martes, mayo 26, 2015


II. APOCALIPSIS
- LIBERACIÓN - LA MAGIA DE SER FELIZ:
“YO SOY LA RAÍZ Y LA DESECENCIA DE DAVID,
LA ESTRELLA RADIANTE DE LA MAÑANA” (Ap 22,16) 

“Les digo estas cosas para que no pierdan su fe en mí. Los expulsaran de las sinagogas, y aún llegará el momento en que cualquiera que los mate creerá que así presta un servicio a Dios…Les digo todo esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo, ustedes habrán de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido el mundo” (Jn 16,1-2.33).

En muchas circunstancias de la vida emprendemos un camino que puede ser alegre o puede ser frustrante para nuestros intereses y para las convicciones de la vida. En entorno a lo religioso, social y cultural, ambiental, la gran preocupación de la humanidad es buscar los medios para destruir a la misma humanidad, a la naturaleza, a la cultura y a todo aquello que tenga que ver con lo religioso. Para estos intereses, buscan un medio justificador y este en nuestro caso es el  Apocalipsis lo a los desastres naturales porque ya es el fin del mundo: ¿Por qué se ha entendido y se pregona que el Apocalipsis trata del fin del mundo? ¿Por qué queremos interpretar las Sagradas Escrituras de esta manera, es decir, a nuestro acomodo? Si en los textos Sagrados no hay referencia al fin del mundo, sino a la viva esperanza de fe de una comunidad peregrina.
Apocalipsis, es revelación de algo o de alguien; es manifestación de algo o de alguien; es un mensaje de esperanza a alguien o a una comunidad, es una palabra de liberación a alguien o a una comunidad. Si lo precisamos de esta manera el Apocalipsis no significa destrucción o fin, tampoco frustración. Apocalipsis es liberación, es esperanza, es futuro, es el triunfo de los hijos de Dios sobre el mal, una propuesta en la que encontramos el Tiempo y el Espacio de Dios, es el camino de la comunidad sale de la frustración a la esperanza: “Y verán su rostro, y su nombre está sobre sus frentes” (Ap 22, 4).
El apocalipsis se lee en y desde las Sagradas Escrituras con la ayuda de otras reflexiones interdisciplinares. En las Sagradas Escrituras encontramos muchas reflexiones apocalípticas, pero estas no se refieren a la destrucción del mundo, sino que plantea: 1-. Un interrogante sobre el mal y sobre el sentido de la historia. 2-. Promesa de liberación y de salvación. 3-. Proclamación de la justicia de Dios.
Desde esta perspectiva, no hay espacio para entender que el Apocalipsis pueda relacionarse con la destrucción del mundo, sino como una “caminada” hacia la esperanza de ser felices en la promesa de liberación, trasmitido desde “Lenguajes codificado que recurre ampliamente al simbolismo de los números y los colores, a las representaciones mitológicas y a las comparaciones históricas…La apocalíptica propone una visión dualista y pesimista del mundo presente. Éste es un lugar de combate entre las fuerzas del mal que dominan la humanidad, y las fuerzas de Dios, que un día resultarán victoriosas”[1].
La propuesta apocalíptica nos plantea que la liberación de un pueblo oprimido abre la esperanza a otros pueblos que confían en la promesa que le ha dado su Dios, de esta manera no es tanto, para entender las cosas cifradas allí, sino para sentir de cerca el apoyo de  Dios. Así, allí se encuentre valor para luchar. Pero es posible que la gente haya entendido mal esta propuesta planteada en los apocalipsis ya que muchos hablan de destrucción y de alejamiento de Dios, o muchos interpretan al pie de la letra las manifestaciones que allí se presentan como la que nos plantea el Evangelio de  Luca 21,8-19 o en Mateo 25,31-46. Estos textos tomados al pie de la letra podrían causar malos entendidos en los oyentes, que solo piensan en catástrofe y en el fin del mundo. Y son alimentados estos temores por los medios de comunicación que en su afán de brindar noticias amarillistas informan y se afirman en temas desconocidos por ellos y también son buenos receptores grupos milenaristas y personas desprevenidas en su fe.
En nuestro caminar podemos encontrar una luz de esperanza hacia la liberación como encuentro definitivo con Dios, el fin no es ahora, el fin no es inmediato, solo un pueblo que se resigna a perder sin luchar llega a la derrota, por lo tanto el Apocalipsis no es el fin del mundo sino el principio de la esperanza de vencer el mal desde la Resurrección: Después el ángel me mostró el río de agua de la vida, transparente como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero. En medio de la ciudad, a uno y otro lado del río, hay árboles de la vida, que dan fruto doce veces, una vez cada mes, y sus hojas sirven de medicina para las naciones. No habrá ya maldición alguna; el trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad, y sus servidores le rendirán culto. Verán su rostro y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá noche. No necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque Dios mismo será su luz, y reinarán por los siglos para siempre” (Ap. 22,1-5).l 11,7

Ap 1,1-3[2]7

“Esta es la Revelación de Jesucristo.
Dios se la dio para enseñar a sus servidores,
Lo que va a suceder pronto.
1Envió a su ángel para que se lo diera a entender a su servidor Juan,
El cual afirma que todo lo que ha visto es palabra de Dios
y testimonio de Jesucristo.
Feliz el que lea estas palabras proféticas
Y felices quienes las escuchen
Y hagan caso de este mensaje, porque el tiempo está cerca”.

V 1a: Apocalipsis significa revelación: “Así, ya no les falta ningún don divino a los que esperan la revelación de Nuestro Señor Jesucristo” (1Co 1,7; Cfr. Rm 2,5; 6,25; 8,19; 1Co 15,23; 1Tm 6,14; 2Tes 1,7; Heb 8,28; 1P 1,5.7.13; 4,13; Lc 17,30). La revelación hace referencia a la persona de Jesús Resucitado, ya que Él es el objeto de la revelación.

V 1b: Los Siervos o Servidores, se refiere a los miembros de la Iglesia primitiva, a los Cristianos (Cfr. Ap 2,20; 7,3; 19, 2.5; 22,3.6) Se le llama de igual manera profetas -Testigos (Mártir) de la Iglesias naciente (Cfr. Ap 10,7; 11,18; 22,6; Hec 11,27; Am 3,7).

V 1c: “Lo que ha de suceder pronto” Son los acontecimientos que han de venir con la presencia del Resucitado entre los Santos del Señor para vencer el mal: “Les digo estas cosas para que no pierdan su fe en mí. Los expulsaran de las sinagogas, y aún llegará el momento en que cualquiera que los mate creerá que así presta un servicio a Dios…Les digo todo esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo, ustedes habrán de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido el mundo” (Jn 16,1-2.33; Cfr. Rm 8,35-37; Sal 44, 22; 2 Co 4,11; 1Jn 4-5; Ap 3,21; 5,5; 17, 14) En el martirio de los Santos del Señor, se  da a conocer a Jesús Resucitado.

Hay una referencia a la profecía de Daniel  cuando le manifiesta a Nabucodonosor los designios que Dios revela: “Pero hay un Dios en el cielo que revela los secretos y que ha anunciado al Rey Nabucodonosor lo que sucederá al final de los tiempos”  (Dn 2,28).

“Envío su Ángel para dárselo a conocer a su siervo Juan” – Ángel significa Mensajero, Aquí Representa al mismo Cristo (Cfr. Ap 22,6.) “Como la estrella brillante de la mañana” (Ap 22, 16) Él como raíz y descendencia de David recrea la antigua historia de las promesas sobre el Mesías y las  hace realidad, Él es el Nuevo Mesías: “Veo algo en el futuro, diviso algo allá muy lejos: es una estrella que sale de Jacob, un rey que se levanta en Israel” (Cfr. Nm 24,17).

¿Juan El autor del Apocalipsis?

Autor:
El autor, de acuerdo con su propio testimonio, se llamaba, Juan y era testigo de las cosas que había visto (Ap. 1:1-2). Entre los padres apostólicos no hubo disputo en cuanto a la autoría de Juan el hijo de Zebedeo y apóstol del Señor. Justino Mártir (d.165), Ireneo (c.180), Clemente de Alejandría (d.215) y Tertuliano (d.220) unánimemente nombraron Juan autor del cuarto evangelio y el Apocalipsis. Más adelante Eusebio (c.325) atribuyó el libro a otro Juan, basado en un escrito del segundo siglo autoría de Papias. Ahora bien, Para refutar una tradición temprana tan fuerte se necesitaría evidencia muy conveniente.  Una de las razones más citadas para rechazar que Juan el apóstol haya sido el autor de Apocalipsis es la gran diferencia entre el griego del cuarto evangelio y el griego de Apocalipsis[3].
De todas maneras, el nombre que aparece es Juan. No muestra ningún título, ni de obispo, ni de apóstol. El título que vale para él es: “Hermano y compañero en tribulación” (Ap 1,9). Él mismo es un perseguido por causa de su fe. Sufre lo mismo que los otros. Conoce por dentro el drama de los compañeros. Por eso está en condición de animarlos. Parece ser que Juan era el coordinador general de las comunidades de Asia Menor, pues a ellas es que dedica su libro (Ap 1,4) (Carlos Mester. La esperanza de un pueblo que sufre. P. 15).
V2: Testigo, mártir- (μαρτυρία: testimony-  Mc 14,55f, 59; Jo 1,7, 19; 3,11; 8,13f, 17; 19,35; Ac  22,18; 1Tit 1,13; 3,7 Rv 1,2, 9; 6,9; 11,7; 12,11, 17; 20,4) Es quien da testimonio de Jesús Resucitado e incluso con su vida. Este nombre se les daba a los cristianos, y se refería a quienes sufrían la muerte por el  testimonio de su fe. El autor del apocalipsis es testigo y ha dicho la verdad de la revelación del mensaje  de Dios confirmado por  Jesucristo el Testigo Fiel (Ap 1,5; Is 55,4; 1Ti 6,13.) Primero en  Resucitar (Ap 1,5b; Hec 26,23; Col 1,18).
V3: Dichoso_ Feliz_ Bienaventurado (μακάριος) Primera de las siete bienaventuranzas que aparecen en el apocalipsis (Cfr. Ap 1,3; 14,13; 16,15; 19,9; 20,6; 22,7.14) Podemos pensar en los las bienaventuranzas de Mateo (Mt 5,3-12) y de Lucas (Lc 6, 12-16).
·        Los que escuchan este mensaje profético, porque son los bienaventurados de Dios: “Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11, 28); Cfr Ap 19,10; 22,6-10.18-19). Este don del mensaje profético recuerda al pasaje de Pablo en primera corintios: “Procuren, tener amor, y al mismo tiempo aspiren a que Dios les de dones espirituales, especialmente el de profecía” (1Co 14,1) Este es el don de profecía como lo tuvieron muchos en el Antiguo Testamento, que lleva al elegido a comunicar por inspiración de Dios un mensaje dirigido al rey y al pueblo o a alguien en particular. Este mensaje profético ilumina la situación presente, o futuro (Hec 11,28; 21,22).
·        Porque ya se acerca el tiempo en las cosas anunciadas que van a suceder (Ap 1,7; 3,11; 22, 6.10.12.20) Este es el cumplimiento de la acción salvadora de Dios: “Hoy mismo se ha cumplido esta escritura que acaban de oír (Lc 4,22) Este cumplimiento es el tiempo de la salvación mesiánica que Jesús trae a la humanidad (Heb 3,7-4,13).
·        Es el cumplimiento de las Escrituras: Lc 18,31; 22,37; 24,44).
·        Hoy ha llegado la salvación a esta casa (Lc 19,9; cfr. Lc 2,11; 4,21; 5,26.;12, 28; 13,32. 33; 19,5. 9; 22,34, 61).
·        Hoy estarás conmigo en el paraíso (Lc 23,43) Palabra aplicada al Jardín de Edén (Gn 2,8-3,24) Edén (עֵדֶן / / ^Sdn/ Palabra hebrea que significa delicia, placer, felicidad (Is 51,3; Ez 31, 8-9) Los sirios lo conciben como llanura o estepa. Dios plantó un Jardín en la región del Edén. 
A modo de conclusión, Carlos Mester escribe:
“Es para este pueblo de las pequeñas comunidades que Juan escribe su libro. Como hoy, también en aquel tiempo había los débiles y los pobres que continuaban firmes en la fe y en la lucha. Había los que estaban perdidos, sin entrever el rumbo. Había los que mezclaban las cosas, sin entender el sentido correcto. ¡Todos perseguidos! Todos necesitados de una palabra de Luz, de aliento y de coraje. En aquel tiempo los nombres eran otros”[4]. Hoy tienen rostros distintos pero la misma esperanza: Rostros de niños, golpeados por la pobreza desde antes de nacer; Rostros de jóvenes, desorientados por no encontrar un lugar en la sociedad; Rostros de Indígenas y con frecuencia de Afro-americanos que viven marginados; Rostros de campesinos; Rostros de obreros; Rostro de subempleados; Rostros de marginados y hacinados Urbanos (Cfr. DP 31-40).




[1] Cuvilier, Elian. Los apocalipsis del Nuevo Testamento, cuadernillos bíblicos Estella (Navarra 2002. Verbo divino. P. 7. 8.
[2]
El tiempo está cerca (3). Juan se lo dice a las comunidades a las que se está dirigiendo; no busquemos, pues, una descripción de los acontecimientos actuales.
[4] Carlos Mester. Esperanza de un pueblo que lucha. Apocalipsis de San Juan una clave de lectura. Bogotá 1994. Ed. San Pablo.

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