IX. APOCALIPSIS
- LIBERACIÓN - LA MAGIA DE SER FELIZ:
“YO SOY LA RAÍZ Y LA DESCEDENCIA DE
DAVID,
LA ESTRELLA RADIANTE DE LA MAÑANA”
(Ap 22,16)
“Les digo estas cosas para que no pierdan
su fe en mí. Los expulsaran de las sinagogas, y aún llegará el momento en que
cualquiera que los mate creerá que así presta un servicio a Dios…Les digo todo
esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo, ustedes habrán
de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido el mundo” (Jn 16,1-2.33).
Ap 1,16-20
En su mano derecha tenía siete estrellas,
Y de su boca salía una aguda espada de dos filos.
Su cara era como el sol cuando brilla en todo su
esplendor.
Al verlo, caí a sus pies como muerto.
Pero él, poniendo su mano derecha sobre mí,
Me dijo: “No tengas miedo; yo soy el primero y el
último,
Y el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo para
siempre.
Yo tengo las llaves del reino de la muerte.
Escribe lo que has visto:
Lo que ahora hay y lo que va a haber después.
Este es el secreto de las siete estrellas que has
visto en mi mano derecha,
De los siete candelabros de oro:
Las siete estrellas representan a los ángeles de
las siete iglesias,
Y los siete candelabros representan las siete
iglesias.
Estos versículos se colocan como preámbulo al
anuncio dirigido a las siete Iglesias y hacen una explicación de los signos
anteriores en manos del Cordero, del hijo de hombre, del que es y era y ha de
venir, él es principio y fin: Alfa (A) y Omega (W), de quien tiene las siete estrellas en su mano
derecha que representan a los siete ángeles (Cfr. Ap 1,20) Su rostro brilla
como el sol- esplendor de su gloria (Cfr. Mt 17,2; Ap 12,1) de su boca sale una
espada de dos filos, como no los presenta Isaías en 49, 2: “Hizo
mi boca como espada afilada”, para pronunciar las sentencias del Señor ya
que su palabra es eficaz: “Pues viva la
palabra de Dios y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos.
Penetra hasta la división entre alma y espíritu, articulaciones y médulas; y
discierne sentimientos y pensamientos del corazón. No hay criatura invisible
para ella: todo está desnudo y patente a los ojos de Aquel a quien hemos de dar
cuenta” (Heb 4,12-13; Cfr. Sal 95,7-11)[1].
La eficacia de la palabra depende de la disposición de escucha que tengamos
frente a la voz del Resucitado. Ninguna acción puede causarnos miedo ya que Él
está con nosotros al escuchar la voz del Señor, es necesario vivir en
Él, es estar con Él, escuchar su voz es
vivir en Cristo y “el que está unido a
Cristo es una nueva persona” (1Cor 5,17) Es romper con todo tipo de miedo,
es sentir sus manos y escuchar su voz, es levantarnos porque Él está allí
calmando las aguas y mostrando el camino dando confianza: “¡Calma! soy yo: no tengan miedo! (Mt 14,27).
Él es quien ahora tiene el poder sobre la muerte,
ya la muerte no triunfa sobre la vida, porque Él ha vencido la muerte: “Estuve muerto, pero ahora vivo para
siempre” (Ap 1,18) porque fue el primero en resucitar (Cfr. Ap 1,5) Por
esto el Cristo Resucitado tiene poder sobre la muerte (Jn 5,21-29) Sin la
experiencia de la resurrección estaríamos esclavos de la muerte y esta es la
misericordia de Dios: “Una inacabable miseria se
hubiera apoderado de ti, si no se hubiera llevado a cabo esta misericordia.
Nunca hubieras vuelto a la vida, si Él no hubiera venido al encuentro de tu
muerte. Te hubieras derrumbado, si Él no te hubiera ayudado. Hubieras perecido,
si Él no hubiera venido (San Agustín. Serm. 185,1).
Esto es lo que debe quedar escrito para que nunca
se borre de nuestra mente: “Que penetre
en tu mente estas palabras que yo te he dicho hoy. Se las repetirás a tus
hijos, les hablaras de ellas tanto si estas en casa como si vas de viaje, así
acostado como levantado (…) Las escribirás en las jambas de tu casa y en tus
puertas” (Dt 6,6-7.9) Las escribirás para que no se te olviden, las
dibujaras en tu corazón y llevarás a los ángeles (Cfr. Dn 10,13; 12,1) –
mensajeros- que están al frente de las siete iglesias que están simbolizadas o
representadas en los siete candelabros.
Las
cartas[2]
“Escribe lo que has
visto: lo que ahora hay y lo que va a haber después” (Ap 1,19)
En párrafos anteriores[3]
se ha mencionado que las cartas a las siete iglesias del apocalipsis conforman
el primer conjunto narrativo simbólico del Apocalipsis. Estas representan a la
iglesia en su totalidad, ayer hoy y siempre, es decir fueron escritas para la
iglesia de los primeros siglos, se recrean en la iglesia de hoy y se encaminan
hacia la iglesia venidera porque su centro es Cristo, Ayer, Hoy y Siempre, el
que Era, el que Es y el que Será, Él el primero en resucitar, quien estuvo
muerto pero ahora está vivo y vive para siempre. Las sietes iglesias
representan la inestabilidad que muchas veces presentamos al dudar de la fe en
Jesucristo resucitado.
Las siete cartas que conservan un mismo esquema:
-
Se nombra a
la Iglesia.
-
El que la
envía es Cristo, designado por una de las imágenes que trazaban su retrato en
la visión inaugural. Él es el que habla.
-
Hace el examen
de conciencia de la Iglesia, poniendo de manifiesto sus virtudes y sus faltas,
e invitándolas a la conversión. El examen de conciencia hace alusión
frecuentemente a un rasgo concreto o a un suceso de la vida de la comunidad.
-
Promete un
lugar especial al vencedor.
-
Concluye con
la misma fórmula: “El que tenga oídos,
oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”
Por otra parte, las cartas son una exhortación a
perseverar en la fe a pesar de las dificultades, a abrir esperanzas en medio de
las desesperanzas a caminar entre obstáculos dando rodeos si es posible pero no
huyendo de ellos, las cartas “expresan el propósito general de todo el libro,
esto es, despertar lo que se había adormecido, realzar con fuerza la absoluta
alteridad cristiana respecto a la cultura y a la lógica imperial, para llegar a
preparar las bodas con el Cordero, conduciendo a la iglesia a su finalidad”[4].
Hoy no podemos apartar este libro de nuestras
manos, de nuestras mentes, de nuestra vida, en él está el despertar de un sueño
en la noche oscura que no ha podido ver el amanecer: “Escribe lo que has visto: lo que ahora hay y lo que va a haber
después” (Ap 1,19) para que nosotros podamos: 1. Ser exhortados continuamente a revigorizar la fe, a
despertar lo que se había dormido y a purificar el corazón del veneno que lo
anestesiaba. Y, 2. Preocuparse de levantar el velo de la propaganda
imperial, de manera que quede patente el rostro diabólico que había detrás de
la falsa propaganda de paz y seguridad[5].
- Pax Romana- Lema del imperio romano - Pax augusta: Constituye un largo periodo (Año 27 a.
C - 180 d. C) de paz impuesto
por el imperio romano a los pueblos por él sometidos, ejerciendo un fuerte
control militar sobre estos.
[1] La
palabra de Dios trasmitida por los profetas y el Hijo, y de la que acaba de
usarse una expresión del salmo 95,7-11, es viva y eficaz en los creyentes, 1Ts
2,13, es la palabra que juzga (Jn 12,48; Ap 19,13) los impulsos e intenciones
secretos del corazón del hombre. (Biblia de Jerusalén. Comentario a Heb 4,12).
[2] Ver: Páginas 7-14
[3]
Este esquema es tomado de: Equipo “Cahiers Evangile” El Apocalipsis. Cuadernos
bíblicos 9. Verbo Divino. Estella Navarra 1997. Verbo Divino P.19; Ver. Ugo
Vanni. Lectura del Apocalipsis. Hermenéutica Exégesis Teología. Estella Navarra
2005. Verbo Divino. P. 151-178.
[4]
Emilio Aliaga Girbés. El Apocalipsis de San Juan. Lectura Teológica -
Litúrgica. Estella Navarra 2013. Verbo Divino. P.52.
[5] Ibidem P. 26.
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