martes, junio 17, 2008

CONCIENCIA DE VIDA

"Una vida sin esperanzas, es una vida perdida en sus propios laberintos"
Dios ha querido participar directamente en la historia del hombre, haciéndose historia con él a través de su Hijo, que asumió nuestra condición humana para llevarnos a la perfección: “Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros”(Jn 1,14) Mostrándonos el camino que nos conduce hacia el Padre. Jesús al hacerse historia empezó a gestar desde su predicación un pueblo bien dispuesto para el Señor de la historia, su predicación iba encaminada hacia la construcción del Reino de Dios:“Ya se cumplió el plazo señalado, y el reino de Dios está cerca. Vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas noticias” (Mc 1,15) Estas buenas noticias es la que queremos anunciar en medio de un pueblo violento como el nuestro que anhela desesperadamente que este reino de Dios se haga realidad en medio de nosotros. Desde esta perspectiva creemos que un paso fundamental para lograr el cambio en nuestra sufrida Colombia es volver nuestra mirada a los derechos humanos. Los derechos humanos son valores que deben primar en el acontecer de los pueblos, Todo hombre tiene derecho a la vida, a la educación; a la salud, a vivir dignamente como ser humano, tiene derecho a soñar: que todas las personas puedan tener una vida digna, tener una casa para vivir, tener derecho a comer dignamente, trabajar, estudiar, disfrutar de tiempo libre, salud garantizada, la posibilidad de realizar sus sueños. PAZ Y JUSTICIA. Respetar los derechos humanos, es crear una convivencia más justa, donde todos seamos hermanos por ser hijos de un mismo Señor-Dios-en Cristo Jesús, por ser su “Imagen y Semejanza”, se quiere, se busca un siglo XXI, sin miseria, ni pobreza, sin ningún tipo de exclusión, ni odio, ni rechazo. Los asesinatos, los exterminio, los secuestros, los crímenes organizados, por los grupos violentos que han existido a lo largo de estos años, el tráfico de drogas, las muertes por accidentes de tránsito, todo esto no se puede considerar normal en una sociedad que se llama moderna y democrática. Es necesario decir no a la globalización de la violencia y proteger la existencia humana. Los derechos humanos son los derechos fundamentales de todas las personas, sean mujeres, hombres, negros, homosexuales, indios, desplazados, ricos, extranjeros, refugiados, portadores de sida, niños y adolescentes, políticos, presos, desposeídos, ricos, pobres, miserables, cartoneros, gamines, niños de la calle, limitados, todos en cuanto personas deben ser respetados: “Todo hombre es mi hermano, todo hombre es responsable de los demás hombres, todo hombre es responsable de sí mismo” (Pablo VI). Derechos humanos se refiere a un sin número de actividades en la que se desenvuelve el ser humano: Derecho a vivir sin ser atropellado, derecho de ser tratado por el Estado con respecto y dignidad. La descomposición social que vivimos en nuestro territorio colombiano es origen de muchos acontecimientos que crean incertidumbre en medio de nuestra gente. Nuestro país está siendo azotado por actos de violencia que ya no tienen límites. El valor fundamental de la vida está perdido, cualquiera decide hasta la forma de morir de los demás, callan al pueblo con el estruendo de las balas asesinas de los violentos. La vida principio fundamental de todos los derechos es violentada, desde el vientre fértil de una mujer hasta la más desesperada decisión del ejercicio guerrero de nuestro tiempo. Esto ha ocasionado la perdida de la sensibilidad por vivir. Los pueblos son fantasmas, nuestra tierra sigue ensangrentada, todos los días muertos y desplazados y nosotros seguimos en silencio esperando una respuesta en la distancia que no llega. Nos estamos matando lentamente e impunemente en esta guerra fratricida. Lo contradictorio de esta guerra es que se hace entre cristianos, es imposible pensar que en un pueblo religioso y de creyentes como el nuestro se cometan tantas atrocidades, que en las montañas lugar de descanso del Dios de la vida, se maten nuestros hermanos, que los soldados, los guerrilleros, los reductos de paramilitares sean los caines modernos. Por otro lado existe otra causa de la violencia, el robo indiscrimado del presupuesto nacional por parte de los funcionarios públicos, esto crea estructura de muerte ya que se cierran hospitales. Dejan con estos continuos robos los dirigentes del país a muchos colombianos sin la posibilidad de salir adelante sumidos en la miseria. Todos estos atropellos han creado un panorama desolador en el que no se perfilan muchas posibilidades de cambio, para la mayoría de la gente todo sigue igual y empeorando. Tenemos en la actualidad un gobierno defensor de la seguridad democrática, que persuade conciencia y que tiene como meta ser un “mesías”; unos violentos sanguinarios y sin tregua, candidatos a la presidencia sin perfil de líderes, cristianos sin compromisos, es decir, sin voz profética en medio de esta ola de violencia institucionalizada que cada día carcome hasta las más remotas esperanzas. Frente a esta situación necesitamos propuestas claras que nos ayuden a cambiar el panorama desolador que se vive. Por esta razón, los cristianos podemos crear una red de solidaridad fraterna, levantándonos de nuestro letargo, alzando la voz como un solo clamor que llegue a Dios, uniendo nuestras fuerzas para crear estructuras de justicia frente a la injusticia, de amor frente al odio, de perdón frente a la venganza y al rencor, es urgente cambiar nuestro corazón de piedra por un corazón de carne. Pero esto no es suficiente, tenemos que volver a Dios, debemos recuperar lo perdido, volvernos abanderados de los derechos fundamentales de los hombres, respetarlos y hacerlos respetar. No podemos decir que somos responsables directos de la situación en que vivimos, tampoco podemos descargar las culpas en las generaciones pasadas. Pero si seremos responsables de la generación que vamos a dejar, del país que estamos construyendo, tenemos que ser concientes que debemos luchar por el cambio, pero un cambio en todo sentido, en nuestra vida, en nuestra sociedad, en las instituciones, gubernamentales, militares y religiosas. Nuevamente recalcamos, que no se puede explicar, que en un país cristiano, donde la mayoría de nuestros hermanos están bautizados y pregonan a viva voz que son cristianos y católicos, se haya perdido el sentido de la vida, de la solidaridad, del amor. Solo en un país cristiano como Colombia se derrama tanta Sangre, existe tanta desigualdad. Todo lo que estamos viviendo se debe en gran parte a la huida de la casa paterna. Es necesario hacer un alto en el camino y regresar al Padre: “Padre he pecado contra el cielo y contra ti” (Lc. 15) Hoy en la situación que vivimos se hace necesario regresar a la casa del Padre de donde no hemos debido salir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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