Guille