domingo, noviembre 29, 2015

XII. APOCALISPIS



MENSAJE A LA IGLESIA DE SARDES
Ap 3,-1-6
Nombre de la Iglesia: 

Ap. 3, 1: Escribe también al ángel de la iglesia de Sardes

La comunidad, está inserta en la ciudad de Sardes conocida por su riqueza, situada aproximadamente a 50 Km al sudeste de Tiatira. En Sardes residía una antigua colonia judía y tenía una sinagoga[1]: 

Es una de las ciudades más antiguas de Asia Menor, fundada en el siglo XII a.C., edificada a una altura de 400 m. sobre el nivel del mar y sólo accesible por el sur. La ciudad, perteneciente a Turquía, dominaba el valle que atravesaba la ruta principal este-oeste de Asia. Desde el momento de su construcción pareció una fortaleza inexpugnable; sin embargo, fue sorprendida por Ciro, rey de Persia, en su guerra contra Creso y, de nuevo, en el 218 a.C., Antíoco III la asaltó y la conquistó.
La antigua Sardes, hoy conocida como Sart, fue la capital del reino de Lidia y del potente rey Creso (560 - 546 a.C.). Fue conquistada por los persas y reducida a una simple satrapía del imperio y, posteriormente, de nuevo destruida por las tropas de Éfeso en el 499 a.C.; Alejandro Magno la conquistó en el 334 a.C. y, como símbolo de reconocimiento al conquistador, la ciudad se embelleció con estatuas y monumentos en su honor. Tras el paso de Alejandro, Sardes entró en la órbita económico[2]. Se “destacó como potencia comercial, y fue, además, conocida por su riqueza en oro, proveniente del río Pactolo y de las minas del monte Tmolo. Actualmente se cree que su riqueza provenía más de la fertilidad de sus campos, o bien de su superioridad comercial respecto a los griegos. []
Fue el primer lugar donde se acuñó moneda, antes incluso que en China o India. Esas primeras monedas datan del reinado de Giges, en la segunda mitad del siglo VII a. C., hacia el 620 a. C., e incluso antes, durante el reinado de Ardis II (652-621 a. C.) Los conocimientos actuales se apoyan en los hallazgos de monedas de electro u oro blanco, cuyos yacimientos principales se hallan en Éfeso, en la costa de Asia Menor[3].

Quien envía y dicta la carta

Ap 3, Esto dice el que tiene los siete espíritu de Dios y las siete estrellas

El que tiene los siete espíritus de Dios[4] y las siete estrellas[5].

Lo que hay a favor de la comunidad-Iglesia

Ap 3,1c: Yo se todo lo que haces, y se que estás muerto aunque tienes fama de estar vivo.
Ap 3, 2: Despiértate y refuerza las cosas que todavía quedan, pero que ya están a punto de morir, pues he visto que lo que haces no es perfecto delante de Dios. 
Ap 3, 3: Recuerda, pues, la enseñanza que has recibido; síguela y vuélvete a Dios. Si no te mantienes despierto, iré a ti como el ladrón, cuando menos lo esperes.

… Yo se todo lo que haces

El Señor conoce todo lo que hacen los de la comunidad, escudriña lo más íntimo del corazón de la iglesia y de sus miembros (Ver Comentario de Ap 2,22-23. Apocalipsis. Pag. 54.68).

… Y se que estás muerto aunque tienes fama de estar vivo

La comunidad ha perdido el interés al amor primero, su fe se ha estancado, no tiene el dinamismo que le impregna la fe en el Resucitado, alejarse de la fe lleva a la muerte aunque estén vivos, van muriendo poco a poco, buscan la fama efímera de los hombres o del imperio que los atrae con su propaganda que induce a la idolatría para que se sienten en el banquete y coman la carne del sacrificio y se embriaguen con el vino de la tentación de la falsa doctrina.

Estos actos llevan a la muerte, a la esterilidad total y al alejamiento del reino de Dios porque la Palabra no es el centro en la comunidad, buscan otros caminos distintos a los caminos del Señor, los miembros de la comunidad siguen sus intereses particulares que los matan.

Ap 3,2: Despiértate y refuerza las cosas que todavía quedan, pero que ya están a punto de morir, pues he visto que lo que haces no es perfecto delante de Dios.

Por no hacer bien las cosas delante de Dios, están dormidos: “No sigamos durmiendo como los demás, sino quedémonos despiertos y mantengamos nuestro juicio” (1Tes 5,6) y vigilantes: “Manténganse alerta, pues, porque no saben en qué día viene su Señor. Mas sepan una cosa, que si el amo de casa hubiera sabido en qué vigilia habría de venir el ladrón, se habría quedado despierto y no habría permitido que forzaran su casa. Por este motivo, ustedes también demuestren estar listos, porque a una hora que no piensan que es, viene el Hijo del hombre” (Mt 24,42-44; 26,41-43; Mc 13,33-37; Lc 12,40; 21,36; 1Co 16,13; Sof 1,14).
Si se sigue dormido se puede desviar la atención a las cosas materiales, que es el olvido de lo que se ha recibido (Cfr. Lc 8,14; 21,34.35) El distraerse de lo recibido, nos lleva a perder la perfección en Dios: Por tanto, sean perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48; Cfr. Lv 19.2; Dt 18,13; 2Sm 23,31) La comunidad que recibió la perfección en la Palabra y la fe en Jesucristo ya no guarda el mismo entusiasmo, ha ido perdiendo su horizonte, están muriendo lentamente en sus intereses idolátricos.

Ap 3, 3: Recuerda, pues, la enseñanza que has recibido; síguela y vuélvete a Dios. Si no te mantienes despierto, iré a ti como el ladrón, cuando menos lo esperes.

El camino no está hecho por mucha seguridad que se tenga, es necesario seguir construyéndolo hay que retomar la enseñanza recibida, para volver a Dios: “No olvides mis enseñanzas, hijo mío; guarda en tu memoria mis mandamientos, y tendrás una vida larga y llena de felicidad. No abandones nunca el amor y la verdad” (Prov. 3,1-3; 4,5; Cfr. Eclo 1,1) Guarda las palabras del Señor en el corazón para que nunca lo olvides y vuelvas a él, se obediente a sus Palabras:

 “Obedece a mis palabras, hijo mío; guarda en tu mente mis mandamientos. Obedece a mis mandamientos y enseñanzas; cuídalos como a las niñas de tus ojos, y vivirás. Átalos a tus dedos, grábatelos en la mente. Has de la sabiduría tu hermana, has de la inteligencia tu amiga” (Pro 7,1-4; Prov 4,20-25; 6,20-23; Sab 7,22.8,21).

Por amor a la sabiduría has de mantenerte despierto, el Señor vendrá cuando menos lo esperes como un ladrón: “Pero el día del Señor vendrá como un ladrón” (2P 3,10; Cfr. Mt 24,42-44; Lc 12,35-40; 1Tes 5,2; Ap 16,15) Expresión que se refiere a la segunda venida de Jesucristo. Aunque en el texto del Apocalipsis se trata más de un juicio sobre la comunidad que se ha conformado con la aceptación de la propaganda imperial y no ha permanecido fiel a las enseñanzas; pero se hace un llamado a salir de este letargo y seguir firmes y fuertes en el Señor: 

Sean de espíritu sobrio, estén alerta. El adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar. Pero resístanle firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en sus hermanos en todo el mundo. Pero después que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, Dios los hará perfectos, firmes, fuertes y seguros” (1P 3,8-10).

Volver al Señor es una señal para la comunidad que está dormida en la enseñanza del Señor: Saca tu equipaje como equipaje del destierro, de día, ante sus ojos. Entonces sal tú por la tarde, ante sus ojos, como los que salen al destierro. Ante sus ojos haz un hueco en el muro y sal por él. Ante sus ojos carga el equipaje sobre los hombros y sácalo en la oscuridad. Cúbrete el rostro para no ver la tierra, quiero que seas una señal de alarma para el pueblo de Israel” (Ez 12,4-6).

Tengo a tu favor

Ap 3, 4: Sin embargo, ahí en Sardes tienes unas cuantas personas que no han manchado sus ropas; ellas andarán conmigo vestidas de blanco, porque se lo merecen.

A pesar de la pasividad de la comunidad y de su aceptación a la idolatría hay un grupo que no se han dejado entusiasmar y contaminar con el vino que destilan los dioses paganos y sus seguidores, no han querido beber de la fuente de la maldad, ni han dejado que sus vestiduras se manchen con la sangre de la corrupción, han mantenido sus vestiduras blancas y las han blanqueado con la sangre del Cordero, se han revestido con el símbolo de la santidad (Cfr. Ap 1,13; 4,4)[6]

Las vestiduras blancas se le dan a los que en fe pascualizan sus vidas vistiéndose con ellas (Cfr. Ap 6,11) como símbolo de pertenencia y seguimiento en el nuevo pueblo de Dios, el pueblo de la nueva Alianza (Cfr. Ap 7,9-14; 19,14) que llevan las vestiduras del triunfo, las vestiduras de los vencedores que blanquean sus ropas con la Sangre del Cordero.

Promesa a la perseverancia

Ap 3, 5: Los que salgan vencedores serán así vestidos de blanco, y no borraré sus nombres del libro de la vida, sino que los reconoceré delante de mi Padre y delante de sus ángeles.

Los vencedores son considerados dignos de lucir las vestiduras blancas (Cfr. Ap 6,11) Y estarán en el trono de Dios y sus nombres quedarán inscritos en el libro de Dios, en su corazón: “Sus nombres ya están escritos en el cielo” (Lc 10,20; Cfr. Dn 12,1; Fip 4,3; Ap 13,8; 17,8; 20,12; 21,27; Ex 32,32-33; Sal 69,28;Filp 4,3) Este es el libro de la vida eterna en que Dios ha colocado los nombres de los que permanecen fieles hasta el final sin renegar de la fe en su Hijo y no haberse contaminado con la sangre de la idolatría.

La concepción del libro de la vida, por lo general, lo hemos asociado al juicio que nos lleva al castigo divino, es una imagen deformada del acontecer histórico de nuestra fe. Todavía se vende la propaganda en grupos milenaristas que Dios tiene un gran libro y allí escribe cada una de nuestras acciones, año a año, mes a mes, semana a semana, día a día, hora a hora, minuto a minuto, segundo a segundo y así toda ocurrencia fantasmagórica al referirse al Juicio de Dios.

Esta concepción es nociva para las personas, para los grupos de pastoral. El libro de la vida se refiere al acontecer de fe de cada uno de nosotros en la búsqueda constante del amor de Dios que vamos escribiendo en las páginas del corazón de Dios.

También algunos utilizan la frase que “Dios escribe derecho en reglones torcidas” para aventurarse a dar una opinión a cerca de los designios de Dios en nuestra historia o para referirse a que Dios escribe en su gran libro nuestros pecados que son producto de las equivocaciones que vamos haciendo durante nuestra estancia en este mundo. Esta es una frase que no está contenida en las Sagradas Escrituras y pretendemos usarla para justificar que Dios escribe derecho en el libro de su propiedad a pesar de los reglones torcido que nosotros fabricamos. 

Es justo, necesario y conveniente que tengamos la convicción que Dios no manipula la voluntad humana. Él respeta nuestra libertad porque participamos y somos parte de su libertad. Si nosotros nos inclinamos al mal: “Deja que los malos sigan en su maldad, y que el impuro siga en su impureza” (Ap 22,11a) Dios solo llama al orden por medio de la Palabra y del arrepentimiento para que cambiemos de conducta haciendo el bien: “Pero que el bueno siga haciendo el bien, y que el santo siga santificándose” (Ap 22,11b). Por lo tanto los designios de Dios no es escribir sobre corazones torcidos. 

… Sino que los reconoceré delante de mi Padre

Es un llamado al reconocimiento perpetuo de Dios para todos aquellos que asumen el camino de la Alianza. La Alianza es el camino perpetuo en el reino de Dios; quien reconozca a Jesús delante de hombres y mujeres, Él también los reconocerá delante del Padre, pero quien lo niegue con sus actitudes y se deja seducir por otros para renegar de Él será desconocido en la comunidad delante del Padre: “Si alguien se declara a mi favor delante de los hombres, yo también me declararé a favor de él delante de mi Padre que está en el cielo; pero el que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en el cielo” (Mt 10,32-33). 

… Y delante de sus ángeles.

La protección de la comunidad y de las personas se ha atribuido en la tradición de la iglesia especialmente a la presencia de los ángeles- manifestaciones de Dios cuando quiere comunicar una experiencia a su pueblo a alguna persona en particular- En el libro del apocalipsis encontramos muchas alusiones a la presencia de estas criaturas llamadas ángeles 73 veces. De este versículo en adelante ya no se refiere a los que dirigen a las iglesias, sino a las criaturas que están en la presencia de Dios para rendirle culto o para ser enviadas a defender o anunciar un mensaje a la Iglesia. 

Ahora bien los que siguen a Jesús y blanquean sus vestiduras con su sangre también serán reconocido delante de los ángeles (Lc 9,26; 12,8-9; Mc 8,38; 2Ti 2,12) Porque conservan la misma dignidad de criaturas al unirse al coro de los que alaban a Dios en su trono. Por esto Dios se acuerda de ellos dándoles honor y dignidad (Cfr. Sal 8) porque se han mantenido fieles al proyecto de la Nueva Alianza. 

Fórmula de despedida
Ap 3, 6: ¡El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias!. (Ver comentario a Ap 2,7b en Apocalipsis P. 43).
MENSAJE A LA IGLESIA DE FILADELFIA
Ap 3,7-13
Nombre de la Iglesia

Ap. 3, 7a: Escribe también al ángel de iglesia de Filadelfia:

Sobre la ciudad de Filadelfia ya se ha hecho una breve reseña histórica[7]. Sin embargo agregamos “Otros datos históricos” que ayudan a enriquecer el contexto en el que se desarrolla el quehacer de la iglesia:
1.      Estaba a unos 45 Kilómetro al sur este de Sardís, en lidia una ciudad sujeta a terremotos, reconstruida por Tiberio después del gran terremoto del 17, Después de Cristo.
2.      Su lealtad al emperador por la ayuda era notoria ya que las monedas llevaban su inscripción.
3.      Filadelfia fue fundada por Átalo II rey de Pérgamo (reinó del 159-138 A: D. Cristo), cuya lealtad a su hermano EUMENES le gano el epíteto de “Filadelfia” que en Griego significa “AMIGO DEL HERMANO” en justa correspondencia Eumenes dio a la ciudad el nombre de Filadelfia, esto es “AFECTO FRATERNAL”.
1.      Aunque parece que la ciudad cambiaba de nombre, a consecuencia de la protección del emperador, recibió el nombre de Necesaria.
2.      Medio siglo más tarde, cambio el nombre por el de Fallía, en honor a Vespasiano.
4.      Había un templo al hijo adoptivo de tiberio, y tenían un templo al dios Dionisio (Griego DIONUSOS) o Dionisio. Este dios era llamado por los romanos “el dios BACO” y era tenido por “el dios del vino” de ahí el vocablo “BACANALES” significa las fiestas dedicadas a este dios, con carácter de borracheras[8].
Quien envía y dicta la carta

Ap 3, 7b: Esto dice el que es santo y verdadero, el que tiene la llave del rey David, El que cuando abre nadie pueda cerrar y cuando cierra nadie puede abrir:

Para describir al que dicta la carta se recurre a  imágenes que no están en el capítulo uno del Apocalipsis y se toman del primer testamento para recrear la imagen del “Santo de Israel”: “Así dice el Señor, el Santo de Israel” (Is 45,11; Cfr. Lv 11,45; Sal 22,3; 95,5; Mc 1,24; Lc 1,35; 4,34; Jn 6,69) Porque es verás, Él es quien dice la verdad y la verdad es el camino para la construcción de la comunidad: “Si se mantienen fieles a mi palabra, serán realmente discípulos míos, entenderán la verdad y la verdad los hará libres” (Jn 8,31-32).

Él es quien tiene la autoridad en la comunidad porque es el Mesías descendiente de David: “_ ¡Hijo de David, compadécete de mí” (Lc 18,39) El Mesías es quien abre las puertas de la comunidad: “Le pondré en el hombro la llave del palacio de David: lo que él habrá nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá” (Is 22,22; Cfr. Job 12,14; Sal 122,5) Los que han escuchado y se han mantenido fiel están dentro de la comunidad los otros grupos de judíos, perteneciente a la sinagoga de Satanás ya están afuera por perseguir a la comunidad del reino. 

Lo que tengo a tu favor

Ap 3,8: Yo sé todo lo que haces; mira, delante de ti he puesto una puerta abierta que nadie pueda cerrar, y aunque tienes poca fuerza, has hecho caso de mis palabras y no me has negado. 9 Yo haré que los de la congregación de Satanás, los mentirosos que dicen ser judíos y no lo son, Vayan a arrodillarse a tus pies, para que sepan que yo te he amado. 10 Has cumplido mi mandamiento de ser constante, y por eso yo te protegeré de la hora de la prueba que va a venir sobre el mundo entero para poner a prueba a todos los que viven en la tierra.  11 Vengo pronto. Conserva lo que tienes, para que nadie te arrebate tu premio.

El señor es quien conoce el desarrollo de la comunidad, su proceso de fe y su crecimiento, allí el Señor alaga la proeza de la comunidad al igual que lo hace con la iglesia de Esmirna (Ap 2,9) Porque han hecho caso de la Palabra de Dios y se les abren las puertas del reino y no la cerraran los mentirosos.
Los que dicen ser judíos y no lo son porque desconocen al Señor, los de la congregación de Satanás irán a la comunidad del Señor a reconocer que Él los ama (Cfr. Jn 13,34; Cfr. Is 43, 4; 49, 23; 60,14) Es posible que aquí se refiera a un grupo que ha sido expulsado por haber negado al Hijo de Dios y ahora arrepentidos de rodillas buscan ser readmitido en la comunidad.
Por otra parte, se le reconoce a la comunidad que a pesar de sus pocas fuerzas se convierten en fortaleza (Cfr. 2 Co 12,7-10) La fuerza consiste en asumir las debilidades juntos para fortalecerse entre sí y resistir las pruebas en las que se ven sometidos y la fuerza que los mantiene juntos es el amor: “El Padre me amó así yo los he amado: Permanezcan en mi amor” (Jn 15,9).
Esta comunidad es fiel, porque cumple los mandatos del Señor: “Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor; lo mismo que yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor” (Jn 15,10) y esto los hace constantes y fieles al proyecto de Dios. Todo esto los mantiene protegido de lo que va a venir (Cfr. Ap 8,1-9,21; 11, 15-18; 15, 2-16,21).

Ap 3, 11: Vengo pronto. Conserva lo que tienes, para que nadie te arrebate tu premio.

Es conveniente, mantenerse firmes, conservar lo que se tiene y se ha logrado hasta el momento y así nadie pueda arrebatar lo que se ha conseguido, el premio que Dios le ha prometido (Cfr. Ap 2,10)[9]. Promesa que se concretizará en el reino de Dios con la presencia del Resucitado que viene pronto. Esta promesa se cumplirá al final de los tiempos (Cfr. Ap 22,20).

Promesa a la perseverancia

Ap 3,12: A los que salgan vencedores les daré que sean columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrán de allí; y en ellos escribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, La nueva Jerusalén que viene del cielo, de mi Dios; y también escribiré en ellos mi nombre nuevo. 

El Señor afirma que la comunidad recibirá el premio por su perseverancia, serán como la columna del tempo de Dios (Cfr. 1R 6-7) y allí permanecerán para siempre porque se les escribirá el nombre de Dios, este nombre los hace pertenecer al Señor (Cfr. 55,5; Sal 145,1) Este nombre es lo que da firmeza y confianza a la comunidad: “Caiga como la lluvia mi enseñanza, y destile como el rocío mi discurso, como llovizna sobre el verde prado y como aguacero sobre la hierba. Porque yo proclamo el nombre del Señor; atribuid grandeza a nuestro Dios. ¡La Roca! Su obra es perfecta, porque todos sus caminos son justos; Dios de fidelidad y sin injusticia, justo y recto es El” (Dt 32,2-4). Y con este nombre se hará memoria en las generaciones venideras: “Dijo además Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: El Señor, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, y con él se hará memoria de mí de generación en generación” (Ex 3,15). 
Los que reciben el nombre del Señor será fortificado en Él: “El nombre del Señor es torre fuerte, a ella corre el justo y está a salvo. La fortuna del rico es su ciudad fortificada, y como muralla alta en su imaginación” (Pro 18,10-11) recibirán el nombre en la nueva Jerusalén, ya empieza a perfilarse desde este versículo el camino de la comunidad hacia la nueva patria, la patria del Reino que es la Nueva Jerusalén Bajada del cielo (Cfr. Ap 21,1-22,5) La nueva Jerusalén es un tema que abordaremos más adelante en la medida que avance nuestra reflexión sobre el apocalipsis.

… y también escribiré en ellos mi nombre nuevo[10]

El nombre nuevo, es el nombre del Resucitado, es nombre que significa eternidad, en la patria eterna donde vivirán los Hijos en el Hijo, los que han hecho un camino nuevo quienes no se han quedado esperando una promesa sino que han luchado por ella, este nombre nuevo es el que los hará habitar en la casa nueva donde habrá cabida para todo el que proclame el Nombre del Señor: “Les daré en mi casa y en mis muros un lugar, y un nombre mejor que el de hijos e hijas; les daré nombre eterno que nunca será borrado. Y a los extranjeros que se alleguen al Señor para servirle, y para amar el nombre del Señor, para ser sus siervos, a todos los que guardan el día de reposo sin profanarlo, y se mantienen firmes en mi pacto” (Is 55,5-6; Ap 2, 7c).

En las Sagradas Escrituras el nombre significa identidad dada por el Seño a algunos elegidos para realizar una misión en favor de su pueblo (Cfr. Gn 17,1-5; 32,27.28; 35,10) Y también dado por Jesús a Pedro para que sea uno de los pilares de la comunidad (Cfr. Mt 16,18).

Fórmula de despedida

Ap 3, 13 ¡El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias! Ver comentario a Ap 2, 7b en Apocalipsis P. 43).

MENSAJE A LA IGLESIA DE LAODICEA
Ap 3,14-22 

Nombre de la Iglesia

14a. Escribe al ángel de iglesia en Laodicea:

Con esta carta se concluye la primera parte del libro de Apocalipsis en la que se había planteado la introducción del acontecimiento pascual narrado por el autor en el día del Señor, aquí en esta primera parte se lee el acontecimiento litúrgico pascual de la Iglesia de Jesucristo, llamada para ser testigo del Resucitado en la tribulación. El apocalipsis es un libro preparado para la celebración litúrgica pascual de las comunidades cristianas que necesitaban una luz de esperanza. 

Otros datos sobre la Iglesia de Laodicea (Cfr. Col 2,1-2; 4,13-16)[11]

1.      Estaba a unos 65 Kilómetros al sureste de Filadelfia y también a unos 65 Kilómetros al este de Efesio.
2.      Fue fundada por Antíoco II. (261-246 A. D. Cristo) quien le puso el nombre de su esposa Laodicea, que significa “JUSTICIA O JUICIO DEL PUEBLO”.
3.      Fue un gran centro comercial y administrativo, sacudida por constantes terremotos durante los años. 60-61. De nuestra era, no acepto ninguna ayuda monetaria orgullosa de sus riquezas, aunque se le concedió exoneración de impuesto, a fin de ayudar a sus habitantes a reconstruir la ciudad.
4.      Tres notas destacaban a Laodicea.
1.      Las fructuosas operaciones bancarias y las numerosas transacciones comerciales de donde procedía su orgullo.
2.      Las florecientes industrias de tejidos especialmente en fina lana negra y sus famosas alfombras.
3.      Era sede de una prestigiosa, escuela de medicina, sobre todo de oculista.
5.      La iglesia fue establecida probablemente por Epafras de Coloca. Col. 4,12-13.15-16. En la ciudad había teatros, estadios y gimnasios[12].

Esta comunidad cristiana al parecer fue evangelizada por Epafras y se reunía en casa de Ninfa (Cfr. Col 4,12-13.15) Esta carta, la última de la siete, es la más hermosa por su vigor y ternura. Con claridad se muestra el contraste entre lo que la comunidad cree ser y lo que es. Jesucristo, el Amén del Padre realiza sus promesas (Cfr. Ap 3,14) es severo con los tibios, incluso con los que ama (Heb 12,4-6) para que se conviertan y cambien su conducta. El oro de Laodicea, sus afamadas lanas negras y su colirio nada valen ante Dios. Después de corregir con vehemencia los corazones insensibles a Dios por la riqueza, Jesús se vuelca en misericordia con los hermanos dispuestos a convertirse: “Si alguno oye mi voz… Entraré en su casa y cenaremos juntos” (Ap 3,20; Cfr. Ct 5,2)[13].

Quien envía y dicta la carta

14b. Esto dice el Amén, el Testigo fiel y verás, el principio de la creación de Dios.

… El Amén[14]

En Cristo se cumplen las promesas de Dios al pueblo (Cfr. Apocalipsis. P. 24): “Dios ha dado en Cristo para siempre su “Sí”, pues en Él se cumplen todas las promesas de Dios. Por esto, cuando alabamos a Dios, decimos Amén” (2Cor 1,19-20).

… Jesús es el Testigo fiel (Cfr. Comentario a Ap 1,5. P. 21).

el principio de la creación de Dios.

Jesús es el principio de lo creado, es el primero en resucitar (Cfr. Ap 1,5) La antigua creación y la nueva creación tienen su origen en Él, está sobre la creación tiene toda la autoridad sobre ella (Heb 1,2-4) Porque es la imagen visible de Dios, por medio de Él Dios creó todo lo que existe:
“Cristo es la imagen visible de Dios,
Que es invisible;
Es su Hijo primogénito, anterior a todo lo creado.
En Él Dios creó todo lo hay en el cielo y en la tierra,
Tanto visible como invisible,
Así como los seres espirituales que tienen dominio, autoridad y poder.
Todo fue creado por medio de Él y para Él.
Cristo existe antes de todas las cosas,
Y por Él se mantiene todo lo creado en orden”
(Col 1,15-17; Cfr. Jn 1,1-14; 2 Cor  4, 4; Pro 8,22-31).

 Pero tengo contra ti

15. Conozco tu conducta: No eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! 16. Pero, como eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. 17. Además andas diciendo: “Soy rico; me he enriquecido; nada me falta”, y no te das cuenta de que eres un miserable, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo.

… No eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!

La comunidad debe ser coherente en su fe, ya que han recibido lo necesario por parte de los que han estado al frente de ella y por medio de las cartas de animación pastoral: “Quiero que sepan qué lucha tan grande estoy librando por ustedes, por los de Laodicea y por cuantos no me conocen en persona, para que consuelen sus corazones y, unidos en el amor, alcancen la riqueza de la plena comprensión del conocimientos del misterio de Dios, que es Cristo” (Col 2,1-2).
Se le pide a la comunidad que deje la ambigüedad y se dedique solo al Señor, que no olvide este amor primero que le predicaron para que su fe sea sólida rompiendo con su frialdad que le produce una fe débil y pueril. El Señor pide una decisión, si es frío que sea frio que no tenga ninguna conexión con la comunidad, y sin embargo estos pueden ser convertidos. Si es caliente que tenga el fervor de seguir en el camino, estos no necesitan conversión.
Pero los tibios representan un peligro, no tienen decisión pueden representar un caso imposible, están ahí como una masa informe sin un ideal, sin propósito y son fácil presa de otras manifestaciones en la cuales pueden caer, de esta manera se les anima a que tomen decisiones: “Y Todo lo que esté en tu mano hacer, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, que es donde irás a parar, no se hace nada ni se piensa nada, ni hay conocimientos ni sabiduría” (Ecle 9,10; Cfr. Ecle 11, 7-8; 12,6-7; Eclo 14,16).

Por esto, se está orando por ella para que se fortalezcan y no pierdan el interés por el primer amor: 

“También los saluda uno de ustedes, Epafras, siervo de Cristo Jesús, quien con sus oraciones siempre lucha por ustedes, para que se mantengan perfectos, cumpliendo con toda la voluntad de Dios. Soy testigo de que se preocupan mucho por ustedes y por los de Laodicea y los de Hierápolis. Los saludan Lucas, el médico querido, y Dimas. Saluden a los hermanos de Laodicea y a Ninfa y a la comunidad que se reúne en su casa. Cuando hayan leído esta carta, hagan que se lea también en la comunidad de Laodicea, y la que envíe a Laodicea se lea entre ustedes” (Col 4,12-16).

...Pero, como eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

Sino hacen caso serán repugnantes al Señor, y su nombre expulsado de su boca como un vómito. Esta advertencia es un llamado a que se tome conciencia de la actitud en la que han caído y cambien. Esta expresión de tibio hace referencia a la cañería de aguas termales que venían a Laodicea y al llegar allí ya eran tibias y un poco repugnante para beberla: 
Por unas cañerías de las que aún se conservan resto, venían a Laodicea las aguas termales que poco a poco se iban entibiando a su paso bajo el terreno hasta llegar a las termas del  baño de la ciudad, cruzándose a veces con el agua fresca potable que procedía de los manantiales próximos a la ciudad.  Nada más desagradable que el agua termal fuertemente mineral, tibia. El agua termal, entibiada por el terreno o por la mezcla con el agua potable, resultaba demasiado fría para el baño. Demasiado tibia, nauseabunda para beberla[15].

 …Además andas diciendo: “Soy rico; me he enriquecido; nada me falta”

Esta era una ciudad muy rica, muchos hacían alarde de esta riqueza y de la suficiencia que le daba el tener, sin embargo esta pomposidad no le servirá frente al Señor porque “El que así mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla será engrandecido” (Lc 14,11;18, 14; Cfr. Mt 23,12; Pro 29, 23) El que asume este afán de grandeza caerá al fondo de la miseria frente a los ojos del Señor: “Haré que vivas de nuevo en tiendas de campaña, como en los días de nuestro encuentro en el desierto” (Os 12, 9).
No debemos ambicionar los bienes de la tierra porque son efímeros, procuremos los bienes que nos da el Señor, como dice francisco de Asís: Yo necesito poco  y lo poco que necesito, la necesito poco, lo bienes que acumulamos carcomen la conciencia y hacen que no reconozcamos nuestra necesidad de Dios, porque muchas veces deseamos más de lo que tenemos: “Solo dos cosas te he pedido, oh Dios; concédemelas antes de que muera: aleja de mí la falsedad y la mentira, y no me hagas rico ni pobre; dame solo el pan necesario, porque si me sobra, podría renegar de ti y decir que no te conozco; y si me falta, podría robar y ofender así tu divino nombre” (Pro 30,7-9).
Las riquezas no permiten gozar de la presencia de Dios, nos aparta de su Palabra (Cfr. Mt 13,22), al poner nuestra confianza en las riquezas pueden destruir el camino de servir al Señor (Cfr. Mt 19,16-22) y nos pueden llevar a consentir la maldad en nuestra vida (Cfr. 1Tm 6,9-10) porque estamos pidiendo lo que no sabemos pedir a Dios, nuestra oración debe ser como la de proverbios (Cfr. 30,7-9) o como dice San Agustín: 

Hay muchos que piden lo que no deberían, por desconocer lo que les conviene. En consecuencia, quien invoca a Dios debe precaverse de dos cosas: de pedir lo que no debe y de pedirlo a quien no debe. Al diablo, a los ídolos y demonios no hay que pedirles nada de lo que se debe pedir. Si algo hay que pedir, hay que pedirlo al Señor nuestro Dios, el Señor Jesucristo; a Dios, padre de los profetas, apóstoles y mártires; al Padre de nuestro Señor Jesucristo, al Dios que hizo el cielo y la tierra y todo cuanto contienen. Más hemos de guardarnos también de pedirle a él lo que no debemos. Si la vida humana que debemos pedir la pides a ídolos mudos y sordos, ¿de qué te sirve? De igual manera, si pides a Dios Padre, que está en los cielos, la muerte de tus enemigos, ¿de qué te aprovecha? ¿No has oído o leído cómo, a propósito del traidor Judas, digno de condena, dice una profecía en el salmo que lo anuncia: Su oración le sea computada como pecado?  Si, pues, te levantas por la mañana y comienzas a pedir males para tus enemigos, tu oración se convertirá en pecado. (Ser. 56,2).

…Y no te das cuenta de que eres un miserable, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo.

El desear, el  no saber pedir lo que no se tiene y el desearlo,  nos lleva a vivir como miserables, ciegos y desnudos y dignos de compasión dentro de la Iglesia porque nos hemos acostumbrados a reproducir las cosas del mundo dentro de la comunidad eclesial, aspirando a tener privilegios y riquezas a costa de los más débiles de fe, se nos ha olvidado busca el reino de Dios y su justicia (Cfr. Mt 6,33) Muchas veces nos dedicamos a acumular bienes y así pretendemos con los bines espirituales haciéndolos exclusivos de nuestra propiedad privada (Cfr. Mt 16,19) y le negamos a los otros la oportunidad de vivir en Dios: 

“¡Pero, ay de ustedes, los ricos, porque ya están recibiendo su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque pasarán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque estarán de duelo y llorarán!
¡Ay de ustedes cuando toda la gente los alabe,
Porque los antepasados de esa gente
Trataban de la misma forma a los falsos profetas!
(Lc 6,24-26; Cfr. Mt 23, 13-33).

A pesar de la riqueza en la que se jactaban muchos, es una iglesia desdichada porque se aferran a las cosas de este mundo: “Si los que esperamos de Cristo se reduce solo a esta vida, somos los más pobres y desdichados de todos los seres humanos” (1Cor 15,19) De tal manera, que esta es una comunidad poco dada a buscar las cosas del Señor su opulencia la había empobrecido, se había enceguecido y estaba desnuda:
  • Pobres: Espiritualmente no tenían la esperanza del reino y contrasta su actitud con la Iglesia de Esmirna (Cfr. Ap 2,9) que era muy alabada por su riqueza espiritual.
  • Ciega: Totalmente pobre y lamentable en su formación por esto solo son guías de ciegos (Cfr. Lc 6, 39; Mt 15,14).
  • Desnuda: A pesar de ser una ciudad afamada por su industria de lana negra, por lo que podía cubrirse con costosas y bonitas vestiduras. El señor les hace ver su desnudez espiritual y así dejan al descubierto su vergüenza por no estar vestidos con el traje de fiesta (Cfr. Mt 24. 25) Y por esta razón hace ver su humillación: “Pues Dios humillará al que se engrandezca y engrandecerá al que se humilla” (Mt 23, 12)[16].
Exhortación al cambio de conducta

18.  Te aconsejo que me compres oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas, vestidos blancos para que no quede al descubierto la vergüenza de tu desnudez y colirio para ungir tus ojos y recobres la vista. 

La comunidad al dejar su pretensión de suficiencia ha de volver su mirada hacia al Señor y hacerse pobre en el Señor y no renegar de su espiritualidad que es rica en misericordia porque Dios se acuerda del pobre: Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día del mal el Señor lo librará. El Señor lo protegerá y lo mantendrá con vida, y será bienaventurado sobre la tierra; y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos” (Sal 41,1-2).

… Te aconsejo que me compres oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas

Dios, aconseja como un Padre amoroso preocupado por sus hijos para que sigan un camino recto y no se desvíen y caigan en la perdición o se dejen animar por otros grupos que no están en sintonía del amor primero dado a las comunidades. El seguir firmes se asemeja al comprar siempre al Señor, es decir, comprar en la misma tienda y no buscar ofertas engañosas de propaganda imperial para cambiar de tienda, el comprar se equipara a la fidelidad en el mismo producto ofrecido por el Señor.

… Oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas (Ver pág. 34)

La riqueza es la verdadera sabiduría dada por el Señor, es hacerse puros en el Señor, dejarse purificar por el crisol al fuego: Y Él se sentará como fundidor y purificador de plata, y purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como a oro y como a plata, y serán los que presenten ofrendas en justicia al Señor”. (Ml 3,3; Zc 13,9; Sal 66,10) Porque Dios nos prueba en la pequeñez, para que seamos honrados en lo poco y así se nos confíe mucho: “El que se porta honradamente en lo poco, también se porta honradamente en lo mucho; y el que no tiene honradez en lo poco, tampoco la tiene en lo mucho” (Lc 16,10).

Esta es la tradición que se ha recibido de la sabiduría de Dios, es la herencia incorruptible, que no se ha contaminado que permanece pura y sin mancha, es la fe que no se ha corrompido con los cultos paganos por eso recibiremos del Señor esta herencia: “Y hará que ustedes reciban la herencia que Dios les tiene guardadas en el cielo, la cual no puede destruirse, ni mancharse, ni marchitarse. Por la fe que ustedes tienen en Dios, Él los protege con su poder para que alcancen la salvación que tiene preparada, la cual dará a conocer en los tiempos últimos” (1P 1,4-5; Sal 37, 3.9.11.22.29; Dt 7,7-8: 8,11-20)[17].

La herencia es recibir, los tesoros en el cielo (Cfr. Mt 6,20) Este es el oro refinado con fuego que da la pureza, la devoción, la santidad y a la fe: “Por esto deben esforzarse en añadir a su fe la buena conducta; a la buena conducta el entendimiento, al entendimiento, el dominio propio, al dominio propio la paciencia; a la paciencia, la devoción; a la devoción, el afecto familiar; y al afecto fraternal, el amor” (2P 1,5-7).

… Vestidos blancos para que no quede al descubierto la vergüenza de tu desnudez

Vestiduras blancas símbolo litúrgico para el culto al Dios Altísimo[18] y con esto taparían su desnudez que había quedado evidente con el acercamiento a los cultos paganos y acercarse a las obras de la multitud de los santos que habían blanqueado sus ropas con la Sangre del Cordero: “Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos” (Ap 7, 9). 
También el vestido blanco es signo de justicia, es decir de hacer cosas justas como los Santos de Dios que son invitados a la boda del Cordero y no sientan vergüenza de sus pecados ya que han sido perdonados por la Sangre del Cordero en el banquete nupcial: “Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado. Y a ella le fue concedido vestirse de lino fino, resplandeciente y limpio, porque las acciones justas de los santos son el lino fino. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que están invitados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios” (Ap 19,7-9).

… Y colirio para ungir tus ojos y recobres la vista

Laodicea era famosa por un colirio fabricado localmente, el cual curaba enfermedades de los ojos, la simbología es pedagógica, para que dejen la ceguera espiritual que han tenido por no cultivar las enseñanzas de la Palabra de Dios, ya que por medio ella podemos ver como Dios ve: No basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues de lo contrario se estarían engañando ustedes mismos.  El que solamente oye el mensaje, y no lo practica, es como el hombre que se mira la cara en un espejo: Se ve así mismo, pero en cuanto da la vuelta se olvida de cómo es” (St 1,23-24; 2Cor 4,3-6; Ef 4,17-19; Col 2,2-3). 

19. A los que amo Yo los reprendo y corrijo: ¡Se fervoroso y arrepiéntete!

Dios llama a la comunidad al arrepentimiento, para que puedan vivir (Pro 3,12; 13,22; Heb 12, 5-11) Quienes viven en el Señor se dejan llevar por Él y son corregidos por su amor y llamados al arrepentimiento por el peligro espiritual que vivían y Dios quiere que vivan fervorosos en su fe, para que dejen de ser tibios y su entusiasmo pueda ser para recuperar el amor primero:

No todo el que perdona es amigo, ni todo el que castiga es enemigo: Mejores son las heridas del amigo que los besos espontáneos del enemigo. Mejor es amar con severidad que engañar con suavidad. Mejor es que se le quite el pan al hambriento, cuando por la seguridad de su pitanza olvida los fueros de la justicia, que ofrecerle el pan para que con él se acomode a la injusticia. Quien ata al frenético y quien despierta al letárgico, a ambos los molesta, a ambos los ama. ¿Quién podrá amarnos más que Dios?
Pues bien, Dios no cesa, no sólo de adoctrinarnos con suavidad, sino también de infundirnos temor para nuestra salud. A los que consuela con socorros agradables, con frecuencia les envía la áspera medicina de la tribulación: ejercita con el hambre a los patriarcas, aunque son buenos y religiosos; inquieta con terribles castigos al pueblo obstinado; no le quita al Apóstol el aguijón de la carne, aunque se lo pide tres veces, para que la virtud se perfeccione en la debilidad.
Amemos aun a nuestros enemigos, porque es justo y lo manda Dios, para que seamos hijos de nuestro Padre, que está en los cielos, el cual hace salir el sol sobre buenos y malos y llueve sobre justos e injustos. Pero, así como alabamos estos divinos dones, mediremos también los azotes que proporciona a los que ama (San Agustín. Carta 93, 2,4).

La comunidad que camina fervorosamente para seguir el camino de la conversión y seguir con su entusiasmo: Como Cristo (Jn 2,17); llamados a la santidad (1Cor 7,11; 9,2); y realizar buenas obras (Ti 2,14) para el enriquecimiento espiritual de la comunidad y no para la acumulación de cosas materiales en una falsa felicidad que empobrece, por eso son corregido con amor para no ser arrogantes, ni autosuficientes y dejarse moldear por la Palabra del Señor. 

20. Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos.

Cristo invita a volver a la comunión que se había perdido y necesita que la comunidad vuelva al redil, encausa la vida en el Señor, la tibieza espiritual había cerrado el corazón de la comunidad y Cristo quiere que se abra: “Yo soy la puerta por donde pasan las ovejas… Yo soy la puerta: el que por mí entre, se salvará. Será como una oveja que entra y sale y encuentra pastos” (Jn 10, 7.9) Y así no perdamos la comunión con Cristo (Cfr. 2 Jn 9) Cristo en su infinita bondad se preocupara por la comunión de la comunidad, mira con ternura a la comunidad y le tiende la mano (Cfr. Mc 3,5; 6,34; Mt 9,22; Lc 7,44; 13,12; 19,5.41; 21, 1-2; Jn 8,10).

… Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos.

En el banquete del Señor todos están invitados, no hay discriminación para los invitados y los que no lleven el traje del arrepentimiento y de la humildad no puede entrar (Cfr. Mt 22, 1-14) La comunidad no puede ser discriminatoria: “Hermanos míos, ustedes no pueden tener fe en nuestro Señor Jesucristo glorificado y hacer acepción de personas. Supongamos que, cuando están reunidos entra un hombre con un anillo de oro y un vestido espléndido y entra también un pobre con un vestido miserable. Si se fijan en el que llevan el vestido espléndido y le dicen: ¡Tú, siéntate aquí, en el lugar de honor!, y al pobre, en cambio, le dicen ¡Tú, quédate ahí de pie!, o bien ¡Siéntate en el suelo, a mis pies!, ¿No están acaso haciendo diferencias entre ustedes y convirtiéndose en jueces con criterios perversos? (St 2,1-4).
Actuar así es ir en contra del Señor que optó por lo pobres y actuó con ternura frente a ellos sin alejarlos del banquete sino que los hacia parte de este y lo invita a que baje y se reúna con Él: ¡Zaqueo, baja de prisa, porque hoy debo alojarme en tu casa! (Lc 19,5) esta acción de misericordia hace que las personas cambien y corrijan su camino (Cfr. Lc 19,8) para que también allí llegue la Salvación: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que este hombre es también hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido (Lc 19,9-10) Cenar con el Señor es romper todo vicio discriminatorio y aceptar al otro como hijo de Dios.
Muchos de nosotros nos caracterizamos por colocar los intereses particulares a los de la comunidad cristiana, nos enceguecemos y rechazamos de nuestro lado a los que no piensan como nosotros y no actúan de acuerdo a nuestros criterios, debemos ser como Cristo que se sentó al lado de los pecadores, que tendió la mano a los enfermos y que a todos nos condujo hacia el Padre. Él al asumir nuestra condición humana se solidarizó con nuestra miseria y murió para enriquecernos en el amor.

21. El vencedor se sentará conmigo en mi trono, al igual que Yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.

… El vencedor se sentará conmigo en mi trono

No hay esperanzas, si no hay voluntad de conversión, la comunidad responsabilidad del Señor y por eso la acoge y la llama con la ternura de su mirada y de su voz y la invita a sentarse en su trono, no como pensaban Santiago y Juan y los demás discípulos desde el privilegio (Mt 20,20-23; Mc 9, 30-37) Estar en el trono de Dios no es privilegio para los ambiciosos, sino para los vencedores en la tribulación, los que salgan airosos en la fe podrán participar del Reino de Dios: Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo. Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin” (Mt 24,12-14)[19].

… Al igual que Yo vencí y me senté con mi Padre en su trono

El Resucitado ya está sentado junto al trono con el Padre, porque Él ha vencido al mal de este mundo e incluso la muerte: Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo” (Jn 16,33; Heb 1,3; Col 3,1) De la misma manera la comunidad puede vencer la muerte (Cfr. 1 Jn 5,4).

Fórmula de despedida

22. El que pueda entender, entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias
Ver comentario a Ap 2, 7b en Apocalipsis P. 43).
A modo de conclusión 1:
Catecismo de la Iglesia católica 638-647

"Os anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido en nosotros, los hijos, al resucitar a Jesús (Hch 13, 32-33). La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz: “Cristo ha resucitado de los muertos, con su muerte ha vencido a la muerte. Y a los muertos ha dado la vida. (Liturgia bizantina: Tropario del día de Pascua)

I. El acontecimiento histórico y transcendente
El misterio de la resurrección de Cristo es un acontecimiento real que tuvo manifestaciones históricamente comprobadas como lo atestigua el Nuevo Testamento. Ya san Pablo, hacia el año 56, puede escribir a los Corintios: "Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce: "(1 Co 15, 3-4). El apóstol habla aquí de la tradición viva de la Resurrección que recibió después de su conversión a las puertas de Damasco (cf. Hch 9, 3-18). 

El sepulcro vacío
"¿Por qué buscar entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado" (Lc 24, 5-6). En el marco de los acontecimientos de Pascua, el primer elemento que se encuentra es el sepulcro vacío. No es en sí una prueba directa. La ausencia del cuerpo de Cristo en el sepulcro podría explicarse de otro modo (cf. Jn 20,13; Mt 28, 11-15). A pesar de eso, el sepulcro vacío ha constituido para todos un signo esencial. Su descubrimiento por los discípulos fue el primer paso para el reconocimiento del hecho de la Resurrección. Es el caso, en primer lugar, de las santas mujeres (cf. Lc 24, 3. 22- 23), después de Pedro (cf. Lc 24, 12). "El discípulo que Jesús amaba" (Jn 20, 2) afirma que, al entrar en el sepulcro vacío y al descubrir "las vendas en el suelo"(Jn 20, 6) "vio y creyó" (Jn 20, 8). Eso supone que constató en el estado del sepulcro vacío (cf. Jn 20, 5-7) que la ausencia del cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro (cf. Jn 11, 44).

Las apariciones del Resucitado
María Magdalena y las santas mujeres, que iban a embalsamar el cuerpo de Jesús (cf. Mc 16,1; Lc 24, 1) enterrado a prisa en la tarde del Viernes Santo por la llegada del Sábado (cf. Jn 19, 31. 42) fueron las primeras en encontrar al Resucitado (cf. Mt 28, 9-10; Jn 20, 11-18). Así las mujeres fueron las primeras mensajeras de la Resurrección de Cristo para los propios Apóstoles (cf. Lc 24, 9-10). Jesús se apareció en seguida a ellos, primero a Pedro, después a los Doce (cf. 1 Co 15, 5). Pedro, llamado a confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22, 31-32), ve por tanto al Resucitado antes que los demás y sobre su testimonio es sobre el que la comunidad exclama: "¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!" (Lc 24, 34).
Todo lo que sucedió en estas jornadas pascuales compromete a cada uno de los Apóstoles —y a Pedro en particular— en la construcción de la era nueva que comenzó en la mañana de Pascua. Como testigos del Resucitado, los Apóstoles son las piedras de fundación de su Iglesia. La fe de la primera comunidad de creyentes se funda en el testimonio de hombres concretos, conocidos de los cristianos y de los que la mayor parte aún vivían  entre ellos. Estos "testigos de la Resurrección de Cristo" (cf. Hch 1, 22) son ante todo Pedro y los Doce, pero no solamente ellos: Pablo habla claramente de más de quinientas personas a las que se apareció Jesús en una sola vez, además de Santiago y de todos los Apóstoles (cf. 1 Co 15, 4-8).
Ante estos testimonios es imposible interpretar la Resurrección de Cristo fuera del orden físico, y no reconocerlo como un hecho histórico. Sabemos por los hechos que la fe de los discípulos fue sometida a la prueba radical de la pasión y de la muerte en cruz de su Maestro, anunciada por Él de antemano (cf. Lc 22, 31-32). La sacudida provocada por la pasión fue tan grande que los discípulos (por lo menos, algunos de ellos) no creyeron tan pronto en la noticia de la resurrección. Los evangelios, lejos de mostrarnos una comunidad arrobada por una exaltación mística, nos presentan a los discípulos abatidos ("la cara sombría": Lc 24, 17) y asustados (cf. Jn 20, 19). Por eso no creyeron a las santas mujeres que regresaban del sepulcro y "sus palabras les parecían como desatinos" (Lc 24, 11; cf. Mc 16, 11. 13). Cuando Jesús se manifiesta a los once en la tarde de Pascua "les echó en cara su incredulidad y su dureza de cabeza por no haber creído a quienes le habían visto resucitado" (Mc 16, 14).
Tan imposible les parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los discípulos dudan todavía (cf. Lc 24, 38): creen ver un espíritu (cf. Lc 24, 39). "No acaban de creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados" (Lc 24, 41). Tomás conocerá la misma prueba de la duda (cf. Jn 20, 24-27) y, en su última aparición en Galilea referida por Mateo, "algunos sin embargo dudaron" (Mt 28, 17). Por esto la hipótesis según la cual la resurrección habría sido un "producto" de la fe (o de la credulidad) de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrección nació —bajo la acción de la gracia divina— de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado. 

El estado de la humanidad resucitada
Jesús resucitado establece con sus discípulos relaciones directas mediante el tacto (cf. Lc 24, 39; Jn 20, 27) y el compartir la comida (cf. Lc 24, 30. 41-43; Jn 21, 9. 13-15). Les invita así a reconocer que él no es un espíritu (cf. Lc 24, 39), pero sobre todo a que comprueben que el cuerpo resucitado con el que se presenta ante ellos es el mismo que ha sido martirizado y crucificado, ya que sigue llevando las huellas de su pasión (cf Lc 24, 40; Jn 20, 20. 27). Este cuerpo auténtico y real posee sin embargo al mismo tiempo, las propiedades nuevas de un cuerpo glorioso: no está situado en el espacio ni en el tiempo, pero puede hacerse presente a su voluntad donde quiere y cuando quiere (cf. Mt 28, 9. 16-17; Lc 24, 15. 36; Jn 20, 14. 19. 26; 21, 4) porque su humanidad ya no puede ser retenida en la tierra y no pertenece ya más que al dominio divino del Padre (cf. Jn 20, 17). Por esta razón también Jesús resucitado es soberanamente libre de aparecer como quiere: bajo la apariencia de un jardinero (cf. Jn 20, 14-15) o "bajo otra figura" (Mc 16, 12) distinta de la que les era familiar a los discípulos, y eso para suscitar su fe (cf. Jn 20, 14. 16; 21, 4. 7). 
La Resurrección de Cristo no fue un retorno a la vida terrena como en el caso de las resurrecciones que él había realizado antes de Pascua: la hija de Jairo, el joven de Naím, Lázaro. Estos hechos eran acontecimientos milagrosos, pero las personas afectadas por el milagro volvían a tener, por el poder de Jesús, una vida terrena "ordinaria". En cierto momento, volverán a morir. La Resurrección de Cristo es esencialmente diferente. En su cuerpo resucitado, pasa del estado de muerte a otra vida más allá del tiempo y del espacio. En la Resurrección, el cuerpo de Jesús se llena del poder del Espíritu Santo; participa de la vida divina en el estado de su gloria, tanto que san Pablo puede decir de Cristo que es "el hombre celestial" (cf. 1 Co 15, 35-50).
La Resurrección como acontecimiento transcendente
"¡Qué noche tan dichosa —canta el Exultet de Pascua—, sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos!". En efecto, nadie fue testigo ocular del acontecimiento mismo de la Resurrección y ningún evangelista lo describe. Nadie puede decir cómo sucedió físicamente. Menos aún, su esencia más íntima, el paso a otra vida, fue perceptible a los sentidos. Acontecimiento histórico demostrable por la señal del sepulcro vacío y por la realidad de los encuentros de los Apóstoles con Cristo resucitado, no por ello la Resurrección pertenece menos al centro del Misterio de la fe en aquello que transciende y sobrepasa a la historia. Por eso, Cristo resucitado no se manifiesta al mundo (cf. Jn 14, 22) sino a sus discípulos, "a los que habían subido con él desde Galilea a Jerusalén y que ahora son testigos suyos ante el pueblo" (Hch 13, 31).

II. La Resurrección obra de la Santísima Trinidad
La Resurrección de Cristo es objeto de fe en cuanto es una intervención transcendente de Dios mismo en la creación y en la historia. En ella, las tres Personas divinas actúan juntas a la vez y manifiestan su propia originalidad. Se realiza por el poder del Padre que "ha resucitado" (Hch 2, 24) a Cristo, su Hijo, y de este modo ha introducido de manera perfecta su humanidad —con su cuerpo— en la Trinidad. Jesús se revela definitivamente "Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos" (Rm 1, 3-4). San Pablo insiste en la manifestación del poder de Dios (cf. Rm 6, 4; 2 Co 13, 4; Flp 3, 10; Ef 1, 19-22; Hb 7, 16) por la acción del Espíritu que ha vivificado la humanidad muerta de Jesús y la ha llamado al estado glorioso de Señor.
En cuanto al Hijo, él realiza su propia Resurrección en virtud de su poder divino. Jesús anuncia que el Hijo del hombre deberá sufrir mucho, morir y luego resucitar (sentido activo del término) (cf. Mc 8, 31; 9, 9-31; 10, 34). Por otra parte, él afirma explícitamente: "Doy mi vida, para recobrarla de nuevo... Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo" (Jn 10, 17-18). "Creemos que Jesús murió y resucitó" (1 Ts 4, 14).
Los Padres contemplan la Resurrección a partir de la persona divina de Cristo que permaneció unida a su alma y a sus cuerpos separados entre sí por la muerte: "Por la unidad de la naturaleza divina que permanece presente en cada una de las dos partes del hombre, las que antes estaban separadas y segregadas, éstas se unen de nuevo. Así la muerte se produce por la separación del compuesto humano, y la Resurrección por la unión de las dos partes separadas" (San Gregorio de Nisa, De tridui inter mortem et resurrectionem Domini nostri Iesu Christi spatio; cf. también DS 325; 359; 369; 539).

A modo de conclusión 2

1.      Cada uno de estos siete mensajes comienza y termina de manera semejante, cada uno de ellos es el mensaje de Cristo y del Espíritu Santo al Ángel (anciano o evangelista de la iglesia) cada uno de ellos tiene un mensaje especial apropiado a la condición de cada iglesia.
2.      En cada caso, la persona que vence tiene una promesa de bendición.
3.      Seamos fieles, Examinémonos en cuál de estas siete iglesias nos entramos, imitemos las buenas cualidades de cada una de las iglesias y desechemos las malas.
4.      Somos como la iglesia de:
1.      Éfeso. Que dejo su primer amor.
2.      Esmirna. Que Dios no encontró falla alguna.
3.      Pérgamo. Que tenía la doctrina de Balan, que ponía tropiezo a los siervos de Dios, y la de los Nicolaítas.
4.      Tiatira. Que toleraba a Jezabel que seducía a los siervos de Dios a la idolatría y inmoralidad.
5.      Sardís. Que tenía nombre de estar vivo y estaba muerta espiritualmente.
6.      Filadelfia. Que Dios no encontró ninguna falla en ella.
7.      Laodicea. Que era tibia, tenía unos pies en el mundo, y el otro con Cristo.
5.      ¿En cuál de ellas estamos?, Esperando en Dios que estemos como la segunda y la seis. Que Dios no halló fallas en ellas. Que Dios nos ayude a salir triunfante[20].


[1]Apocalipsis. Pág. 11.
[2] http://www.artehistoria.com/v2/lugares/1285.htm
[3] https://es.wikipedia.org/wiki/Lidia
[4] Ap 1, 4d. Apocalipsis P. 19.
[5] Ap 1,16.20. Apocalipsis P. 39.
[6] Apocalipsis. P. 32-33.
[7] Apocalipsis P. 7.
[8] https://keruso.wordpress.com/2013/06/23/leccion-vi-la-iglesia-de-filadelfia-apocalipsis-37-13/
[9] Apocalipsis. Pp. 49-50.
[10] Apocalipsis. P. 58.
[11] Apocalipsis. P. 11.
[12] https://keruso.wordpress.com/2013/06/30/leccion-vii-la-iglesia-de-laodicea-apocalipsis-314-22/
[13] CELAM. (PPC) Nuevo Testamento. Bogotá 2015.
[14] Amén: Palabra hebrea, usada en el Antiguo Testamento y en el culto judío especialmente para concluir y reafirmar una oración (Cfr. Sal 41,13 [14]; 72,19) Y se traduce como “así sea”. Los cristianos de habla griega siguieron usándola en la misma forma y con igual sentido (1Cor 14,16; 2Cor 1,20). (Comentario a Rm 1,25- USB. La Biblia de estudio Dios habla Hoy).
[15] https://keruso.wordpress.com/2013/06/30/leccion-vii-la-iglesia-de-laodicea-apocalipsis-314-22/.
[16] Cfr. https://keruso.wordpress.com/2013/06/30/leccion-vii-la-iglesia-de-laodicea-apocalipsis-314-22/.
[17]  Herencia: Término que en el AT se refiere especialmente a Canaán, la tierra prometida al pueblo de Dios; en el NT se aplica a la salvación que Dios otorga a los que confían en Él, y que constituye el fundamento de la esperanza cristiana (1P 1,13,21; 3,5. 15; Mt 5,5; Rm 8,17; Gl 3,29) (USB. Biblia de estudio. Dios habla hoy. Comentario a 1P 1,4).
[18] Ver Apocalipsis. Pp. 32-33. 74-75
[19] Apocalipsis. P. 49-50.57-58.69-70.74-75.


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